Cuando la poesía es ajena al lector, sin importar la locación de quien la escribe, su condición social o filiación política, el ejercicio no quedó bien hecho. Se da más veces de las que uno quisiera aceptar y aún más en estos tiempos en que las letras parecen ser cada vez más efectistas y menos personales.
Por suerte, no es eso lo que ocurre con los versos de la argentina María Laura Haddad. Su poemario “Pienso que soy un río” es uno de esos libros que los lectores conservarán en su memoria por largo tiempo, no tanto por los temas que conforman su poética, sino por la manera como su autora ha decidido disponer de ellos, la forma en que se expresa, su forma.
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Publicado en Buenos Aires por el sello Halley Ediciones, que cuenta en su catálogo con voces como las de Matías Mugione, María Eleonora Rubio o Mai Slipczuk, este poemario es el primero que su autora publica, entre los varios cuadernos que ha reunido con los años.
María Laura Haddad, trabajadora social de profesión, se ha desempeñado como acompañante terapéutica y tallerista para personas con discapacidad. Mientras los días transcurren a merced de la rutina de sus oficios, el tiempo que le resta lo usa para escribir poesía.
Nacida en San Miguel, al interior de Buenos Aires, la joven poeta ha escrito un libro que destaca por su lirismo, el ritmo en cada verso, los sonidos entre las palabras y las comas, las imágenes que evoca y la profunda voz de la que da cuenta.
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Como si llevara toda la vida declamando, la contundencia en la voz de María Laura Haddad refleja madurez, a la vez que duda ante las búsquedas, incertidumbre por el amor no correspondido, preguntas en torno a la pérdida, el abandono, las desilusiones y la muerte.
Señas de truco
Muerdo el labio inferior,
un ojo que se cierra,
labios tirando un beso.
Todo eso y mástrato de decirte
por fuera del juego
pero se ve que no soy clara.
Puede que en mi mente lo sea
o en mis ganas
de que me comprendas rápido,
como esta partida que de repente
nos tiene toda una noche
a pura cerveza.
¿Competir borrachos?
no entiendo cómo eso no te excita.
Seguís contra viento y marea
sin caer en la trampa
de convertir lo lúdico
en otra actividad deseante.
No sé si pensar que no te gusto,
prefiero quedarme con la idea que mi ego me expresa:
sólo ves mis señales
si existen reglas.
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Cada verso de Haddad es un encuentro tácito con el acto poético, una cita con la frescura y la fuerza de una poeta que se abre camino entre la maleza, que va dando pasos sobre el pavimento, como si fuera lodo que pone pesado el andar, que mancha, que ensucia.
Lunática
Hay desvíos para no presenciar
un momento incómodo:
“mirá la luna”.
Depositar la energía
en una pelota blanca
que te cuestiona la existencia
en este lado B.
Con esto quiero decir
todo aquello que preocupa.
Por eso, el acto de levantar la cabeza
y que decante un cielo infinito
es un acto de valentía
para los momentos más duros.
“¿Decís de evadir la realidad?”
Digo de usar la astucia
para superar una dificultad.
Sanar
Pienso que soy un río,
una corriente natural que va y vuelve.
Me pego contra las piedras,
genero un ritmo distinto.
Mi final es desembocar
en profundidades más oscuras,
ahí soy un todo:
la aventura de sumergirme a lo que le temía.
Son cerca de 38 páginas las que componen “Pienso que soy un río”, este libro con el que María Laura Haddad entra con buen tino a formar parte del panorama actual de la literatura argentina. Si este es su debut, no imagino la consagración. Salud por su poesía.
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