El interior de la Parroquia del Santísimo Redentor, templo católico ubicado en la intersección de las calles Larrea y Beruti, en Barrio Norte, refulge por sus paredes blanquísimas que remarcan el carácter sacro de la ceremonia que va a comenzar. Se realizará una misa en homenaje a María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges –uno de los escritores más notables de la literatura universal del siglo pasado–.
Kodama era, también, albacea de la obra de Borges. Al morir hace un mes, la viuda no dejó testamento, lo que dio pie a una novela de intriga en la vida real sobre el destino de la obra borgeana y su millonario patrimonio en dólares. Una intriga cuya resolución –todo indica– se encuentra en curso ya que, sin que María Kodama jamás los anunciara públicamente, se hicieron presentes sus cinco sobrinos, hijos de su hermano Jorge Kodama, también fallecido. De no mediar otros senderos que bifurquen el destino de la citada herencia, los hermanos Kodama se convertirían en los dueños de esa sucesión.
Llegan los sobrinos
Las puertas de la iglesia que dan a la calle son unas altas rejas abiertas en esta temprana noche de otoño donde un hombre esbelto parece esperar a alguien, o quizás tan solo hacer un poco de tiempo antes de que comience la ceremonia. Se trata de Martín Nicolás Kodama, uno de los posibles futuros herederos.
–Buenas noches, Martín, soy periodista de Infobae. ¿Le puedo hacer unas preguntitas?
–No, no puedo decir nada –dice con una sonrisa y empieza a caminar hacia el interior del templo.
–Sólo es para saber cómo está tomando la cuestión de la herencia de su tía…
–Mis hermanas no quieren –dice ya en camino, pero se da vuelta y dice a Infobae: –Mis hermanas me matan –y sonríe otra vez.
Martín Kodama llega al interior, que ya se encuentra repleto de feligreses y asistentes al homenaje, y se acerca a los dos bancos donde están ubicados sus hermanos. Además de Martín están María Victoria, apoderada de los herederos ante la justicia, Mariana del Socorro, Matías y María Belén Kodama. Están sentados en dos bancos de la parte trasera de la nave del templo; adelante están acomodados los amigos personales de María Kodama y los miembros de la Fundación Jorge Luis Borges, que Kodama presidía vitaliciamente, mientras la secundaba Fernando Flores, hoy ausente por enfermedad.
“Descansa en paz, María”
El cura anuncia el comienzo de la misa en homenaje a la albacea, hasta su muerte, de la obra borgeana y luego comienza la misa, con el canto del Kyrie Eleison. Como indica el rito católico, el sacerdote lee una parte del Evangelio y realiza una reflexión, que en este caso cita a Jesús cuando dice: “Yo los resucitaré en el último día”. Luego llama a que los presentes se den la paz y luego tomen la comunión. Es una misa corta. Antes de dejar el altar, el cura dice que podrán tomar el micrófono aquellos que quieran hablar sobre María Kodama.
Tomó la palabra Horacio Marcó, miembro de la Fundación y amigo de Kodama, quien anunció: “Voy a contar algo que pudimos concretar con María y que sólo hoy adquiere estado público. A la Fundación llegan muchas donaciones de libros para su biblioteca. María tuvo la idea de entregarlo a personas en situación de calle, con la colaboración de esta misma parroquia. Así, miles de libros y revistas llegaban a estas personas, ustedes pueden verlo todos los días, los libros que se venden en esta misma vereda, en la puerta de la iglesia, fueron entregados por la Fundación. ‘Los nuevos amigos’, les decía María. Y resultaba muy gratificante escuchar a los nuevos amigos decir que por la venta de esos libros o revistas habían podido comer o pasar la noche en una pensión y así poder bañarse”. Luego Marcó dijo en japonés, origen que compartía con Kodama: “Descansa en paz, María”.
Luego de estas palabras nadie más tomó el micrófono. Entonces se dio por concluida la ceremonia. Cerca del altar, los miembros de la Fundación se saludaban entre sí y en particular a Claudia Farías, amiga y coautora junto a la homenajeada del libro La divisa punzó –y de quien se dice que había sido elegida por Kodama como su heredera, aunque no se encuentre el documento que avale esta pista.
Los hermanos Kodama se acercaron a saludar a Farías (que los había invitado de manera personal a la ceremonia) y luego se retiraron.
En el patio que antecede a la salida, los hermanos Kodama conversaban entre sí. Infobae quiso entrevistar a María Victoria Kodama.
–Victoria, ¿están planificando cómo llevar adelante la herencia de su tía, si la justicia lo decide así?
–Es que acabamos de participar de una ceremonia tan solemne que no creo que corresponda esta charla.
–Claro, pero también dicen que las misas reconcilian... y existe cierta preocupación sobre cómo planifican ustedes administrar el legado literario.
–Nosotros preferimos ser cautos y esperar a ver qué dice la Justicia, paso a paso. Además, después de esta ceremonia, no es el momento para conversar. Pero ya vamos a poder hablar largamente sobre estas cosas.
En la causa a la que se refería María Victoria Kodama, queda pendiente de resolución la inhibición de bienes solicitada por los sobrinos herederos. Esto permitiría pedir la realización de un inventario y secuestro de bienes muebles -si es necesario, allanar el departamento de Kodama-, inhibir sus bienes, averiguar qué cuentas y qué inmuebles tenía y, también, solicitar que el registro de la Propiedad Intelectual informe sobre las obras que le pertenecían. Según fuentes cercanas a la Justicia,no habría impedimento para que la justicia avale esta medida ya que no existen otras personas que se reclamen como herederos sino los hermanos Kodama.
Era la primera vez que los cinco hermanos aparecían juntos en una actividad pública relacionada con su tía María y, por extensión, con el patrimonio de Jorge Luis Borges. No se trata de un demérito, sino todo lo contrario.
“Fue muy conmovedor”, dijo a Infobae Claudia Farías cuando abandonaba la Iglesia, refiriéndose a la ceremonia de cuya realización ella había participado.
–Claudia, se podría haber pensado que usted iba a decir unas palabras acerca de María.
–Es que estaba tan emocionada que si me acercaba al micrófono ya iba a empezar a llorar –confesó la amiga y coautora del último libro de Kodama–. Pero me pone muy contenta este homenaje y también que hayan asistido los sobrinos de María.
Así culminó la noche en que se cumplió un mes de la muerte de Kodama. No está demás decir que, pese al tiempo transcurrido, el misterio continúa.
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