Anthea es el planeta del que ha llegado Thomas Newton hasta Kentucky, en Estados Unidos. Su mundo ha sido devastado por las guerras nucleares y sus habitantes, el doble de inteligentes que los humanos, han tenido que sobreponerse al acabose.
Una vez en la Tierra, Newton adopta una apariencia humanoide y se da a la tarea de contactar a los habitantes de su planeta para salvarlos de la extinción. Su misión, sin embargo, y la tecnología que carga consigo, llaman la atención de un profesor de química bastante presuntuoso que cree que Newton esconde algo peligroso bajo la superficie.
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El profesor se llama Nathan Bryce y es quien alerta a las autoridades para que le caigan con todo a Newton. Si bien los humanos no son tan avanzados como los antheanos, sí pueden llegar a ser más peligrosos. A medida que Bryce y el gobierno estadounidense se van acercando a Newton, este deberá sobreponerse a los obstáculos y luchar para lograr su objetivo: salvar a los suyos de una muerte segura.
Esta es la trama de “El hombre que cayó a la Tierra”, una de las novelas más originales y emotivas de la ciencia ficción, escrita por Walter Tevis, el célebre autor de “Gambito de Dama”, la novela que sirvió de base para la serie homónima, producida por Netflix y protagonizada por Anya Taylor-Joy, en 2020.
Alrededor de 240 páginas, en la edición de Alfaguara que ha publicado el grupo editorial Penguin Random House, con la traducción de Basi Aroca Gómez, componen este ejemplar que llega a librerías de España y Latinoamérica. Hay que aclarar, en todo caso, que no se trata de una novedad, en todo el sentido de la palabra.
La novela fue publicada, originalmente, en 1963, y en la década de los 70 fue adaptada al cine por el director Nicolas Roeg. La cinta contó con David Bowie como protagonista, en una de sus performances más memorables en la gran pantalla. El músico siempre tuvo, además, “El hombre que cayó a la Tierra” como uno de sus libros favoritos.
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En su momento, esta fue una de las novelas más disruptivas del género, dándole un giro a la manera en que se abordaban las temáticas alienígenas. Esta figura pasó de ser una amenaza permanente, o un ente de un nivel superior, a una excusa para que la raza humana reflexionara en torno a sus errores. El alienígena, de repente, se convirtió en un ser que reflejaba nuestros más profundos miedos, dando cuenta de su terror al hacer contacto con lo desconocido.
Newton, como protagonista de esta novela, es víctima de su incapacidad de adaptación al mundo humano. Si bien se ve como uno, y lo es en cuanto a su constante desconcierto e indefensión ante lo que le rodea, pese a su superioridad y la agudeza de su inteligencia, todo le resulta amenazante.
Expuesto a lo mismo que todos, en la Tierra estará a merced, incluso, de daños físicos: torceduras de tobillo, roturas de huesos, dolor ante movimientos bruscos; también emocionales: sentirse solo y asustado, con el temor constante a que su verdadera identidad sea descubierta. Todo esto se va acumulando en él y con el tiempo hará que se sienta disminuido y termine reducido a un tipo apático, amargado y triste, sumido en el alcohol.
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“Estaba enfermo; enfermo del largo y peligroso viaje que había emprendido, enfermo de todos los medicamentos —las píldoras, las vacunas, los gases inhalados—, enfermo de preocupación, anticipando la crisis, y terriblemente enfermo de la espantosa carga de su propio peso. Había sabido durante años enteros que, cuando llegara el momento, cuando finalmente aterrizara y empezara a poner en práctica aquel complicado y superestudiado plan, experimentaría lo que estaba experimentando. Sin embargo, este lugar, a pesar de lo mucho que lo había estudiado, a pesar de lo mucho que había ensayado el papel que iba a representar, se le aparecía como increíblemente ajeno a él. Y la sensación —ahora que podía sentir— resultaba abrumadora. Se tumbó en la hierba y se sintió muy enfermo” - (Fragmento, “El hombre que cayó a la Tierra”, de Walter Tevis).
Rodeado de seres cuyo comportamiento es atípico, Thomas Newton se verá, en más de una ocasión, en la necesidad de intentar comprenderlos. La suya es una tragedia que se sobrepone a la imaginación. Y es que “El hombre que cayó a la Tierra”, si bien es una historia de ciencia ficción, consigue rescatar elementos de otros géneros, brindándole así a los lectores la posibilidad de conectar, más allá de que lo que se cuenta pueda llegar a ser un imposible, y por encima del hecho de si gusta o no de este tipo de ficciones.
Desde el tono hasta la ambientación, todo en esta novela obedece a la maestría de un escritor terco en sus formas y excesivamente cuidadoso con el recorrido que hace el lector a lo largo de la historia. No cabe duda de que “El hombre que cayó a la Tierra” es una de las grandes piezas de la literatura moderna. Ya era tiempo de que saliera una buena edición en español.
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