Es natural que cuando algo bueno nos sucede, nos alegremos mucho, y cuando algo malo ocurre, nos entristezcamos. Es natural, sí, pero, ¿qué impacto tiene todo esto, por bueno o malo, en nuestro estado de felicidad posterior? ¿Cómo habremos de sentirnos mañana o un mes más tarde?
Varios estudios señalan que, en realidad, el impacto no será ni bueno ni malo, simplemente, no será. ¿Por qué? La felicidad no depende de la situación presente, opera apenas como un marco de referencia para los momentos buenos y los malos, y constantemente está cambiando.
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Una vez más, el profesor israelí Tal Ben-Shahar, les presenta a los lectores una serie de reflexiones alrededor del asunto de la felicidad. En “Más feliz, a pesar de todo”, hace entrega de una herramienta de diagnóstico que les permita a quienes lean el libro, identificar los componentes fundamentales de la felicidad que subyace en sus propias vidas, y la acompaña con una receta más que apropiada para que sean más felices.
Nuestra felicidad es fruto de una combinación de cinco componentes esenciales, afirma el autor. El primero de ellos es el bienestar espiritual, y luego le siguen el físico, el intelectual, el relacional y el emocional.
Ben-Shahar aborda el tema de la felicidad a partir de la mayor cantidad de ángulos posibles, permitiendo que los lectores se doten de estrategias para gestionar de manera acertada sus emociones, cuidar su cuerpo, alimentar sus relaciones, mantener la curiosidad intelectual y vivir estando atentos, incluso en los momentos más complejos.
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En entrevista con el diario El Comercio, fechada en octubre de 2022, el israelí señalaba que la felicidad no surge porque sí. Al ser un estado del alma, requiere práctica.
“Sócrates decía que para hacer el bien hay que conocerlo. Era muy listo, pero en esto se equivocó. Para jugar bien al tenis no basta con leer un manual, igual que para ser feliz no basta con comprarte un libro de autoayuda. La felicidad hay que practicarla. Pregúntele a Nadal o a Alcaraz las horas que entrenan cada día. Yo sigo la regla de las tres erres: recordar, repetir y ritualizar. Me pongo recordatorios de que tengo que dar las gracias, ser humilde, apreciar la belleza. Repito esas acciones todos los días. Y la repetición acaba convirtiéndose en un ritual, un hábito”, comentó.
Desde el éxito que le supuso “La búsqueda de la felicidad”, Ben-Shahar se ha convertido en todo un referente y la felicidad en una asignatura académica. Este profesor y psicólogo israelí, que también tiene la nacionalidad estadounidense, ha ejercido durante más de 25 años en la Universidad de Harvard. Sus clases suelen romper los récords de asistencia, con más de 1400 estudiantes por semestre.
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El israelí es también consultor de varias compañías internacionales como Microsoft, Orange o Shell, entre otras; autor bestseller y director de la Happiness Studies Academy, una plataforma online que ofrece recursos para que las personas puedan aprender a gestionar sus emociones en la búsqueda de la felicidad.
A continuación, vía grupo Planeta, compartimos el inicio de “Más feliz, a pesar de todo”:
Hay una historia de un turista que se encontraba de viaje por Italia. Llegó a un lugar donde estaban en obras, lleno de trabajadores. Se acercó a uno de los obreros y le preguntó:
—¿Qué está haciendo?
El albañil le contestó:
—Estoy colocando ladrillos.
El turista caminó veinte metros y se encontró con otro albañil que estaba haciendo lo mismo. Le preguntó:
—¿Qué está haciendo?
Y el albañil le respondió:
—Estoy construyendo una pared.
Por último, se encontró a un tercer obrero que hacía lo mismo que sus dos compañeros, y el turista le preguntó:
—¿Qué está haciendo?
El albañil lo miró y le dijo:
—Estoy construyendo una catedral a mayor gloria de Dios.
No importa lo repetitiva que sea la tarea o lo enorme que sea el desafío: nuestra perspectiva de todo ello importa mucho y determina cómo afrontamos lo que tenemos delante.
El primer elemento del acrónimo SPIRE de la felicidad es el bienestar espiritual. La mayoría de las personas identifica la espiritualidad con la religión o con orar, pero esto no es del todo necesario. Aunque la espiritualidad se puede vivir en una sinagoga, en una iglesia, en una mezquita o en otro templo, también se encuentra en nuestra vida diaria. Existen dos maneras de experimentar la espiritualidad: cuando lo que estamos haciendo tiene para nosotros un sentido y un propósito, y cuando estamos totalmente presentes y concentrados en el momento.
Al hablar de espiritualidad hay que hacer una distinción muy importante. En su libro El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl diferencia entre el sentido de la vida y el sentido en la vida. El sentido de la vida puede abarcar preguntas como «¿por qué estoy aquí?», «¿qué sentido tiene todo?» o «¿en qué consiste la vida?». Muchas personas buscan las respuestas en la religión, o quizás en una misión elevada en pos de un bien mayor, como acabar con la pobreza o poner fin al calentamiento global. Encontrar el sentido de la vida suele ser difícil, y puede resultar abrumador enfrentarse al concepto, en especial en los momentos difíciles, cuando tan sólo intentamos llegar al final de cada día. Por el contrario, es más fácil encontrar el sentido en la vida: en las cosas normales que hacemos habitualmente, en el momento presente, en nuestras actividades en casa o en el trabajo. Para experimentar el bienestar espiritual exploraremos sobre todo el significado en la vida, pues a través de ese concepto descubriremos las posibilidades de una vida más feliz de verdad, incluso en los momentos difíciles.
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