“Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás”, dice la oración de Santo Tomás Moro para pedir por el sentido del humor que el Papa Francisco incluye diariamente en sus rezos. El pontífice asocia el sentido del humor directamente con la belleza y lo considera una forma simple de ayudar a las personas. Y algo de eso se ve en el documental Amén, que se acaba de estrenar y que él protagoniza: sobre su escritorio aparece un libro que tiene que ver con el humor.
En 2008, siendo aún el cardenal Jorge Bergoglio, destacaba en una entrevista con el canal 21 del Arzobispado de Buenos Aires su admiración por el humor de Niní Marshall y de Pepe Biondi, que “no eran groseros y hacían reír a todo el país”, a diferencia de “la TV basura”, que “empacha el alma de la gente”.
Además, el periodista especializado en temáticas vinculadas a la Iglesia católica y otros cultos, Sergio Rubin, cuenta que el Papa ha sido un gran entusiasta de las películas de Tita Merello, a quien visitó en la Fundación Favaloro e impartió el sacramento de la unción de los enfermos. Recientemente, Rubin ha publicado El Pastor. Desafíos, razones y reflexiones de Francisco sobre su Pontificado (Ediciones B, 2023) junto a su colega italiana Francesca Ambrogetti.
Hoy pasaron casi quince años de aquella charla televisiva y Francisco cumplió en marzo su décimo aniversario al frente del Vaticano. Años en los que supo demostrar una actitud de apertura para la compresión de las realidades de nuestro tiempo.
En este marco, el Papa se dispuso en junio pasado a contestar las preguntas de diez jóvenes hispanoparlantes de Argentina, Colombia, España, Estados Unidos, Perú y Senegal, seleccionados por los realizadores españoles Jordi Évole y Màrius Sánchez para su documental Amén: Francisco responde.
El resultado se estrenó el miércoles 5 de abril. En las primeras escenas, puede verse al grupo reunido en los momentos previos al comienzo de la entrevista, mientras una de las chicas comenta que “todos aquí estamos nerviosos”. Al llegar el pontífice, se hace de repente un silencio, que Francisco se encarga rápidamente de romper con comentarios en tono chistoso que logran distender el ambiente.
Fue en esta atmósfera que procedió a abordar con seriedad los planteos de los jóvenes, vinculados sobre todo al drama de los migrantes, al sexo, al aborto, y a las contradicciones de la iglesia. Además, una participante procedió a entregarle, “con amor y respeto”, un pañuelo verde de la campaña por el derecho a decidir y le preguntó si acaso sería mejor cristiana de no ser feminista.
En los diferentes planos de la película, el Papa aparece rodeado de diversos objetos, como por ejemplo su bastón, que evidencia cierta dificultad para caminar, pero sobre todo, de numerosos libros apoyados en estantes y mesas. Entre ellos, sobresale un ejemplar de Las travesuras de Niní: los mejores libretos de Catita, Cándida, Niña Jovita y otras criaturas, publicado por Planeta como parte de su colección “La garganta mecánica” en 1994.
Hoy agotado, el volumen compila una serie de guiones de Niní Marshall acompañados de fotografías y prólogos para cada uno de los personajes, firmados por prestigiosas figuras del espectáculo como Tato Bores, que la compara con Cantinflas y con Charles Chaplin o Enrique Pinti, que subraya que “fue una mujer absolutamente coherente con la ideología de una artista”, además de Edda Díaz, Marcos Mundstock, Soledad Silveyra y China Zorrilla.
En la contratapa, el periodista Jorge Guinzburg admiraba el “gran poder de percepción que le permitió captar y representar a muchas de las idiosincrasias que existen en la Argentina”; Mirtha Legrand la califica de “número uno” por su ingenio, inteligencia y audacia y Gabriela Acher afirma que Niní tenía esa “cualidad maravillosa de los grandes: querías traértela a casa y guardarla en tu mesita de luz”.
Quizá el Papa conserva su ejemplar al alcance de la mano para tener siempre presentes las palabras de Catita. De hecho, cuando Rubin y Ambrogetti conversaban con él para su anterior libro biográfico, El Jesuita acerca de los desastres del último siglo, les respondía: “No hay que asustarse por las calamidades. Me viene a la mente el personaje de Catita que interpretaba Niní Marshall. Cuando alguien le contaba una calamidad, ella expresaba: ‘Dígamelo a mí, señora’. Uno siempre puede decir ‘dígamelo a mí, señora’. Siempre hay una experiencia peor”.
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