Después de pasar varias décadas inmerso en el mundo de la noche y las drogas, Nacho Alonso, quien no se considera un fotógrafo profesional, ha publicad “Ensayo sobre la noche”, un fotolibro en el cual resume 15 años de trabajo especializado en la técnica del blanco y negro, trabajo fotográfico que se interna en las zonas oscuras de la urbanidad y delata un convulso mundo en el fondo de la noche.
El fotógrafo, originario de Vigo (España), ha explicado que, aunque no todo el material incluido en este libro ha sido producto de la noche, ha querido reproducir “la noche como un lugar”. En este volumen, el autor de 48 años presenta una realidad intensa, cruda, delicada y arrolladora sobre lo que sucede entre las sombras de la ciudad, lo que existe tras el telón de aquellos paraísos de concreto y luces neón.
El español reúne en esta publicación retratos de amigos, imágenes de pisos y paredes desgastados, rostros, piernas, ventanas o las luces de un auto en el fondo, con los cuales compone una galería del mundo nocturno.
“Puede sonar ambicioso, lo sé, pero en el libro hay algo de ensayo, una investigación de eco poético y en primera persona, La noche es muy teatral. Me gustan sus contrastes. Pero también es hermoso un retrato con luz de ventana. Como no podía ser de otro modo, hemos llevado la carga de negro al límite” Juan Gallego, editor de Ensayo sobre la noche.
Nacho Alonso incluye en su muestra fotográfica escenas duras que quedaron inmortalizadas por su lente, imágenes de un mundo en el que se mezclan drogas, prostitución callejera, drama, fiesta y tragedia, todo lo que sucede en el patio trasero de la vida urbana.
El fotolibro “Ensayo sobre la noche” , publicado por el sello editorial Solar de Edicións, es el testimonio de un hombre que creció en los ochenta en una pequeña ciudad de la que se fue muy pronto, que tuvo desde muy jovencito una vida complicada, que lo llevó al uso de sustancias psicotrópicas y a ser testigo de la marginalidad que se desarrolla en medio del frenético ritmo de las ciudades.
En esta selección de fotografías, procesadas con técnicas analógicas, Alonso convierte al observador en testigo de la vida de la chica que prepara la heroína en una cuchara, el gato negro que fugaz esquiva los peligros de la calle, el chico punk de ojos idos, pómulos marcados, botas sucias y con un paquete de cigarrillos aplastado en el bolsillo, orgulloso de ser y representar lo que es. El libro es una recopilación de personajes y paisajes, que sin pretensión definen la urbe.
“Decides fotografiar lo que te rodea, lo más próximo. Eso y la cámara y el revelado analógico son las únicas decisiones previas, y también prácticamente lo único que, más allá de las imágenes, recibe el espectador. La fuerza reside en la foto, que esquiva la limpidez óptica de lo digital Estamos acostumbrados a la imagen digital, que casi da grima, pero esto es la noche. El blanco y negro y lo analógico eran la opción lógica” Nacho Alonso
Es, asimismo, un recorrido por las distintas etapas de Nacho, en las que la fotografía siempre ha estado presente saciando su necesidad de expresarse. La toxicomanía y la exclusión ya han sido retratadas en múltiples oportunidades, pero existe cierta particularidad en el trabajo de Alonso, una muestra espontánea, que reduce de forma abismal la distancia entre el objeto y el sujeto.
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