El nombre del escritor español Eduard Márquez se ha mantenido en la escena underground durante cerca de tres décadas, circulando casi en secreto entre los lectores. Su más reciente libro, sin embargo, sugiere la idea de que todo esto puede cambiar, pues el autor, con la austeridad que caracteriza su escritura y la agudeza de su mirada, reclama su lugar.
Para muchos un autor de culto, Márquez es, quizá, uno de los escritores más originales de la literatura española durante los últimos 50 años.
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Nacido en Barcelona a comienzos de la década del 60, ha escrito desde poesía hasta narraciones para niños, pasando por novelas y cuentos. Entre sus títulos más destacados se encuentran “La travesía innecesaria” y “Antes de la nieve”; “Zugzwang”, “El silencio de los árboles” —finalista del Premio Llibreter 2004—, “La decisión de Brandes” —Premio Octavi Pellissa 2005, Premio de la Crítica Catalana 2006 y Premio Qwerty 2007—, El último día antes de mañana —finalista del Premio Crexells 2012— y 1969. Sus libros han sido traducidos al alemán, inglés, francés, italiano, portugués y turco.
Recientemente, la editorial Firmamento ha publicado uno de sus libros de cuentos más importantes y uno de los más difíciles de encontrar; su original en catalán, L’eloqüència del franctirador, era prácticamente inexistente.
Con traducción de Cristian Crusat, “La elocuencia del francotirador” reúne varios de los mejores cuentos de Eduard Márquez. Son cerca de 120 páginas las que componen el volumen de tapa rústica cosida con solapas. Hasta ahora inédito en español, este libro es una de las piezas más interesantes de la ficción breve que los lectores se podrán encontrar en estos días.
Treinta cuentos se encuentran en este libro y todos, sin excepción, despliegan un extenso imaginario de gran unidad formal, de acuerdo con lo enunciado por la editorial.
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Las historias al interior de “La elocuencia del francotirador” están marcadas por la inteligencia y el humor de un autor que disfruta jugar con el lenguaje para tratar asuntos como la muerte, la soledad, el desamor, la incomunicación, y el deseo de ser otros.
Estos cuentos de Eduard Márquez oscilan entre la vida que pasa frente a nosotros y la ficción; los personajes en ellos se dejan al descubierto ante los lectores, son frágiles en sus relaciones y se esfuerzan constantemente por amoldarse a las situaciones. Son personajes que se dan a la fuga de sí mismos y de las situaciones que los acontecen, que dilatan los malentendidos y se anquilosan en la rutina diaria.
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“Desde que lo ha leído en una novela, le atrae la idea de hacerse vigilar por un detective. No sabe qué esperar. Pero está convencida de que contar con un inventario semanal de su rutina tiene que ser útil para algo. Como si la topografía de su existencia, plasmada con la objetividad de un extraño, pudiera ayudarla a sentirse mejor. A encontrar una clave de bóveda bajo el hollín. Elige al azar una agencia y da por teléfono los datos necesarios para empezar. Pero los primeros informes, puntuales cada viernes en la estafeta de correos, la decepcionan. No es capaz de descubrir la lógica oculta de los hechos insustanciales que se le detallan con la minuciosidad de un memorialista. Una sucesión de momentos sujetos a la mecánica del tedio. Inertes como un sedimento de escombros. Sin ninguna señal de alto voltaje. Ninguna utilidad. Las fotografías, tampoco. Nada que no pueda decirle el espejo. Fragmentos mal encuadrados de una monotonía apelmazada. Siempre vestida igual. Entrando o saliendo de los mismos sitios. Sola” - (Fragmento, ‘Voyeurismo’, en “La elocuencia del francotirador”, de Eduard Márquez).
La cuentística del español parece merodear los bordes del abismo de lo cotidiano, intentando dar cuenta de las imposturas latentes bajo la superficie de lo real.
Con una prosa excepcional y una visión analítica y profunda de la vida, Márquez nos lleva de la mano a un mundo de historias minimalistas que nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia existencia, escribe Silvia Lorenzo Rubio para el portal ‘Todo Literatura’. Sin duda, apunta, una obra que merece ser descubierta y disfrutada por todos los amantes de la buena literatura.
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