Su papá salió de la comisaría con la campera de su mamá doblada sobre su brazo. Lo anterior había sido la Policía dando indicaciones que ella o su hermana -o a pedido de ellas, su padre- debían cumplir: “Tienen que venir a retirar sus efectos personales”. Marina Mariasch, poeta, narradora, periodista, militante feminista, no se olvidó de esa línea de su diálogo con las fuerzas de seguridad después de que su mamá se suicidara tirándose por la ventana de un hotel.
Efectos personales, entonces, le puso a la novela que publicó con ese suicidio como “punta de toque” de la obra que construyó. “Sabía que el tema, ese suicidio de esa madre, podría generar entre interés y morbo. Que podía suscitar interés por el tema más allá de quien lo escribiera”, me dice en el estudio de grabación de Infobae, al que llegó para hablar de su libro en un nuevo episodio de Podcast de Autor.
De capítulos breves que van y vienen entre el ensayo y la prosa poética, Efectos personales está atravesado por el dolor y por el duelo. “Lo de mi mamá”, dice a veces la narradora: “lo” es “el suicidio”, que a veces es más fácil de nombrar y otras, imposible.
“Fue muy complicado estetizar el suicidio de mi mamá, me llevó mucho tiempo y creo que lo logré a medias, este libro es finalmente lo que pude hacer. Se necesita una distancia para darle forma, una distancia respecto del episodio de la vida real para encontrar las palabras con las que contar”, dice en nuestra conversación en el estudio.
“La distancia que logré tomar con el episodio concreto tiene que ver con el paso del tiempo y también con una desafección. Con poner los hechos un poco afuera de uno mismo y lograr que eso que se cuenta ya no sa el hecho en crudo en sí, sino un acontecimiento que termina resultando piedra de toque para la escritura. Después, el resto es literatura”, reflexiona, y se ríe.
Mariasch, que es autora también de libros como El matrimonio y Comming attractions, y que fundó hacia los noventa el sello editorial Siesta de poesía, trabaja con delicada sutileza algunas escenas de Efectos personales en las que asoma su militancia feminista. Una: el recuerdo de un cajón de la infancia y la adolescencia en la que había pastillas de Bil-13, una medicación en principio destinada al aparato digestivo, que todas las mujeres de la familia tenían a disposición para mantenerse delgada. Otra: la narradora choca con el auto y una mujer se acerca a ofrecer ayuda. “¿Querés que llame a tu marido o a tu mamá?”. La narradora, huérfana de madre y divorciada, no tiene ninguna de esas cosas que, para quien se acerca a socorrerla, podrían ser las formas más rápidas de completar a esa mujer.
Sobre eso, sobre esas maneras de decir que el patriarcado obra de formas misteriosas en todas las vidas, también en la de su madre con cierta militancia feminista, Mariasch me cuenta durante la grabación del episodio: “Cuando heredé los libros de mi mamá, conocía muchos y a la vez me llevé sorpresas. Se podían ver ahí sus militancias. Había viajado a Cuba, había viajado a la Unión Soviética, tenía libros impresos allí, y lecturas que podrían considerarse feministas”.
“Fue parte de la generación que había promovido la independencia de las mujeres, pero a la vez, los mandatos rígidos y estables del patriarcado estaban allí. Encontraba, viendo todos esos libros, una contradicción muy grande entre esa mamá que había viajado a Cuba y a la Unión Soviética y la mamá que finalmente se termina matando por amor. Me daba bronca y me daba vergüenza”. Justo después de esa reflexión, el silencio más largo de nuestra conversación.
Hay tiempo, en la charla para Podcast de Autor, de hablar del nombre del libro, que juega con ese lenguaje entre formal y ajeno de los comunicados y las comunicaciones policiales y también con las consecuencias que se desplegaron en cada uno de los que tenían su historia ligada a la de esa mujer que decidió saltar por la ventana. “Me gusta mucho jugar con los lugares comunes y me atrae el lenguaje policial. Entonces en ese nombre está lo que les pasa a los personajes y también lo que había que llevarse de la comisaría”.
La campera doblada, sin el cuerpo de la madre que la vistiera. La orfandad dándose la bienvenida.
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