Mujeres valientes, que viajaron desafiando las fronteras propias y las de las selvas, mares, montañas, llanuras y ciudades. De eso se trata Viajeras, el nuevo libro de Silvina Quintans, editado por El Ateneo. La periodista y abogada nos invita a recorrer el mundo de la mano de mujeres valientes y pioneras que desafiaron las convenciones sociales de su época para explorar nuevos horizontes.
Quintans repone las historias de diez mujeres emblemáticas. Por ejemplo, Nellie Bly, la periodista que dio la vuelta al mundo en 72 días -menos de lo que imaginó Julio Verne-; Anne Bonny y Mary Read, mujeres que se vistieron de hombres y fueron las “piratas del Caribe”; Flora Tristán, pionera del feminismo, cuyo viaje tenía como objetivo reclamar sus derechos y, en definitiva, intentar cambiar el mundo y sus mandatos. En las páginas de Viajeras también están las historias de dos argentinas: Ada Elflein, la cronista que alentaba a las mujeres a viajar; y Ana Beker, la gaucha rubia que recorrió América a caballo.
Escrito en plena pandemia, cuando los viajes se encontraban prohibidos y la autora se vio obligada a replantearse cómo seguir adelante con su columna radial de viajes de los domingos, Quintans se asoma a la intimidad de los hogares, a los motivos que empujaron a estas mujeres a viajar, cómo la ropa cumple un rol fundamental, cómo obtuvieron los recursos para sus travesías y cómo desafiaron, cada una, los mandatos de casarse y de tener hijos, desafiando las convenciones sociales y dispuestas a explorar lo desconocido.
Te puede interesar: Flora Tristán, una feminista que desafió su época e inspiró a Mario Vargas Llosa
A través de fotos, relatos y artículos periodísticos, Quintans, que cuenta con una vasta trayectoria como periodista especializada en viajes, reconstruye las biografías de viajeras valientes -como lo hace en su espacio radial “Mujeres viajeras”, junto a Fernando Bravo en Radio Continental- en tiempos en los que los desplazamientos eran impensados y audaces.
Así empieza “Viajeras” (fragmento)
Las que dieron la vuelta al mundo
A fines del siglo XIX, en la segunda Revolución Industrial, los adelantos técnicos como el barco y el tren a vapor parecían poner el planeta al alcance de la mano. Desde la publicación de la novela La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne, en 1872, los desafíos para viajar alrededor del globo estaban a la orden del día. Nellie Bly y Annie Londonderry partieron desde Estados Unidos para recorrer el mundo en esa época, mientras los movimientos de mujeres reclamaban el derecho a votar, trabajar, sostenerse económicamente y —por qué no— también a viajar.
Nellie Bly. La periodista que dio la vuelta al mundo en 72 días (1889-1890)
“Es solo una cuestión de 45.000 kilómetros, 75 días y 4 horas hasta que esté de regreso”, pensó Nellie Bly, mientras el Augusta Victoria dejaba atrás el puerto de Nueva York, en una mañana serena, a finales de 1889. Iba en busca de un sueño, pero algo la incomodaba, su cuerpo temblaba ante todo tipo de fantasías: se preguntaba si alguna vez volvería, si tendría que soportar calores o fríos intensos, si naufragaría en una tormenta, si se enfermaría de fiebres que la harían delirar. “Me sentía como me imagino que se sentiría alguien a quien encerraran en una cueva oscura como la medianoche y le dijeran que toda clase de horrores se agazapan en las sombras, dispuestos a devorárselo”, escribió más tarde.
La intrépida Nellie, la periodista que no había dudado en hacerse pasar por enferma mental para reportar las terribles condiciones en las que se internaba a las pacientes, la que había cuestionado al dictador Porfirio Díaz en México, la que se había convertido en obrera para dar voz a las trabajadoras, quería bajarse del barco. Ella, Nellie, la que había propuesto a su editor romper un récord de ficción y dar la vuelta al mundo en menos de 80 días, ahora sentía miedo.
Por la noche, mientras cenaba con el capitán y otros pasajeros en una larga mesa, tuvo que levantarse tres veces para que el mareo no la traicionara frente al resto de los comensales. No pudo retener ni un bocado, el cuerpo se libraba de la comida como si quisiera espantar las sombras.
Te puede interesar: La apasionante historia de Nellie Bly, pionera del nuevo periodismo en el siglo XIX
Tuvo que pasar casi un día entero en la cama para recuperar las fuerzas. Entonces, se despertaron su apetito, su poder de observación y sus ganas de devorar el mundo. La travesía hasta Southampton, Inglaterra, duró una semana, en la que, luego del impacto inicial, se sintió protegida por la calidez de los demás pasajeros y los ritmos que marcaban las comidas y las conversaciones. Cuando bajó del transatlántico en un oscuro y neblinoso muelle inglés, sintió que dejaba atrás aquel confortable mundo en miniatura para enfrentarse, nuevamente, a la incertidumbre del viaje.
La huérfana solitaria
Elizabeth Jane Cochran había nacido el 5 de mayo de 1864 en Cochran’s Mills, Pensilvania, lugar que tomó el nombre de su padre, Michael Cochran, quien comenzó trabajando como obrero y se convirtió en un exitoso comerciante y respetable juez de la localidad.
Michael se casó dos veces, tuvo diez hijos con su primera esposa y cinco más con Mary Jane Kennedy, la madre de Elizabeth. La familia tenía un buen pasar y la niña se crio sus primeros años en una situación privilegiada. Pero, en 1871, Michael Cochran murió y su esposa quedó a cargo de los niños. La sucesión debía repartirse con los diez herederos del matrimonio anterior, así que tuvieron que dejar la mansión familiar e intentar conseguir algún sustento.
Mary Jane se casó en segundas nupcias con un hombre cruel y abusador que la amenazó varias veces con una pistola en público. La relación fue tan violenta que la madre huyó con sus cinco hijos y pidió el divorcio, algo muy inusual para la época. Huérfana de padre y víctima de violencia familiar, Elizabeth supo desde chica que debía sostenerse por sus propios medios. Se matriculó en la Escuela Normal de Indiana para recibirse de maestra, pero las dificultades económicas solo le permitieron estudiar durante un semestre. Su educación fue muy básica porque desde joven tuvo que contribuir a la economía familiar con trabajos precarios.
Nellie leía con avidez todo lo que tenía a su alcance. Cada semana seguía las columnas de Erasmus Wilson, periodista estrella del Pittsburgh Dispatch que firmaba sus textos con el seudónimo “Quiet Observer” (Observador silencioso). Pero el interés de Nellie se convirtió en furia cuando leyó una columna titulada “¿Para qué sirven las chicas?”, en la que el periodista insistía con que las mujeres estaban destinadas a ser los “ángeles del hogar” y con que era una “monstruosidad” que salieran a trabajar. En tono sarcástico llegó a sugerir: “En China matan a las niñas. Quién sabe si este país quizás tenga que recurrir a esto en algún momento”. Nellie envió al diario una carta firmada bajo el seudónimo “Lonely Orphan Girl” (Huérfana solitaria), en la que refutaba con ferocidad el artículo de Wilson.
El editor, George Madden, quedó tan impresionado con la respuesta que al día siguiente publicó un anuncio en el que invitaba a la “Huérfana solitaria” a que se contactara con la redacción. Elizabeth decidió acudir en persona y se sorprendió cuando el hombre le encargó que escribiera un artículo sobre “la esfera de las mujeres”. Así comenzó su carrera en el periodismo, con una nota titulada “The Girl Puzzle” (El rompecabezas de la chica).
Quién es Silvina Quintans
♦ Es periodista por TEA y abogada por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
♦ Desde 1998 se dedica al periodismo gráfico, radial y televisivo. Ha publicado en medios como Clarín, Perfil, Página 12, La Nación, entre otros. Fue colaboradora del suplemento “Viajes”, del diario Clarín y, actualmente, colabora con la revista Lugares.
♦ Ha escrito gran cantidad de guiones para documentales televisivos de cultura, arte, viajes e interés general.
♦ En 2011 publicó en coautoría el libro de crónicas Ser madre después de los 40. Historias reales de nuevas maternidades (Ediciones B).
♦ Desde 2011 se desempeña como columnista con amplia agenda de temas de información general en el programa de Fernando Bravo, en radio Continental. Allí también produce y realiza los segmentos “Mujeres viajeras” y “La valija viajera”.
Seguir leyendo: