Julián López: “Cuando escribís un libro primero sos un megalómano y después un obrero”

“No entiendo nada de esto, no sé qué quisiste hacer”, le escribió a través de Instagram un lector a Julián López. El tono del mensaje, cuenta el novelista, no era de agresión sino de verdadero extrañamiento: un lector que se había acercado a obras anteriores de López como Una muchacha muy bella o La ilusión de los mamíferos pero que ahora, delante de las páginas de El bosque infinitesimal, verdaderamente no entendía nada.

“Me dio ternura, me alegra un poco que no entienda. Hay un paradigma de la comprensión que sostiene la lectura y me interesa correrme de ahí. Leo a mucha gente que no entiendo, porque no estudié o porque exceden a mis competencias, y me parece una experiencia alucinante, enriquecedora, conmovedora”. López cuenta la anécdota del lector que le escribió y todo lo que sigue después en el estudio de Infobae, en un episodio de Podcast de Autor, en conversación con la periodista Julieta Roffo.

El autor, nacido en 1965 y con debut editado en la poesía mucho antes que en la narrativa, pasó veinte años escribiendo El bosque infinitesimal. La novela está ambientada en el siglo XIX, en Europa del Este, en un laboratorio en el que un científico experimentado y un aprendiz experimentan con una criatura a la que llaman opa, monstruo y otros derivados: el espíritu de Frankenstein sobrevuela.

“Fue fascinante”, define López sobre la experiencia de que una obra lleve dos décadas de trabajo. Y enseguida se mete con el oficio que ejerce: “Para acceder a la escritura hay que ser un megalómano, creer que es posible lograr ese trabajo, y entonces aparece el texto, empieza a aparecer, y te transformás en un obrero. Te preguntás ¿qué necesita este texto? ¿qué me está pidiendo? Y lo que ocurre es hermoso. Y ahí se ve lo que podés hacer con ese magma imposible que va brotando”.

[El episodio de Podcast de Autor protagonizado por Julián López puede escucharse acá]

La ciencia -y el discurso científico que la narra- está presente en El bosque infinitesimal: algo del deslumbramiento por la luz que produce el conocimiento opera en López, que vuelve sobre esta idea varias veces durante la conversación. Y opera también la fascinación por la sombra: en la novela algo de eso aparece de la mano de esta criatura indescriptible y también, sobre todo, de la mano del deseo.

“Quise escribir una ultraficción”, define López. “Hasta ahora, en mis novelas, los narradores jugaban con la mentira de ‘esto me pasó a mí'. Esta quería que fuera una mentira más clásica, menos perversa”, asegura en relación a El bosque infinitesimal.

Entonces, volviendo al lector que no entendió nada, López responde en Podcast de Autor si eso fue una búsqueda respecto de sus obras anteriores, especialmente las de narrativa: “No fue una búsqueda. Yo escribo lo que puedo, lo que me sale, no lo que me gustaría. Después trabajo para no estar tan avergonzado”, cuenta.

¿Habrá sido vergüenza lo que lo hizo abandonar la escritura del texto que se convertiría en El bosque infinitesimal? “Me divertía mucho hacerla. La mostré a amigos y no les gustó para nada. La abandoné, ahís entí que la narrativa estaba finiquitada para mí”, suma el autor, que también es actor y astrólogo, y se dedicó por años al periodismo.

Algo de Médicos, maleantes y maricas, un ensayo sobre el higienismo del siglo XIX en la Argentina que Jorge Salessi publicó a mediados de los noventa, atrapó a López. “Es un libro extraordinario. Ahí está el ascenso de las ciencias médicas argentina, algo que hizo de la nación un verdadero portento”, describe el escritor en Podcast de Autor.

“Soy un fascinado por el discurso de la luz y de la sombra. Mi novela intenta pararse en el gap entre los que no se dan las vacunas y la mirada de los que nos damos las vacunas sobre esos. Tengo la imagen de los bolsonaristas con el celular en la frente intentando mandar contactarse con alienígenas en el espacio, y también la imagen de nuestra mirada sobre todo eso. Ahí hay una grieta y en esa grieta me interesaba pararme para la novela”, explica el autor de El bosque infinitesimal.

“Ser escritor no te hace deudor de tus obras. Si te contara lo que quiero escribir desde que me inicié en la lectura te resultaría deslumbrante. Yo voy intentando acercarme a eso”, dice, con su última novela sobre la mesa.

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