La corrección política parece haber llegado al mundo literario para quedarse. En los últimos días, el anuncio de la reescritura de obras fundamentales para la cultura popular como las novelas de James Bond o las historias para niños de Roald Dahl ha generado un crudo debate en todo el mundo o, más que debate, una serie de quejas, ya que (casi) nadie parece estar de acuerdo.
Con el fin de suprimir el lenguaje “potencialmente ofensivo”, así como cualquier tipo de referencias racial, sexual, física y de género, las editoriales han decidido modificar los libros para adecuarlos al “lector moderno”, lo cual se suma a la nueva moda de adaptar personajes icónicos a las necesidades de diversidad que reclaman las nuevas generaciones. Pero, ¿qué opinan al respecto los escritores?
“Me parecen mal esas reescrituras que intentan adaptar con fórceps los modos de pensar, categorizar, sentir y hablar del pasado a lo que hoy nos parece correcto. Me parece inútil”, afirmó el autor argentino Eduardo Sacheri en diálogo con Infobae Leamos.
“Es un acto extremadamente autoritario. Tenemos el derecho a pensar lo que deseemos con respecto a todos los pasados. Ahora, ¿a reescribirlos? Me parece que no. El pasado no puede defenderse de nosotros. Podemos tomar toda la distancia que queramos de ese pasado. Ahora, hacerle al pasado ser lo que no fue y decir lo que no dijo me parece un acto torpe, autoritario y empobrecedor de nuestra cultura”, agregó.
Como Sacheri, otros autores (así como una infinidad de lectores) se han pronunciado en contra de la decisión de las editoriales que poseen los derechos de estas obras. El escritor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz, en diálogo con Infobae Leamos, sostuvo: “Parece como si las editoriales quisieran avivar el interés por algunos libros que ya no se venden tanto: lanzan una advertencia de que serán reescritos, hay polémica mundial, luego ofrecen las dos versiones y tienen una campaña de marketing perfecta”.
Y agregó: “Más allá de eso, me parece alarmante que comiencen a manipular libros, un proceso que puede derivar en modificar a gusto del presente cualquier obra de arte. Una verdadera aberración artística y también del sentido común”.
A su vez, el escritor, periodista y miembro de la Real Academia Española (RAE), Arturo Pérez Reverte, salió a mostrar su enojo en sus redes sociales: “Más hipócrita basura anglosajona que los europeos haremos nuestra, como de costumbre. Gracias a los demagogos, los oportunistas que hacen de esto su negocio y los idiotas que les aplauden, el siglo XXI está siendo el siglo de la estupidez. Enhorabuena”.
Del mismo modo, días atrás, la escritora argentina Mercedes Giuffré había comentado en su cuenta de Twitter, en relación a la “censura” de Roald Dahl: “Me apuraré a comprar los últimos ejemplares de R. Dahl antes de que se haga efectiva la censura (es censura, las cosas por su nombre). No pienso leer las versiones manipuladas. Cuando pase este delirio cancelatorio, recuperaremos los originales desde las bibliotecas personales”. Esta vez, escribió: “Ahora reescriben las de James Bond. Ajá. Lo tocan a Conan Doyle y rompo todo”.
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