Faltan tres horas para que la 47ª Feria Internacional del Libro en Buenos Aires abra sus puertas al público. Pero ya hay varias personas recorriendo y comprando libros. Vienen de distintos puntos de la Argentina y los libros que eligen no son para ellos. Llevan carritos con ruedas y unas cajas con la leyenda: “Educación mejor con libros. Ministerio de Cultura, Presidencia de la Nación”.
Son, en su mayoría, mujeres que recorren los stands con sus listas en mano, donde van marcando los títulos que ya consiguieron. Son las bibliotecarias y bibliotecarios que integran las bibliotecas populares de todo el país y que tienen la oportunidad, en cada edición de la Feria del Libro, de viajar y comprar con descuento libros para los lectores de la comunidad.
Las editoriales que se adhieren al programa Libro% de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) les ofrecen un 50 por ciento de descuento sobre el precio de venta del libro. Algunos stands, como el de KEL, prefieren no adherirse, por lo que allí no hay ningún tipo de descuento.
Desde la Biblioteca Popular Mariano Moreno de Sierra de la Ventana llegó Adriana. Está en el stand de Big Sur, donde un librero le acaba de alcanzar Pequeño tratado sobre la amistad de Joana D’Alessio. “Compramos lo que nos piden los lectores. Me gusta llegar y ver sus caras de contentos”, cuenta a Infobae la bibliotecaria. En su lista aparece el libro infantil La calma de León, de Victoria Conte y Polly Boyle y Todo lo que pasó antes de que llegaras, un libro ilustrado de Yael Frankel.
“Los preadolescentes son los que más nos piden. Les gusta mucho la literatura fantástica. Por eso vine acompañada de mi sobrina de 15 años, la traje como asistente, ella me ayuda a elegir los títulos de literatura juvenil”, cuenta Leticia, quien es bibliotecaria de “La Bicicleta”, la biblioteca popular de colonia Vicente Agüero, un pueblo cordobés cerca de Jesús María. En su lista aparecen también sus coterráneos, escritores como María Teresa Andruetto y Federico Falco. “Con la plata que juntamos yo creo que podremos llevar alrededor de 80 libros”, cuenta Leticia.
Gladys viene de Susques, un paraje jujeño de 1600 habitantes. Es docente jubilada y le gusta mucho leer sobre historia y política. En la mano tiene el libro de Rogelio Guedea, El arte de gobernar. “Este habría que mandárselo a Fernández o a la Cristina”, dice Gladys y se ríe.
Entre una mayoría femenina, también vinieron desde las bibliotecas algunos hombres. Horacio viene de la Biblioteca Popular Sarmiento, en la ciudad de Santa Ana, en la provincia de Misiones. “La lista de libros que compramos la arma la presidente de la biblioteca en base a los pedidos de los lectores”, cuenta Horacio. Entre los títulos que le encargaron hay muchas novelas, también aparecen Mafalda y Gaturro y algunos de la editorial Blatt y Ríos. “Yo quiero llevarme el último de Federico Andahazi”, cuenta el misionero.
Susana participa de esta iniciativa de la Conabip desde hace muchísimos años. “Al principio no sabías en qué gastar la plata. Ahora la plata rinde menos pero sigue siendo una gran oportunidad”. Viene de la Biblioteca Popular de la localidad bonaerense General San Martin y cuenta que le piden muchas novelas románticas pero a ella le gustaría diversificar un poco la oferta de libros. “Me piden mucho de Florencia Bonelli y John Grisham pero además compré varios libros de Aique Educación”, cuenta Susana.
En el stand de Penguin, en el sector infantil, lo que más están pidiendo los bibliotecarios es la biografía del arquero de la Selección, Dibu Martínez. Pasión por el fútbol. En el sector de no ficción un bibliotecario lleva Cerati, una biografía del músico escrita por Juan Morris mientras pregunta por las novelas de Pablo Ramos.
Macarena viene de la Biblioteca Popular Amor al Estudio, de Rosario. “Es una biblioteca que en el año 2022 cumplió 100 años”, cuenta orgullosa la rosarina. “Tratamos de llevar las novedades y tenemos también en cuenta el feedback de los lectores”. Su lista la encabezan escritoras argentinas como Florencia Bonelli, Gloria V. Casañas y Viviana Rivero. “También nos encargaron libros de Roberto Fontanarrosa”, cuenta Macarena.
Además de la ficción, en algunos listados que traen los bibliotecarios aparecen títulos de autoayuda. “La gente nos está pidiendo libros de autoconocimiento”, cuenta Rubén, quien llegó esta mañana de la ciudad santafesina Las Parejas. Aunque advierte: “Lo que más están pidiendo es literatura juvenil”.
Al stand de Riverside los bibliotecarios se acercan buscando las novedades de Anagrama: las novelas de Hernán Díaz y de Alejandro Zambra son dos de los más vendidos. Aunque el éxito asegurado de esta jornada de Conabip se lo lleva siempre Harper Collins y su autora estrella, la escritora estadounidense de novela romántica y también suspenso Nora Roberts.
Hay una fila larga que atraviesa varios stands. “Es para pagar en Planeta”, dice Fabiana, mientras elonga apoyando un pie en una de sus cajas. “Es la única forma de poder seguir caminando”, dice esta bibliotecaria del pueblo de Empalme, en Santa Fe. “La Biblioteca Cervantes funciona dentro de una escuela secundaria, así que llevamos lo que nos piden los profesores, los alumnos y también otros socios”, cuenta Fabiana, quien para ella se eligió el libro que escribió el actor chileno Benjamín Vicuña sobre su hija Blanca.
Al stand de la editorial Riderchail, especializada en libros infantiles ilustrados, llegan los bibliotecarios con la intención de completar colecciones. Buscan títulos de escritoras como Adela Basch y Liliana Cinetto y muchos se llevan la colección Upalala, confeccionados en cartoné para la primera infancia. “Afortunadamente la Conabip sobrevivió a todos los cambios de gobierno porque es una iniciativa que nos brinda la oportunidad a las pequeñas editoriales de llegar a pueblos que no cuentan con librerías”, cuenta a Infobae Gabriela Pérez, directora editorial de Riderchail.
Desde la Biblioteca Olga Orozco de Catriló, provincia de La Pampa, llega Emilse. Emilse es la presidenta de la comisión de la biblioteca y vino junto a la bibliotecaria. Camina con su carrito y un cuaderno espiralado donde escribió con lapicera la lista de los títulos que debe comprar. Cuenta que le pidieron uno de Canaletti y otro sobre Ana Frank. “Este año estoy llevando mucho para niños y adolescentes”, cuenta Emilse. “Para mí venir acá es como para un niño ir a un quiosco de golosinas”, dice Emilse. Cuenta que compró varios libros en el stand de La Brujita de Papel y que le pidieron Este dolor no es mío. Identifica y resuelve los traumas familiares heredados de Mark Wolyn. Ya tiene casi todos marcados en su cuadernito. “Compré más de 100 libros. Antes de irse de vacaciones vienen siempre a la biblioteca a buscar libros. La gente está ávida de lectura”, concluye sonriente Emilse.
Unas horas después del mediodía las bibliotecarias y los bibliotecarios terminan su recorrido. Misión cumplida: la mayoría pudo tachar de sus listas los pedidos de sus lectores. Los libros ya están en viaje. Será una novela, un libro de autoayuda, una historia romántica o un policial. Un libro con entramados políticos o una historia divertida para los más chicos. En Jujuy, La Pampa, Misiones y muchos lugares más del país habrá pronto lectores sumergiéndose en las nuevas historias que viajaron desde la Feria del Libro a sus queridas bibliotecas populares.
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