Frente a los terremotos, la ciudadanía no está organizada, advierte June Carolyn Erlick

A propósito del lanzamiento de su libro Desastres Naturales en América Latina, Infobae Leamos habló con la periodista norteamericana sobre los desafíos que plantean las emergencias y su experiencia como corresponsal al frente de los desastres naturales

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June Carolyn Erlick es la
June Carolyn Erlick es la editora en jefe de revista The Harvard Review of Latin American Studies de la universidad de Harvard. Es autora y editora de varios libros, entre ellos, 'Una gringa en Bogotá', 'A Journalist Silenced', 'Disappeared' y su más reciente título, 'Desastres Naturales en América Latina', escrito en inglés y traducido al español.

Cuenta June Carolyn Erlick que la primera vez que pisó Bogotá, sintió como si la ciudad de ese entonces, fuera una persona conocida. El clima, la gente, las librerías del centro y hasta los perros callejeros que hacían parte del paisaje se robaron su cariño y atención. Había llegado a la capital colombiana tras un viaje largo por Centroamérica y sintió que la ciudad la abrazaba.

Después de esa visita se fue a la Feria de Cali, sin imaginar que estando en la “la sucursal del cielo” conseguiría un nuevo empleo como corresponsal desde Latinoamérica con base en Bogotá. Hoy recuerda con algo de melancolía esos nueve años de vivencias cubriendo el conflicto armado del país, las guerras de la región y los desastres naturales.

Su primer acercamiento a uno de estos eventos, donde la fuerza de la naturaleza arrasa con todo lo que encuentra a su paso, tuvo lugar como periodista del periódico Lakeland Ledger. El lugar, Honduras; la fecha, el 24 de septiembre de 1974.

Había llegado allí porque una amiga, que recolectó juguetes y algunos elementos básicos para entregar a las víctimas del desastre, le pidió que la acompañara. Tras recibir el apoyo de su editor para realizar el trabajo periodístico, June viajó al país centroamericano para darse cuenta de que, al final, más que su compañía, lo que necesitaba su amiga era el respaldo de un periodista extranjero, para evitar que las ayudas fueran decomisadas al ingreso al país. “Fue ahí cuando vi esa asociación de los desastres naturales con la corrupción”, cuenta en diálogo con Infobae.

Erlick explica en su nuevo libro que, a pesar de su amplia experiencia como periodista cubriendo desastres naturales, siempre es posible resultar afectado emocionalmente; aunque lo cierto es que por lo general el cubrimiento se realiza cuando todo ha culminado.

Cuenta que, irónicamente, uno de los momentos más duros como testigo de un desastre natural, fue en calidad de televidente. Observar las imágenes de la niña de 13 años Omayra Sánchez, tras la avalancha que sepultó la población colombiana de Armero, sumergida entre el fango mientras hablaba con los periodistas, la hizo entender que un suceso accidental podía tener un rostro; por eso decidió dedicarDesastres naturales en América Latina a Omayra.

“A través de la figura de Omayra Sánchez, el mundo se identificó con la ciudad y sus pérdidas, con su trauma y su dolor”, explica Erlick en el libro.

En ese entonces, cuenta en entrevista con Infobae, se encontraba en Bogotá de visita y no necesitó estar en el lugar de los hechos como reportera para entender cómo un desastre natural como la explosión del volcán nevado del Ruiz puede generar traumas colectivos e individuales hasta convertirse en una cicatriz, una fisura.

La tragedia de Armero dejó
La tragedia de Armero dejó ver cómo los desastres naturales pueden tener rostro propio. En el caso en particular, la historia de Omayra Sáchez, le dio la vuelta al mundo. (AFP PHOTO/El Espectador)

Pero esas fisuras, que muchas veces se quedan en los muros de las estructuras de concreto sin ser reparadas, al final no solo dan cuenta del poder de la naturaleza, sino de la capacidad de gobernanza de los Estados.

“Los desastres revelan las debilidades que se esconden bajo la estructura de sociedades y poblaciones vulnerables. La naturaleza puede destruir las oportunidades por igual, pero la desigualdad y la ausencia del tipo de liderazgo asociado con la buena gobernanza implica que el verdadero desastre lo originan los humanos”, dice en su libro.

En ese orden de ideas, cuando se le pregunta a la autora sobre cómo ve a Colombia en cuanto a la capacidad de respuesta sobre desastres naturales, ella es enfática en que el país puede mejorar y que esto no depende de inclinaciones políticas, pues asegura que entre los países del Caribe, Cuba es uno de los mejor preparados.

Sostiene que mucho antes de la revolución de 1959, la isla ya monitoreaba huracanes, pues siempre han sido un riesgo en la región. Además, explica la autora en el libro, desde 1857 el país se convirtió en sede del primer observatorio meteorológico del Caribe, y en 1875 el jesuita Benito Viñes hizo la primera predicción de la llegada de un huracán en el hemisferio occidental.

Así mismo, en la extensa investigación de la periodista, y poniendo en consideración a que no solo azotan a la isla sino también a la Florida, desde 1963 hasta la fecha, Cuba y los Estados Unidos cooperan juntos en lo que tiene que ver con estos fenómenos.

“Hay muchos tipos de desastres naturales. Yo pensé mucho en eso el viernes pasado (10 de marzo) con el temblor que sentimos en Colombia a las cuatro de la mañana, porque asustó a mucha gente. Hubieran podido caer edificios, morir personas. El temblor fue un evento pequeño, así como también pudo haber sido grande. Entonces, ahí hay varias preguntas. ¿Cómo hubiera respondido el Gobierno nacional? Por un lado, uno puede decir que la gestión de Gustavo Petro como alcalde no fue necesariamente la más eficaz, pero, por otro lado, uno puede ver que la gestión no depende de la tendencia política, porque el país que tiene más preparación para desastres como huracanes es Cuba. Por eso yo pienso que alguien como Petro, que podría estar consciente de ese modelo, tal vez podría hacer un buen trabajo. Sin embargo ¿cómo está organizada la ciudadanía? La ciudadanía no está organizada. ¿Cómo es la relación del Gobierno nacional con los gobiernos regionales y municipalidades? mala. Entonces, ¿sería Colombia mejor que Guatemala? Sí ¿Cuanto sin su nivel de corrupción? Hay muchos factores…”, reflexiona Erlick.

Las inundaciones causadas por el
Las inundaciones causadas por el los huracanes Eta e Iota en Honduras. el 8 de diciembre de 2020. REUTERS/José Cabezas

Del cambio climático y la recuperación

Aunque se sabe que algunos fenómenos naturales se han intensificado debido a las crisis climática, en el caso de los huracanes —el calentamiento de la superficie del mar los ocasiona—, existen teorías científicas de que la incidencia del hombre en la naturaleza, también puede incentivar la actividad geológica, es decir, los terremotos y erupciones.

En ese orden de ideas, cuando se le pregunta a la escritora norteamericana cuál de todos los retos que se presentan a la hora de enfrentar los desastres naturales es el más complejo, ella no duda en responder que todo se trata de un tema de gobernanza, pues el rol de la presencia de los estados antes y durante los desastres es fundamental.

“Los desastres naturales, no se reparan de un día a otro, uno puede tener equipos, estar consciente de dar ayuda, pero me parece que hay que estar pensando siempre en que estamos viviendo un ciclo. Que si por ejemplo, hay una comunidad rural campesina que corta los árboles porque necesita leña como se ha visto en Nicaragua, ésta contribuye al cambio climático, el cual se ve reflejado en inundaciones y sequía. Al final, son esos mismos campesinos los que están sufriendo, como también lo hará la gente que vive en las ciudades porque la sequía trae escasez de alimentos y aumento en los precios de la comida”.

Por eso, como bien lo señala en el libro, hoy por hoy no solo se hace necesario que desde los gobiernos se implementen políticas para frenar el calentamiento global, sino también se establezcan planes de adaptación al cambio climático, pues en el ejercicio de la prevención, vista desde los planes de evacuación de los ciudadanos, pasando por los planes de atención de desastres que sean implementados, será posible reconstruir sociedades.

La fuerza del terremoto que
La fuerza del terremoto que vivieron en Turquía y Siria, dejó a su paso un escenario de destrucción. (AP Foto/Omar Sanadiki)

En ese sentido, y teniendo en cuenta los sucesos ocurridos el pasado 6 de febrero en Turquía e Irán, Erlick si bien afirma no tener muy claro cómo funciona la gobernabilidad en esa región, es consciente de los cambios que un suceso de tal magnitud puede acarrear.

“Yo veo que podría haber cambios importantes en cuanto a gobernabilidad. Pero en lo que conozco de América Latina, por lo general, un desastre natural causa un cambio en los gobiernos. Los vuelve más democráticos, más eficaces. Cuando yo estaba investigando para este libro, leí el caso de un emperador en tiempos precolombinos en Perú que movió una estatua. Tras hacerlo, comenzaron las inundaciones, esto al final trajo el descontento del pueblo, que terminó por derrocarlo, como ocurrió también hace unos años en Puerto Rico”, dice.

Por eso, señala, la recuperación de un territorio no es algo que se realice en un parpadeo de tal manera que desde los planes de prevención anteriores sobre cómo actuar en momentos de emergencia, pasando por cómo recibir la ayuda internacional y elementos básicos como el nombramiento de un equipo de gestores que vigile para evitar actos de corrupción, son factores tan clave como trabajar en conjunto con las comunidades afectadas.

El libro cuenta con una
El libro cuenta con una extensa investigación la cual sustenta cada uno de los capítulos.
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