Faltan pocos días para el inicio de la 47ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Desde el jueves 27 de abril y hasta el 15 de mayo tendrá lugar el gran evento cultural, el más importante de la región., que este año eligió como ciudad invitada de honor a Santiago de Chile. También sabemos que la edición anterior superó las expectativas y batió récords: 1.300.000 lectores transitaron los característicos pasillos alfombrados de La Rural durante 2022. Un Feria histórica.
Pero, en 365 días, las cosas cambiaron. ¿Cómo llega el sector editorial a la gran cita de los libros en 2023? Con preocupación, en crisis, con caída de venta en ejemplares, con precios por encima de la inflación, insumos que tienen costos estratosféricos y con escasez de papel. Aunque el evento genera una cuota de optimismo. Un poco.
Hagamos un repaso del panorama editorial desde la edición 2022 de la Feria de Libro a hoy. En agosto del año pasado, el precio de los libros estaba desatado. ¿Por qué? Las variables eran varias. Las principales: el dólar y la escasez de papel. Tanto se dispararon los números que el aumento era mayor al de la inflación de ese entonces. Spoiler: nada cambió.
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El papel escaseaba en el mundo. En Argentina el de producción nacional no alcanzaba para todas las editoriales. Se podía importar pero con un cupo reducido, con el precio del dólar por kilo que variaba y se iba a las nubes. También supimos, según declararon desde el sector, que tras la pandemia se priorizó la producción de cartón corrugado para paquetería.
Este año comenzó con un dato tan caliente como alarmante para la industria: el papel aumentó 352 por ciento en dos años. Reimprimir: misión imposible. Hasta ese entonces, la suba del principal insumo del libro fue del 200 por ciento interanual, según indicaron algunos editores, por lo que el achicamiento de tiradas fue mayor -ya venía decreciendo en los últimos años- y una reducción del plan de novedades devino obvia.
Tamara Sternberg, fundadora y directora de la editorial cordobesa El Emporio Ediciones, vuelve sobre la idea de que el sector editorial está en crisis. E insiste con soluciones de fondo: ayuda de parte de los organismos gubernamentales para apoyar la cultura y federalizar las oportunidades.
Por el momento, la situación de los grandes grupos editoriales es un misterio.
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A pocos días del inicio del evento editorial, el contexto general argentino no sufrió modificaciones favorables. ¿Entonces? ¿De qué hablamos cuando hablamos del panorama y crisis en el sector editorial?
Arriba y arriba
Para Christian Rainone, presidente de la Comisión de Profesionales de la Feria y presidente de Editorial Guadal, “el panorama en el que se llega a la Feria es de una caída de venta en unidades, dependiendo el tipo de canal -entre un 6 y el 7 por ciento- con una alta inflación y dificultades para el armado de precios”. Cualquier lector que entre a una librería lo sabrá, pero Rainone lo confirma: “las editoriales están subiendo precios cada dos o tres meses”.
¿Algunos ejemplos? El hechizo del agua, la novela best-seller de Florencia Bonelli, hace un año costaba 2.900 pesos y hoy, 8.200, lo que representa un aumento del 182 por ciento. Nuestra parte de noche, de la aclamada Mariana Enriquez, hace un año costaba 4.150. Hoy, con un incremento de 137 por ciento, el libro cuesta 9.850 pesos. Estrés, sufrimiento y felicidad, el ensayo del doctor Daniel López Rosetti, se fue de 2.700 a 7.200: un 166 por ciento.
Algunos ejemplos más de las novedades de los últimos meses: El poder de las palabras, del neurocientífico Mariano Sigman, que lidera los rankings de ventas desde su publicación, se obtiene hoy por 6.699 pesos. Otro best-seller: Violeta, el último libro de la escritora chilena Isabel Allende cuesta 8.399 pesos. Dentro de las novedades de los últimos meses se encuentran El nudo, del periodista Carlos Pagni, por 8.900,00 pesos; El tiempo de las moscas, de Claudia Piñeiro, hoy cuesta 6.799,00 pesos; y uno de los considerados como lectura del año por Barack Obama, Fortuna, del argentino Hernán Díaz, 6.950 pesos.
Para los más chicos, el libro del Dibu Martínez se consigue por 3.499 pesos. Los que superan este promedio son casos aislados, como la reedición de Borges. Vida y literatura, de Alejando Vaccaro, cuyo precio es de 11.700 pesos y En la sombra, del Príncipe Harry por 8.999 pesos.
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¿Qué significa esto? El libro subió por arriba de la inflación. “Notamos, por lo menos, un 20 por ciento por arriba de la inflación, causada por el problema del papel y la escasez”, sostiene Rainone en diálogo con Infobae Leamos. “La industria está complicada”, dice Pablo Braun, promotor cultural y responsable de la editorial Eterna Cadencia.
Y agrega hay una situación global compleja y que la inflación se ha disparado a nivel mundial. “Estamos en Argentina, donde la situación es comparativamente peor que en todo el mundo”, señala y explica que el mundo del libro es muy delicado frente a la situación económica porque es un bien no esencial. “Podemos dejar de leer pero no de comer”, sentencia.
“Hemos subido un poco más el precio que la inflación, pero menos de lo que tendríamos que haber subido”, dice Braun y coincide con Rainone. Con más de treinta y cinco años en la industria editorial, Trini Vergara se suma a la visión de un difícil panorama: “es una situación de altísima preocupación, que los editores estamos sobrellevando con enormes dificultades”, dice y propone el esfuerzo colectivo: “el sector entero debe trabajar más que nunca en forma unida para plantear el riesgo para toda la industria, ya que cualquier acción individual será demasiado frágil”.
Vergara es contundente: “los precios de los libros han aumentado por encima de la inflación, mal que nos pese” y “no bajan de un 120 por ciento en los últimos 12 meses”. ¿La razón? “Al exorbitante aumento del papel”, dice. Un detalle: “los editores lo aplicamos más que nada a libros nuevos, no a libros impresos hace algunos meses, para paliar el impacto en el bolsillo de los lectores”, cuenta.
En concreto en las librerías: en los mesones se encuentran libros de características muy parecidas (misma cantidad de páginas, mismo tipo de encuadernación), con precios muy diferentes. ¿Cómo se explica? Si son nuevos rondan los 5.000 o 6.000 pesos, pero si son de hace unos meses, pueden haber quedado en 2.500 o 3.000, por ejemplo.
Podría pensarse que el libro digital y la ampliación de la oferta de las versiones electrónicas son una alternativa y un modo de leer distinto: un libro electrónico puede costar cuatro veces menos que el de papel. Buscar alternativas, siempre. El famoso “camine, señora, camine” pasa a “navegue, señora, navegue”, que algo siempre encontrará para leer por menores costos.
Entonces, hay que hablar de la estrella indiscutida de la preocupación en el sector.
El bendito papel
Volvamos a agosto de 2022. La Feria de Editores (FED) cerró su 11ª edición récord histórico de público: 180.000 personas visitaron la feria en tres días. Apenas terminó el evento cultural que reúne a las editoriales independientes, conocimos el caso de Editorial Marciana que hizo eco en redes del drama editorial. ¿Qué sucedió? “Prácticamente toda la ganancia de la feria se fue en el presupuesto del próximo libro, 24 horas después”, dijo por esos días Denis Fernández, fundador y editor del sello, a Infobae Leamos
¿Qué sucede con la hiperinflación de precios a la que hicieron referencia en su momento? Fernández actualiza la situación y dice que el panorama que ven para esta edición de la Feria del Libro no es muy alentador. Pero vamos al insumo por excelencia: “los aumentos del papel desde la FED de 2022 siguen iguales o peores”, dice y agrega que “mes a mes, libro a libro, nos encontramos con aumentos desorbitados y casi prohibitivos”. También asegura que es un tema recurrente entre los colegas y que “no vemos un futuro a corto plazo donde los valores de las mercancías se equilibren”. En este sentido, Sternberg advierte que el precio del papel aumenta al mismo ritmo que todo lo demás y sentencia: “Es imposible predecir qué pasará dentro de dos o tres meses”.
Braun se suma a la cuestión: “En el mundo del libro, la suba del papel ha sido bastante por encima de la inflación, lo cual es un agravante porque buena parte del precio del libro tiene que ver con eso”.
Por su parte, Rainone opina que “el tema del papel es una gran preocupación en todo el sector”. Y da ejemplos: el papel ilustración subió de 2 ó 3 dólares a 6 y el papel obra escasea, es difícil de conseguir. Se encienden las alarmas al hablar del tan requerido papel, siendo un tema que “sigue preocupando, ya que a la hora de reponer nos es bastante difícil conseguir el insumo, tenemos que cambiarlo, achicar gramaje e imprimir con lo que conseguimos”, explica Rainone.
Cuántos libros imprimir, he ahí la cuestión
Las cuestiones que deben resolver las editoriales de cara a una nueva edición de la Feria del Libro son las tiradas -cuántos ejemplares producir de un título-, la cantidad de títulos a publicar y las reimpresiones. ¿Qué hacer?
El presidente de la Comisión de Profesionales de la Feria señala que el fenómeno de achicar tiradas no es de ahora, ya son más chicas hace algunos años. Aunque 3.000 ejemplares se perfila como la tirada estándar, “hay editoriales que están imprimiendo de a 1.000 ó 1.500 ejemplares, lo que encarece el libro y el costo unitario es bastante más alto”, cuenta. E informa que se registra una disminución en la cantidad de novedades publicadas.
Sobre las tiradas y la cantidad de títulos, Victor Malumián, editor del sello argentino Godot y uno de los fundadores de la FED, sostiene que hay un doble recorte. Por un lado, “se posponen los libros que son más experimentales, los que son apuestas, y se priorizan los libros que, ya sea porque el autor o la autora es conocido o la temática el editor o la editora presiente que va a tener mejores ventas”, expone. “No hay espacio para que dos o tres novedades al hilo no vendan un mínimo”, sigue Malumián.
Por otro lado, advierte que “hay un achicamiento de las tiradas porque se está primero distribuyendo un poco más eficazmente y porque simplemente una tirada grande sale mucha plata”. ¿Qué recortes implican esto? A nivel de bibliodiversidad -hay títulos que nunca leeremos- y en tiradas -hay lugares adonde no llegarán todos los títulos que se hacen, porque se hacen pocos-.
Sobre este tema también enciende las alarmas Rainone, adviritendo una falta de diversidad en la oferta. Por su parte, Braun dice que no achicaron la cantidad de títulos este año y que siempre fueron cuidadosos con las tiradas y en este contexto, mucho más. Tampoco achicaron los sellos Marciana y El Emporio Ediciones, según comentaron a Infobae Leamos.
Vergara, por el contrario, cuenta que redujeron las tiradas pero no la cantidad de títulos. La reconocida editora introduce un concepto: el “micromanagement del stock”: tiradas bajas y reimpresiones frecuentes en lugar de correr riesgos de primeras tiradas altas. Dice dice que todos los editores han aprendido a gestionar, más allá del costo del papel.
Las preocupaciones de cara al inicio de la 47° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires son muchas, ya lo leímos hasta acá, pero hay más: las importaciones, el pago de regalías en el exterior y la cantidad de ventas. No es algo del otro mundo: ¿cómo cobran Stephen King, Mario Vargas Llosa o Isabel Allende si los dólares no salen?
Rainone refiere a una contradicción en la que está entrampado el sector: “por un lado, tenemos que fomentar que los libros se impriman en Argentina y muchos de esos libros que se imprimen son de autores extranjeros en el país y al no poder pagar regalías, dificulta la impresión local entonces la alternativa es importarlo” y dice, contundente: “La realidad es que no hay dólares”.
Cuesta abajo
“En torno a las ventas, el descenso es bastante marcado interanual”, sostiene Malumián, que implica una baja de venta en unidades, no en facturación que, dice, es un poco difícil de medir en un contexto inflacionario. Lo mismo sostiene Sternberg: “Se venden menos libros, cada librería vende menos ejemplares” pero marca la importancia de la participación en feria y eventos para aumentar los clientes y la visibilidad de sus títulos.
Al respecto, Braun cuenta que su editorial mantuvo las ventas respecto del año pasado y llama a no olvidar la situación compleja -la pandemia- en la que el sector editorial fue uno de los más golpeados. “Mantenerse nos pone contentos pero tampoco estamos comparando contra una situación normal sino de épocas complejas”, concluye sobre el tema.
En cuanto a las visitas de autores del extranjero, los grandes grupos editoriales mantuvieron su silencio. Y Braun, que también es director de Filba, dice que prefiere direccionar los gastos que no son imprescindibles como invitar a un autor. Así, “prefiero reimprimir o pagar un sueldo” porque “está muy finita la situación de los números como para hacer esos gastos, que no se recuperan inmediatamente. Es una construcción y en este momento es más de sobrevivir más que de construir, hablando de números”, sentencia.
“Vivir en una situación de inflación, de ajuste y agravado por el costo del papel, desbocado y no vemos soluciones en el horizonte”, dice y muestra su preocupación Braun.
Las señales de alarma son muchas. El sector editorial está a la defensiva, con expectativas que siempre son las mejores, aunque este año se muestran moderadas para el inicio de una Feria porque “la incertidumbre viene marcando las ferias hace tiempo”, expresa Malumián.
La escasez de papel, la inflación que nos dificulta para formar precios, el peligro de la bibliodiversidad, el poco dinero de la gente en el bolsillo y la importación son una combinación explosiva que esperemos se desactive.
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