El Conurbano dicta la forma de hacer política en Argentina y Carlos Pagni explica por qué

En su nuevo libro, “El nudo”, el periodista y analista político traza un recorrido histórico para explicar el rol crucial que tuvo, y todavía tiene, ese amplio territorio que llama el “pequeño Estados Unidos del subdesarrollo” y el “paraíso post-apocalíptico a minutos del Obelisco”.

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En "El nudo", el escritor, periodista y analista político argentino Carlos Pagni explica el rol fundamental del conurbano bonaerense a la hora de dictar la forma de hacer política en Argentina.
En "El nudo", el escritor, periodista y analista político argentino Carlos Pagni explica el rol fundamental del conurbano bonaerense a la hora de dictar la forma de hacer política en Argentina.

“Nada es más difícil de advertir que lo obvio. Con el conurbano bonaerense pasa eso. Para quien quiera entender la vida pública argentina, es una realidad ineludible. La demografía, con su tediosa matemática, manda. Y esa región se impone por la prepotencia del tamaño. Pero a la vez se trata de una zona misteriosa, no solo porque es un laberinto inabarcable, sino también porque su representación es problemática. Ni siquiera hay coincidencias con su denominación. ¿Conurbano? ¿Gran Buenos Aires? ¿Área metropolitana?, escribe el periodista argentino Carlos Pagni en su nuevo libro, El nudo.

Editado por Planeta como parte de la colección “Espejo de la Argentina”, El nudo es una investigación del periodista de La Nación que intenta explicar cómo el conurbano bonaerense -al que llama “un pequeño Estados Unidos del subdesarrollo” y “un paraíso post-apocalíptico a minutos del obelisco”- modeló por décadas, y sigue modelando, la política argentina.

Poniendo el foco en la crisis de 2001, pero sin dejar de hacer un esclarecedor recorrido histórico que abarca desde la federalización de la Ciudad de Buenos Aires a fines del siglo XIX, pasando por el primer peronismo, hasta llegar al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Pagni muestra cómo la “conurbanización” de la política dio un giro a la forma de manejar y dirigir el país, en particular desde la caída de Fernando de la Rúa.

Escribe el autor: “Se está verificando en la Argentina un problema que se reproduce en todo Occidente. La democracia republicana (...) soporta impugnaciones como consecuencia de las malas prestaciones económicas. Muchas sociedades están apelando a liderazgos autoritarios, a cambio de la promesa de superar la frustración. La Argentina, por recurrir a una expresión que utilizó Tulio Halperin Donghi en 1964, corre el riesgo de quedar encerrada en un callejón. Todavía queda tiempo para impedir esa dolorosa vuelta atrás”.

“El nudo”, de Carlos Pagni (fragmento)

Portada de "El nudo", de Carlos Pagni, editado por Planeta como parte de su colección "Espejos de la Argentina".
Portada de "El nudo", de Carlos Pagni, editado por Planeta como parte de su colección "Espejos de la Argentina".

Este libro habla de un lugar: el conurbano bonaerense. Pero sería también correcto decir que se refiere a un momento: la crisis de 2001. Fue a partir de esa tormenta que el conurbano despertó un interés desconocido. La conmoción le asignó un significado.

Con la gran perturbación de comienzos de siglo se precipitó un proceso con antecedentes más remotos. En esos días turbulentos cayeron presidentes y colapsó un régimen monetario y cambiario. Pero, sobre todo, se aceleró la descomposición del Estado de bienestar tal como había sido concebido desde los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón.

El terremoto se desarrolló sobre todo en una geografía. El modelo económico que había entrado en convulsión estalló en el lugar donde se lo había fundado. El conurbano de la provincia de Buenos Aires. En medio de esas ruinas hizo su aparición un nuevo drama: la pobreza. La Argentina era, por supuesto, un país con pobres. Pero a partir de 2001 emergió la pobreza como un fenómeno sistémico.

La sociedad sigue atrapada en una agenda de problemas que se inauguraron en medio de esa gran alteración. El aislamiento financiero por el recurrente riesgo de default; las dificultades para solventar el consumo de energía; una maraña de impuestos, que incluye las retenciones a las exportaciones; y el previsible desencuentro con las corrientes internacionales de inversión, forman parte de ese inventario de trastornos que adquiere rasgos de cronicidad.

La política también se transfiguró. El radicalismo, que había sido el instrumento de intervención de los sectores medios en la vida pública durante más de cien años, ingresó en una recesión. El PRO se gestó en ese vacío, con el propósito de cubrirlo. El peronismo se reconvirtió. Bajo la tutela de Eduardo Duhalde y, sobre todo, con el liderazgo de Néstor y Cristina Kirchner, se conurbanizó. Los trabajadores organizados dejaron de ser la columna vertebral de una fuerza que ahora tenía su centro de gravedad en la pobreza organizada.

Así como Perón se había ofrecido a mediados de los años cuarenta como el demiurgo de un nuevo orden, que evitaría la revolución social insinuada en el mundo del trabajo, Duhalde y, con mayor énfasis, los Kirchner, aparecieron como los proveedores de un equilibrio que sería siempre inestable por el malestar de los sumergidos. Son los dos extremos de una misma parábola. La de la expansión y el descenso de un sistema social, productivo y laboral. El terreno donde se experimentó esa trayectoria es el conurbano.

Para que la paz que se reconquistó después de 2001 fuera valorada, debería recordarse que se trata de una paz amenazada. Este juego está en el corazón de la visión del conurbano que se elaboró a partir de aquel incendio. Es el espacio desde el cual asoma una catástrofe detenida. No se trata solo de un objeto imaginario. En ese concepto hay algo de real. Porque el orden que se repuso es un orden demasiado defectuoso.

En 2001 se restauró el poder del Estado ante la perspectiva del caos. Pero ese Estado choca contra sus propios límites y deja demasiadas zonas de descubiertas. Los desocupados o subocupados son una legión que, llegado el caso, se estructura alrededor de movimientos más o menos informales. En infinidad de barrios carenciados la autoridad es ejercida por los narcos. La pandemia fue un papel de tornasol que volvió más perceptible la impotencia de la gestión pública frente a estas miserias.

El periodista, escritor y analista político argentino Carlos Pagni recibió el Premio Konex al Periodismo, el Premio Konex de Platino 2017: Análisis Político, el Premio Konex 2007: Análisis Político Escrito y fue condecorado con la Orden de Río Branco por Brasil.
El periodista, escritor y analista político argentino Carlos Pagni recibió el Premio Konex al Periodismo, el Premio Konex de Platino 2017: Análisis Político, el Premio Konex 2007: Análisis Político Escrito y fue condecorado con la Orden de Río Branco por Brasil.

Sin embargo, esa imagen de un conurbano homogéneo en su peligrosidad, que siempre está a punto de lanzarse desde el margen hacia el centro, a la que recurren a diario las convenciones periodísticas, es incorrecta. No incorpora un rasgo sobresaliente de esa extensísima trama urbana: la diversidad. Bajo el mismo nombre se designa una variedad de regiones imposible de clasificar. Esa diversidad es también fragmentación y muestra un rostro cada vez más inquietante: la desigualdad.

La presunción de que más allá de la Ciudad de Buenos Aires se extiende un valle de lágrimas en el que solo predomina la pobreza está desmentida por los datos. El conurbano es, en su composición socioeconómica, un mosaico. Un 3,5% de sus habitantes son propietarios o directivos de empresas con más de diez empleados. Un 6% tiene la misma posición pero en medianas empresas. El 16% de esos vecinos son propietarios que ejercen una profesión independiente o un oficio matriculado. Los empleados formales en la educación, el comercio, los bancos o la administración pública representan el 38% del total; 13% son asalariados en establecimientos de más de diez empleados. Y un poco más del 6% lo son en kioscos, almacenes, oficinas profesionales, farmacias o emprendimientos por el estilo. Por su parte, un 6% son trabajadores manuales en empresas con menos de diez empleados: choferes, albañiles u operarios en general.

Las nacionalidades agregan su propia pluralidad: esa región ha sido durante un siglo y medio la meca de migrantes de toda procedencia. Los que cruzaron el Atlántico, los que dejaron sus provincias, los que llegan desde países limítrofes. El Gran Buenos Aires es, en este sentido, un pequeño Estados Unidos del subdesarrollo.

Esa diversidad está, como siempre, asociada a una gran vitalidad, que llama la atención de muchos observadores. Basta leer Una historia del conurbano de Pedro Saborido; o revisar las cuentas “The Walking Conurban”, en Instagram o en Twitter, que definen a ese mundo con una frase una que sugiere todos los matices: “Un paraíso post-apocalíptico a minutos del obelisco”.

En esos textos, que convergieron en el documental Universo conurbano, esa urbanización inabarcable es el laboratorio de una sensibilidad desencajada de los cánones convencionales y, en un plano ideológico-político, una zona de reserva activa frente a los intentos de modernización capitalista. Es un enfoque que ve, o sueña, al conurbano como un agente histórico.

Alrededor de este sujeto se han constituido instituciones académicas, como el Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento. También se despliega una literatura en la que, de nuevo, tiempo y espacio se superponen: está formada por obras que localizan a través de ese laberinto híper poblado los rasgos de una nueva sociedad fraguada en el año 2001.

La indagación sobre el conurbano cruza desde las ciencias sociales a los textos de ficción, en la senda abierta por Bernardo Verbitsky y su Villa Miseria también es América, de 1957. Esa escritura va de Rodrigo Zarazaga a Washington Cucurto; de Adrián Gorelik a Juan Diego Incardona; de Jorge Ossona a Cristian Alarcón; de Javier Auyero a Josefina Licitra; de Lucas Llach a Florencia Castellano.

El cine se interesó por ese territorio en múltiples producciones. Pizza, birra, faso, Mundo grúa, Un oso rojo, El bonaerense o Vikingo son algunas. También la televisión se propuso retratarlo con programas como Conurbano, tierra de oportunidades, de Diego Valenzuela, o columnas especializadas, como las de Daniel Bilotta. Okupas, El puntero o Un gallo para Esculapio son series que se ambientaron en esa geografía; igual que personajes de humor crítico, como Jesús de Laferrere y Micky Vainilla, que encarna Diego Capusotto con guiones de Saborido.

Sería imposible consignar la infinidad de muestras de artes visuales dedicadas al conurbano y exhibidas en el conurbano. Y sería un desacierto olvidar que ese laberinto que rodea a Buenos Aires tiene una llamativa fertilidad para la música, como demuestra la cumbia villera, un género que ha trascendido más allá de las fronteras.

Este libro explica el peso decisivo que tiene el conurbano en la vida pública argentina. Lo hace de dos maneras. Cuatro capítulos ofrecen un enfoque sistemático. Otros cuatro consideran al Gran Buenos Aires desde el punto de vista de la historia. Están intercalados. El primero de tipo sistemático se denomina Conurbano y es una presentación de la región y sus problemas a la luz de categorías de la sociología urbana. Cuenta cómo se fue constituyendo esa extensión, ajena a cualquier plan premeditado. Las aberraciones en el uso de la tierra. El desborde de las instituciones creadas para administrar la vida colectiva: de la escuela a la comisaría, del hospital a las oficinas de asistencia social. Los contrastes económicos establecen barreras de aislamiento: en las villas y los asentamientos, en los countries y en los barrios privados. Es el paisaje de una sociedad que se desintegró.

Quién es Carlos Pagni

♦ Nació en La Plata, Argentina, en 1961.

♦ Es periodista y escritor.

♦ Recibió el Premio Konex al Periodismo, el Premio Konex de Platino 2017: Análisis Político, el Premio Konex 2007: Análisis Político Escrito y fue condecorado con la Orden de Río Branco por Brasil.

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