Triunfo Arciniegas es un imaginador, un bebedor de relámpagos, un enamorado del lenguaje que, asegura, toda la vida se ha dedicado con fervor a las palabras y a las historias, tanto como lector, como escritor.
Arciniegas es un escritor colombiano licenciado de la Universidad de Pamplona, se especializó en traducción de texto de la misma, y es Magister en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, con la tesis titulada La seducción de la escritura: apuntes personales sobre el proceso de la creación literaria; también fue miembro de la Unión Nacional de Escritores y del consejo de redacción de la revista Puesto de Combate.
Explica que llegó a la literatura gracias a la timidez, pues esta lo hizo solitario y la soledad lo hizo escritor; sus primeros cinco hermanos y él nacieron en Málaga, en el departamento colombiano de Norte de Santander, pero luego su padre decidió que se fueran a vivir a Pamplona, la capital de la provincia, y en Málaga se quedó su abuela.
El escritor procuró remediar la ausencia de su abuelita con cartas, y esas cartas a la abuela lo convertirían finalmente en escritor pues, si no tenía nada para contarle, se lo inventaba y de esa manera se fue sumergiendo en el mundo de las letras.
— ¿Cuántos libros tiene a la fecha y cuántos más pensaría en publicar?
— Le cuento de los últimos. “Querida Lucy” es el número 66, un libro que he trabajado muchos años, tratando de hacer un diamante de un profundo dolor. “Esopo dijo que era el burro”, el número 67, es cosecha de pandemia y estreno para la Filbo 2023. Ambos para niños, por supuesto. Con “Muertas de amor” completo 68 libros publicados. No puedo decir cuántos libros más publicaré. Ojalá sean más de cien. Ojalá la vida me alcance. Por ahora, tengo unos cuantos guardados que esperan con ansia al editor.
— ¿Cuál es su género favorito para la creación literaria?
— Me va bien con el cuento. Raymond Carver es grandioso y sólo publicó cuentos. Cuentos y poemas. Pero nunca una novela. Chejov me importa como cuentista y no como dramaturgo. Maupassant es maravilloso como cuentista y aburrido como novelista. Rulfo es absolutamente genial en ambos campos. Lo mismo pasa con García Márquez. Alice Munro es una cuentista grandiosa. Borges, el más grande de todos, nunca publicó una novela.
— ¿Y para la lectura?
— Diría que la novela. Por la continuidad. Por la fascinación que crean los personajes. Porque mientras se lee una novela hay una especie de convivencia. Si hablaramos en términos de Netflix, exagerando la nota, podría decirse que el cuento es una película, y la novela, una serie. En el siglo XIX, las novelas se publicaban por entregas, como series precisamente.
— ¿De qué va “Muertas de amor”?
— Son veintidós historias de personajes atormentados por el amor, el deseo, el dolor, la desesperanza. Historias crudas, duras, escritas con delicadeza, con el placer de la sintaxis. Le puedo adelantar unos asuntos: el gozoso entierro de un payaso, la disparatada boda que remata un encuentro de escritores de provincia en la frontera, la pasión de un fotógrafo por la dueña de un delantal, las noches y los días de una familia que se deshace como pan en el agua, la incertidumbre de un libro que se transforma en cada lectura, una mano abandonada en un bosque y la agonía de una muchacha embriagada por olor de hombre y la belleza de un conejo. Ahí van siete. Quedan quince.
— ¿Con qué fin publica este libro?
— He trabajado en este libro más de veinte años y ya es hora de darle cierre. Publicar es una manera de apartarse del libro. He tenido suerte: Tusquets ha hecho una edición preciosa. Y tengo la suerte de que Juan David Correa, el editor, haya escogido una fotografía mía para ilustrar la tapa.
— ¿Cómo hace para escribir exitosamente libros para niños y para adultos?
— Es curioso. Roald Dahl, a quien considero el mejor escritor de libros para niños del mundo entero, escribía cuentos magistrales para los adultos. Mis dos primeros libros no son para niños: El jardín del unicornio y otros lugares para hombres solos y Noticias de la niebla. También tengo un libro de poemas, Mujeres. Y una novela, Dulce animal de compañía.
Podría decirse que habito las dos caras de la luna: la luminosa y la oscura. Escribir para niños deja ciertos asuntos represados. Además, la sintaxis en la escritura para niños es simple y básica. Hay que recurrir a la narración lineal o los lectores se extravían. Así que quedan las ganas de retorcer el lenguaje y de navegar en aguas más oscuras y profundas.
— Octavio Escobar escribió: “El oficio literario no se improvisa, tampoco el empeño de conocer a las mujeres. Triunfo Arciniegas ha sabido perseverar en ambos propósitos”: ¿Cómo va con eso?
— Me va mejor con el oficio literario.