El gobierno de Cambiemos no obtuvo grandes resultados en términos económicos pero sí logró importantes triunfos políticos: consolidó un electorado propio y afianzó una coalición política con grandes chances de volver al poder.
A partir de entrevistas con los principales protagonistas de esa experiencia, los sociólogos Gabriel Vommaro y Mariana Gené reconstruyeron las tensiones internas que atravesaron los diferentes sectores de la coalición entre 2015 y 2019, analizaron las razones del fracaso del programa económico y resumieron las principales lecciones que cada espacio sacó de su paso por el gobierno.
“Los del PRO más moderados, los más duros, los PRO-peronistas, todos hicieron balances diferentes de lo que significaron los cuatro años de Macri. Y eso es algo que ordena la interna hoy”, resumieron en diálogo con Infobae los autores de “El sueño intacto de la centro derecha”.
¿Qué cambios implementarían en base a su experiencia de gobierno? ¿Cómo enfrentarán el desafío de la derecha radical que encarna Javier Milei? ¿Cuáles serán las principales resistencias que enfrentará su programa de reformas?
— Tras un gobierno con malos resultados, Juntos por el Cambio llega a una nueva elección con chances reales de ganar. ¿Hasta qué punto es una victoria ideológica de la centro derecha? ¿O es solo consecuencia de la mala gestión del Frente de Todos?
Gené — Sería difícil decir que es sólo producto de la performance del Gobierno que vino después porque el gobierno de Macri terminó sacando el 41% de los votos, haciendo una remontada entre las PASO y las elecciones generales, con las marchas del “Sí, se puede” y con esa consolidación de un núcleo de votantes bastante fuerte. Logró consolidar la coalición por más que los socios habían tenido tensiones y cortocircuitos durante el gobierno.
Vommaro — Uno puede decir que el primer logro fue irse con un 40% de los votos a pesar de todo eso. Una coalición recién formada en la que sus socios todavía no se entendían del todo y en la que todo estaba construyéndose. Lo que logra hacer Macri, sobre todo en la segunda mitad, es consolidar un electorado propio. Primero porque elige un camino de más clara confrontación con el peronismo. Esta idea de la coalición antipopulista, que estaba incipientemente desde el año 2015 pero era consumida por el núcleo conservador. Si tu enemigo es el “populismo peronista” se ensancha un poco más el conjunto de gente dispuesta a entusiasmarse por eso. Hubo una elección por ese lado muy clara, favorecida por el reagrupamiento del peronismo. Eso generó un escenario bipolar que solidificó esta idea de que había dos opciones nada más.
— Les permitió actualizar su relato
Vommaro — Claro, al peronismo le permitió unirse frente al ajuste macrista y a Juntos por el Cambio le permitió actualizar la idea que ellos venían en contra de los obstáculos de la Argentina vieja, de la Argentina anquilosada, corporativa. Por ejemplo, las toneladas de piedras contra la reforma previsional. Un objeto de peso, esta idea del obstáculo frente al cambio y al avance de la sociedad que era lo que el gobierno de Macri venía a ofrecer. El PRO siempre tuvo imágenes potentes para algunas cosas.
— Durante los últimos años JxC, y más aún el PRO, pasó de un discurso más “lavado” a uno más ideologizado, ¿fue una decisión estratégica o más bien una consecuencia del surgimiento de una derecha libertaria más radicalizada?
Gené — Fue una combinación. Si pensamos en el escenario del presente, en el segundo libro de Macri, Para qué, no hay dudas que el cambio del escenario político le hizo interpretar que están dadas las condiciones para un discurso mucho más duro, más ideológico y explícito en términos programáticos. Eso tiene que ver con el contexto social actual y también con la emergencia de opciones de derecha más radicales. Nosotros trabajamos en el libro sobre la etapa final del gobierno y sobre el conjunto de marchas del “Sí, se puede”. En esa etapa la idea del populismo como el gran enemigo estaba presente, pero sobre todo hay quizás una transformación que se ve en Macri más como líder político que gestor, con un discurso mucho más duro que ya empezó en ese momento. También se fue sintiendo cada vez más cómodo también con esa movilización en las calles a las que antes el PRO se oponía porque no eran propias de un partido moderno. Pasaron a ser propias de una coalición que podía competirle al peronismo nada más y nada menos la ocupación de las calles.
— ¿Creen que un eventual segundo gobierno de Juntos por el Cambio va a apelar a esa movilización de la que antes renegaban?
Vommaro — Después del gobierno de Macri el PRO entra en una nueva situación de disputa por el liderazgo y por el control del partido. Se ordena en unas coordenadas que tienen que ver con estrategia política, no digo ideológicas porque la ideología no es muy diferente, pero sí con diferencias tácticas y estratégicas. Son la línea moderada del acuerdo y de buscar el centro versus la línea dura de ir por todo y solidificar el voto duro, el voto más de derecha. Esas dos líneas poseen perspectivas de futuro bastante diferentes en caso de que Juntos por el Cambio llegue al poder.
— ¿Juntos por el Cambio logró consensuar un programa común?
Vommaro — En el primer gobierno de Macri el programa lo puso el PRO. Puso los cuadros, los candidatos y el programa. El radicalismo acompañó a regañadientes pero acompañó. La Coalición Cívica jugó el rol de fiscalización pero no dijo nada sobre la política económica. Ahora hay intentos de generar espacios de encuentro programáticos, hay instancias que se crearon donde hay representantes de los partidos. Pero finalmente queda claro que por la forma en que funciona la coalición y por la forma de construir poder del PRO, el que gane otra vez va a tener mucho poder de decisión sobre la política, sobre el programa económico. Diría que en eso se va a parecer más a lo que fue. Quizás la diferencia ahora es que ya nadie se puede hacer el que no sabía. Lo que sí sabemos es que el reparto de roles cambió poco.
Gené — Cuando terminó el gobierno los radicales claramente pensaron que la derrota electoral de Macri habilitaba a que pudieran ocupar otro lugar. Y también la llegada de candidatos con un poco más de popularidad, como Facundo Manes, le dio mucha ilusión a parte de sus líderes de poder discutir una nueva forma de reparto de poder en la coalición.
— El radicalismo dice constantemente que busca otro rol en la coalición pero no suele hablar en términos programáticos como hacen los referentes del PRO.
Vommaro — No cambió demasiado la relación de fuerzas entre los partidos. El PRO está en un momento de reacomodamiento interno, cedió un poco el lugar. El radicalismo encontró algunas figuras populares que le dieron un poco más de peso. Pero no cambió efectivamente por ahora el reparto de roles. Y además hay un convencimiento de que el programa económico es uno, con matices. Unos son más duros, otros son más blandos, pero van para el mismo lado. El radicalismo no tenía programa económico cuando se juntó con Macri y aceptó seguir un programa ajeno. Hoy no sé si tiene un programa muy diferente al que el PRO proponga. Será una diferencia de velocidad o de implementación.
— ¿El radicalismo dejó de ser un partido con un sector progresista y otro sector conservador, para pasar a ser un partido de centro derecha?
Gené — En el capítulo de los radicales, se muestra el drama que atravesó el partido. Para muchos de sus líderes el problema no era tanto enterrar al alfonsinismo sino el temor de ser los sepultureros del partido, los que bajaban la persiana de un partido centenario. Muchos de los que en la Convención de Gualeguaychú trabajaron para lograr el acuerdo con el PRO veían que su base social, sus votantes, ya estaban virando hacia ese lado. Ya estaban en cierto sentido dejando de adherir a ese discurso progresista, de centroizquierda, y probablemente al resto de esos votantes “progresistas” ya se los había robado el kirchnerismo. La supervivencia organizativa fue un éxito así como no lo fue la innovación programática.
Vommaro — Una gran diferencia de los radicales, y eso viene de los estudios que hicimos hace años sobre los orígenes del PRO, es cultural. Todavía los radicales son culturalmente más progresistas en términos de género, en términos de aborto, en términos de derechos humanos. En eso todavía conservan la tradición más popular y más heredera del alfonsinismo aunque, como decíamos antes, en muchas cosas se parece cada vez menos a eso.
— ¿Cuáles creen que son las principales lecciones que aprendió el PRO de su paso por el gobierno? ¿Son similares a las que aprendió la UCR o la Coalición Cívica?
Vommaro — En el libro mostramos que los diferentes actores tomaron lecciones diferentes. Los del PRO más moderados, los duros, los PRO peronistas hicieron balances diferentes de lo que significaron los cuatro años de Macri. Y eso es un poco algo que ordena la interna hoy también. Justamente ahí están quienes creen que Macri menospreció demasiado la política real y a los actores reales de la política y de la sociedad. Confirmaron que en realidad esos actores nunca van a estar con ellos y hay que pasarles por encima, en sentido figurado, porque son solo obstáculos. Y están quienes tienen posiciones más moderadas.
En lo que hay consenso es en que en la coalición vale la pena, nadie sacó los pies del plato. Todos hicieron negocio. Porque los radicales se enojan porque los siguen ninguneando un poco, pero todos dicen que la formación de la coalición les permitió volver al poder, volver a los recursos públicos, a los cargos públicos. Esa es una teoría transversal.
— Economistas como Carlos Melconian cuestionaron públicamente que el programa económico se basó en ideas demasiado optimistas como la “lluvia de inversiones”. ¿Qué lectura hicieron dentro de JxC sobre las premisas del programa económico para no repetir viejos errores?
Gené — Trabajamos bastante sobre eso. Sobre esos malos cálculos de cómo iban a reaccionar los actores económicos realmente existentes. La mirada más optimista suponía que la llegada de un gobierno pro mercado iba por sí solo a allanar el camino a generar un shock de confianza. Por eso levantaron el cepo apenas iniciaron el gobierno. Por eso también permitieron esa fuga de capitales. Suponían que se daba una señal de que eran un gobierno confiable.
Cuando uno habla con los actores ve lo difícil que es coordinar la relación con el mundo empresario en Argentina porque no está tan organizado como en otros países. No es que se sientan frente a una confederación empresaria y pueden acordar políticas, apoyos o tiempos. Con lo cual algo de esa organización no cambió y es difícil ver cuánto cambió esa percepción sobre la importancia de esas mediaciones en los líderes del PRO, en los líderes de Juntos por el Cambio ahora.
— El capítulo de los empresarios recoge cierto fastidio de los funcionarios del PRO ante la falta de una defensa pública del gobierno. ¿Así como ahora el PRO habla más abiertamente de su programa creen que en el mundo empresario apoyar más abiertamente a un eventual gobierno de JxC?
Vommaro — En el mundo empresario hay balances muy disímiles según el sector. Uno puede decir en primer lugar que el fracaso económico de Macri defraudó bastante al mundo empresario.
Eso es más claro para el sector industrial y mucho menos para el agrario que sintió que sí era su gobierno, que sí los cuidó hasta el último día.Yo diría que por un lado hay quienes perdieron la inocencia o la ilusión de que Cambiemos iba a ser o es un gobierno realmente pro empresario, que inclusive sintieron ese rigor que el propio gobierno les hizo sentir a los que no eran sus preferidos. Ese sesgo por un lado tan pro exportador agrario y por otro lado muy pro unicornios. De los emprendedores versus los empresarios que viven del Estado, prebendarios. Eso generó resquemores también. Y más aún porque el peronismo que le siguió no fue el peronismo más duro, con lo cual volvieron a encontrar interlocutores que los tranquilizan un poco más que al final del gobierno de Macri. Entonces te diría que hay sectores que creo que tienen un vínculo más distante hoy con Juntos por el Cambio que el que tenían con Macri en el 2015 donde parecía que era la salvación.
— La relación con los movimientos sociales y cómo desarmar la estructura de planes quizás es uno de los ejes que genera mayores divisiones, dentro y fuera de la coalición
Gené — Sí.
Vommaro — En una encuesta que hicimos el año pasado en la UNSAM, uno de los temas más divisivos y más alineados con el voto en Argentina fue la posición frente a los planes sociales. Es un tema súper divisivo y dentro de la misma coalición de Juntos por el Cambio tenés las zonas blandas, moderadas, que se parecen un poco más a las zonas blandas, moderadas, de votantes del Frente de Todos y las zonas más duras que dicen hay que terminar con eso.
La diferencia, y siempre lo llamativo, es que las personas que gobernaron la Argentina, que tuvieron alguna responsabilidad de gobierno, saben que terminar con la contención que implican los programas sociales masivos es imposible porque es un país que no genera empleo, o que genera empleo de mala calidad. Es imposible. Generaría un costo social en términos de gobernabilidad altísimo. Solo se explican esos discursos porque alimentan justamente a una base electoral muy anti-planes.
— ¿El discurso de Bullrich de terminar con los planes en seis meses lo ves como un recurso estrictamente electoralista?
Vommaro — Sin dudas.
— ¿O puede ser también fruto de una premisa optimista?
Vommaro — Nunca sabemos cuáles son las motivaciones verdaderas de los actores pero sí es claro que eso es un discurso dirigido a satisfacer demandas de una base electoral y a disputar el voto de derecha duro. Porque tiene poco asidero en la realidad. Solamente por eso lo digo.
Gené — Es un discurso muy eficaz, que es muy atractivo para esos votantes. Pero después llevarlo a cabo es...
Vommaro — Sería más parecido al mal cálculo que tuvo el kirchnerismo en 2008 cuando dijo: subimos las retenciones y no va a pasar nada. Y pasó lo que pasó. Porque dar beneficios te genera problemas económicos pero no te genera problemas en la calle. Ahora, decir te subo impuestos, te saco derechos, eso es otra cosa. Es otra lógica política, social, y te genera otros efectos.
— El capítulo sobre los peronistas del PRO relata cómo la llamada “ala política” tuvo lugares centrales pero rápidamente perdió poder. ¿Creen que recuperó terreno o siguen marginados?
Gené — Yo diría que intentaron distintos caminos y en cierto sentido sus distintas apuestas tuvieron éxitos desiguales. Rogelio Frigerio va a ser candidato a gobernador, con buenas chances. Entonces antes había sufrido un ninguneo de sus pares en el PRO, no se le había permitido tener lugar para armar las listas, y ahora en cambio tiene más respaldo dentro del partido y más protagonismo. Emilio Monzó en cambio en las elecciones de medio término fue en la lista de Manes y empezó a prestar esas destrezas políticas a otros actores. Yo diría que armadores políticos va a tener que haber siempre en los distintos proyectos, la cuestión es cuál será el lugar que se les dé. Si es un lugar de hacedores de una tarea que se les encarga o si es un lugar en el que pueden fijar estrategias o en el que pueden definir líneas de acción. Y esa fue en gran medida la pelea. Durante el gobierno de Cambiemos no tuvieron lugares menores. En cambio lo que no pudieron hacer fue convencer al núcleo duro, al círculo íntimo de Macri, de que había que ensanchar las alianzas electorales, que había que incluir más peronismo, más gobernadores peronistas de forma orgánica dentro de la coalición, además de negociar con ellos, eso no lo lograron. Entonces cuánto lugar ocupen en el futuro seguramente va a depender también de quién gane el espacio por esa sucesión dentro del PRO. Seguramente algunos van tener más protagonismo si gana Rodríguez Larreta que si gana Patricia Bullrich. De hecho la propuesta en términos de relación con el establishment político de los dos es bastante divergente y en ese sentido Larreta parece más coincidente con esa idea misma de un acuerdo del 70%. De hacer todo en los primeros cien días pero con un acuerdo que incluya a casi todos menos al kirchnerismo.
— ¿Si Milei consolida un bloque importante de diputados va a ser funcional a un eventual gobierno de JxC o va a ser un factor desestabilizante, como ocurre con la izquierda y el progresismo?
Vommaro — La izquierda lo que sí logró tener un bloque sólido, disciplinado, coordinado. No sabemos cuál va a ser la suerte del bloque libertario. Si va a ser un bloque, con disciplina. O si va a ser más parecido a lo que pasó con la fuerza de Luis Zamora, que son bloques que se forman por conducciones personalistas y después explotan muy rápido. Eso es un primer punto. Pero supongamos que hay 10 o 15 diputados en un bloque, yo lo imagino traccionando hacia la derecha, apoyando las políticas más abiertamente conservadores.
Hay un fenómeno Milei, sin dudas, como gran canalizador y representante de la bronca social ante las políticas fallidas de los últimos dos gobiernos. Pero de ahí a que eso se transforme en un proyecto político sólido, durable, con liderazgos intermedios y coordinación entre sus cuadros, eso es muy difícil de hacer. Muchos lo intentan, pocos lo logran. Lo que sí llegó es el lugar discursivo de la derecha que corre a la centro derecha. Eso llegó para quedarse, porque hay demanda de eso. Hay un espacio de derecha dura que reclama su lugar.
Gené — Esa irrupción funciona como una solución y como un problema para el núcleo más duro del PRO. Por un lado le permite explicitar su discurso, ser más firme programáticamente, y un podría pensar que ciertas leyes van a contar con su apoyo. Pero también es un problema en tanto le saca votos. En lugares como la provincia de Buenos Aires, es un problema muy grande, por eso hasta hay radicales que dicen que hay que buscar una alianza con Milei. Entonces los hace sentir más cómodos en términos discursivos y más incómodos en términos de los votos que tienen que conseguir.
Vommaro — Además cuando vos gobernás con una fuerza cuyo negocio es siempre radicalizar tampoco es tan fácil.
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