Hola! Nos volvemos a encontrar, gracias por seguirme en esta búsqueda en el camino de los libros. Los libros y la vida son la misma cosa… creo. Y aunque los libros nunca son un campo de flores con pajaritos —por lo menos, no los que me gustan a mí— esta vez voy con uno de esos que se leen volando. Lo escribió la querida Rosa Montero pero no sola: junto con el francés Olivier Truc, escritor y periodista. Un policial en el que los investigadores son —como los autores— una española y un francés. Y un día aparece una mujer encerrada en un container, en Barcelona. Ahí vamos.
No se sabe quién es ni de dónde llegó
Todo empieza con un sereno que tiene miedo. Un sereno con miedo… como un cocinero al que no le gustara la comida. Pero es así: Ferran tiene 64 años, tiene que estar toda la noche entre containers, le falta un año para jubilarse y piensa que le va a pasar “una desgracia”.
Entonces le recomiendan que busque un perro y así llega a su vida Julieta, una pastora alemana que tampoco es joven pero que, bueno, le da confianza. De repente —en la primera página de la novela—, la perra se vuelve loca. Huele algo en un container, araña la pared de metal, no se quiere ir de ahí. Ferran avisa y dos larguísimas horas después llega la Policía y lo abre. Está vacío pero en el medio, en posición fetal, hay una mujer “de piel muy blanca con un vestido negro de tirantes”. Está viva.
Días después la encontraremos en el hospital, está más o menos bien pero PERO no tiene idea de quién es. No se acuerda casi nada y de repente vienen a su mente ideas extrañas: “Pero ¿por qué recuerdo cosas absurdas como que existe la depilación brasileña por láser?”, pregunta, irritada.
Con los días y el esfuerzo de Anna Ripoll, la investigadora a cargo, sabremos que habla bien francés pero que su lengua es el español y lo habla con algún acento que en Barcelona no pueden identificar bien. ¿De dónde viene? La mujer es un papel en blanco.
Pero Anna —que trabaja en casos de trata de personas— no estará sola en esto. Como el container pertenecía a una firma francesa, la policía de Lyon ha ido a las oficinas de la empresa a ver qué encontraban y les dijeron que volvieran unos días después porque el director estaba de viaje. Y cuando volvieron, ya te imaginás: no quedaba nada.
Así es que, además de la policía de Barcelona, interviene también la francesa. No sólo en Lyon: van a mandar a un detective a España. Pero, entretanto, alguien entra a la habitación del hospital a llevarle algo a la mujer —la llamamos María— ella se asusta mucho, sale por la ventana a la cornisa, el visitante la sigue y tiene un cuchillo. Todo esto es el primer capítulo... y no te estoy revelando muchas cosas para no spoilear.
Montero sabe de mujeres luchadoras: una experta es su androide Bruna Husky. Y sabe también de luchas de otro tipo: en su último libro El peligro de estar cuerda, la española hablaba de los que se sienten raros, de los que tienen ataques de pánico, de los que no terminan de acomodarse al mundo. Y su ejemplo era ella misma.
¿Por qué escribieron juntos Montero y Truc? Fue una idea del festival Quais du Polar y de la editorial Points. Que busca a dos autores para que hagan una novela policial en la que los protagonistas tengan que salvar diferencias culturales.
Rosa y Truc escribieron un capítulo cada uno: estará en los lectores tratar de adivinar cuál es de quién. Pero las escrituras se van amalgamando y la construcción de la novela funciona.
Policías y policías
Si no puedo contar ni el primer capítulo —que es hermoso— imaginate lo demás. Digamos que el policía que llega de Lyon no es el que esperaban: es uno de esos personajes que le gustan a la literatura y que caminan en el borde de la ley. Como el Mario Conde de Leonardo Padura, un policía que transgrede las reglas, que se lleva mal con la institución pero que es fundamentalmente pasional, honesto, comprometido con lo que hace.
En el fondo, esos policías “salvan” el género policial porque permiten hacer justicia en una institución que —se ve que en muchos lugares del mundo— está muy cuestionada.
Por eso el policía “bueno” de la novela es el “malo” para la institución. De hecho, nuestro héroe se está escapando de Asuntos Internos que lo acusa de corrupción y hasta de proxenetismo.
En una jugada maestra, la novela cruza la vida de ese policía con el caso que tiene que resolver. Y ese cruce no es casual —sería banal— pero tampoco obvio. No puedo decir nada, hasta con los subrayados que comparto a continuación puedo spoilear (lo voy a hacer igual). Hacía mucho que no me pasaba. Apagué la luz, dormí un ratito y me desperté a seguir leyendo. La terminé en una noche.Y, para variar, la leí en mi tablet.
Para volar hacia otras realidades y no poder escaparse.
Mis subrayados
1. “Si no te fijas en la cinta adhesiva que le cubre la boca ni en las bridas que le sujetan muñecas y tobillos, se diría que está durmiendo plácidamente, una perla en su concha metálica a la luz aguada del amanecer. Un mosso se inclina sobre ella y dictamina: ‘Respira’” .
2. “Pero parece ser que había empezado corriendo. De adolescente entrenaba como una loca. Me dijo, algo incómoda, que era porque quería correr más deprisa que los chicos, para escapar de ellos”.
3. “Se rodea las piernas con los brazos, hunde la cabeza en las rodillas y se esfuerza en respirar de manera pausada. Está teniendo un ataque de pánico. Ya los ha sufrido antes, su cuerpo lo recuerda. Sabe lo que es. Una sensación de pérdida de contacto con la realidad, un vértigo atroz que la atraviesa como un rayo, un terror ciego que la paraliza”.
4. “Un pozo de sufrimiento se está abriendo muy cerca, un agujero negro capaz de devorarla. Va a recordar, y no quiere. Pero sabe que no tiene más remedio que hacerlo. Porque la vida de alguien muy querido puede depender de ello”.
5. “Yo soy la bala que acabará con ellos, se dice, orgullosa”.
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