En la novela Ellas hablan, que fue retomada por la actriz y directora Sarah Polley en la película del mismo nombre que hace unos días obtuvo el Oscar al mejor guión, la autora canadiense Miriam Toews recupera lo sucedido en una colonia menonita de Bolivia entre 2005 y 2009, para articular una narración organizada principalmente a partir de los testimonios de un grupo de mujeres que decidieron poner en palabras un conjunto de violencias sufridas hace años.
Según contó Polley en una entrevista con la revista Vanity Fair se encontró con el libro de Toews en un club de lectura y “rápidamente” quedó “impresionada con la historia”.
“Me golpeó por dentro de una manera casi transformadora. Todas las preguntas fundamentales que plantea sobre la naturaleza humana, el perdón, la fe, y sobre cómo hacer para que el mundo cambie a mejor de alguna manera. Es como que un libro tan pequeño contenía todo un mundo enorme. Cuando lo terminé sentí una esperanza algo desconcertante”, dijo en la misma nota.
Así que después de más de una década del estreno de su primera película como directora, Lejos de ella, estrenada en 2006, se dispuso a trabajar en el guión de esta historia, para lo que contó con la “absoluta libertad” concedida por la escritora también canadiense Toews, y con la actriz Frances McDormand como productora pero también participando en uno de los papeles de la película. Así, Ellas hablan se quedó con uno de los premios Oscar: el de mejor guion, escrito por Polley, mientras que en la otra nominación, a mejor película, perdió ante Todo en todas partes al mismo tiempo.
La autora del libro, editado por Sexto Piso y traducido por Julia Osuna Aguilar, escribe un apunte introductorio en el que aclara que entre 2005 y 2009, “muchas mujeres y niñas se levantaban por la mañana doloridas y con sensación de modorra, sus cuerpos amoratados y sangrando, como consecuencia de haber sido agredidas por la noche”.
Primero fueron acusadas de que se trataba de una “imaginación desbocada”, pero cuando se comprobó que ocho hombres de la colonia les habían dado un anestésico para animales para dejarlas inconscientes y así poder violarlas, las mujeres lograron, en 2011, que un tribunal condenara a los responsables de estos hechos.
Enfocándose e imaginando el momento en el que ellas se empiezan a juntar para hablar, compartir lo que les estaba pasando y encontrar una forma de desarmar esa violencia, escribió su ficción la escritora canadiense, quien también es autora de otras novelas como Complicada bondad y Pequeñas desgracias sin importancia.
El Ellas hablan del título remite a que esa oralidad es el material que ocupa el centro de la novela de Toews y es clave también porque se trata de personajes que no saben leer ni escribir entonces su palabra es llevada al papel por un varón de la comunidad llamado August Epp, quien es designado secretario de las asambleas y se encarga de transcribir los discursos, los intercambios y también las discusiones acerca de qué hacer para romper la secuencia a la que se ven sometidas hace años.
De esta manera, la novela se organiza en fragmentos que van desde apuntes del personaje de August hasta capítulos que se titulan “Actas de lo dicho por las mujeres” y en los dos casos, los apuntes de él y las actas de ellas, están fechados en dos días: 6 y 7 de junio, lo que sitúa a toda la trama en ese encuentro, desarrollado en pocas horas, para poner en marcha la salida de la comunidad.
Se trata de una ficción y no tiene referencias ni a lo sucedido en Bolivia ni al tiempo histórico que se nombra en el apunte introductorio. Pero no parece ser ese caso citado antes de dar lugar a la novela el único elemento de la realidad que inspiró a Toews, ya que ella misma vivió hasta los 18 años en una colonia protestante anabaptista en Canadá.
“Me gustaría asimismo acordarme de las mujeres y niñas que viven en comunidades patriarcales y autoritarias (tanto menonitas como no menonitas) de todo el mundo. Todo mi amor y solidaridad”, escribe en los agradecimientos.
En una entrevista con la BBC en septiembre pasado cuando se publicó su más reciente novela Pequeñas desgracias sin importancia, que llegará a la Argentina en junio, la escritora decía: “En mi cabeza, todos mis personajes son siempre menonitas”. A pesar de que dejó su iglesia y la comunidad a los 18, Toews se sigue definiendo como menonita.
En esa novela el punto de partida fue el suicidio de su hermana mayor. Consultada sobre si podía tratarse de una puerta de entrada a la comunidad menonita, respondía: “Yo soy menonita. Nací y me crié en una comunidad menonita, en el primer asentamiento menonita de Canadá. Llegaron desde Rusia huyendo de la persecución durante la guerra bolchevique y la revolución”.
“Mi hermana y yo fuimos de la primera generación de migrantes menonitas en dejar la comunidad para ir a la ciudad, la universidad, y que salieron de la iglesia. Así es como crecí y esa es quien soy. Incluso si mis personajes no son abierta y obviamente reconocibles como menonitas, lo son siempre en mi cabeza. Por alguna razón, mis personajes son menonitas”, expresaba ante la BBC.
En Ellas hablan las protagonistas se debaten entre irse o quedarse y perdonar, y la diferencia entre las acciones va ayudando a determinar las decisiones del grupo. “No es huir, es irse, estamos hablando de irnos”, dice una de ellas.
¿Qué implica ese irse cuando la identidad está en tensión? El personaje de Ona, uno de los que cobra mayor protagonismo en la película de Polley, define ese acto de denuncia y de retirada de la comunidad desde la contradicción: “Algunas de las personas a las que queremos también son personas a las que tememos”.
Otra de ellas, Greta, anuncia que quiere dejar de ser menonita pero describe que es hija de menonitas, vive en esa colonia y habla esa lengua. “Todas esas cosas no te hacen menonita”, plantea y es interpelada con la pregunta acerca de qué te hace serlo.
Esa es la identidad que se tensiona cuando debaten entre pensarse lejos de la comunidad en la que fueron atacadas, quedarse y responder con violencia o perdonar. La novela pone en cuestión en esos diálogos qué implica cada una de estas decisiones y lo hace desde el decir de estas ocho mujeres que están pensando en sus vidas pero también en las de sus hijas y sus nietas.
En su versión cinematográfica, las actrices que las interpretan son Rooney Mara, Claire Foy, Frances McDormand, Ben Whishaw, Jessie Buckley, Judith Ivey, Sheila McCarthy, Michelle McLeod, Liv McNeil y Kate Hallett.
Con Ellas hablan, Toews logró armar otra conversación a partir de su experiencia en la comunidad menonita de Canadá y lo leído sobre lo que sucedió en otra comunidad, también menonita, en Bolivia, y esa conversación sin duda tuvo a Polley como aliada para potenciarla.
Fuente: Télam S.E.
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