“China tiene hambre de conquistar el mundo”, dice Agustín Barletti. Habla de El hambre del dragón. El plan de China para comerse el mundo, su nuevo libro, y muestra su preocupación. Con una investigación exhaustiva y con un amplio registro de documentos, el periodista, editor y escritor argentino pone el foco sobre el gigante asiático y su objetivo máximo: recuperar el lugar histórico con el mandato del nacionalismo, desafiando la supremacía occidental.
En diálogo en el stand de Leamos-Bajalibros de la 47° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, Barletti profundiza en cuáles son las estrategias del régimen de Xi Jinping con ejemplos concretos. ¿Cuáles? Barletti habla de la avanzada de un sistema autocrático a fuerza de vigilancia —como el episodio de febrero de 2023 en que un globo espía sobrevoló Estados Unidos y luego fue derribado—, armamento tecnológico —a través de aplicaciones como Zoom y TikTok— y la titánica empresa Huawei, comisarías clandestinas, amenaza a los disidentes, la pesca ilegal, la adquisición de puertos en todo el planeta son algunos.
Y la más alarmante: ser acreedor de numerosos países a los que extorsiona de distintas formas. Argentina cuenta a China como uno de los mayores acreedores. ¿Cómo está pagando, entonces? Dice Barletti que con comisarías clandestinas, una base espacial en Neuquén, la depredación de océanos podrían dar alguna pista. En las más de 350 páginas de investigación, Barletti aporta bibliografía, investigaciones de distinta índole y datos contundentes sobre la nación que persigue el liderazgo mundial, entre autoritarismo y violación a los Derechos Humanos.
Antes de la presentación de El hambre del dragón en la Feria del Libro Barletti define a China como “una suerte de Gran Hermano” y dice que “están haciendo un espionaje permanente de todo lo que pasa en el mundo”. ¿Hay modo de pararlo? Barletti dice que sí y da una clave: “Viene una guerra fría tecnológica que es el que el que controle los chips, los semiconductores, va a dominar el mundo”.
—¿De qué tiene hambre este dragón?
—De conquistar el mundo. China es un país que lleva 5.000 años sobre sus espaldas, que tiene una historia de grandeza que fue trunca por el sistema utilizado, por el propio comunismo. Frente a una eventual apertura, China empezó a tener una necesidad total de conseguir materias primas, de alimentos para su población y de empezar a influir en diversos países del mundo. Así es cómo empezó a trabajar muy fuerte, sobre todo en aquellos países con economías más precarias, que no tienen acceso al crédito convencional y, además, países en que cuanto más corrupto su gobierno, mejor. Así han logrado penetrar en estos países y han hecho desastres.
—En libro hablás sobre América Latina y Argentina, ¿deberíamos preocuparnos en Argentina?
—Mucho.
—¿Por qué?
—En estos momentos, China es uno de los principales acreedores de Argentina. La diferencia que hay entre China y el Fondo Monetario Internacional (FMI), es que el FMI le presta a los países y orienta a las economías de los países a los ajustes, para que las cuentas públicas vayan cerrando, combate la corrupción. Hay una cantidad de temas que tienen que ver con el mundo occidental y democrático. China, por el contrario, está buscando prestar dinero y que no se lo puedan devolver.
—¿Qué sucede si no se devuelve el dinero a China?
—Cuando a China no le devuelven el dinero entra ese hambre del dragón. Lo que hace China es condonar una parte de la deuda pero tenés que dar otra cosa.
—¿Qué le pide a Argentina?
—En Neuquén tenemos una base espacial china, que tiene solamente trabajadores chinos, que se rige por la ley laboral china -que es un delito- cuando se tiene que regir por la ley laboral argentina y no lo hacen. Hay una zona de 400 kilómetros a la redonda de la base una zona de exclusión, donde no puede haber ninguna radio ni ninguna interferencia. Si el gobierno argentino quiere ver qué pasa ahí, debe pedir autorización por escrito con tres meses de anticipación y solo puede estar una hora allí. Toda esa base se construyó trayendo los materiales en valijas diplomáticas, con lo cual nadie sabe qué trajeron. Según los servicios norteamericanos y europeos, desde esa base hoy China vigila todo lo que pasa en el espacio, qué sucede con los satélites de los países, con todo. Eso está en nuestro territorio y no tenemos acceso.
—¿Qué hay en el puerto de Buenos Aires?
—En el Puerto de Buenos Aires está la Terminal 5, que ya tiene recontra vencido el contrato y que lo siguen prorrogando por distintas medidas judiciales y esto lo está manejando Hutchinson, que es una empresa china con sede en Hong Kong. Ese puerto hace un año y medio que no tiene un solo barco. Sin embargo, Hutchinson está pagando a los 500 trabajadores todos los meses, paga la concesión, paga el canon a todo.
—¿Para qué?
—Hay un caso similar que sucedió en Sri Lanka donde China hizo exactamente lo mismo y hoy está poniendo una base naval. En poco tiempo quizá veamos buques militares chinos a 20 cuadras de la Casa Rosada que, por supuesto, China va a decir que son buques para hacer estudios científicos, pero son buques militares. Esto está pasando en todo el mundo.
—Hablaste de puertos y otro de los temas sobre los que gira en torno tu libro y tu investigación es la depredación de los océanos y de los mares. ¿Qué rol juega China en esto? ¿Cuál es la importancia que tienen las islas Malvinas?
— China es campeona en la depredación de los mares, tiene la flota de pesquera más grande del mundo, que además está subvencionada por el gobierno chino. Cuando hablamos de cualquier empresa china terminamos diciendo que son todas empresas estatales, es decir, directamente del Partido Comunista Chino y de Xi Jinping. Se les da subsidio para la construcción de los buques, para pagar a las tripulaciones, para el combustible y hacen todos los años el mismo recorrido.
—¿Cuál es?
—Empiezan por la zona de Centroamérica, van a la zona de Ecuador y las Galápagos, a Perú, bajan por Chile, bajan por Magallanes y después van a lo que es la milla 201 nuestra. Y se quedan en límite de la milla 201, entran, salen, y generan una pesca, primero que es una pesca depredadora, porque por arrastre se llevan todo lo que hay, con lo cual eso, desde el punto de vista ecológico, es tremendo. Los ecologistas están desesperados.También hay contaminación de mares, trabajo esclavo y el tráfico de drogas.
—¿Qué impacto real tiene en la vida cotidiana de los argentinos lo que contás en el libro?
—La pérdida de soberanía para los argentinos, va a ser una violación a las normas de convivencia de los Derechos Humanos. China tiene hoy unas 150 comisarías clandestinas instaladas en distintos países del mundo. En Argentina hay una. Es clandestina, pero está en las afueras de Buenos Aires. Y la están buscando. A los chinos disidentes los están llevando y los amenazan para que vuelvan a China. Es preocupante que pase en territorio argentino y que empiecen a tener cada vez más activos. Han comprado terminales portuarias que son productoras del aceite de soja, de soja, de crashing de soja, están comprando el litio, están comprando el petróleo, y todo esto nos van a condicionar.
—Otro de los puntos de tu libro es la vigilancia y mencionás el caso reciente del globo espía que sobrevoló Estados Unidos en febrero de este año y también das un dato: hay 540 millones de cámaras en China
— China es una suerte de Gran Hermano. Intramuros, todo el mundo tiene en su celular aplicaciones obligatorias del gobierno que lo siguen a uno a todos lados. El Zoom, que es un programa creado en China, dentro de China solamente sirve para conversaciones que tengan que ver con las cosas que pasan en el Partido Comunista. También tienen WeChat, que es una especie de Facebook chino. Hay un control tremendo. Están haciendo un espionaje permanente de todo lo que pasa en el mundo.
—¿Qué sucede con TikTok?
— TikTok depende directamente del Partido Comunista Chino y es un arma de absoluta de espionaje, que da la posibilidad de conocer desde China todo lo que está pasando. Por ley todas las empresas chinas, que tengan activos o que ejerzan actividades en el exterior, están obligadas a enviar toda la información a Pekín. Entonces, todo lo que estamos haciendo en TikTok se está viendo en Pekín y ellos están viendo absolutamente todo y es un gran problema.
—Hace pocos días hubo un acercamiento de Putin y Xi Jinping. ¿Cómo impacta la cercanía de estas potencias en el escenario global?
—Xi Jinping es el que más de cerca sigue lo que está pasando con la invasión de Rusia a Ucrania. ¿Por qué? Porque China tiene en mente invadir Taiwan, que es una provincia rebelde que forma parte del territorio chino. Entonces, no es solamente desde el punto de vista diplomático. Por ejemplo, en medio de la pandemia, China le envía gratis 200.000 dosis de vacuna al régimen de Ortega, en Nicaraguas. Casualmente, al otro día, Ortega le quita el reconocimiento diplomático a Taiwán. Así trabaja con todo: dando y presionando. Si Putin finalmente logra conquistar Ucrania, va a ser un antecedente para él de que se puede hacer. Si ve que el rechazo y las sanciones terminan hundiendo a Putin, como espero suceda, se va a frenar.
—¿Hay modo de parar el hambre de este dragón?
—Ya está pasando. Estados Unidos y Europa fueron ingenuos durante mucho tiempo. Te doy un ejemplo: en Washington, los chinos le ofrecieron al gobierno hacer un parque con unas pagodas para que los gente tenga acceso a la cultura china, todo gratis. Compraron un terreno en el lugar más alto de Washington. También, como en el caso de la estación espacial de acá, trajeron todo por valija diplomática, empezaron a sospechar y se metió la CIA. ¿Y qué pasaba? La pagoda más alta tenían una antena que daba directo al Capitolio desde donde iban a poder escuchar todas las conversaciones de todos los diputados y senadores que estaban en Estados Unidos.
—¿Entonces?
—Se están dando cuenta. Acá viene una guerra fría tecnológica: el que controle los chips, los semiconductores, va a dominar el mundo. Por presiones de Europa y de Estados Unidos, Hamburgo le cortó todos los contratos a China y China ahora va a quedar como tres o cuatro años atrasado. Ahí Estados Unidos y Europa van a ganar esa carrera. Estas son las acciones directas que se están tomando hoy desde el mundo democrático o el mundo libre contra la dictadura china.
Así empieza “El hambre del dragón”
Introducción
La primera experiencia directa con China la tuve en 1989. En ese entonces residía en París, donde cursaba mis estudios doctorales en Derecho Constitucional. La universidad de la Sorbona hervía de pasión por los festejos que organizaba el país para el 14 de julio de ese año, en conmemoración del Bicentenario de la Revolución Francesa.
Con múltiples eventos propuestos, el principal de ellos, y el más esperado, era el imponente desfile que se preparaba en Champs Elysées, por muchos considerada como “la avenida más bella del mundo”.
Yo era un joven estudiante, vivía en la Ciudad Luz, y tendría la posibilidad de asistir a este acontecimiento único, ¿qué más podía pedir?
Un par de meses antes de los festejos, el centro de atención cambió. Mi compañero de clase, Gao Chen, de nacionalidad china, comenzó a relatar las protestas que se estaban desarrollando en Pekín y en distintas ciudades del país.
Su información venía de fuentes directas que evadían la feroz censura a la prensa impuesta por el Partido Comunista Chino.
Todo comenzó a modo de conmemoración, por la muerte en abril del reformista Hu Yaobang, quien detentaba la secretaría general del Partido hasta la purga de 1986, llevada a cabo por el entonces máximo líder, Deng Xiaoping.
Para honrar la memoria de este dirigente considerado liberal por el pueblo chino, se produjo un efusivo y espontáneo duelo nacional.
Como sucede en estos casos, quienes primero salieron a la calle fueron los estudiantes, luego los trabajadores y finalmente la ciudadanía toda. Sin siquiera imaginarlo ni planificarlo, una multitud ganó la calle para reclamarle al gobierno que respetara y honrara el legado de Hu Yaobang. Se exigían reformas básicas para toda sociedad civilizada como la libertad de prensa y la libertad de reunión, entre otras.
En Pekín, más de un millón de manifestantes ocuparon la
plaza de Tiananmen enarbolando banderas y pancartas en un ambiente festivo. Se gestaba de tal suerte la mayor movilización de protesta en la historia de la China comunista.
La respuesta fue brutal. La noche del 3 al 4 de junio, el Ejército chino recibió la orden de dispersar las protestas que llevaban casi siete semanas en la plaza.
Lo que sucedió después fue catalogado como la “masacre de Tiananmen”, donde murieron al menos 10.000 personas, según varios documentos desclasificados.
Quién es Agustín Barletti
♦ Nación en Buenos Aires en 1961.
♦ Es abogado (UBA) y Doctor en Derecho Constitucional graduado en la Universidad de Derecho y Ciencias Sociales de París II (Sorbona).
♦ Entre sus libros se encuentran Salteadores nocturnos (1997), Hazaña en Gibraltar (2012), Malvinas, entre brazadas y memoria (2019), Periodismo especializado (2019). También forman parte de su obra La hora del canal Magdalena; Canal Buenos Aires, el eslabón perdido; y Canal Martín Irigoyen, hacia una vía navegable.
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