Además de ser una de las escritoras y periodistas más relevantes de Argentina, Paula Puebla es autora de una de los libros del momento, El cuerpo es quien recuerda, en el que aborda desde la ficción temas candentes como la maternidad, el deseo, la identidad y la subrogación de vientres. Sobre el impacto de estos tópicos en nuestra sociedad actual dialogó con Belén Marinone en el stand de Leamos-Bajalibros en la Feria del Libro de Buenos Aires.
Puebla también reflexionó sobre las tres historias entrelazadas en la novela, cada una con un personaje distinto pero atravesado por la disconformidad y por ser sobreviviente de un sistema. “Creo que hay un gran sistema que está basado en la desigualdad natural o biológica respecto de mujeres y hombres, podríamos decir. Sobre todo cuando hablamos de maternidad, las que gestan y paren son las mujeres y todo indica que eso no va a cambiar. Luego esos cuerpos y esa desigualdad entre hombres y mujeres se manifiesta en otros sistemas como el mercado. Había un interés mío muy grande en poner eso de manifiesto”, observó.
“Nadiya, que es la madre que alquila su vientre, gesta para otras mujeres y Victoria es una ex modelo que también puso su cuerpo en los años 90 para complacer o para ser como un caramelo a la vista de los hombres siendo menor de edad. Es una de esas lolitas que trabajaban a partir de los 12, 13 ó 14 años y eran chicas muy sexualizadas y que laburaban de calentar, digamos. Entrelazar esas historias tan distintas entre sí y al mismo tiempo tan vinculadas me parecía que podía resultar en algo interesante”, dijo Puebla.
“¿La maternidad hoy es un deseo o es una necesidad de mercado?”, le preguntó Marinone a la autora. “Creo que puede ser una, la otra o ambas a la vez. María Pia López escribió en Quipu una frase muy linda que recordé: ¿Qué desea en lo que deseo, desea el capital o desea mi necesidad de prolongarme en la existencia teniendo un hijo? Y me parece que es importante contextualizar el deseo en la época y contextualizar el deseo en la clase social de la que somos parte. Hay que empezar a hacer esas diferencias y creo que hoy el deseo está muy atravesado por el mercado, muchas veces no necesitamos algo hasta que lo vemos en una pantalla o lo vemos en la página de una revista. Hasta hace poco no sabíamos que era una opción decir, Che, Belén, ¿querés embarazarte de mi hijo y después lo parís y yo te pago y lo arreglamos y firmamos un papel y vos me lo das y está todo bien? No lo pensábamos porque éticamente era imposible y que se haya instalado como práctica de facto sin debate previo, solo porque se puede, me parece muy peligroso y tramposo”, respondió Puebla.
“En España hay un movimiento muy fuerte contra el alquiler de vientres que se llama No somos vasijas. Ellas encontraron en el sustantivo vasija algo parecido a lo que pasa en los vientres de estas mujeres. Son cuerpos porque estoy segura que las mujeres que gestan sienten cosas por ese bebé que están gestando, por más que por contrato firmen que luego del parto no lo van a ver nunca más y no tienen ningún tipo de lazo con ese chico. También son una máquina porque hasta ahora ese vientre reemplaza el trabajo de, por ejemplo, úteros artificiales”.
Para Puebla, no es casual que el debate sobre la subrogación de vientres llegue inmediatamente después del debate sobre el derecho al aborto. “Debemos prestar atención en el hecho de por qué no lo estamos discutiendo, creo que se repitió y se dijo tanto ‘mi cuerpo, mi decisión’ que ahora eso está dando vueltas como un boomerang. Se complica un poco la idea de cuestionar qué hace una mujer con su vientre, incluso si lo va a alquilar, porque ese debate queda un poco obturado por la consigna ‘mi cuerpo mi decisión’. Yo creo que nos podemos desdecir en este caso, no para jugar en detrimento del aborto, sino para reescribir una consigna y repensarla para salir de la trampa. Sobre todo porque es la derecha la que plantea la venta de órganos. ¿Por qué vamos a usar el mismo eslogan? También desanudar algunas cosas alrededor de la maternidad todavía el día de hoy”.
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