Pedro Lemebel, “la loca” que se crió en piso de tierra, sacó a Chile del clóset y denunció los crímenes de Pinochet

El performer, cronista y poeta chileno contó, a través de su vida, la historia del último medio siglo del país trasandino. El libro “Loca fuerte” reconstruye todo su recorrido, desde su infancia precaria hasta la obra que montó alrededor de su propia muerte.

Pedro Lemebel les dio voz a los marginales en medio de un contexto conservador.

Pedro Lemebel, el artista performático, cronista y poeta chileno, no es solo una figura ligada a la cultura. Después de su muerte en 2015, su nombre resurgió con fuerza en 2019, cuando los esténciles con su rostro poblaron las calles de Santiago durante las manifestaciones del estallido social en Chile. Un rostro capaz de alzar banderas en su nombre y abrazar disidencias en medio del descontento político.

Loca fuerte, editado bajo el sello de la Universidad Diego Portales de Chile, es el perfil que aborda su vida. Desde su época más recordada, a partir de los 80, y su rol activo y contestatario en los 90, después de la dictadura de Pinochet, sin dejar afuera sus orígenes, marcados por la pobreza y la relación con su familia y con su madre. Y por supuesto, su obra literaria.

El nombre de Pedro Lemebel llegó a oídos del periodista Óscar Contardo a principios de los dos mil, cuando estaba escribiendo junto a su colega Macarena García González un libro sobre la historia del under chileno en plena dictadura, La era ochentera. Hacia fines de esa década, Lemebel componía junto a Francisco Casas el dueto artístico “Las yeguas del apocalipsis”. Ambos hacían performances sorpresivas para sabotear presentaciones de libros, exposiciones de arte y eventos culturales. A veces en forma de protesta o crítica y a veces irrumpían con panfletos para informar sobre el SIDA en un momento donde nadie hablaba del tema.

Años más tarde, en 2007, Óscar Contardo lo entrevistó para una nota extensa y de ahí en más forjó con Lemebel un vínculo con reparos que se mantuvo a lo largo de los años.

El libro partió con la premisa de indagar más allá de lo conocido: “Me llamaba la atención el personaje. Sigue siendo un personaje súper atractivo. Porque confluyen muchas cosas dentro de él: está su historia, la historia Chile, la historia de un momento de contracultura y de los inicios de los movimientos de disidencia sexual en Chile”, enumera Contardo en conversación con Infobae Leamos.

"Loca fuerte", un perfil a cargo del periodista Óscar Contardo.

El autor se propuso investigar la infancia, la adolescencia y la juventud de Lemebel, de la que se sabía poco. “Había un vacío biográfico muy importante. No existían mayores datos, era un período sobre el que él mismo no hablaba mucho o impulsaba mitos que no desmentía. Como, por ejemplo, que él había estudiado arte, y no estudió arte”, suma el autor.

El desafío era contar esos años rellenando los huecos con información que no resultara equívoca o ambigua como su edad o su verdadero nombre, porque el mismo Lemebel era huidizo a la hora de dar respuesta. Era muy esquivo con su intimidad. Y sobre todo con su infancia.

“Los primeros diez años o nueve años fueron de una extrema pobreza, de piso de tierra y de casuchas sin baño. Después es una pobreza que tiene que ver con una clase obrera organizada en un block de edificio en una vivienda social. En comparación con la Argentina la pobreza en Chile era muchísimo más dura. En los años que nace Pedro, en los cincuenta y hasta los ochenta, el contraste entre la clase media y la pobreza argentina y la clase media y la pobreza chilena era muy intenso. Chile era un país materialmente mucho más pobre. Y mucho más rudas las condiciones de supervivencia para las clases más populares”, escribe Contardo en Loca fuerte.

Esas desigualdades no tardaron en aparecer en las primeras crónicas de Lemebel. En sus escritos, relata un mundo que no había aparecido antes. Ningún escritor en la cultura chilena se hacía llamar así mismo “La loca”, y menos aún contaba cómo vivían las locas, como vivían los pobres. Era un cambio rotundo, allí donde solo las clases acomodadas podían hacerse un nombre en la literatura, Lemebel describía y retrataba su entorno. Esos registros están en los libros La esquina de mi corazón, Loco Afán, De perlas y cicatrices, Zanjón de la aguada y Adiós marquita linda.

"Poco hombre" compila una selección de crónicas de Lemebel.

Sus crónicas eran textos personales basados en situaciones reales pero exacerbadas, y a la vez los personajes que aparecían existían, aunque no hubiera una rigurosidad ni en el dato ni en la sucesión de los hechos, que es lo que exige el género periodístico.

“El hacía eso: tomaba historias de esos años y las transformaba. Algo de aquí, algo de allá; algo ajeno y algo propio; una luz distinta, un día diferente; una cara nueva y otra antigua. En la crónica ‘Capri se acabó mi amor’ relata como propia una jornada de Jorge Leiva, fan del cantante Hervé Vilard, que en 1968 fue a un concierto del francés en Santiago. También fundía distintas personas reales en un mismo personaje ficticio, como la Loca del Frente, protagonista de Tengo miedo, torero, su única novela, que es en parte un vecino de la población llamado Alfonso, apodado La Juan XXIII, que se dedicaba a bordar manteles y cortinas, como lo hace la loca de la novela”, detalla Contardo en el libro.

La vida amorosa de Lemebel siempre fue una incógnita. No se le conoció pareja, sí relaciones fugaces. Le molestaba incluso la pregunta insistente en las entrevistas, y ese malestar aparece también reflejado en Loca Fuerte.

“La canción que escuchábamos era un bolero intenso de desengaño o despecho, algo que me sirvió de pretexto para preguntarle si había tenido novio alguna vez.

¿Cómo es eso de ‘novio’? - respondió burlón, nuevamente torciendo la boca.

Un novio, un marido, un pololo.

No conozco el amor yo, encuentro que es una huevada ordinaria…-respondió, con lo mismo que había dicho tantas veces.

Entonces me adelanté y dije:

Sí pues, hasta los pacos se enamoran…

Él entendió hacia donde apuntaba:

Nunca he tenido novio y estoy en espera. Amantes he tenido muchos.”

Óscar Contardo, autor de "Loca fuerte".

El compromiso político de Lemebel, su adhesión y su amistad con las mujeres del partido comunista en Chile, fue fundamental para denunciar al poder y a los crímenes de la dictadura en la transición democrática de los 90.

“Fue bastante importante lo que hizo Pedro Lemebel sobre lo que no ocurrió en Chile”, dice Contardo y agrega para que se entienda: “Se me viene a la cabeza la película Argentina, 1985, que es lo que ocurrió en Argentina: se enjuició a la Junta. Se logró que estos señores se sentaran en el banquillo de los acusados, que hubiera un juicio independiente de las condenas finales, significó otro contraste entre Chile y Argentina. Entre lo que ocurrió después de la dictadura en Chile y después de la dictadura en Argentina. En Chile no existió ese símbolo. Y así como no existió ese símbolo, no existió un cambio radical en todo ese paisaje de cultura popular con el que se había criado Pedro Lemebel, que eran los programas de televisión, que era la radio, que era ese cotidiano de la gente común y corriente. Siguieron apareciendo los mismos personajes que estaban en dictadura en televisión y todo quedó como si nada. Entonces Pedro denunció muy tempranamente eso. Cuando nadie hablaba. Cuando nadie quería arruinar la fiesta”, dice Contardo a Infobae Leamos.

Pero Lemebel nunca puso reparos a sus críticas y salía a decir lo que pensaba sobre Pinochet, lo que significó la década del 90 y la connivencia de la derecha chilena. Lo decía a viva voz en medio de una presentación en un programa de televisión del prime time, en las entrevistas en la radio o en declaraciones a la prensa gráfica como esta, que aparece en el libro: “Lagos es la soberbia con calzones de abuela. Ese moralismo negociable, transable. Lagos vendió la memoria chilena y eso no se lo perdonamos muchos. La vendió con los desaparecidos. Se hizo el huevón: negoció”.

Su actitud desafiante y siempre a la defensiva le valió muchas críticas y lo dejó sin trabajo más de una vez. Porque además tenía un carácter difícil. Y muy pocos amigos estaban dispuestos a tolerar sus destratos y sus caprichos. Sin embargo, con su madre todo era distinto. “El vínculo que él estableció con su madre fue la gran relación de su vida. Cualquier relación amorosa en nada se compara a la que tuvo con su madre. Porque ve en la madre no solamente un lugar de afecto y un lugar de seguridad incondicional, sino una persona que lo defiende de las amenazas continuas del entorno. La madre era una fuente de protección”, cuenta Contardo.

Pedro Lemebel en medio de una manifestación callejera.

En el libro se narra la relación cercana y amorosa con Doña Violeta. Es ella quien sale en defensa una y otra vez de ese niño, cada vez que en el barrio se burlaban o lo golpean por ser maricón. Lemebel le dedicará cada uno de sus libros, y sufre un golpe durísimo cuando, siendo adulto, ella fallece.

Así se relata ese momento en Loca fuerte:

“El ascenso de su figura no se detenía, pero días más tarde, el 2 de mayo de 2001, murió su madre. Su reacción no fue la de un hombre ya maduro que se despide de su anciana madre enferma, sino la de un niño que repentinamente queda huérfano.

Carlos Uribe, el vecino menudo de rostro enjuto del tercer piso del block, estuvo presente cuando Lemebel llegó al departamento después de pasar por el hospital. Escuchó los gritos de desesperación. Estaba como loco, recuerda. Lanzaba las plantas que Violeta Lemebel tenía en el pasillo desde el tercer piso, estrellando los maceteros sobre los autos estacionados.

En cuanto se enteró de la noticia, Gladys Marín acudió a la casa de Dardignac, y fue testigo del momento en el que se arrancó el pelo a tirones, ayudándose de una hoja de afeitar, ‘la sangre le corría, le puse agua oxigenada’, escribió Marín en su libro autobiográfico La vida es hoy: ‘Pedro era una furia, la furia del ¿por qué? o el ¿hasta cuándo?’. Juntos prepararon el cuerpo de Violeta Lemebel en la morgue del hospital de Carabineros: mientras Gladys Marín le impregnaba de colonia, él la vestía y maquillaba”.

Más tarde, el mismo Lemebel en una entrevista ponía en palabras su dolor ante Contardo: “Después de que se murió mi madre, yo supe que nunca más en la vida iba a tener un amor más grande. Se llevó todo mi mamá, y ahí también se fue mi utopía amatoria”. Cuando la enorme tristeza cedió, se abocó a su obra artística y a su programa de radio. Después enfermó gravemente y él mismo se encargó de realizar una performance final.

“Lemebel comenzó a despedirse con fuego la madrugada del 11 de febrero de 2014 con la performance Desnudo bajando la escalera: envuelto en un saco marinero, rodó por una escalinata ardiente como una evocación del sacrificio de Sebastián Acevedo por sus hijos. El plan original era hacer la acción de arte en el frontis de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, pero no logró la autorización y finalmente se hizo en la entrada del Museo de Arte Contemporáneo”, cuenta el autor de Loca fuerte.

Ofrendas durante el funeral de Pedro Lemebel.

“Durante la preparación del proyecto exigió puntualidad a sus colaboradores, rechazó ediciones de fotos que no lo satisfacían, cambió varias veces de opinión haciendo valer sus puntos de vista con la tozudez de los caprichosos”. Se ocupó de dejar registro de su obra hasta último momento. Pedro Lemebel murió el 23 de enero de 2015.

El impulso vital y contestatario que lo caracterizó se respira a lo largo de todo el libro, a través de los numerosos testimonios de amigos, compañeras de militancia y entorno cercano. Porque Loca fuerte es el retrato de un hombre que vivió en los márgenes, y se convirtió en la voz de los acallados, por su irreverencia, pero también por su coherencia política.

Así lo sintetiza Contardo: “El libro explica de alguna manera las dificultades enormes y múltiples que tuvo una persona inteligente y talentosa, pero pobre y homosexual, para hacerse un lugar en un país muy conservador. Y en una época muy difícil políticamente. Y también refleja a través de la historia de este personaje la historia de Chile de los últimos 50 años”.

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