Mario Vargas Llosa, el peruano más universal de todos los tiempos

Su presencia en la literatura universal ha sido fundamental para la difusión y el reconocimiento de la literatura en español y para fomentar el diálogo intercultural entre los lectores de diferentes partes del mundo.

Mario Vargas Llosa es un escritor, periodista y político peruano, nacido en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936.

Sus vivencias no solo han quedado impregnadas en las páginas de libros. La libertad de poder expresarse sin limitaciones en sus obras permite que sea reconocido como uno de los autores más influyentes para los escritores expertos en letras y para los que recién se están iniciando en la literatura.

Poemas, ensayos, y críticas a la política forman parte de su ser creativo. Mario Vargas Llosa dejó de ser un nombre en las tapas de los libros para alcanzar la eternidad como Nobel de Literatura, así como tener el título de ‘inmortal’, que recibió por parte de la Academia Francesa, espacio donde solo la excelencia se reúne.

Vida del Nobel

Mario Vargas Llosa, el último y más prolífico representante del boom de la literatura latinoamericana, el genio precoz, el inmortal, nació en Arequipa el 28 de marzo de 1936, en el seno de una familia de clase media. Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa Ureta, sus progenitores, se habían separado antes de que él naciera, de modo que fue educado por su madre y sus abuelos maternos en Cochabamba (Bolivia), y luego en Perú.

Era el verano de 1947 y era Piura, en el norte peruano, cuando su madre lo sorprendió con una frase: “Tú ya lo sabes, por supuesto”. “¿Qué cosa?”, preguntó él, con el asombro de sus once años. “Que tu papá no estaba muerto”, dijo ella.

Retrato de Mario Vargas Llosa en una conferencia.

“Y esa frase —que encerraba el perdón inconcebible a la traición de esa mujer que había sido, para el niño, todo— inauguró lo que vendría después: el resto de la vida”, escribió la cronista Leila Guerriero sobre aquel episodio en un perfil publicado en el diario El País de España.

El resto de la vida fue así: tras sus estudios en la Academia Militar de Lima, obtuvo una licenciatura en Letras y dio muy joven sus primeros pasos en el Periodismo. También estudió la carrera de Derecho y la de Literatura en la Universidad de San Marcos. Se instaló en 1959 en París y ejerció como traductor, profesor de español y periodista de Agence France-Presse (AFP).

Su carrera literaria despuntó en 1959 con ‘Los jefes’, un libro de relatos con el que obtuvo el Premio Leopoldo Alas; cobró notoriedad con la novela ‘La ciudad y los perros’, en 1963, seguida tres años después por ‘La casa verde’; y se consolidó con ‘Conversación en la Catedral’ (1969).

Cuando tenía apenas 26 años, su nombre ya fundamental en la generación de oro de la literatura latinoamericana. Su obra se tradujo a treinta lenguas, fue galardonado con los premios Cervantes, Príncipe de Asturias de las Letras, Biblioteca Breve, el de la Crítica Española, el Premio Nacional de Novela del Perú, el Rómulo Gallegos y el Nobel en 2010.

“Algo importante que no debemos perder de vista —dice Diego Bardález, editor y director del Grupo Editorial Estación La Cultura—, es que es una visibilidad ganada por legitimidad literaria. Podemos conjeturar desde algún punto que Vargas Llosa tuvo más oportunidades que otros, vientos a favor que muy probablemente muchos hubiesen deseado y que hicieron que muchas carreras literarias no cojan el vuelo necesario, pero no renegar de eso cuando nos encontramos frente a alguien que estuvo a la altura de todas las expectativas y las superó con creces”.

De joven, el escritor que adora a los hipopótamos se sintió seducido por Fidel Castro, pero en 1971 rompió con la revolución cubana por el caso del poeta Heberto Padilla, obligado por el régimen a una humillante “autocrítica” pública.
Mario Vargas Llosa

Fue candidato a la presidencia en 1990. Era favorito hasta que apareció el entonces desconocido agrónomo Alberto Fujimori, quien resultó electo. Tras su fracaso electoral volvió a las letras, de donde —según admitió— nunca debió salir. “No hay vidas colmadas. Me hubiera gustado ser un escritor aventurero. Tener una vida intensa, y volcada a la literatura”, le dijo a la periodista Leila Guerriero.

Hincha de Universitario de Deportes, padre de tres hijos —Álvaro, Gonzalo y Morgana‎—, abuelo bonachón de cabello cano milimétricamente peinado al costado, en los últimos años Vargas Llosa ha arremetido contra el populismo, “la enfermedad de la democracia”, donde incluye al chavismo y el castrismo, a la ultraderecha y a la izquierda radical europea y el nacionalismo independentista catalán.

Tuvo una estrecha amistad con Gabriel García Márquez, que terminó abruptamente en un incidente confuso que ambos han preferido no tocar. “Que los biógrafos se encarguen de ese tema”, dijo alguna vez.

Sus obras

Entre las obras más importantes de Mario Vargas Llosa están Conversación en la Catedral, La casa verde, La ciudad y los perros, La tía Julia y el escribidor, Pantaleón y las visitadoras, La guerra del fin del mundo, El pez en el agua y La verdad de las mentiras. El Nobel de Literatura ha viajado por la novela, el cuento, la memoria, el teatro, el periodismo y el ensayo, sin desentonar en ninguno.

Vargas Llosa es un autor poliédrico. Si bien hay constantes en su obra, como el poder, sobre todo en la primera parte de su novelística como La ciudad y los perros y Conversación en la Catedral, o cuando retoma estos tópicos en La Fiesta del Chivo, bajo la estructura de la novela total, donde tiene ese gran despliegue de diversos personajes de distintos, ámbitos, sociales políticos culturales de nuestro país. Allí ha ofrecido y nos ha dado un gran aporte a la literatura peruana, latinoamericana y universal”, opinó el escritor Ricardo Sumalavia.

Para el catedrático y autor de Historia de un brazo, se ha tildado “erróneamente” a otras novelas de Vargas Llosa como “menores”.
"Conversación en la Catedral" es una de las obras cumbres de Vargas Llosa. (Casa de la Literatura)

“Considero que son novelas con un registro distinto como Pantaleón y las visitadoras o La tía Julia y el escribidor con un gran despliegue narrativo, de recursos técnicos y exploración de la narración. Incluso es un buen antecedente peruano de la autoficción”, agregó.

Sumalavia consideró que Vargas Llosa, en otros registros literarios, siempre ha sido muy curioso. “Es y será, hasta el final de sus días, un escritor de mucha curiosidad creativa; es una de sus enseñanzas y uno de sus grandes aportes a la literatura latinoamericana”.

“Destaco mucho su narrativa y lo apreció muchísimo, y así como su ficción también se debe resaltar su ensayística, que es intensa, compleja, lúcida y discutible, lo cual me parece interesante porque no pretende ser dogmático, sino justamente ofrece un punto de vista para enriquecer el debate”, comentó.

Por su parte, el poeta Bruno Pólack opinó lo mismo: que el gran legado de Vargas Llosa, además de sus novelas, es su obra ensayística: “Ha estudiado a Flaubert (La orgía perpetua), García Márquez (García Márquez. Historia de un deicidio), Arguedas (La utopía arcaica). Le ha dedicado gran parte de su escritura a este género literario”.

El Nobel de Literatura

Un corolario a la carrera del autor peruano llegó el 7 de octubre del 2010 cuando se dio a conocer que recibiría el máximo reconocimiento en las letras universales: el Nobel de Literatura.

Mario Vargas Llosa recibe el premio Nobel

Tal como señaló Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca, en un breve anuncio, el arequipeño obtuvo el galardón “por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, la rebelión y la derrota”.

Según el Comité Nobel, su obra refleja “el poder de la libertad y la liberación humana, y sus conflictos”. El peruano es reconocido por su habilidad para crear personajes complejos y por su estilo de escritura incisivo y desafiante. Ciertamente, MVLL abarca una amplia gama de temas, desde la política y la historia hasta la sociedad y la cultura.

El premio Nobel hace justicia a la habilidad de del autor de crear obras poderosas y significativas que abordan temas importantes de la humanidad, y por su contribución a la literatura y a la cultura en general.

Ya en la ceremonia el 7 de diciembre, Vargas Llosa ofreció un discurso de aceptación tan portentoso como conmovedor, llamado Elogio de la lectura y la ficción. Allí agradeció al Comité Nobel y a sus lectores por el honor de recibir el premio. También habló sobre su experiencia como escritor y sobre la importancia de la libertad y la democracia en la literatura.

En un momento, dijo: “Creo que la literatura es una actividad que tiene como objetivo la liberación del hombre, no solo a través de la palabra y la imaginación, sino también a través de la conciencia”.

Mario Vargas Llosa en su discurso del Nobel

Sin embargo, la nota sensible llegó cuando mencionó a su entonces esposa Patricia Llosa y sus hijos y nietos.

“El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: ‘Mario, para lo único que tú sirves es para escribir’”, leyó conla voz entrecortada.

El discurso de Mario Vargas Llosa fue un homenaje a la literatura y a sus valores fundamentales, y un llamado a la liberación humana y a la lucha por la democracia y la libertad.

Peruano universal

Mario Vargas Llosa es el nuevo “inmortal” y se une a esos destacados nombres de la Academia Francesa —fundado por cardenal Richelieu— como Victor Hugo o Voltaire, con el número 18, que alguna vez le perteneció al pensador Alexis de Tocqueville.

Vargas Llosa, en la literatura peruana, está a la altura de Vallejo y Arguedas”, expuso Pólack. “He sido un gran lector de Flaubert, Thomas Mann y Faulkner, y Vargas Llosa es el sucesor de esos escritores. Está donde debería estar. Pese a que en estos tiempos parece estar de moda ser mezquinos y no dar ningún elogio a las personas que se lo merecen, yo creo que el Nobel peruano se merece todos los elogios posibles; hay que aceptar a los maestros cuando se les ve, y en estas épocas esos maestros como él escasean”.

En esa misma línea va Diego Bardález, editor y director del Grupo Editorial Estación La Cultura, que sostuvo que “el reconocimiento a Vargas Llosa en la Academia Francesa nos recuerda nuevamente la condición universal del escritor. Indudablemente, ha conseguido en las letras lo que ningún autor en lengua española ha logrado antes y difícilmente se logrará a futuro”.

“Como alguien con un mundo interior interesante y vocación por la omnipresencia, el personaje Vargas Llosa ha acompañado la vida política, social y cultural del país, y, dependiendo del momento, ha marcado incluso su derrotero. Lo que tal vez no se reconoce lo suficiente en el Perú, en especial desde pequeños nichos culturales, es que la presencia de una figura de su talla abre puertas y visibiliza la literatura nacional en el mundo, incluyendo la obra de autores que piensan políticamente en contra de lo que el Nobel profesa”, planteó.

Crédito: Academia Francesa

Academia Francesa

Mario Vargas Llosa ingresó esta semana a la Academia Francesa, una institución que, fundada en el siglo XVII para velar por el buen uso de la lengua, rompió varias de sus propias tradiciones para acogerlo. Influenciada por el movimiento de la Ilustración, en el siglo XVIII, la Academia juega un papel importante con tres diccionarios: la ortografía del 30% de las palabras cambia y aparecen los acentos.

En 1990 cede en algunas cuestiones, como el afrancesamiento de algunas palabras extranjeras. Sin embargo, en cuanto a los anglicismos o la escritura inclusiva, mantiene su total rechazo, al considerarlos “un peligro”.

La edad del Nobel hispano-peruano, 86 años, es una transgresión respecto a las normas de la institución fundada en 1635 por el cardenal Richelieu, que desde 2010 había establecido un tope de 75 años como máximo para presentarse candidato a uno de los 40 sillones de “los inmortales”, el nombre con el que se conoce a los académicos.

”Los vientos” de Mario Vargas Llosa, editado por Leamos, puede descargarse gratis de Bajalibros.

El último jueves, por primera vez, Vargas Llosa lució el tradicional traje oscuro con hojas verdes de olivo bordadas que portan los académicos desde comienzos del siglo XIX y portó, además, una espada diseñada para la ocasión.

Según los académicos, el arma —una costumbre aún más antigua que el traje, ya que data de los tiempos de la creación de la Academia— es un signo que equiparaba a los académicos con “los aristócratas” de la época del reinado de Luis XIII (1601-1643).

En su discurso, criticó la Rusia de Vladimir Putin y abogó por la democracia, abordó su pasión por la literatura, en particular la francesa, y la política, en particular la denuncia de los autoritarismos. “La novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá”, dijo.

A partir de ahora se reunirá cada jueves a las 15.00 horas y, para cumplir su misión en París, sin descuidar también sus labores en la Real Academia Española, planea pasar en Francia 15 días y 15 en Madrid.

Entre los “confrères” (colegas) actuales de Vargas Llosa figuran, entre otros, el escritor de origen libanés Amin Maalouf; la literata Chantal Thomas; el obispo de Angulema, Claude Dagens, y la historiadora y politóloga Hélène Carrère d’Encausse, que ejerce además el puesto de “secretaria perpetua” de la institución desde 1990.

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