No fue un acto inaugural de esos en lo que lo más resonante que pasa es el cruce de versiones, interpretaciones y diagnósticos sobre un mismo escenario, que puede ser el de la industria editorial argentina, o también el de la Argentina en general. La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires sabe de esas aperturas a las que, en el castellano de estas latitudes, se las puede definir como “picantes”.
La de la 47ª edición, que tuvo lugar este jueves, no fue de esas veladas. Y no es que no haya nada de lo que preocuparse, pero en este 2023 -año electoral, un escenario económico crítico por estos días y meses- el acto en La Rural supuso más acuerdos que disensos.
Tal vez el mejor resumen de ese espíritu lo haya hecho Alejandro Vaccaro, presidente de la Fundación El Libro, que es la entidad que organiza la Feria. “Resaltamos el permanente trabajo en colaboración que realizamos con el Ministerio de Cultura de la Nación. A instancias del ministro Tristán Bauer vamos hacia la concreción de la más importante Feria del Libro Infantil y Juvenil que tendrá lugar en el venidero mes de julio. Es dable destacar en el mismo sentido las políticas también de colaboración que realizamos con el Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, liderada por el ministro Enrique Avogadro. Aquí no hay grieta”, subrayó Vaccaro, el primer orador del acto inaugural.
En una sala en la que entraban 800 personas y no quedaba ni una silla vacía, el titular de la Fundación, que es también especialista en la obra de Jorge Luis Borges, destacó una nueva compra de libros por parte de la cartera de Educación de la Nación: “Se trata ahora de una compra record de casi 16 millones de ejemplares de libros de texto, 11,5 millones de primaria y 4,2 de secundaria, a los que se suman los 3,5 millones de libros de literatura inicial adquiridos a fines de 2022. Son libros que podrán ser quizá el primer eslabón de la biblioteca de esos chicos, o engrosar la que ya tienen”.
Entonces, ¿qué le preocupa a la industria editorial ahora mismo? “Se hace necesario que el parlamento modifique el artículo 50 de la ley de IVA que por una deficiente redacción impide a las librerías la recuperación del tributo en la fase final de la comercialización. También instamos a que recuperen estado parlamentario el proyecto de ley de creación del Instituto del Libro y la Lectura y el proyecto de recaudación de Derechos Colectivos que impulsa la Sociedad Argentina de Escritores”, describió Vaccaro.
Sin embargo, no se trata de la urgencia más acuciante del sector que acaba de abrirle la puerta a su máximo evento del año. “Tampoco podemos dejar de advertir que la escasez de papel para la industria del libro, sumado a los ingentes problemas para su importación constituyen un combo perfecto que pone en peligro la tan necesaria bibliodiversidad. Esta circunstancia afecta al lector y a toda la cadena de valor. El Estado debe jugar un rol fundamental para garantizar el papel necesario para toda la industria”, sumó el titular de la Fundación. El aumento del costo de este insumo es el principal motivo detrás del aumento de precio de los libros, que se ubica, en muchos casos, por encima de la inflación. Comprar una novedad editorial, en la Feria o fuera de ella, puede rondar hasta los 8.000 ó 9.000 pesos.
Entre quienes escuchaban los discursos este jueves se cuentan el director de la Biblioteca Nacional, Juan Sasturain, y los escritores Claudia Piñeiro, Ida Vitale, Sergio Olguín, Enzo Maqueira, María Rosa Lojo, Dolores Reyes, Fabián Martínez Siccardi, Claudia Aboaf, Jorge Aulicino, Miguel Gaya, Luisa Valenzuela y Gonzalo Unamuno, entre otros. También eran de la partida editores como Paula Pérez Alonso, Mercedes Güiraldes, Daniel Divinsky, Carlos Díaz y Víctor Malumián.
Dos nombres despertaron los aplausos tal vez más estruendosos de la inaugración: el del sociólogo, filósofo e intelectual Horacio González, que murió en 2021 y que desde esta edición será homenajeado con el nombre de una de las salas en las que se llevan a cabo las actividades culturales de la Feria, y el de Ignacio Iraola. El ex director editorial de la filial argentina de Planeta estará a cargo de la Comisión de Innovación y Cultura que anunció como novedad la Fundación a través de Vaccaro. Se trata de un espacio que tendrá el foco puesto en las nuevas tecnologías y la creciente presencia de los más jóvenes en la Feria, como lectores y también como bookfluencers.
La hora de los funcionarios
“Esta Feria es mucho más que un encuentro cultural y comercial; se trata de un evento que esperan miles de personas para reencontrarse, discutir y vincularse con autores, editores y libreros, por eso es un gran artefacto cultural, muy difícil de explicar. Quizás hay tantas ferias como personas que la recorren”, introdujo Avogadro a su turno.
“Este año que conmemoramos los cuarenta años de democracia, la Feria es más importante que nunca. Los libros estuvieron ahí para ayudarnos a atravesar los años más oscuros, nos acompañaron en la primavera democrática y también en las muy frecuentes crisis que tiene nuestro país. Son nuestra historia y nuestro futuro”, introdujo el titular del Ministerio de Cultura de la Ciudad.
La coyuntura metió la cola: “La Feria es una caja de resonancia de los tiempos que nos tocan, que no son fáciles. Atravesamos una situación de crisis que afecta al sector cultural, pero esa misma cultura nos invita a ponernos de pie, como ocurrió tras la dictadura o en plena crisis de 2001. Nos invita, también, al encuentro a pesar de la diferencia. Hay en esta Feria un mensaje de esperanza”, dijo, entre la advertencia y la conciliación.
Tristán Bauer, titular de la cartera nacional de Cultura, tomó la palabra apenas después y se tomó un instante para referirse a la gestión presidencial previa: “Denunciamos la gravedad de que durante el Gobierno de Mauricio Macri se quitara financiamiento a bibliotecas populares e industrias culturales, y quiero agradecer a quienes votaron a favor de mantener estas asignaciones específicas”, describió.
Y siguió: “La cultura tiene una dimensión simbólica fundamental, pero también un papel central en la matriz productiva para el desarrollo económico del país. Por eso es fundamental incentivar y sostener a cada integrante de la cadena de valor de la industria editorial”. No dudó en citar cifras: según Bauer, “el Gobierno nacional llevá más de 2.000 millones de pesos destinados a editoriales, libreros, Ferias del Libro, ilustradores e imprenteros”.
“El problema del papel”, dijo Bauer para introducir un nuevo (viejo) tema en su discurso: “Debemos resolverlo por el costo que representa para toda la industria. Por las pequeñas editoriales, las que son autogestivas, y sobre todo por quienes acceden a los libros. No es justo privar a nadie, a ningún argentino ni ninguna argentina, de la experiencia que significa entrar a distintos mundos a través de un libro”.
Todos sonrieron para el corte de cinta que significó la inauguración oficial de la Feria. Nadie disparó contra otra jurisdicción uno de esos dardos de los que lucen envenenados, aunque sea sólo desde la retórica. Pero nadie desconoce que el momento es difícil. Adentro y afuera de la industria editorial. Ahora resta saber cuánto impactan esas dificultades en estos casi veinte días que le quedan a la flamante Feria.
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