Descubrió que era adoptada a los 49 años y publicó un libro con su testimonio: “Aún hay un tabú con este tema”

La economista Fabiola Hablützel escribió “La hermana del medio”, una historia acerca de cómo se enteró, por su madre que sufría de Alzheimer, que fue adoptada y cómo fue el proceso de conocer a su nueva familia.

Guardar

Nuevo

La economista y escritora Fabiola Hablützel publicó "La hermana del medio", un testimonio acerca de la adopción. (Planeta)
La economista y escritora Fabiola Hablützel publicó "La hermana del medio", un testimonio acerca de la adopción. (Planeta)

Fabiola Hablützel se enteró que era adoptada cerca de cumplir los 50 años. Su madre, que sufría de la enfermedad de Alzheimer, se lo confesó. Después de asimilarlo, la economista decidió contarlo en su cuenta de Facebook y así empezó el viaje para conocer a su nueva familia, más amplia que el de ella que era hija única. Su testimonio lo relata en La hermana del medio (Planeta, 2023), un libro que va por su segunda edición.

Infobae Leamos conversó con la autora acerca de esta nueva faceta como escritora, la adopción, los recuerdos familiares y por qué se debería hablar más de este tema, el cual aún se considera tabú en la sociedad peruana.

—“Lo importante es que has sido feliz. Siempre has sido feliz. Sigues siendo feliz”, te dice tu mamá que, dentro de la noticia que te pudo dar a los 49 años que eras adoptada, siempre te quiso ver feliz y, pese a la enfermedad de Alzheimer, vio que así había sucedido.

—A mi mamá todo lo que hacía o pasaba en mi vida lo tomaba con calma. Cuando me casé, me encontraron un tumor, que no sabía si era cáncer, pero mi mamá me animó y me dijo: “Cómo te va a dar cáncer”, o estaba preocupada porque estaban despidiendo a trabajadores en la empresa, pero ella me apaciguó: “Cómo te van a botar a ti, pues, ni que fueran tontos”. Para ella, yo era lo máximo. Tenía una visión de mí muy por encima de todo. Entonces, cuando me da la noticia creo que pensaba que me podía causar mucho dolor o tenía un poco de temor.

—Incluso, te pregunta si tus hijos la seguirán llamando abuela.

—Tenía miedo que la dejaran de querer o que algo podía cambiar, la calmé y le contesté que nada va a cambiar. Pienso que si hubiera recibido esta noticia en la adolescencia, una edad complicada, mi reacción hubiera sido diferente, tal vez hubiera sido otra historia.

—Los niños, muchas veces, ser suelen ser muy crueles. Me acuerdo un fragmento del libro cuando una compañera de colegio te dijo que eras adoptada porque no te parecías a tus padres. Te molestaste, pero lo pensaste.

—No sé si mi compañera lo sabía o, como dicen, entre niños y niñas muchas veces se molestan y sueltan esas frases hirientes. Es probable que también lo pudo haber escuchado en su casa, aunque nunca más me lo volvió a mencionar.

Uno de los objetivos del libro, según Fabiola Hablützel, es hablar acerca de la adopción, pues cree que aún se considera como un tema tabú. (Planeta)
Uno de los objetivos del libro, según Fabiola Hablützel, es hablar acerca de la adopción, pues cree que aún se considera como un tema tabú. (Planeta)

—¿Cómo fue este cambio de ser la hija única, a tener diez hermanos?

—Ha sido algo bonito, han llegado a sumar a mi vida. Me siento acompañada todos los días; por allí siempre hay algún mensaje de alguno de mis hermanos porque, claro, son tantos. Ahora de los diez, solo hay siete que están vivos. Si bien estamos en diferentes países, la tecnología nos ayuda a mantener el contacto. Así que siempre hay un buenos días o un cómo va la semana. Siempre planeamos cuándo, dónde y cómo va a ser el próximo encuentro, tal vez en Santiago de Chile o en Buenos Aires. A veces recuerdan historias de nuestros padres y estoy atenta, me pongo como una esponja, porque, a través de esas historias, los conozco un poco más.

—En La hermana del medio escribes que cuando eras mamá primeriza tu madre estaba perdida y no sabía cómo guiarte para criar a un bebé. ¿Tenías alguna sensación en ese momento que habías sido adoptada?

—Has utilizado las palabras correctas: estaba perdida. A veces le preguntaba cómo había sido su embarazo y me enviaba al desvío. Con mi primera hija me había quedado sola con con mi mamá; y, en algún momento, la bebé comenzó a llorar. Yo le preguntaba qué hago para detener el llanto. No me respondía o me contestaba que no sabía, muy nerviosa. Pensé que había algo raro en ese episodio, ni siquiera sabía cómo cambiar un pañal. Tampoco sabía cómo bañar a la bebé y una amiga con su tía tuvieron que ayudarme.

Ya cuando me entero que soy adoptada, empiezo a atar cabos y, pobre mi mamá, siento que solo quería ocultarlo.

Te puede interesar: “La vida fue hace mucho”, la primera novela de la colombiana Marita Lopera: “Es una depredadora, pero una depredadora medida”

—Tal vez, ¿el temor de dejar ser amada?

—Sí, tenía mucho miedo que ya no la quisiera o que le reclamara. O, en su defecto, que tuviera una pena muy grande. Creo que por ese camino iban sus conflictos. También pienso que cuando alguien miente por tanto tiempo es mucho más difícil decir la verdad; no encuentras el momento oportuno de decir algo que has guardado por muchos años. Es algo que debe haber postergado, aunque cuando se animaba a querer decírmelo, mi papá no quería.

Los doctores te explican que, con el Alzheimer, los pacientes pierden un poco el filtro. A mi mamá nunca la escuché decir una mala palabra, pero con la enfermedad soltó bastantes lisuras. Allí no le importó qué es lo que mi papá pensara.

—¿Cuándo es el momento clave en el cual decidiste contar tu historia?

—Una semana después que mi mamá me cuenta que soy adoptada, me invitaron a un almuerzo en la casa de una tía que había venido de Estados Unidos. Otras tías que iban a estar allí sabían que me había enterado y estaban preocupadas por cómo habría reaccionado.

Pero, un par de días antes, había publicado mi historia en Facebook. Mi primer sentimiento fue de agradecimiento a mi familia y entendía por qué no me habían dicho. Creo que uno debe enterarse por sus padres, a nadie más le toca contártelo. Fue, en cierta manera, despejar las dudas para mis familiares: que todo iba a estar bien en el almuerzo y que no reclamaría a nadie.

"La hermana del medio" fue publicada por la editorial Planeta y va por su segunda edición. (Planeta)
"La hermana del medio" fue publicada por la editorial Planeta y va por su segunda edición. (Planeta)

—Aún hay esta idea errónea del qué dirán cuando quieres adoptar.

—A pesar que hemos avanzado un poquito como sociedad aún nos falta mucho. Aún hay un tabú cuando quieres adoptar. Después que publiqué que era adoptada en mi cuenta de Facebook, muchos conocidos me contactaron para que pusiera el post en público porque tenían amigos o familiares que querían adoptar.

Y no solo sucede en Perú. Me acuerdo del caso de una mujer que quería adoptar en Rusia, que se supone que es un país más avanzado culturalmente, y comentó su situación en una reunión; y le contestaron qué como se le iba a ocurrir adoptar porque no sabía qué enfermedades tenía esa niña o niño o podía ser un hijo o una hija de una prostituta o, tal vez, provenían de padres adictos a las drogas y que, por tal motivo, los menores estaban disponibles.

Lo mismo le sucedió a una peluquera en Lima cuando contó a su familia que estaba haciendo los trámites de adopción: la desanimaron al comentarle que el menor puede tener traumas o enfermedades como si alguien tuviera una bola de cristal y tus hijos biológicos van a salir perfectos.

—Otro tema es el trámite burocrático en el Perú para adoptar.

—Es algo terrible. Es algo que quiero demostrar con el libro: que se quite el tabú de la adopción o que se deje de utilizar como un insulto. Quisiera poder hablar de la adopción y que las familias no tienen que ser biológicas para conformarlas. El amor es lo más importante. Ahora tenemos familias que tienen hijos con donantes de óvulos o donantes de espermas porque no han podido tener hijos de forma tradicional y esos niños o niñas también tienen que saber, en algún momento, que han sido concebidos de una manera diferente.

—¿Ese es el objetivo del libro: que la sangre es lo de menos?

—Sí, tenemos que validar las relaciones no biológicas en el mismo punto en el que están las biológicas. Mira, tengo primas de cariño, que son como mis hermanas, pero no tenemos ningún vínculo consanguíneo. Y, luego me encuentro con esta familia con la que comparto genes y me doy cuenta que la sangre también llama. Al final, como digo, el amor es lo más importante.

Guardar

Nuevo

Últimas Noticias