Durante décadas, el gobierno de Estados Unidos se ha encargado de hacerle cacería a un virus informático conocido como ‘Día cero’, que permite que los hackers ingresen de manera remota a aparatos como celulares, laptops, smartwatch, tablets, etc., y se muevan con total libertad sin ser detectados.
Esta es una de las herramientas más codiciadas por los espías cibernéticos, pues les permite hacer demasiado con muy poco. El ‘Día cero’, para los hackers, es sinónimo de poder, y para los espías, representa la posibilidad de desmantelar controles de seguridad intensísimos en prisiones, bancos, museos, fábricas, etc., modificar los resultados en un sistema de votación gubernamental y encender o apagar la red eléctrica de ciudades enteras a su antojo.
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En años pasados, agentes del gobierno norteamericano han pagado elevadas sumas de dinero a quienes sean capaces de controlar el virus del ‘día cero’. Si el hacker demostraba su dominio, debían, a cambio de unos buenos dólares, vender sus códigos de acceso y su silencio. Al principio, para las agencias de espionaje, todo era parte de otro proceso más, dentro de los muchos que llevan para tener el control de toda una nación, pero en Estados Unidos, perdieron el control y el virus se expandió a dominios inesperados.
Actualmente, varios de esos ‘días cero’ se encuentran en poder de mercenarios y políticos corruptos, así como en el dominio de naciones que le declaran la guerra cada tanto al mundo. A ninguno le interesa las consecuencias, si las centrales nucleares corren riesgo, si el sistema económico colapsa, si el voto de una persona se pierde, o si el agua se contamina y la calidad del aire disminuye.
Basándose en una serie de reportajes y entrevistas, realizadas a lo largo de los años, Nicole Perlroth, reportera de The New York Times, decidió correr el telón que se encontraba cubriendo todo este asunto y revelarlo en un libro que asegura que nos enfrentamos a una feroz amenaza si no conseguimos frenar el crecimiento de un virus como el ‘día cero’, que a diario propicia ciberataques cada vez más agresivos.
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En “Así es como me dicen que acabará el mundo”, Perlroth se adentra en los secretos que hay detrás de la industria de las armas cibernéticas, recorriendo el camino trazado por hackers, activistas, disidentes, funcionarios, académicos, informáticos, investigadores, mercenarios y señores del terror, a quienes entrevistó en varias ocasiones
El libro se divide en siete partes, distribuidas en 560 páginas, en la edición del sello Tendencias, que dan cuenta de una serie de sucesos no lineales que desvelan todo este asunto de los ciberataques. La pluma de Perlroth es ampliamente descriptiva y rebasa las barreras del tecnicismo, pues al abordar un tema tan complejo como este, se corre el riesgo de decir mucho y que no te entiendan nada.
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Una década entera le tomó a Nicole Perlroth recopilar la información necesaria y dar con el lenguaje apropiado para revelar esta información. Sus investigaciones la llevaron a descubrir ataques rusos a plantas nucleares, el ataque cibernético de Corea del Norte contra Sony Pictures y otros muchos escándalos.
“Así es como me dicen que acabará el mundo” ha sido uno de los libros más vendidos en los listados de The New York Times, y ya se encuentra traducido a distintas lenguas. Se trata de un trabajo de gran rigor periodístico, que se lee como el mejor diario de eventos conspirativos, y es, a la vez que denuncia, un llamado a los gobiernos para que se replanteen las políticas de seguridad cibernética, pues todos los países son vulnerables ante la idea de una posible guerra mundial propiciada por virus como el ‘día cero’.
Para los lectores, el recorrido al interior de estas páginas supondrá un momento vívido y fascinante al interior de las sombras que yacen alrededor del control que ejercen los gobiernos sobre las sociedades.
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