Desde esta noche, cuando aparezca la primera estrella en el cielo, las comunidades judías de todo el mundo celebran Pesaj, más conocida como la fiesta de la libertad.
Hasta el 13 de abril se recordará el paso de la esclavitud del pueblo judío en Egipto hacia la libertad, hacia el peregrinaje a la Tierra Prometida. El relato bíblico del Éxodo vuelve cada año al presente y cada familia lo evoca agregándole su cuota personal al ritual colectivo. Tradición y modernidad, narración y comida, esas son las bases de esta conmemoración, que en este caso se concentran sobre todo en la primera noche, donde las familias se reúnen alrededor de una mesa para tener lo que se conoce como Seder (orden) y leer la Hagadá (relato), el libro pensado especialmente para los niños, porque se le da centralidad a la transmisión oral de la historia.
El orden de la cena estipula una serie de pasos en los que se deben comer comidas amargas que representan la opresión de la esclavitud. Y, durante el lapso de toda la festividad, está prohibido comer lo que se conoce como jametz, esto es, cualquier harina que haya leudado. ¿Por qué? Porque en el tránsito hacia la libertad, no hubo tiempo para que fermentara el pan y eso debe ser recordado. En estos días, se come harina de matzá, no fermentada, y es un elemento central del seder. Hay diferentes costumbres y reglas, dependiendo de si se sigue la costumbre europea (ashkenazí) o medioriental (sefaradí), pero lo importante es que no se puede comer ni beber nada que haya levado. Son días de palabras y de sabores, de recuerdos y de reflexiones que primero entran por el cuerpo.
“En qué se diferencia esta noche de todas las otras noches?”. Con esa pregunta comienzan las Cuatro Preguntas de la Hagadá, en las que se explica de manera sencilla a los niños de qué se trata esta celebración. Las Cuatro Preguntas, o las Ma Nishtaná, dicen:
¿En qué se diferencia esta noche de todas las otras noches?
En todas las noches no precisamos sumergir ni siquiera una vez, ¡y en esta noche lo hacemos dos veces!
En todas las noches comemos jametz o matzá, ¡en esta noche solamente matzá!
En todas las noches comemos cualquier clase de verdura, ¡esta noche maror! (comida amarga)
En todas las noches comemos sentados erguidos o reclinados, ¡esta noche todos nos reclinamos!
Tomando esa estructura litúrgica como base, el multipremiado escritor israelí David Grossman escribió un texto que conecta aquella lucha por la libertad con las protestas actuales dentro de Israel, donde una porción cada vez mayor de la sociedad se moviliza hace más de tres meses contra lo que ven como un intento de golpe de Estado por parte del primer ministro, Benjamin Netanyahu. “Esta noche es diferente porque nosotros, los que protestamos, somos diferentes. Nosotros, los que no sabíamos que teníamos tanta fuerza. Nosotros, los que no sabíamos que teníamos tanta determinación, tanta perseverancia. Nosotros, los que no nos habíamos dado cuenta de cuánto pertenecemos a este Estado. Pertenencia, cuidado, solidaridad: palabras que toman dimensiones existenciales y solidez a medida que esta noche recae sobre nosotros”.
Y sigue: “Nosotros, los que no nos imaginábamos cuánto amor teníamos escondido por el modo de vida que pudimos lograr aquí en Israel. Claro, es un modo de vida que contiene fallas e injusticias y, sobre todo, representa la represión de un hecho intolerable: que somos una nación que ha ocupado a otra nación por 55 años. De todos modos, y contra todos los pronósticos, aquí en las costas del Mediterráneo hemos creado un Estado como ningún otro. Puede que no sea la utopía imaginada por Theodor Herzl en El Estado Judío, o la visión idílica de nuestra Declaración de la Independencia. Pero lo que salió de innumerables esperanzas, desilusiones, ansiedades y fuerzas creativas, lo que salió de todo eso es un Estado fuerte y único que puede superar todas sus divisiones. Un Estado que ha logrado no sólo funcionar sino también florecer por 75 años, aunque lo haga tambaléandose como un equilibrista”.
“Pero después vino este intento repentino de hacer estos cambios legislativos, este intento de nacionalizar el ADN del país”, continúa el autor de La vida entera y Gran Cabaret, “y de repente todo se destrozó. ¿Entonces en qué se diferencia esta noche de todas las otras noches? La razón es ustedes, nosotros, todos nosotros, que ya no aceptamos mantenernos en silencio. Nosotros, que salimos a la calle a manifestarnos. A gritar, a rugir. Nosotros, los que nos negamos a aceptar el espectáculo vacío de una media democracia, de una demi-cracia. Estas son las cosas que son diferentes esta noche, y que van a continuar siendo diferentes en los días y noches por venir”.
Grossman, uno de los autores israelíes más conocidos en el mundo y un crítico de muchas de las políticas de los gobiernos de su país, leyó este texto en su discurso del sábado pasado en Jerusalén, donde se congregaron miles de personas que desconfían de la “pausa legislativa” anunciada por Netanyahu. En el tramo final de su arenga, retomó el espíritu de Pesaj para darle una vuelta de tuerca. “Y les contarás a tus hijos, dice la Hagadá. Pero el adagio ha sido revertido: y tus hijos te contarán a vos. Ustedes, la juventud de Israel, los hombres y mujeres jóvenes, son más valientes que nosotros. Más tenaces. Tal vez esto se deba parcialmente a que ustedes enfrentan fuerzas más poderosas, insensibles y desenfrenadas que las que tuvimos que enfrentar nosotros. Tal vez sea también porque sienten que no tienen alternativa. Y eso es otra cosa que hace que esta noche sea diferente a todas las otras noches: ahora vemos claramente que somos la última línea de defensa del Estado de Israel contra la pura tiranía. Por eso esta noche es diferente a todas las otras noches. Jag sameaj (felices fiestas)”.
Grossman también publicó este texto en una edición colectiva que se llama Hagadá de la Libertad, una historia de protesta y esperanza. Se trata de un librito de 33 páginas, que se viene distribuyendo en hebreo a lo largo y ancho de Israel desde hace una semana, y que se publicó en una edición bilingüe inglés-hebreo, de manera digital. De la obra, que retoma elementos de la liturgia para combinarlos con la disputa por el presente, también participaron el escritor Etgar Keret, cuya obra fue traducida al castellano, la dramaturga Ilana Bernstein, la actriz y directora Shira Geffen y otros grandes nombres de la literatura y el arte israelíes.
Se trata de un proyecto financiado desde las bases mismas de la protesta, con fondos recolectados de manera colectiva, y que también se distribuyó gracias al trabajo de numerosos voluntarios. Se estima que son alrededor de 150.000 ejemplares los que están circulando, sin contar la circulación online, y los organizadores confían en que estas palabras puedan tener un efecto de esperanza y movilización.
“La idea principal de la Hagadá es hablar sobre la libertad, así que fue muy sencillo vincularnos a este tema. Si hay una persona que no veía los riesgos de lo que está pasando y después de leernos se decide a apoyar la lucha, vamos a estar muy felices al respecto”, le dijo una de las organizadoras de la movida, Sigal Naim, al diario Haaretz.
En Israel, las universidades y escuelas están cerradas desde el domingo pasado y hasta el próximo 16, mientras que los comercios y oficinas públicas trabajarán de manera intermitente durante estos días. El 17 y 18 se conmemorará el Día de la Shoá, el 24 y 25 el Día de los Caídos y el 25 y 26 el Día de la Independencia. Suelen ser fechas de reunión familiar, introspección y festejos multitudinarios en las calles en el último caso. Todo parece indicar que este año, al igual que esta noche, será diferente a todos los demás.
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