“A partir de eso, todo fue una sucesión de desastres”, narra Tatako, la joven protagonista de Mis días en la librería Morisaki, primera novela del japonés Satoshi Yaguisawa. “Dejé de comer y de dormir, (…) perdí el trabajo (…), me sentía como si me hubiese arrojado al vacío”.
Resulta que, de un día para otro, Tatako se queda sin novio y sin trabajo. El tipo la planta y todo lo conocido y previsible que existía en su vida desaparece. De la manera más inverosímil. Pero pasó. Y fue como una aplanadora. Adelgazó como un espárrago, dormía todo el día y sentía como si la hubieran tirado por un precipicio. “Era un modo como otro cualquiera para evitar la realidad. (…) Me dormía y mientras tanto, los días pasaban y pasaban en el universo microscópico de mi habitación”.
Una tarde, de esas que no paraba de dormir, se despierta y ve que su teléfono tenía un mensaje. Era su tío Satoru. “Un hombre extraño. A veces hasta arrogante y tenía algo excéntrico que me molestaba”. Final que, gracias a la invitación de su tío raro, Tatako, termina mudándose a Tokio, a un antiguo barrio muy concurrido por escritores, intelectuales y curiosos. Es que en Jinbocho, así se llama el lugar, estaba la librería de su tío. Tres generaciones de la familia Morisaki habían pasado por allí y ahora le tocaba a ella. Y así, casi sin entender nada, se encuentra viviendo en el altillo del pequeño negocio familiar, tapada de libros que huelen a humedad y absolutamente marchita.
Entre los seis mil volúmenes especializados en literatura moderna, la mugre, el desorden mental y las pocas ganas de avanzar, la chica de esta historia sufre una transformación que mucho tendrá que agradecer tanto a los libros –que hasta ese momento nunca le habían interesado- como a las enseñanzas de su tío Satoru. “No siempre es fácil entender lo que se quiere de la vida. De hecho, entenderlo lleva toda una vida”, le dijo una vez durante una larga conversación. “A veces es necesario parar. Es como una parada en un largo viaje. Imagina que has soltado el ancla en una pequeña bahía. Descansarás un poco y tu barco zarpará de nuevo”.
Mis días en la librería Morisaki es una pequeña novela, con un enorme contenido. Una bellísima historia capaz de encender cada uno de nuestros sentidos. Nos habla de la desilusión, la derrota y lo impensado. Pero también del amor y de la oportunidad del reencuentro con uno mismo, que solo podremos lograr a través de la experiencia del dolor, la pérdida y la desesperación.
“Las circunstancias inesperadas nos abren puertas que no podríamos imaginar”, dice Satoru. Y de eso se trata esta novela. De lo inesperado. De perderse para poder encontrarse. De que las cosas con el tiempo se van acomodando y que para que todo eso pase, es condición transitar caminos pantanosos, inexplicables e inciertos que parecen nunca acabar. Pero un día terminan.
Seguir leyendo: