Luego de La hora azul, El susurro de la mujer ballena, La perricholi, Demonio del mediodía y La pasajera, Alonso Cueto ha decidido compartir sus textos más íntimos. Son líneas que nunca fueron pensadas para ser publicadas, sino permanecer en las hojas donde el narrador peruano volcó las inquietudes, sorpresas y recuerdos que almacenaba con el paso de los días.
En conversación con Infobae contó detalles de su nueva obra literaria.
Como ya ha hecho antes, Cueto reflexiona sobre su labor como escritor señalando que en el universo de la ficción “puedo olvidarme del otro tiempo que me va erosionando, disolviendo, acercándome a la muerte”. Pero lo cierto es que los escritores nunca mueren, solo dejan de escribir. Sus creaciones sobreviven en el cariño y admiración que, de cuando en cuando, surge entre sus más fieles lectores.
Prueba de esto son los recuerdos del escritor sobre José María Arguedas. La amistad que el autor de Los ríos profundos mantenía con su familia lo llevaron a construir recuerdos como aquel en que se abrazaron en las tribunas de un estadio luego de que ‘Perico’ León le atajara un gol a Universitario de Deportes. “Por entonces yo no sabía que era un escritor. Solo que era un tío querido”, escribió el autor de Grandes miradas.
En 1983, La batalla del pasado, primer libro de Alonso Cueto, llegaría a las librerías y a su casa una carta de uno de sus lectores: Mario Vargas Llosa. Para el premio Nobel de Literatura que dos años atrás acababa de publicar La guerra del fin del mundo los cuentos del escritor debutante habían sido de su agrado por reflejar la pasión con la que había atravesado las primeras experiencias de su adultez.
“Aquí uno siente que ha vivido”, recuerda Cueto que decía la misiva.
“Tiene que ver con mi idea de la literatura que también tiene él: es importante vivir de una manera muy propia, profunda e intensa las experiencias para poder convertir eso en ficción. Ir más allá de un ejercicio de estilo”, contó el autor de Los años.
Por ello, llegó a escribir líneas que señalan que “uno escribe sobre lo que no sabía que le atormentaba. Es un ejercicio muscular, en el que el músculo principal es la imaginación”.
Séptimo arte
Una de las fuentes de felicidad de Alonso Cueto ha sido el cine. Al séptimo arte lo describe como “un diario de la memoria que nos sorprende y nos hace regresar”. Cintas como Chinatown no solo son Faye Dunaway, Jack Nicholson y John Huston en la pantalla, sino también los días en que vio por primera vez aquella cinta, los mismos en que sus padres estaban vivos y el estudiaba en la Facultad de Literatura.
Recientemente se ha maravillado con The Fabelmans, El triángulo de la tristeza y Tár, pero sobre todo con Los espíritus de la isla. La simpleza de su trama, la economía de su historia, la concentración y el misterio de las relaciones humanas y la amistad han marcado a alguien que ve en sus amigos como un factor importantes para una existencia llevadera. Hoy por hoy, dice tener las amistades que necesita.
“Los amigos están hechos para no tener obligaciones, para compartir el mundo y comentarlo. Uno no tiene más o menos amigos. Hay una prosa de Julio Ramón Ribeyro que dice que a una cierta edad uno no hace nuevos amigos y como que las puertas se han cerrado. No estoy seguro de eso, todo depende de la atención que uno ponga en el mundo. Es un misterio como el amor”, recalcó el aclamado escritor.
[”Los vientos”, de Mario Vargas Llosa, se puede descargar gratis de Bajalibros clickeando acá.]