“Aprender a pensar parece fácil porque todos pensamos, pero ¿pensamos bien?”, se pregunta el filósofo y escritor español José Carlos Ruiz en su nuevo libro, El arte de pensar. El autor, conocido por libros como Filosofía ante el desánimo o De Platón a Batman, plantea la necesidad del entrenamiento de la mente tanto como el del cuerpo que, según escribe, parece ser la principal preocupación de las nuevas generaciones.
Para Ruiz, hoy en día abundan “cuerpos esculturales, cuarentones y cuarentonas sin apenas grasa corporal, marcando abdominales, pero atiborrados de ansiolíticos y antidepresivos para soportar modelos de existencia que han ido creando bajo un pensamiento poco crítico y nada autónomo”. ¿Su solución para fomentar El arte de pensar? Nada más y nada menos que la filosofía que, según afirma, no es exclusiva del mundo de los adultos.
“Es una actividad mental que se practica a cualquier edad y se perfecciona a medida que uno aprende a quitarse de encima los prejuicios y los malos hábitos que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida. Hábitos que en el fondo no son otra cosa que los kilos de más que nos impiden movernos con soltura, desenvolvernos ágilmente y enfrentarnos al día a día”, escribe Ruiz.
En El arte de pensar, editado por Lea, Ruiz explica “cómo los grandes filósofos pueden estimular nuestro pensamiento crítico” y contribuir a lo que llama la “higiene mental”, tan importante como la corporal.
“El arte de pensar” (fragmento)
Higiene mental preventiva
Hay muchos libros de autoayuda en el mercado, unos para decirnos que podemos conseguir cualquier meta que nos propongamos, incluida la felicidad, y nos indican cómo hacerlo. Otros para afrontar el sufrimiento que nos invade cuando no lo logramos. Es un negocio que se abastece.
Escribimos algunos libros motivacionales donde indicamos a la gente que todo es cuestión de esfuerzo, de perseverancia, de emoción, de pasión… Después, cuando hacen lo que esos libros les prescriben y no logran alcanzar sus metas, entonces compran los otros libros de autoayuda que explican cómo lidiar con la tristeza y el desánimo que experimentan cuando fracasan. ¿Por qué sucede esto? La gran mayoría de las veces es porque nos dicen cómo tenemos que actuar pero sin tenernos en cuenta a nosotros. En otras ocasiones los que fracasamos somos nosotros por falta de voluntad, por no ser capaces de poner en práctica los consejos que nos ofrecen.
La verdadera ayuda no consiste en hacer lo que otros nos dicen que tenemos que hacer, sino más bien, en aprender a desarrollar el pensamiento crítico por nosotros mismos, desde nuestras circunstancias, con nuestra perspectiva y tomar las decisiones que más convengan teniendo siempre en cuenta el contexto.
Como trataremos de clarificar, el pensamiento crítico se fundamenta en dos elementos que tendremos que dominar si queremos usarlo adecuadamente: las circunstancias y el contexto. Porque el arte de saber pensar críticamente se reduce a conocer las circunstancias que nos rodean tanto a nosotros como a los demás y saber interpretar adecuadamente el contexto. Una vez conocidos y dominados estos dos instrumentos, las decisiones en torno al proyecto de vida que queramos plantearnos tendrán más probabilidades de éxito.
A lo largo del libro mostraremos cómo se puede usar lo que comúnmente se denomina el Pensamiento Crítico de cara a tener una personalidad equilibrada, sólida y feliz. La diferencia es de orden mayor. Pensar críticamente, poseer una buena capacidad analítica, es un instrumento esencial para forjarse una identidad propia y auténtica. No se trata de exponer qué es lo que hay que hacer, sino de meditar sobre nuestra filosofía de vida, sobre nuestro modo de pensar la existencia que estamos llevando y hacerlo desde nosotros mismos, pero sin olvidar que también tenemos que ejercer esta reflexión sobre los demás.
Pensamiento crítico: La belleza oculta de la felicidad
Aprender a pensar parece fácil porque todos pensamos, pero ¿pensamos bien? Cuando hablamos de educar a un niño nos preocupamos mucho por cuestiones que nos parecen esenciales para su desarrollo: que haga deporte, que lleve una alimentación sana, que cumpla sus obligaciones en el colegio… Lo apuntamos a actividades extraescolares para que refuerce o aprenda cosas que nos parecen importantísimas, pero en ningún momento se nos pasa por la cabeza que tenga que dar clases de razonamiento, o ejercicios para potenciar el pensamiento crítico de cara a pensar de manera beneficiosa.
No deja de ser curioso observar que nos obsesionamos con mantenernos en forma, con cuidarnos de cara a no contraer enfermedades, o con el desarrollo psicomotriz de nuestros hijos. Cada cierto tiempo nos hacemos revisiones médicas, para ver que todo progresa y evoluciona como es debido. Pero en ningún momento reflexionamos sobre nuestro modelo de pensamiento, sobre nuestra filosofía de vida. Apenas nos preocupamos en analizar si tenemos un esquema de vida sensato o si estamos proyectando en nuestros hijos un ideario adecuado de cara a tener una personalidad equilibrada.
Hemos logrado asimilar el concepto de «Medicina Preventiva», donde sabemos de la importancia de tener hábitos de vida saludables para llevar un buen envejecimiento y para evitar y/o detectar enfermedades lo antes posible. Hacemos dietas y deporte porque queremos tener un buen aspecto físico y quitarnos esos kilos de más, pero en cuanto a nuestras ideas, deseos e inquietudes, pensamos que ninguno sobra, y no hacemos lo que Robert Zimmer viene llamando «Gimnasia Mental».
Mucho ejercicio físico desde pequeñitos para que desarrollen una adecuada psicomotricidad y crezcan saludablemente, pero en lo referente al deporte mental lo damos por asimilado casi de manera innata por la simple creencia de que viene de serie. Y claro, luego pasa lo que pasa, cuerpos esculturales, cuarentones y cuarentonas sin apenas grasa corporal, marcando abdominales, pero atiborrados de ansiolíticos y antidepresivos para soportar modelos de existencia que han ido creando bajo un pensamiento poco crítico y nada autónomo, y sobre el que la mayoría de las veces no tienen control.
Hacemos verdaderos esfuerzos de voluntad por no comer, beber o consumir cosas que nos apetecen porque sabemos que nos perjudican, usamos esa fuerza de voluntad para hacer deporte cuando lo que nos apetecería sería sentarnos en la butaca al llegar a casa y vernos un episodio de nuestra serie preferida. Pero cuando se trata de aprender a pensar, de analizar las ideas preconcebidas que hemos asimilado, de comprender los puntos de vista de otras personas, entonces esta fuerza de voluntad desaparece porque «pararse a pensar» nos resulta cansino o molesto.
Tenemos que aprender a pensar críticamente desde pequeños, a analizar nuestras ideas, pero sobre todo nuestras creencias, deseos, sueños… Enseñarles a nuestros hijos y a nosotros mismos a realizar preguntas adecuadas y saber cuándo tienen/tenemos que activar el interruptor del pensamiento crítico.
La filosofía nos ayuda mucho en esta labor. Es una actividad mental que se practica a cualquier edad y se perfecciona a medida que uno aprende a quitarse de encima los prejuicios y los malos hábitos que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida. Hábitos que en el fondo no son otra cosa que los kilos de más que nos impiden movernos con soltura, desenvolvernos ágilmente y enfrentarnos al día a día. Si lo hacemos bien, entonces nuestros hijos/alumnos y nosotros mismos gozaremos del elemento más importante para llevar una vida feliz: la higiene mental.
La pregunta del siglo XXI que tenemos que realizarnos es: ¿por qué no cuidamos de nuestro pensamiento crítico de igual modo que hacemos con nuestro cuerpo? Hemos logrado implantar ese concepto de «Medicina Preventiva» que nos ahorra mucho sufrimiento y malestar, y evita fallecimientos prematuros, pero no hemos ido más allá. Ahora, la gran deuda pendiente es hacer lo mismo con la higiene mental, tener una higiene mental preventiva, crear hábitos mentales sanos que serán la solución para evitar una vida miserable.
Quién es José Carlos Ruiz
♦ Nació en Córdoba, España, en 1975.
♦ Es filósofo y escritor.
♦ Publicó libros como De Platón a Batman: Manual para educar con sabiduría y valores (2017), El arte de pensar (2018), El arte de pensar para niños (2019), Filosofía ante el desánimo (2021) e Incompletos (2023).
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