En su libro Neuros Aires, el escritor y dramaturgo español Marc Caellas presenta una visión única y personal de la capital argentina, abarcando distintas perspectivas y ángulos de sus barrios porteños a través del diario personal donde el protagonista comparte sus vivencias y encuentros con los diversos personajes que forman parte de su particular universo, un estilo de narración que ya había sido utilizado por el autor en sus tres obras anteriores, dedicadas a otras metrópolis: Carcelona, Caracaos y Drogotá.
Nacido en Barcelona en 1974, Caellas es reconocido por su extensa producción literaria acerca de Latinoamérica. Además de dirigir obras teatrales, es un artista polifacético que recientemente ha publicado Neuros Aires, un libro que aborda la capital argentina desde distintos ángulos literarios, incluyendo relatos de viajes, ensayos, análisis sociológicos y autobiográficos. Este trabajo es el cuarto de un proyecto narrativo en el que el autor retuerce el nombre de las ciudades en las que ha vivido para dotarlas de una dimensión más profunda. En este sentido, ya ha publicado los volúmenes Carcelona (2011), Caracaos (2015) y Drogotá (2017), y según sus propias palabras, “fui armando mi eje del mal”, aunque ya no piensa escribir más sobre metrópolis.
En Neuros Aires hay densidad filosófica en algunos momentos, pero siempre dentro de un contexto breve y conciso. Esto se debe en parte a la influencia de autores argentinos que tienen una tendencia a teorizar sobre cualquier tema. En cuanto a su estilo, el autor ha afirmado que siempre ha trabajado la intertextualidad en sus escritos, integrando las citas de otros autores en su narrativa de manera fluida y sin interrumpir la historia principal.
Dice Caellas a modo de introducción: “El amor por una ciudad se construye a partir de pequeños detalles, de impresiones fugaces, una calle, una estatua, una puesta de sol. En el interior de la gran ciudad de todos, está la ciudad pequeña en la que realmente vivimos”. Esta es la intención de este gran libro sobre Buenos Aires.
-Télam: ¿Cuál fue el origen de la idea de utilizar una de las características de cada ciudad como nombre en los libros Carcelona, Caracaos, Drogotá y Neuros Aires, y cuál es esa característica particular en cada una de ellas?
-Marc Caellas: El amor por una ciudad se construye a partir de sensaciones, olores, cuerpos, cosas pequeñas, muy personales. Así, ya desde el título, declaro que no pretendo describir ese ente inabarcable, Buenos Aires, sino ese espacio en el que metí el cuerpo y traté de estar presente, Neuros Aires. En cada uno de esos títulos está un tema central: la represión emocional / cárcel mental de Barcelona, el caos caraqueño, las adicciones o el exceso en Bogotá, y las neuras porteñas que sobrevuelan todo el texto. Siempre asumiendo que las ciudades no se dejan leer linealmente, no se pueden leer en orden, sino azarosamente. Por eso la escritura fragmentada es la que mejor funciona, aunque siempre quedan cabos sueltos, ideas que no completas, que se te escapan.
-¿Cómo es tu relación con el psicoanálisis?
-Bastante superficial, la verdad. Me pueden matar mis amigas psicoanalistas, pero me parece que es algo muy del siglo XX. Siento que hoy en día funcionan mejor el rebirthing o la bioenergética, por hablar de dos terapias que conozco un poco más, sobre todo porque implica a todo el cuerpo, no solo la mente.
-Pensando un poco en los tres epígrafes del libro ¿cómo ves la mirada de los argentinos sobre los españoles? ¿Y la de los españoles sobre los argentinos?
-Como en toda generalización, españoles, argentinos, hay mucho cliché y lugar común que no me interesa demasiado. Me parece que se parecen más un barcelonés y un porteño, que un porteño y un habitante de Salta o de la Patagonia. Las dinámicas urbanas que se generan al vivir en grandes ciudades marcan más el carácter que la nacionalidad. Dicho esto, lo cierto es que convivo todo el tiempo con la argentinidad, si eso es algo relevante, puesto que la persona con la que comparto casi todo, de quien aprendo cada día, mi hermano y cómplice creativo, Esteban, es argentino. Y Guada, su novia, un amor, también.
-¿Cuál es la gran diferencia entre los escritores españoles del siglo XX y los escritores argentinos?
-Borges y Cortázar.
-¿Por qué decís que los porteños son los únicos latinoamericanos que se divierten sentados?
-Es una exageración, claro, pero me refiero a este placer por la conversación inacabable, esta capacidad para estar horas y horas sentado en un sofá conversando. En otros contextos latinoamericanos al rato se instala el baile o la música y cambia la dinámica. En la Latinoamérica que yo viví la conversación era el preámbulo a algo que se presuponía más intenso, el baile, el sexo, las drogas. En Buenos Aires la conversación es, muchas veces, un fin en sí mismo, no una puerta a otro tipo de comunicación.
-¿Cuál barrio de Buenos Aires preferís (literariamente hablando) y por qué?
-Me quedo con San Telmo porque ahí fue donde viví física y literariamente mi primer año. Los ensayos de Entrevistas breves con escritores repulsivos, una obra interpretada por escritores, sucedían en mi departamento de la calle Chile. Los primeros paseos con Esteban Feune de Colombi imaginando cómo llevar la mirada walseriana al siglo XXI y crear esa obra de teatro a pie que tanto nos transformó fueron por San Telmo. Las tertulias con amigos escritores sucedían en casa de Juan José Mendoza, que entonces vivía en el barrio. Ese año, el 2011, iba a otros barrios, claro, Boedo, Palermo, etc., pero donde me sentía más conectado con esta energía creativa era en San Telmo. Ahí también escribí mi primer libro, Carcelona.
-¿Hay alguna otra ciudad argentina con alguna particularidad que te haya seducido?
-Rosario, claro. Y no porque, en las épocas del anarquismo, la llamaran la Barcelona argentina, sino porque allí viví una linda historia de amor con una mujer maravillosa, rosarina. Así, durante ese año 2011 viajé semana sí, semana no, de San Telmo a Rosario. Era otra energía completamente distinta. El río, siempre presente, al revés que en Buenos Aires, que parece que no está, la profundidad de campo del paisaje al salir, comer más pescado que carne, el ritmo en las calles, menos acelerado, los nidos del hornero, construidos amorosamente en pareja. Escribí un capítulo de Neuros Aires que titulé, a lo Aira, “Los misterios de Rosario”, pero finalmente quedó fuera de la edición final. Luego, en la primera presentación del libro en Barcelona, hace tres años, Andy Ehrenhaus llevó a cabo una desopilante disertación cuya tesis era que en realidad el libro es, de manera encubierta, un libro sobre Rosario.
-¿Tenés pensada una nueva ciudad para otro libro?
-El tema ciudades ya está cerrado. Siento que mi escritura cambió con Dos hombres que caminan y Notas de suicidio. Me interesa explorar nuevos formatos o temáticas. Ahora estoy con la palabra en el archipiélago, como René Char.
Fuente: Télam S.E.
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