Cómo fueron las últimas clases que Gilles Deleuze dio sobre cine antes de jubilarse

Poco tiempo antes de abandonar la docencia, el prestigioso filósofo francés, uno de los más importantes e influyentes del siglo XX, concluyó su sesudo análisis sobre el séptimo arte con una serie de cursos reunidos en “Cine IV. Las imágenes del pensamiento”.

¿Qué puede decir la filosofía del séptimo arte? "Cine IV" reúne los últimos cursos que el célebre filósofo francés Gilles Deleuze dio antes de jubilarse de la docencia.

Entre octubre de 1984 y junio de 1985, el filósofo francés Gilles Deleuze, uno de los más importantes e influyentes del siglo XX, dio las últimas clases sobre cine en la prestigiosa Universidad de París VIII. “Anuncié hace dos, tres años, ya no sé, que había terminado de hablar de cine. Pero tengo para un año más. Después, realmente ya no veo mucho que más podría decir, así que se habrá acabado”.

Estas clases están reunidas en Cine IV. Las imágenes del pensamiento: automatismo, semiótica y acto de fabulación. Traducidas y publicadas por Cactus, editorial que también compiló los tres primeros volúmenes con las clases anteriores, Cine IV ahonda en la relación entre cine y pensamiento, pero desde un punto de partida original. Como advierte el autor, no se trata de analizar qué representaciones del pensamiento hay en el cine como si fueran realidades ajenas.

Deleuze dijo en más de una ocasión que, como profesor, nunca quiso repetir un tema de un año al siguiente por una simple razón: nunca dio un curso sobre trabajos ya hechos, sino sobre investigaciones en proceso. Los cursos, según aseguró, son la mejor puesta a prueba para las hipótesis, para poner en evidencia debilidades, fortalezas y exigencias. Estamos, entonces, ante el despliegue de la trastienda de una investigación filosófica por parte de uno de los pensadores más respetados del siglo pasado.

Así empieza “Cine IV” de Gilles Deleuze

Portada de "Cine IV. Las imágenes del pensamiento: automatismo, semiótica y acto de fabulación", de Gilles Deleuze, editado por Cactus.

Clase 1: Imagen del pensamiento, imagen cinematográfica y automatismos

30 de octubre de 1984

Comencemos con el trabajo de este año. Quisiera empezar aprovechando para construir nuestro programa, puesto que solo en la medida en que yo les proponga un programa, ustedes verán, por un lado, si continúan viniendo y, por otro, si continúan viniendo, cómo se engancharán en tal o cual parte.

Al respecto, tengo cosas que proponerles para variar vuestra participación. Anuncié hace dos, tres años, ya no sé, que había terminado de hablar de cine. Pero tengo para un año más. Después, realmente ya no veo mucho que más podría decir, así que se habrá acabado.

Por otra parte, puede que algunos, o muchos de ustedes, se hayan dado cuenta de que en el transcurso de los últimos años lo que me preocupaba, lo que me interesaba, era la introducción a la pregunta “¿qué es la filosofía?”. A partir del próximo año me consagraré a ella con todas mis fuerzas.

Este año quisiera, por última vez, hacer o proponerles un curso sobre el cine, o sobre un aspecto del cine. Después de todo, era el último aspecto que me quedaba, no tenía mucha elección. Vimos durante uno o dos años la imagen-movimiento. Vimos el año anterior la imagen-tiempo. ¿Qué me quedaba? Me quedaba la imagen-pensamiento. Por lo tanto, nos acercamos a esa pregunta que me preocupa –¿qué es la filosofía?– pero todavía en el nivel de un encuentro cine-filosofía.

¿Qué quiere decir “pensamiento y cine”? Quisiera hacer como el año pasado. Es decir, esta reflexión, en apariencia centrada en el cine, no debe impedir desarrollos, o como especies de zonas propiamente filosóficas, donde se considerarían por sí mismos los temas filosóficos, sin quebrar, no obstante, el conjunto de nuestro proyecto.

Para quienes estuvieron el año pasado, dediqué algunos desarrollos al neoplatonismo, por ejemplo, o algunos desarrollos a Kant. Desarrollos que valían por sí mismos pero que no impedían que retomáramos nuestro hilo conductor: el tiempo y el cine. Este año quisiera hacer lo mismo en el nivel del pensamiento. En ocasiones habrá zonas filosóficas que conciernen únicamente a problemas de la filosofía en relación con el pensamiento.

Ahora bien, ¿por qué esta organización? Lo que quisiera decir es que si intento acercar, fundar las relaciones pensamiento-cine, aunque todavía no las estoy abordando, lo que siempre me ha sorprendido es que todo ejercicio del pensamiento, filosófico o no, pero en particular filosófico, presuponía cierta imagen que el pensamiento se hacía de sí mismo. Esta imagen presupuesta del pensamiento no siempre es fácil de despejar. Más aún, varía con la historia. ¿Quiere decir que depende de una causalidad exterior, social, histórica? No estoy seguro. Varía con la historia. Por el momento, no puedo decir más que eso.

Sin dudas podemos asignar causas a esa variación, pero las causas de esa variación no nos dicen nada sobre la naturaleza misma de la variación. Por lo tanto, supongo que todo pensamiento presupone una imagen del pensamiento, imagen variable.

Para comprender mejor lo que hay que entender por “imagen presupuesta del pensamiento”, creo que ante todo no hay que confundirla con lo que todo el mundo conoce bajo el nombre de “método”. Pensar implica un método. Por ejemplo, hay un método de Descartes, hay un método de Kant… De cierta manera, la filosofía puede ser definida explícitamente como metodología del pensamiento.

Un método incluye dos aspectos. Un aspecto temporal: el orden de los pensamientos. La organización del orden de los pensamientos es un aspecto del método. Incluye también otro aspecto, el espacial. Es decir, la determinación de los fines, los medios y los obstáculos del pensamiento. Es el aspecto espacial. ¿Cuáles son los fines del pensamiento, por qué pensar? ¿Cuáles son los medios del pensamiento, cómo pensar? ¿Cuáles son los obstáculos del pensamiento? Estos son los dos aspectos del método.

A partir de la década del 70, Deleuze (izquierda) colaboró frecuentemente con el filósofo Félix Guattari, junto a quien dictó clases y escribió varios libros.

Digo que la imagen presupuesta del pensamiento no se confunde con el método, sino que el método la presupone. El método no nos dice qué imagen del pensamiento se hace él mismo. El método presupone una imagen del pensamiento, una imagen implícita del pensamiento, imagen variable.

¿Cómo caracterizar de la manera más simple esta imagen presupuesta del pensamiento, que todo método presupone? Tomo un término de Bajtín, el importante lingüista y crítico literario: cronotopo. Él emplea “cronotopo” en un sentido muy simple: es un espacio-tiempo, un continuum espacio-temporal. Por ejemplo, nos dice que la pregunta “¿qué es la novela?” implica la extracción del cronotopo propio de la novela.

Es decir, de un tipo de espacio-tiempo que la novela presupone. De la misma manera, diré que hay un cronotopo del pensamiento, y que todo método, desde su doble punto de vista –el orden temporal de los pensamientos, por una parte, y la distribución de los fines, los medios y los obstáculos, por otra– remite a un cronotopo del pensamiento, cronotopo que puede sufrir variaciones, mutaciones, y que jamás está dado.

Llegado el caso, lo que está dado es un método. Pero el presupuesto no está dado, hace falta un esfuerzo especial para despejarlo. ¿Cómo podemos reconocer ese cronotopo del pensamiento, ese espacio-tiempo presupuesto por toda organización espacio-temporal del pensamiento? El discurso filosófico se desarrolla en él, pero él mismo no es objeto de discurso filosófico. El discurso filosófico que se desarrolla presupone el cronotopo. El cronotopo mismo apenas puede ser jalonado. Y lo que lo jalona no son los conceptos como elementos del discurso filosófico, sino algo más insólito.

Es un tema del que hablo hace mucho tiempo, me parece que hace años, pero que no voy a abandonar, porque cuando pase a la pregunta “¿qué es la filosofía?” en los años siguientes, adquirirá una importancia cada vez más esencial. Diré que ese espacio-tiempo, ese cronotopo, está esencialmente jalonado y señalado por gritos.

En otros términos, hay gritos filosóficos que envuelven la imagen implícita del pensamiento. Luego está el discurso, y el discurso viene a recubrir los gritos. Está el método, y el método viene a recubrir el cronotopo o la imagen del pensamiento. Pero esta imagen, este espaciotiempo, está como marcado. Sus lugares y momentos están marcados por gritos. Esto quiere decir que hay gritos filosóficos.

Todos saben que en las aves se distinguen los gritos y los cantos. El grito de alarma, por ejemplo, no es un canto. ¡Cuánto tendrían para enseñarnos aquí los ornitólogos, si llegaran a darnos distinciones firmes entre el canto y el grito! Pero yo puedo decir que es igual en la filosofía.

En la filosofía hay discursos, y los discursos no son lo mismo que los gritos. Los discursos son el canto de los filósofos, es su manera de cantar. Pero resulta que hay gritos filosóficos. Corremos el riesgo de pasarlos por alto, y en ese momento nos hacemos de la filosofía la idea de algo muerto, la asimilamos al discurso que desarrolla. Y un grito filosófico siempre puede traducirse en términos de discurso.

Pero algo se resiste, y si tenemos el mínimo gusto por la filosofía, sabemos que son gritos, y que la filosofía encuentra allí los puntos de su nacimiento, de su vida. ¿Y qué son? A primera vista corremos el riesgo de confundirlos con simples proposiciones que forman parte del discurso. ¡Pero no, no, no! ¡Es otra cosa! ¿A qué remiten entonces? ¿Y por qué? ¿Tienen fundamento, no tienen, son arbitrarios? ¿Qué hace que un filósofo lance un grito filosófico?

Decía que los gritos de alarma de las aves no son cantos. Pero sabemos al menos por qué lanzan un grito de alarma. Hay otros gritos distintos al grito de alarma. Hay gritos de amor, que no son lo mismo que los cantos nupciales. Entonces, si el filósofo es alguien que grita a su manera, ¿qué es lo que tiene para gritar?

Quién fue Gilles Deleuze

♦ Nació en París, Francia, en 1925, donde murió en 1995.

♦ Fue uno de los filósofos más importantes e influyentes del siglo XX.

♦ Además de escribir numerosas obras filosóficas sobre la historia de la filosofía, la política, la literatura, el cine y la pintura, fue un reconocido profesor de filosofía hasta su jubilación en 1988.

♦ Escribió libros como Foucault, Lógica del sentido, Nietzsche, Proust y los signos y El pliegue.

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