Para 1969, un joven mexicano de apenas 24 años fue encarcelado en la prisión de Burgos (España). Se trató del escritor y académico Héctor Cruz Manjarrez y Mejía. Ahora, a sus 77 años de edad ,y transcurridas poco más de cinco décadas, de aquel suceso, publica “La prisión en invierno”, un título en el que reconstruye su estadía en aquel sitio de muros impenetrables donde convivió cara a cara con criminales, ladrones y hasta militantes del grupo terrorista ETA.
Manjarrez, en esta novela testimonial, narra aquel tiempo cuando culminaban los legendarios años 60. Él, un mexicano de cabellera muy larga, viaja de Londres con destino a Barcelona con las ansias de explorar la única ciudad moderna de la España franquista. En las páginas de su libro recoge las memorias sobre aquellos personajes de la fauna local con los que convivió.
En aquel país al otro lado del océano todo parecía ir de maravilla. El joven Héctor quería visitar los lugares de la poesía de Antonio Machado y ciudades como Andalucía y Castilla, en esta última ciudad descubre a María. Su aspecto, de barba y cabello largo, llama la atención, hay quienes creen que él es Cristo revivido, otros que se trata de un demonio y se convierte en objetivo de interés de la policía local.
Esta experiencia de persecución policiaca y hostigamiento por parte de algunos españoles terminó en su detención en una pequeña prisión de construcción medieval, la cárcel de Burgos. En su texto, el mismo Manjarez recuerda de aquella temporada en prisión su convivencia con personajes peculiares y casi extraídos del Lazarillo y La Celestina.
“Me sucedieron varios episodios de persecución. Cuando iba al juzgado en Barcelona a firmar cada lunes, pues pedí permiso expreso para esto, me negaban el libro donde debía firmar. La gente me insultaba espontáneamente y los empleados lo hacían por consigna. Pensaban que tenían el deber de defender a la civilización cristiana y a Franco de un tipo como yo, de pelo largo”, Dijo Héctor Manjarrez en entrevista con Excelsior.
Esta novela fue finalmente completada por el autor durante la pandemia, tras varios intentos y versiones que terminaron en la basura, ante la dificultad de hacer un ejercicio de memoria después de 50 años. Este proyecto lo hizo recordar esos momentos de vulnerabilidad lejos de México.
En La prisión en invierno revive los recuerdos y voces de los prisioneros. En las páginas recorre la convivencia con personajes cobardes, temerarios, expansivos, escurridizos, lucidos y hasta locos, seres de pasados convulsos. Prisioneros tocados por la humanidad y el oscurantismo de Franco, un dictador decrépito, que parecía eterno.
“Vivir como mexicano en la cárcel era un privilegio, porque era el único, nunca habían visto a un mexicano en su vida. Los españoles de esa época estaban completamente encerrados en su país, aislados. Un mexicano era una especie de marciano, de aristócrata de pelo largo del siglo XVIII; y no sabían qué hacer conmigo” Héctor Manjarrez para Excelsior.
El relato da cuenta del tiempo entre 1969 y 1970. Pero no todo son recuerdos malos, el autor también narra esta historia desde los lugares más modestos como una perspectiva diferente de recordar. Escribe sobre los días de sol y los de nieve que caían sobre los rostros, de las competencias atléticas, las partidas de damas chinas, las charlas sobre sexo y más.
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