Las pasiones, como los oficios y las profesiones, suelen ser hereditarias. En muchos casos, los gustos personales que incorporamos para nuestras vidas se originan a partir del hedonismo de nuestros ancestros. Generalmente provienen de un padre, una madre, hermano o hermana mayor. Como si fuera un legado o, tal vez, un mandato familiar.
Jorge Luis Borges (1899-1986) es el escritor más importante de la literatura argentina y uno de los más consagrados de la literatura universal del siglo XX. Su obra habla por sí sola. Pero, ¿qué escritores le gustaban y qué lo inspiró para convertirse en escritor?
El autor de Ficciones (1944) y El Aleph (1949) solía decir que su padre Jorge Guillermo Borges le allanó el camino para la escritura. En cierta forma, lo indujo a emprender su exitosa carrera literaria.
“El padre fue un escritor frustrado. Era profesor de filosofía, abogado, anarquista. Tenía relación con escritores, sobre todo, poetas muy marginales de Buenos Aires como Evaristo Carriego”, señala Juan Francisco Baroffio, bibliófilo, escritor, ensayista y estudioso de la literatura borgeana. De hecho, el célebre escritor, poeta y ensayista argentino solía remarcarlo con sutileza. “Yo nunca me sentí obligado, pero hoy me doy cuenta que mi padre quiso ver realizado ese destino de escritor en mí”.
Además de su padre Jorge Guillermo, hubo autores que también le marcaron el camino para convertirse en escritor. Borges fue un lector precoz: en su niñez leyó Don Quijote de la Mancha, la obra cumbre de Miguel de Cervantes Saavedra, pero en inglés. Curiosamente, primero lo hizo en este idioma anglosajón antes de hacerlo en su lengua oficial: el castellano.
“A los nueve años traduje El príncipe feliz de Oscar Wilde, que fue publicado en El País, uno de los diarios de Buenos Aires. Como la traducción estaba firmada simplemente ‘Jorge Borges’, la gente supuso que era obra de mi padre”, contaba en sus memorias. Por eso, el autor firmaba como “Jorge Borges (hijo)” para diferenciarse de su padre, Jorge Guillermo Borges.
Desde muy joven, Borges –su familia lo llamaba Georgie desde que había nacido- solía leer textos complejos para su edad y, sobre todo, en inglés. Este hábito de lectura lo fue moldeando para después convertirse en escritor.
También leía cuentos para chicos, como Los cuentos de los hermanos Grimm. Están Las aventuras de Tom Sawyer o Las aventuras de Huckleberry Finn, (ambas, de Mark Twain), y otras lecturas más avanzadas para un niño de su edad como Martín Fierro (José Hernández) y las novelas de Oscar Wilde.
Incluso, solía leer la Biblia junto a Frances Anne Haslam, su abuela de origen inglés y de religión protestante. En las últimas décadas de su vida, Borges incursionó en la literatura anglosajona y del norte de Europa, como la islandesa.
“De chico leía mucho en inglés. Su primera aproximación a la literatura es la biblioteca de su padre Jorge Guillermo, donde predominaban los textos en inglés y textos de autores británicos”, explica Baroffio, un estudioso de la obra de Jorge Luis Borges, quien además posee alrededor de 300 títulos de su obra, principalmente textos de la primera edición.
Los elegidos para su biblioteca
Borges aseguraba estar más orgulloso de lo que había leído que de lo que había escrito. Esa era, para él, la importancia de la lectura. ¿Pero qué autores estaban entre sus preferidos? Hay muchos de origen británico como William Shakespeare, Robert Louis Stevenson, George Bernard Shaw, G. K. Chesterton, H. G. Wells, Thomas De Quincey, Rudyard Kipling, Thomas Carlyle y Samuel Johnson, entre otros. Pero también están Dante Alighieri, Homero, Victor Hugo, Walt Whitman, Kafka.
Un hecho singular es que Borges citaba a sus autores favoritos en sus obras. Shakespeare aparece mencionado en 216 textos. Luego vienen Leopoldo Lugones (164), Walt Whitman (145), Edgar Allan Poe (144), Stevenson (126), Arthur Schopenhauer (122), George Bernard Shaw (117), Francisco de Quevedo (115), K. Chesterton (108) y Miguel de Cervantes (104), entre otros. Todos estos fueron nombrados más de 100 veces en su obra.
Entre sus obras favoritas se encuentran Macbeth (Shakespeare), La divina comedia (Alighieri), La Ilíada y La Odisea (Homero), El Quijote (Cervantes) y la primera parte del Martín Fierro. “En cuanto a sus influencias, Borges no fue tan influenciado por estilos y estéticas de autores determinados sino por los mecanismos y recursos narrativos y las historias que contaban”, advierte Baroffio.
Además tenía predilección en leer al filósofo alemán Arthur Schopenhauer. Era tan profunda su admiración que solía nombrarlo en reiteradas ocasiones: “El universo sigue siendo misterioso pero me parece que de todas las doctrinas filosóficas, la de Schopenhauer es la que más me parece una solución”, decía Borges.
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