La brisa que viene desde el río trae un poco de alivio. El calor que se ensaña con la ciudad aquí pierde su ímpetu. El parque del Museo Pueyrredón tiene el pasto cortado, prolijo, en algunas zonas un poco amarillento quemado del sol y se corta abrupto: unas cadenas señalan el fin del terreno y el comienzo de las barrancas de San Isidro. En ese parque hay una fuente, un banco a la sombra y un algarrobo que es protagonista de la Historia: debajo de él, San Martín y Pueyrredón acordaron el cruce de los Andes. El lugar elegido para presentar la nueva edición del Festival LEER no podría haber sido mejor.
La galería posterior de la casa —colonial, elegante— tiene unas columnas blancas que son recorridas por un millar de hormigas negras. En una mesa a la derecha, hay sándwiches y dulces preparados para la ocasión. El lema del festival de este año es “Lo tenebroso y lo espeluznante” y la comida responde la consigna. Hay muffins con forma de fantasmas, tortas de zanahoria que simulan ser monstruos, hay dulces y panes pintados de remolacha como sangre, hay una calavera de vaca y una cuchilla que da miedo clavada sobre un tronco. Podría ser la decoración para una fiesta de Halloween. Hay, de hecho, un ánimo festivo.
Están presentes tres de los muchos invitados que van a participar en el festival: son María Inés Falconi, Luis Pescetti y la ecuatoriana María Fernanda Ampuero, que acaba de llegar al país. Cada uno con sus intereses y públicos diferentes dan cuenta de la variedad que persigue un evento pensado para todos y por todos. Además de ellos, van a estar Mariana Enriquez, Dolores Reyes, Gabriela Faillace, Ricardo Romero, Matilde Sánchez, Esther Cross, Martín Felipe Castagnet, entre otros.
“El festival pone especial énfasis en la formación de nuevos lectores”, decía hace unos días Eleonora Jaureguiberry, la secretaria de Cultura y Ciudad de San Isidro, que ahora se mueve entre la gente con la mirada atenta para solucionar cualquier inconveniente. Cada tanto el back de fotos con los logos del festival, de San Isidro y de Fundación Medifé —main sponsor del evento— se tambalea por el viento y ella es una de las primeras en apurarse a acomodarlo.
El Festival LEER va a suceder este fin de semana, sábado 11 y domingo 12 de marzo, en el Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro —en Del Barco Centenera y el río; a tres o cuatro cuadras de la estación San Isidro del Tren de la Costa— con entrada libre y gratuita, y la participación de más de cien editoriales independientes.
Crecer junto a los personajes
María Inés Falconi va a estar este sábado a las 16.30 en la actividad “Terror urbano: de La dama blanca a otras leyendas escalofriantes”. Falconi encontró en la leyenda de Felicitas Guerrero —la chica que se les aparece a quienes sufren por amor— la motivación para escribir una novela juvenil que entrecruza intrigas, traiciones y misterios en el tiempo. Escritora y dramaturga, Falconi es autora de más de veinticinco títulos y es la creadora de la saga Caídos del mapa, que comenzó en 1992 y hoy lleva más de quince entregas.
“Esencialmente los adolescentes siguen siendo iguales”, dice ahora, en diálogo con Infobae Leamos. “Cambian las formas, pero las preocupaciones, los intereses, las emociones, las expectativas son las mismas”. Cuando llegó al libro número trece de la saga, los personajes iniciales, que ya habían crecido y habían estudiado en la facultad, formaron sus propias familias y comenzó la historia de la nueva generación. “Esos libros hablan de los personajes originales como padres y de los hijos como adolescentes de hoy”, dice Falconi.
—¿Cómo son ellos como los padres?
—Son más conservadores. Y la parte contestaria está en sus hijos. Todos mis libros son críticos del mundo adulto. Siempre me paro —o intento hacerlo— desde el punto de vista del chico y desde ese lugar dar una mirada crítica al adulto.
—Tenés que tener una antena siempre prendida.
—Yo estoy mucho con los adolescentes. Es fundamental, porque si no te quedás completamente desactualizada. Tenés que estar con la antena prendida para escuchar y para tratar de entender. Esa es la pregunta que a mí me interesa: ¿qué le pasa al adolescente con?
—¿Qué temas van atrás del con? ¿Cuáles son los nudos de los libros para adolescentes?
—Son diversos. A mí me gusta el realismo, así que pasan por las problemáticas que percibo en las situaciones cotidianas. En el penúltimo Caídos del mapa, el conflicto pasaba por una de las hijas de los caídos originales, que quería ir a la plaza porque se votaba la ley del aborto. Y el padre no quería dejarla ir porque tenía doce años. Era una conflictiva real de aquel momento; yo veía muchas chicas de doce años que no sé si entendían bien a qué estaban yendo, pero había algo que las involucraba.
—¿Y el amor?
—Está siempre presente. Me sale solo. El amor siempre aparece en mis libros como historia secundaria. Pero siempre está y, para algunos chicos y algunas chicas, sí termina siendo la historia principal.
La biblioteca del maestro y la alacena
“Hay chicos de ocho años que oyen freestyle y se cruzan a la cama de la mamá, del papá. ¿En qué edad está ese pibe, en qué edad está esa mamá, esa familia?”, dice ahora Luis Pescetti. Músico y autor dedicado casi exclusivamente a la infancia —aunque entre sus títulos tiene un libro maravilloso como El ciudadano de mis zapatos y otro escrito a cuatro manos con Jorge Maronna—, es una de las personalidades más reconocidas en torno a la literatura y la promoción de la lectura. Pescetti va a estar el domingo a las 16 en un encuentro para compartir miedos y emociones, y luego, ese mismo día a las 18 será el encargado del cierre con un show de música y canciones.
“La lectura tiene una gigantesca ventaja sobre cualquier producción audiovisual, que es una conexión uno a uno”, sigue Pescetti. “Un tipo con una lapicera y un cuaderno en su casa escribe un choclo como hizo la que escribió Harry Potter y no le debe nada a nadie. Y lo que entrega es su idea, su visión. Una producción por más chiquitita que sea involucra a más gente, y a medida que crecés hay más expectativas de rédito y eso deja de ser una obra expresiva para ser como cualquier producto”.
—¿Qué libros entusiasman hoy a los chicos?
—Los que le entusiasman al maestro. Esa es la principal fuente de entusiasmo, no la prescripción tipo evangelizadora para que ames la cultura. Te tiene que atrapar un libro. El maestro tiene que tener muchos más libros que los alumnos, porque si el almacén de tu barrio tiene menos producto que la alacena de tu casa, está complicada la cosa. Y tiene que tener tantos libros como para darle a cada chico una historia en la que pueda identificar algo que le pasó. El camino de la lectura es mucho más individual. Con una o dos lecturas para todo el grado a lo largo del año. No más.
—¿Por qué?
—Porque con esos libros hablaremos de las herramientas de la lectura, van a iluminar cosas de la narrativa que queremos emparejar, pero después que cada uno lea individualmente. Es muy difícil que treinta en un ómnibus escojan el mismo libro y el grado es como un ómnibus.
—En tu charla del domingo vas a hablar de miedos.
—Sí, pero yo, más bien a través del humor, quiero dar unos tips o herramientas para que los chicos se alejen de lo que da miedo.
Política de lo monstruoso
María Fernanda Ampuero llegó de España, donde vive hace veinte años, especialmente para participar en el festival. Va a estar en varias actividades; este sábado a las 17.30 va a compartir sus ideas de escritura en una charla junto a Constanza Bertolini. Ese día se cerraba con una lectura a cargo de María Onetto, que lamentablemente murió hace pocos días; en los programas impresos está su nombre. Los organizadores del festival decidieron hacer un homenaje y la actividad en la que ella iba a participar sigue en el programa como una forma de tenerla presente en su ausencia, y entonces va a ser Ampuero la que lea.
“Frankenstein es mi personaje favorito, lo prefiero a él antes que al Principito”, dice María Fernanda y sigue: “Todos los que hemos sido outsiders de la estética, de la belleza normativa, de lo que nuestros padres esperaban que fuéramos y no fuimos, es imposible que no nos vinculemos con él. Es un solitario no por voluntad, sino porque la gente le hace bullying”.
—¿El inmigrante entra en la misma categoría de Frankenstein?
—¡Obvio! Hoy el inmigrante es el otro por excelencia. ¿Por qué crees que hacen esos muros? España se horroriza por el muro de Estados Unidos, pero vete a ver el muro que hay en Ceuta y Melilla. Es una trampa hecha por los genios del mal. Casi te pones a pensar que son más respetuosos con los animales.
—El tema de la política recorre tus libros, pero desde los márgenes.
—Yo soy completamente marginal. Soy mujer, no soy hegemónicamente bella, estoy empezando a estar vieja, soy inmigrante, soy escritora. Aunque haya pasado más de la mitad de mi vida en España, ellos siempre van a decirme: “De dónde eres”.
—¿En la literatura también hay un “de dónde eres”? ¿Cómo se compone tu voz cuando escribís?
—Es bonito eso. Llevo tantos años allá y vivo alimentándome de las palabras de ellos. Hay cosas que he aprendido con ellos. Yo viví aquí, en Argentina. Hice mi maestría en Puan y aquí fui apropiándome de palabras que no eran las ecuatorianas. Después viví en México. Y llevo muchísimo tiempo en España. Yo de ninguna manera busco que mi forma de escribir o mis palabras sean puras. Porque yo no lo soy. Uso las palabras que me gustan. Y como intento escribir poéticamente, tengo mucha conciencia de la musicalidad de las palabras. Es una suerte que el castellano tenga tantas palabras. ¿Quién dice que no son mías?
El Festival Leer se desarrollará con entrada gratuita en el Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro.
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