Argentina tiene un repertorio infinito de palabras, frases, refranes y expresiones que constituyen una parte fundamental de su lenguaje. Pero, muchas veces, sus hablantes no conocen el origen de los términos que emplean. Para los curiosos que quieran conocer a fondo las historias detrás de las palabras que vuelven único al español rioplatense, el escritor, periodista y catedrático argentino Charlie López acaba de publicar su nuevo libro, De dónde vienen.
Editado por Aguilar, De dónde vienen explica cómo surgieron 250 frases y dichos, tanto antiguos como recientes, que los argentinos emplean en su día a día. Pero, para aquellos que ya hayan leído alguno de los libros de López, el especialista que tiene más de treinta años de trayectoria y experiencia analizando el lenguaje cotidiano, su último trabajo tiene una novedad: el origen de los insultos y las malas palabras.
“En la segunda parte de esta obra abordo de manera explícita el significado y origen de las llamadas ‘malas palabras’, una temática a la que por vergüenza o decoro fui remiso durante años”, escribe el autor en el prólogo. Y, por primera vez, las defiende: “Las ‘malas palabras’ son siempre obscenas porque expresan sin pudor ni hipocresía lo que no se debe decir en público por temor a despertar imágenes, recuerdos o pasiones prohibidas que la sociedad o nuestra moral pretenden ignorar. Por lo cual, llamarlas ‘malas palabras’ no es otra cosa que un acto de cobardía que culpa a estos inofensivos vocablos o frases de instintos, conductas y sentimientos de los que son totalmente ajenos salvo por la responsabilidad que les cabe por haberles dado nombre”.
En este adelanto exclusivo de Infobae Leamos, Charlie López explica el origen de algunos de los insultos más célebres del español rioplatense, como “buchón”, “gil” y “bufarrón”. Así que “¡adelante con los faroles!”. Pero “agarrate, Catalina”, que si no esto va a “agarrar para el lado de los tomates”.
Leé el origen de cinco insultos, como lo explica Charlie López en “De dónde vienen”
“Gil”
La palabra “gil”, que en nuestro lunfardo describe al tonto o ingenuo, deriva del castellano “gili”, con similar significado, y esta del caló, el antiguo idioma de los gitanos en España, en el que significa cándido o inocente. Los términos “gilún” y “gilastrún” son derivados de la misma voz.
Su aumentativo “gilipollas”, un insulto muy fuerte en España, se formó agregándole a la palabra original el término “polla”, equivalente a “pene”.
“Pajuerano”
La palabra “pajuerano” para identificar a la persona que viene del campo o de pequeños pueblos y, en consecuencia, ignora los usos y costumbres de la ciudad, deriva de “para afuera”, frase que los forasteros solían pronunciar “pa’ juera”. Esta locución es típica de Argentina, Bolivia y Paraguay.
“Gorila”
“Gorila” fue el nombre original que dieron los griegos a los miembros de una tribu africana descubierta en el año 500 a. C. y cuya característica más visible era el abundante vello que cubría sus cuerpos. Este término se aplicó a este tipo de simios a partir de 1847, cuando el naturalista estadounidense Thomas Savage observó esta variedad de monos.
En la Argentina originalmente se la utilizaba para identificar al antiperonista para luego aplicársela, en distintos países de Latinoamérica, a los golpistas, militaristas y reaccionarios de derecha. Fue acuñada por el libretista de radio y televisión Aldo Cammarota (1930-2002) en el año 1955 e involuntariamente aplicada al antiperonista, según le explicó el famoso guionista al diario Clarín en una nota del año 1985.
“En marzo de 1955, hice por radio (en La revista dislocada) una parodia de Mogambo, una película con Clark Gable y Ava Gardner, que sucedía en África. En el sketch había un científico que ante cada ruido selvático, decía atemorizado: ‘Deben ser los gorilas, deben ser’”. La frase fue adoptada por la gente. Ante cada cosa que se escuchaba y sucedía, la moda era repetir “deben ser los gorilas, deben ser”.
El ingenio popular se la aplicó al golpe militar que derrocó a Perón en 1955, y los golpistas, lejos de rechazarla, aceptaron el apodo.
“Bufarrón”
En lunfardo identifica al hombre que penetra analmente a otro. Surge de la deformación del término “bujarrón”, que el diccionario de la RAE define del siguiente modo: “Dicho de un hombre que sodomiza a otro”.
“Buchón”
Se llama “buche” a la bolsa que tienen las aves en el esófago donde guardan la comida antes de pasarla al estómago. De ahí deriva “buchón”, término lunfardo que identifica al delator o a quien habla de lo que no debe. En otras palabras, cuenta lo que tenía guardado en el buche. El verbo “buchonear”, como sinónimo de delatar o acusar, posee el mismo origen.
“Boludo” y “pelotudo”
La más antigua de las teorías liga estas palabras a la costumbre de tildar de tontos o idiotas a los hombres con testículos grandes. Los términos “coglione” en italiano y “huevón”, muy usual en varios países de Latinoamérica, son ejemplo de esta práctica.
Una segunda teoría sostiene que se llamaba pelotudos y boludos a gauchos que durante las guerras por la independencia mataban españoles con piedras y boleadoras. En la primera línea iban los gauchos que llevaban las grandes piedras, como pelotas, de ahí que los llamaran pelotudos, con las que golpeaban a los caballos de los españoles en el pecho, los derribaban y, de ese modo, desmotaban al jinete. Finalmente llegaban los boludos, o sea, los que portaban boleadoras, encargados de exterminarlos.
Quién es Charlie López
♦ Es escritor, historiador, docente, conferencista y periodista. Fue profesor de Análisis del Discurso en la Universidad de Buenos Aires.
♦ Se ha desempeñado como columnista en radio y televisión, en medios como América TV, Metro y TN.
♦ Es autor de libros como Detrás de las Palabras, In a Word, La línea, Historias del Aula y ¿Por qué decimos?, entre otros.
Seguir leyendo: