La Argentina era otra cuando un joven José Mario Pantaleo llegó desde Italia, convencido de que era este el lugar en el que cumpliría su misión sacerdotal. Nacido en la pequeña localidad italiana de Pistoya en 1915, el Padre Mario no tardaría en hacerse conocido en todo el país gracias a su incansable trabajo solidario y, en particular, a sus “manos sanadoras” con las que, según afirman sus seguidores, realizaba milagros.
Una vez que su fama de cura sanador se hizo eco en la región, las filas de fieles que acudían al Padre Mario en busca de sus milagros empezaron a extenderse cada vez más. Según cuentan, llegó a atender a más de 3 mil enfermos en un día. Pero su caso más recordado es el de Perla Gallardo, una mujer que había padecido cáncer de útero y decía haberse curado gracias a su intervención, por lo que terminaría siendo su más cercana colaboradora hasta la muerte del italiano radicado en Argentina.
Esto llevó a que en noviembre de 2021 se iniciara el Proceso de Beatificación del Padre Mario, primer paso para su santificación. “Hasta ahora se ha visto que no hay ningún obstáculo para iniciar el proceso, eso es lo que ha investigado el Arzobispado de Buenos Aires y que llega a Roma para que la Santa Sede conteste que no lo hay. Ya respondieron que el Padre tiene ‘fama de santidad’, eso lo hace la gente que es quien pide desde hace años que sea beato. Desde que se inicia el proceso se lo considerará ‘Siervo de Dios’ y ya podrá imprimirse las primeras estampas con su imagen”, explicó el doctor en derecho canónico y padre Daniel Medina, uno de los postuladores.
Es así que la escritora, periodista y socióloga argentina Silvina Premat se sumergió de lleno en la vida del cura sanador para contarla con lujo de detalle en Padre Mario, su nueva biografía publicada por Ediciones B, en la que explica cómo este “instrumento de Dios” se transformó en un sinónimo de milagro en Argentina. Como solía decir el Padre Mario a quienes acudían a él: “Yo soy la guitarra, el guitarrero está arriba y es el que verdaderamente hace todo”.
Así empieza “Padre Mario”
Pudo haber sido un gran filósofo. Quizá. Pudo haberse destacado por sus discursos. Tal vez. También hubiese podido ser un gran arquitecto o un médico naturista. Pero no. Puso toda su inteligencia, voluntad, habilidades e inclinaciones al servicio de lo que desde niño reconoció como el camino hacia su realización personal.
No hubo obstáculo que lograra frenarlo, se tratase de enfermedad, guerras o soledad. Haciendo ese camino se descubrió a sí mismo como instrumento de bien para algunos y piedra de escándalo para otros. No lo entendía, pero no por eso lo dejó de lado, al contrario.
Adentrarse en esta biografía de José Mario Pantaleo puede resultar novedoso para tantos de los que lo conocieron, pero no supieron de sus sentimientos encontrados, de sus experiencias en Italia antes de radicarse en la Argentina o de la incomprensión de la que fue objeto.
Para quienes lo conocerán a partir de estas páginas, como me pasó a mí al escribirlas, podrán descubrir en ellas motivaciones y herramientas para vivir a fondo lo que cada uno percibe como el sentido de su propia existencia.
Impulsada por amigos de Pantaleo, que consideraban que las biografías existentes tenían algunos baches necesarios de rellenar, asumí la tarea de buscar la información faltante. Lo hice apelando a la memoria de los que compartieron con él circunstancias de las más diversas, consultando archivos italianos y argentinos que conservan documentos y cartas escritas por él o sobre él, y revisando documentales, videos o audios.
Me topé así con experiencias que sumaban color, tensión y dramatismo a las ya conocidas de su vida. Ante cada paso que Mario Pantaleo intentaba dar en la dirección que se había propuesto debía superar dificultades que parecían boicotearlo. El despertar de sus capacidades extraordinarias en la mitad de su vida no hizo más que enriquecer una historia de por sí valiosa.
Los capítulos aquí presentados siguen el devenir cronológico del padre Mario, desde su nacimiento hasta su muerte; una trayectoria repleta de episodios que echan luz sobre sus fortalezas y sus debilidades. Son narraciones de hechos, gestos o palabras reales que pueden dar lugar a presunciones o interpretaciones, pero no a ficciones, excepto algún error involuntario.
Como anexo a la trayectoria histórica se ofrece aquí una aproximación a otro de los aspectos poco conocidos del padre Mario, su pasión por la filosofía y los indicios de un pensamiento propio. Se propone también una visita a la casa de su infancia, en Italia, cien años después de su nacimiento.
Confío, y auspicio, que quien se disponga a leer este libro lo haga en el orden que su intuición le inspire. Es decir, que entre a la vida del biografiado tal como cuando se conoce a alguien en una situación, una edad y un tiempo determinados; sólo más tarde se irá develando el pasado y se lo podrá acompañar en lo que le resta de camino.
Sin aspirar a agotar todas y cada una de las circunstancias que le tocaron vivir, intenté tejer un texto con los hilos provistos por algunas experiencias físicas, psicológicas y espirituales de un hombre que solo desnudaba su alma ante sus superiores y, algunas veces, ante sus amigos. Busqué detenerme en momentos que podrían representar hitos en lo que él mismo llamaría su dinámica evolutiva porque, diría Pantaleo, “todo evoluciona en este mundo y también el hombre evoluciona; intelectualmente evoluciona, anímicamente evoluciona, espiritualmente evoluciona y evoluciona también con el deseo de trabajar y de hacer algo”.
Quién fue el Padre Mario
♦ Nació en Pistoya, Italia, en 1915.
♦ Fue sacerdote, Licenciado en psicología y filosofía.
♦ En 2021 se abrió la causa para su beatificación y futura canonización, siendo conocido desde entonces con el título de Siervo de Dios.
Quién es Silvina Premat
♦ Es periodista y socióloga.
♦ Se desempeñó en el diario La Nación durante dieciséis años como redactora en las secciones Cultura y Sociedad, y trabajó también en otros medios nacionales e internacionales.
♦ Es autora de libros como Curas villeros. De Mugica al padre Pepe, Pepe, el cura de la villa y Milagros argentinos.
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