El legado de Borges: qué propone la Biblioteca Nacional para que no termine en Estados Unidos

A partir de la muerte de María Kodama hubo voces, como la de Beatriz Sarlo, que pidieron que la obra del gran escritor fuera manejada por esta institución. Qué opinan sus especialistas.

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Biblioteca. Jorge Luis Borges con
Biblioteca. Jorge Luis Borges con sus libros en su casa, Buenos Aires, , 1983. (Christopher Pillitz/Getty Images)

Después de las controversias y las posibles consecuencias que pueden surgir en torno al legado de Borges tras la muerte de María Kodama, finalmente habló la Biblioteca Nacional. Laura Rosato y Germán Alvarez, directores del Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges, que depende de la Biblioteca, expresaron sus opiniones en respuesta a una nota de Infobae en la que un grupo de intelectuales entre los que estaban Beatriz Sarlo, Carlos Gamerro y Guillermo Martínez, compartía sus ideas sobre cómo preservar la biblioteca personal y el archivo de Borges.

Rosato y Alvarez son los autores de Borges. Libros y lecturas, un libro clave con el que, luego de años de una investigación que casi los convierte en personajes borgianos, encontraron alrededor de mil libros con los que Borges trabajó en los años en que fue director de la Biblioteca Nacional. A partir de las notas que Borges hizo sobre esos libros hoy se ha logrado tener una nueva mirada sobre la forma en que la lectura era para él un motor y una herramienta de la escritura. Rosato y Alvarez también participaron en la importante adquisición de la biblioteca personal de Adolfo Bioy Casares, que consta de 17.000 ejemplares.

Con esas dos experiencias, sus voces son más que autorizadas. En esta entrevista hablan de los mecanismos que tiene la Biblioteca para adquirir las colecciones de los escritores, de la función del Estado en la preservación de los bienes culturales, el papel que deberían desempeñar los privados en las donaciones y también de cómo en los últimos tiempos podría haber habido un acercamiento entre Kodama y Alejandro Roemmers, que tiene una importante colección de libros y manuscritos de Borges, para que esos documentos fueran donados a la Biblioteca.

-¿Por qué la Biblioteca Nacional es el lugar ideal para recibir los libros y manuscritos de Borges?

-Laura Rosato: Yo diría: por qué no. ¿Hay otro lugar mejor que la Biblioteca para recibir, no solo los de manuscritos y documentos de Borges, sino los todos de escritores argentinos? Lo que manifiestan las notas y los comentarios que salieron estos días sobre Borges tiene que ver con el deseo de que el legado de una figura tan notable quede en un archivo público, un lugar que sea para todos. La Biblioteca ha dado muestras de que es un lugar posible para albergar ese tipo de materiales, donde no solamente es conservado —que parece lo obvio— sino que es puesto en valor a partir del trabajo y la investigación.

Borges en la Biblioteca Nacional.
Borges en la Biblioteca Nacional.

-En estos días se hablado también sobre la necesidad de crear una ley que protega el legado de Borges como patrimonio cultural.

-Laura Rosato: El derecho a la propiedad privada es inalienable y la declaración de herederos está antes que cualquier cosa que pueda suceder con un bien. Inclusive hay un tiempo para que la cosa pase al Estado si no tiene herederos. Eso no inhabilita el sueño de imaginar lo que expresaron muchas personas, que la Biblioteca Nacional sea el lugar correcto para albergarlo.

-Germán Álvarez: La nota de Infobae, donde Beatriz Sarlo y Guillermo Martínez dicen que, si no hubiera herederos todos los bienes —sobre todo la biblioteca y el archivo de Borges— deberían pasar a la Biblioteca Nacional, acusa un defecto de las políticas de Estado por no tratar de conservar aquellos archivos y aquellos materiales. Eso está muy claro en el caso Borges, cuyas colecciones privadas más importantes, salvo una, se han ido al exterior. Por supuesto, como dice Laura, hay que respetar la propiedad privada de los coleccionistas, que hacen con sus bienes lo que mejor les parece. La mayoría de las colecciones importantes de Borges se encuentran en universidades de Estados Unidos y la Biblioteca es un poco carente de eso.

-¿Cómo es la situación de la colección de Alejandro Roemmers? En 2019, cuando él habló con Alberto Fernández para donarla, María Kodama dijo que eran materiales robados.

-Germán Álvarez: En el último tiempo, habíamos tenido conversaciones con María Kodama en términos de esa colección. La intención de Roemmers es que la colección quede en el país y para ello, la Biblioteca sería el mejor lugar. Nosotros habíamos llegado a un acuerdo con María, que era que si Roemmers donaba todo ella iba aceptarlo.

El empresario Alejandro Roemmers.
El empresario Alejandro Roemmers.

-Laura Rosato: Lo importante era que esa colección se quedara en la Biblioteca. Finalmente, para ella iba a ser una tranquilidad. Esa fue la última conversación que tuvimos con ella.

-Germán Álvarez: Quiero remarcar que María era totalmente consciente de lo importante que era una donación de ese estilo al Estado, que iba a terminar con las suspicacias sobre el origen de los manuscritos

No importa cómo llegan, pero llegan.

-Germán Álvarez: Y llegan a un lugar que es un campo abierto. La Biblioteca es un lugar abierto a todos los pensamientos, a todas las direcciones. Ella se podía reunir con el donante y hacer las paces y en ese paso se blanqueaba toda la colección, se terminaban con los litigios, los desencuentros. Una institución como la Biblioteca Nacional ponía todo en el mismo nivel superior.

-Supongamos que los herederos de María Kodama evaluaran la posibilidad de llevarla a la biblioteca. ¿Cómo prevén que esa obra puede ser puesta en valor?

-Laura Rosato: Lo más valioso del archivo de Borges es su biblioteca, que es el material con el que esencialmente nosotros trabajamos. Es nuestra especialidad. Más que los manuscritos o los textos con correcciones, el eje de nuestro trabajo ha sido desde siempre la biblioteca de autor. Si llegase a la Biblioteca se completaría la colección que tenemos, porque hemos rastreado ítems de esa biblioteca personal en otros reservorios, y también se integraría a la otra gran biblioteca que se donó hace un par de años, que es la biblioteca de Adolfo Bioy Casares, que también contiene partes de la biblioteca de Borges.

Jorge Luis Borges en su
Jorge Luis Borges en su casa en 1983 (Christopher Pillitz/Getty Images)

-Germán Álvarez: De todas maneras, me gustaría ser cauto porque, si bien el material completaría nuestras colecciones de una manera increíble, la Fundación Borges siempre se manejó como una entidad aparte. Esa biblioteca fue siempre muy cara a María y siempre la resguardó. Fue muy celosa de esos libros. Hay que ser cautos en cuanto a que, si eso no sucedió en vida de María Kodama, ahora tiene una lejanía mayor. Salvo que suceda algo que no estamos contemplando ahora mismo, como es una venta.

-Laura Rosato: En general, cuando el legado no es de las personas implicadas se aleja la posibilidad de recibirlo. Las cosas van perdiendo el aura y se transforman en bienes. Para recibir la biblioteca de Bioy hubo que recurrir a la intervención de terceros, que facilitaron el capital para adquirir ese material y que quedara en la biblioteca. Al no existir una legislación por parte del Estado para la protección y para la determinación de que algo es un bien cultural, se pierde la relación. En el caso de la biblioteca de Borges es un anhelo, pero sabemos que es muy dificultoso lograr que esas cosas terminen en el ámbito público.

-¿Cómo fue el trabajo para que los libros de Bioy llegaran a la biblioteca?

-Laura Rosato: A nosotros nos enorgullece mucho haber participado en ese proyecto. Nosotros nos involucramos en el 2012, cuando la gestión de Horacio González pensó en adquirir esa colección. Nos pidieron que hiciéramos una evaluación del material, que no fue ponerle precio porque no es nuestro expertise, sino definir si era importante para la Biblioteca. En aquel momento empezaron negociaciones, pero no se arribó a un acuerdo con los herederos. Y cuando Alberto Mangel asumió al frente de la Biblioteca, cómo él tenía la idea de adquirir patrimonio, le propusimos recomenzar las negociaciones con los herederos de Bioy. Pero esta vez ya no con la intención de lo adquiriera el Estado, sino buscando donantes. Se hizo una especie de scouting de donantes, que adquirieron la colección e inmediatamente la cedieron a la Biblioteca Nacional. La Biblioteca nunca manejó el dinero.

La sede de la Biblioteca
La sede de la Biblioteca Nacional en la calle México, en Buenos Aires.

-¿Cómo es el estado de avance de la catalogación y la investigación de esos volúmenes?

-Laura Rosato: La biblioteca de Bioy se incorporó un poco antes de la pandemia y la pandemia retrasó bastante el trabajo de catalogación y preservación que requiere. Cuando adquirimos esa biblioteca, presentamos un proyecto a Mecenazgo para constituir una unidad especial dedicada exclusivamente a Bioy, que no salió. Es difícil financiar una unidad especial, por lo que la catalogación y el tratamiento de ese material sigue los cauces naturales del tratamiento del material en la biblioteca. Va más lento de lo que hubiéramos aspirado con un área dedicada a eso, pero se avanza. Uno puede ver ya no sólo el trabajo de catalogación, sino el de preservación sobre ejemplares que estaban al borde de la pérdida y hoy están perfectos, pues los han restaurado perfectamente. Eso demuestra una seriedad respecto del trabajo.

-Germán Álvarez: Ese material tan especial necesita un tratamiento especial. Más allá de las virtudes de la Biblioteca, la expertise de los bibliotecarios, de la gente de restauración, se necesita un tratamiento especial. Una de las condiciones de esa donación era que los libros terminaran en el edificio de la calle México, la antigua Biblioteca Nacional. Estamos en ciernes de la reinauguración del lugar. Aspiramos a que esa colección vuelva a ahí y sea catalogada por un grupo especial de bibliotecarios y de entendidos en Bioy, tanto del país como del exterior. La albacea que participó de la venta también tiene que participar. Es una catalogación mucho más profunda que la parte formal que se puede hacer en la Biblioteca. Hay que tomar los libros en relación al contexto en el que están, incluyendo cuáles eran los regalos, qué dicen las dedicatorias. Otra cosa que quería señalar es que el precio que se consiguió para la adquisición de la colección fue muy favorable para los donantes. Hoy lo podemos decir: se le ganó a una universidad del exterior.

"Borges, libros y lecturas", libro
"Borges, libros y lecturas", libro de Laura Rosato y Germán Álvarez (portada de la reedición)

-Las negociaciones para adquirir la biblioteca de Bioy tomaron siete años. Es un trabajo de largo aliento. Si se comenzara ahora con la de Borges, podría resultar que la reciban en 2030.

-Germán Álvarez: Esos son los tiempos de las instituciones como la Biblioteca Nacional, que cuenta con más de 200 años de historia. En ese caso me parece totalmente adecuado. Estamos preparados para esos tiempos. Por eso es la institución adecuada para conservar este tipo de material.

-La biblioteca de Bioy tenía 17.000 ejemplares. Subrayo el número porque me parece una cantidad inmensa que hace al acervo de la Biblioteca Nacional. ¿Tienen idea de la cantidad de ejemplares de Borges?

-Germán Álvarez: La biblioteca de Borges es de otra naturaleza. No debe tener más de 3.000, 4.000 ejemplares. Borges nunca tuvo muchos ejemplares, pero simbólicamente tiene un valor incalculable. Como dice Vila Matas, es una biblioteca tan mítica como la del Capitán Nemo. Borges fue el gran lector del siglo XX. Contar con su biblioteca es de un valor simbólico incalculable. ¡Tener la biblioteca del autor de Pierre Ménard es incalculable! El núcleo duro de la biblioteca son 4.000 ejemplares. Y, luego, a través del tiempo, María ha comprado una serie de colecciones que lo completan.

-A partir del trabajo que hicieron con Borges. Libros y lecturas, me imagino el impacto de estar junto a la biblioteca con la que convivía.

-Laura Rosato: Justamente en relación al trabajo que hicimos, la biblioteca de Borges, además un valor escritural, tiene un valor de manuscrito, un valor de pretexto. Es un instrumento de trabajo. Para Borges, la lectura era prácticamente la materia de su escritura.

-Germán Álvarez: En los ochocientos, mil volúmenes que conserva la Biblioteca se abrieron un montón de llaves. Y esta biblioteca tiene distintos fondos: tiene un fondo general, uno de lectura sobre matemáticas, sobre física, sobre religión, sobre filosofía y, dentro de esa gran variedad, tiene una biblioteca que, si bien es pequeña, debe ser la más importante de Sudamérica en temas del anglosajón, de literatura inglesa antigua. Que era lo que Borges leía en su última etapa.

-Laura Rosato: Y tiene una biblioteca dentro de una biblioteca, que es la Enciclopedia Británica.

-Germán Álvarez: Es una enciclopedia que María quería tanto y que no la tenía en la Fundación sino en su departamento de Rodríguez Peña. Por eso, nosotros nunca la vimos. Y está la enciclopedia Brockhaus, la Espasa Calpe, la de Montaner y Simón. Tiene todos los libros de argentinismos que utilizó Borges en su etapa criollista. Son miles de llaves que abrirían puertas en la obra borgiana sin ninguna duda. La biblioteca es valiosísima.

María Kodama. Dudas ante la
María Kodama. Dudas ante la muerte de la viuda de Borges.

-En los últimos tiempos la Biblioteca recibió donaciones de bibliotecas particulares y quiero destacar el trabajo de Leopoldo Brizuela, a quien recuerdo con mucho afecto. ¿Cómo se logró que los libros de los escritores fallecidos quedaran en la biblioteca?

-Laura Rosato: Hay tradición de donaciones que hicieron rica a la Biblioteca Nacional. Desde su fundación fue hecha a través de donaciones...

-El propio Borges, cuando llegó a la biblioteca, logró que los amigos donaran libros.

-Laura Rosato: Exactamente, la famosa donación de manuscritos que organiza con Manucho Mujica Lainez. Creo que es algo que se perdió en un periodo bastante oscuro en la Biblioteca, donde hubo falta de presupuesto, de personal, de espacios. Se abandonó el prestigio de delegar tu biblioteca a la Biblioteca Nacional. Humildemente creo que, por lo menos en los últimos 20 años, venimos trabajando de una manera muy diferente en la Biblioteca. Y en el proyecto de Leopoldo había algo de risueño en que fueran los mismos escritores o los familiares más cercanos los que donaran rápidamente sus archivos y sus bibliotecas a la Biblioteca Nacional. En la medida en que esos patrimonios se vuelven patrimonios monetarios, los tenedores quieren un tipo de beneficio. No seamos ingenuos: si heredás el archivo de Borges, sabés que tiene valor. Yo no lo juzgo mal. En todo caso, tendríamos que apuntar a: uno, construir un marco legal que haga que la Biblioteca sea la primera opción o la opción privilegiada, como tienen otros países; dos, que sea más amplia la determinación del patrimonio cultural para que incluya a las bibliotecas de autor; y tres, fomentar la sensibilidad de los capitales para que intervengan en la adquisición de los documentos.

-Si un heredero concibe un patrimonio cultural como un bien, habría que encontrar a alguien que pueda poner el dinero para comprar ese bien y devolverle el estatuto de patrimonio cultural.

-Laura Rosato: Es la manera. Al menos en los últimos tiempos así se ha dado el ingreso de ese material. Salvo casos excepcionales, como la biblioteca del doctor Burucúa, que él mismo donó ejemplares de su biblioteca a la Biblioteca Nacional. La Biblioteca no puede cotizar compras en dólares, porque el Estado no usa esa moneda. O sea que vamos a estar siempre por detrás de lo que pueda ofrecer una institución de afuera. Y si lo adquiere una universidad extranjera, eso ya no vuelve, no hay forma de comprarlo.

-Germán Álvarez: Yo quiero destacar que Adolfo Bioy dijo abiertamente en notas periodísticas que iba a donar su biblioteca personal a la Biblioteca Nacional. Su deseo era que su biblioteca permaneciera en la Nación y que perteneciera a los fondos de la Biblioteca Nacional. Y luego tenemos el caso de Borges, que, por supuesto, hizo una donación en vida.

-Los libros que donó en 1973.

-Germán Álvarez: Exactamente. Fue una donación secreta, pero fue un adelanto de su donación. Él tenía gran cariño por la institución y deja esos libros que son como una botella al mar o una carta al futuro, que fueron descubiertos 35 años después. Esos dos legados son clarísimos. Afortunadamente, uno se hizo efectivo y el otro, después de unos años, se pudo adquirir.

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