Victoria Donda: “Mi madre de crianza era una de esas mujeres por las que mi mamá peleaba”

Es hija de desaparecidos, militante y funcionaria. Escribió “Cuando el amor vence al odio”, donde cuenta su vida. Aquí, cómo fue visitar el espacio de la ESMA donde estuvo su mamá, la relación con su apropiador y sus definiciones políticas. Y de verdad... ¿quiere ser presidenta?

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Victoria Donda escribió su autobiografía. (Nicolas Stulberg)
Victoria Donda escribió su autobiografía. (Nicolas Stulberg)

“Lo personal es político”. Esa consigna clave del feminismo resuena fuertemente en el nuevo libro de Victoria Donda. La flamante subsecretaria de Análisis y Seguimiento Político Estratégico de la Provincia de Buenos Aires acaba de lanzar su segundo libro, Cuando el amor vence al odio (Ed. Sudamericana), en el que cuenta su biografía. El libro dialoga con Mi nombre es Victoria —que se puede descargar en forma gratuita desde victoriadonda.com.ar—, donde abordaba cómo había sido el proceso de reconocerse como una de los (por lo menos) quinientos bebés apropiados por la dictadura.

Pasaron más de diez años de aquel libro y este la encuentra en una etapa diferente. Más madura, madre y con una carrera política que la llevó por diferentes avatares: militante, abogada, diputada, funcionaria, etc. “Escribí un libro sobre mi vida”, escribe en las palabras iniciales, “pero esta vez elijo contarla a través de la historia de las relaciones de amor que me sostienen e hicieron y hacen que yo sea quien soy”.

Cuando el amor vence al odio se abre con una carta de Adolfo Pérez Esquivel y un prólogo de Miriam Lewin —que podría hacer las veces de una segunda carta—, y se cierra con dos cartas que Donda le escribe a sus padres, María Hilda “Cori” Pérez y José María Donda, ambos desaparecidos, a quienes les cuenta cómo ha sido su vida y su compromiso. En el medio, cuenta su infancia, la militancia en 2001, las contradicciones que la llevaron a alejarse de ciertos movimientos, etc. Hay una vocación pedagógica en cada capítulo que, de nuevo, hace eco en la frase feminista: la vida personal de Donda tiene un eco político.

La entrevista se hace en una plaza cerca de la Facultad de Derecho. Es un pedido de Donda, que parece deberse a una decisión de recuperar la importancia de estar en el espacio público. A lo largo de una hora va a hablar del pasado y del futuro, de las tensiones que se dan dentro del Frente de Todos, su opinión sobre Alberto Fernández y Cristina Kirchner —el título del libro es una referencia explícita—, también las polémicas en las que quedó envuelta en los últimos tiempos.

Hay un pasaje del libro en el que ella recuerda una conversación con su tía. Tenía cuatro años y la tía le preguntó qué le gustaría ser de grande: “Presidenta”, dijo.

Portada de "Cuando el amor vence al odio", de Victoria Donda, editado por Sudamericana.
Portada de "Cuando el amor vence al odio", de Victoria Donda, editado por Sudamericana.

¿Vas a ser presidenta?

—Yo creo que nadie que haga política puede decir que no le gustaría ser presidente o presidenta de su país. Sería obviamente un gran honor. Pero la política hoy tiene grandes desafíos. Hay que tener los pies sobre la tierra y que hay que pensar en el ahora y en las urgencias que tenemos, que son muchas.

¿Cómo nació tu vocación política?

—Hacer política es una forma de manifestar las inconformidades, los sufrimientos, las angustias, y resolverlas en el colectivo. La política es una acción social que desarrollamos en todos lados. Desde muy chica pensaba que era importante participar, porque si no —y sobre todo en la década de los 90— les dejábamos esa participación a quienes, por clase social o por código postal, eran naturalmente los que podían hacer política. Y para quienes éramos de sectores populares eso no nos estaba destinado. Mucho menos si además éramos mujeres.

¿Cómo fue tu militancia en la adolescencia? ¿Cómo te enfrentabas a la figura masculina de quien fue tu apropiador?

—Siempre me repito esa frase muy dicha de que lo que no te mata te hace más fuerte. Creo también que hubo una voluntad de parte de él de no coartar mi vocación política. Si a los 16 años tu hijo o hija empieza a militar en un lugar donde no querés, vos tenés posibilidad de coartarlo y él no lo hizo. Por otro lado, es evidente que heredé la tenacidad de mi mamá Cori. Él es un apropiador y es un represor y, de hecho, tiene cadena perpetua por delito de lesa humanidad. Negar eso no me ayuda ni a mí ni a él. No negarlo permite que se pueda mantener una relación. Yo puedo seguir viéndolo porque soy Victoria. Mi testimonio y mis acciones ayudaron al proceso de justicia. Con Esther, mi madre de crianza, es distinto. Ella era una mujer muy humilde, una mujer que no sabía mi origen, que me dio amor sin conocer qué era lo que estaba pasando. Era una de esas mujeres por la que mi mamá peleaba. Yo soy el resultado de la forma en la que decidieron darme vida esas dos mujeres.

Victoria Donda: "(Mi madre de crianza) era una de esas mujeres por la que mi mamá peleaba". (Nicolas Stulberg)
Victoria Donda: "(Mi madre de crianza) era una de esas mujeres por la que mi mamá peleaba". (Nicolas Stulberg)

¿Tenés relación con la familia de tu papá, José María Donda? En el prólogo, Miriam Lewin dice que tu tío, que participó en el terrorismo de Estado, tuvo que haber sido cómplice en el secuestro de tus padres.

—No tengo relación con esa parte de la familia. En este momento le estoy haciendo juicio para que sea declarado partícipe necesario de mi apropiación.

La trama de violencia que se da entre ellos es irrecuperable.

—Tiene que ver con la política. Me pareció interesante contar esta historia en este momento, porque entiendo que este es un momento difícil para la sociedad. A veces parece que los que hacemos política no le hablamos a nadie, que no hablamos de las angustias del ciudadano común. Tenemos que dejar de vivir en burbujas. A veces el encierro, las redes sociales generan un aislamiento en las personas que hace muy difícil la resolución de los problemas. Y, si a eso le sumás que la política no se anima a hablar de los problemas reales que tiene la gente porque o no los puede resolver o no se anima a resolverlos, es súper grave.

¿Cuántas veces fuiste al Espacio para la Memoria?

—Fui con mi tía Lydia, que es la compañera que ayudó a mi mamá a tenerme. Me acuerdo de que me dolía mucho la panza. Yo me imaginaba que la ESMA era enorme, y es un lugar muy chiquito, con los techos bajos. Era muy bajo el lugar de capucha, donde estaba mi mamá. Me imaginaba a una piba de 23 años embarazada y con grilletes en los tobillos tratando de hacer pis en un balde. Pensaba: cuánto riesgo representaba ella para que le hicieran eso. No solo ella, sino a todo el resto de las personas que estaban ahí. En un momento me descompuse y mi tía me agarró de la mano fuerte y me dijo: “Esta vez salimos juntas”.

En un país de antinomias tan marcadas, están aquellos que reivindican los años 70 y continuamente vuelven sobre los 30 mil desaparecidos, y están quienes no quieren hablar del tema y hasta discuten la cifra. ¿Se puede hacer política sin olvidarse del pasado, pero tampoco quedarse anclado?

—¿Vos manejás? Yo recién estoy aprendiendo, y una de las primeras cosas que me dijeron es que hay que mirar por el espejo retrovisor para ver qué está pasando, y después ir para adelante. Es lo mismo que pasa con los pueblos. Los pueblos siempre tienen que ir para adelante. La historia es como un río, no la vas a detener. No podés vivir anclado en el pasado. Pero tenés que ver qué pasó, porque de eso depende lo que viene adelante. Si negamos nuestra historia, nuestras raíces, no podemos ver hacia dónde crecemos. En mi caso, también tengo la responsabilidad de transmitírselo a mi hija, a mis sobrinos. Para los que nacieron en democracia se les hace muy difícil pensar de qué hablamos cuando hablamos de dictadura, de qué hablamos cuando hablamos de libertad. Está muy de moda hablar de libertad, pero qué es la verdadera libertad. Por eso el libro reflexiona en clave de presente y en clave de futuro.

Victoria Donda: "A veces el encierro, las redes sociales generan un aislamiento en las personas que hace muy difícil la resolución de los problemas". (Nicolas Stulberg)
Victoria Donda: "A veces el encierro, las redes sociales generan un aislamiento en las personas que hace muy difícil la resolución de los problemas". (Nicolas Stulberg)

¿A quién está dirigido el libro? ¿Quién ese ese “vos” al que le hablás?

—Está dirigido a los nacidos en democracia. A los, las, les nacidos en democracia que ansían ser libres y que, para poder serlo, necesitan un poco de previsibilidad, que es lo que hoy no damos. Hay políticos que no le hablan a nadie porque no se animan a hablar de lo que hay que hablar. Ahora van a venir las elecciones y vamos a escuchar un montón de discursos sobre menos impuestos, ajuste y esas cosas que ya nos pasaron. Tenemos que empezar a escuchar a la gente. Es importante que la política vuelva a hablarte de vos.

¿Cómo cambia la figura política de una militante a la figura política de una funcionaria?

—Yo no sé si cambia la vida política de una militante a la vida de una funcionaria, sino que lo cambia es el tiempo que pasa y desde dónde mirás las cosas. Si me lo preguntabas hace veinte años, te hubiera dicho: “Tenés que ser lo mismo”. Y la verdad es que no es así. Las responsabilidades son diferentes. Como funcionaria tenés la responsabilidad por ser parte de quienes administran la cosa pública. Y muchas veces tenés que soportar —sobre todo en tiempos modernos— las fake news.

Hay políticos que no le hablan a nadie porque no se animan a hablar de lo que hay que hablar

Pero en el libro evitás mencionarlas.

—En el libro digo: “No voy a hablar de eso”. La verdad que me parecía ridículo usar un libro para desmentir cada una de las mentiras que se dijeron y que se van a decir sobre mí. Tendría que estar sacando libros cada cinco minutos.

Quería preguntarte por la polémica en torno a tu empleada doméstica.

—Quedó claro que era una fake news, y sin embargo muchos lo repiten y lo siguen poniendo en los diarios como si hubiese ocurrido. Si yo dijera que vos le robaste a un señor en la esquina, tendría que poder probarlo. Pero si lo repito y lo repito, algo va a quedar. Entre todas las cosas que se dijeron de mí, esa fue una de las que más me dolió, primero porque fue armada por gente que me conocía, pero, además, porque mi madre de crianza era empleada doméstica y yo tengo una conducta muy recta sobre eso. Una empleada es una trabajadora y yo defiendo y represento a las trabajadoras.

Victoria Donda: "La izquierda alejada del movimiento peronista tiene las banderas que reivindico y que siempre van a ser parte de mi ideario político, pero sin construcción de poder real son muy difíciles de llevar adelante".
Victoria Donda: "La izquierda alejada del movimiento peronista tiene las banderas que reivindico y que siempre van a ser parte de mi ideario político, pero sin construcción de poder real son muy difíciles de llevar adelante".

En el libro también hacés una crítica importante a la izquierda que no construye una opción.

—A la izquierda tradicional, sí. A la izquierda alejada del movimiento peronista, que, en definitiva, tiene las banderas que reivindico y que siempre van a ser parte de mi ideario político, pero sin construcción de poder real son muy difíciles de llevar adelante.

Con el kirchnerismo tuviste una relación tensa. Estuviste, te fuiste, después volviste. Ahora ocupás un nuevo cargo en la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo se hace un acompañamiento sin que termine siendo una alineación definida?

—Yo no sé qué es una alineación definida. Creo que el kirchnerismo engloba las banderas por las que peleamos muchos y muchas. Cuando digo que la política tiene que volver a hablar de los problemas que tiene la gente real, digo que tenemos que volver a hablar del problema de vivienda, del trabajo, de no llegar a fin de mes, de la inflación. Problemas que muchos políticos de muchos sectores no se animan a tocar. Por eso lo ves a Larreta en la ruta 40. Por eso ves discursos que, aunque sean cadenas nacionales, están vaciados de contenido. Y por eso tenés a un hombre como Axel o a una mujer como Cristina, que miden más en términos cualitativos y cuantitativos, porque son los que están hablando de los problemas de la gente. Eso es lo que me acerca. El problema real de hoy es que hay gente sin trabajo, gente que vive angustiada por la posibilidad de perderlo y gente que trabaja un montón y no junta dos pesos. En una sociedad así, la angustia es muy grande. Porque, aunque te puedas ir el fin de semana largo, si para llegar a un lugar turístico pasás por un mar de pobreza, no podés estar bien. Nadie puede ser feliz en una sociedad donde hay una parte tan grande de la población fuera de la posibilidad de vivir una vida con acceso a derechos.

El problema real de hoy es que hay gente sin trabajo, gente que vive angustiada por la posibilidad de perderlo y gente que trabaja un montón y no junta dos pesos

Pero, ¿tiene identidad definida el kirchnerismo? Lo pregunto en relación con la caracterización que Eduardo Jozami hacía del peronismo y el radicalismo, como partidos “toma todo”.

—Los movimientos sociales representan sectores muy amplios de la sociedad porque tratan de representar mayorías. Esos movimientos “toma todo” a lo Jozami son movimientos de mayorías. En el caso del kirchnerismo, una de las características centrales es la discusión por la distribución de la riqueza y el rol del Estado. Es fundamental pensar qué Estado queremos tener. Cuál es el rol que tiene que ocupar en el futuro. Tenemos que pensar si queremos vivir en una Argentina administrada por el Estado o por mafias o facciones políticas que se apropian de una parte del Estado. Hoy hay una parte del poder judicial cooptada por el partido judicial, que reemplaza —no solamente en Argentina sino en toda América latina— lo que antes fueron los partidos militares. El kirchnerismo habla del rol del Estado y de la distribución de la riqueza.

¿Cómo evaluás la administración de Alberto Fernández?

—Yo creo que tuvo dos etapas. Asumí con mucha esperanza el rol que me tocaba y viví con mucho entusiasmo el inicio del gobierno. Gioconda Belli tiene una poesía muy linda que dice que uno no elige en qué momento viene al mundo, pero que se tiene que hacer cargo del lugar en el que vive. Seguramente nadie elegiría ser gobierno durante la peor pandemia de los últimos veinte, treinta años: me parece que fue un desafío enorme y que lo pudimos sortear. Con todos los déficits del caso, pero se hizo bien. Y después se entró en una serie de indefiniciones. Marcaría el inicio con el caso Vicentín y siguió con otras indefiniciones y, desde mi visión, desembocó en una mala lectura sobre cómo relacionarnos con el Fondo Monetario Internacional.

—¿En qué sentido?

—Cuando se dice que el problema de los últimos 70 años tiene que ver con el partido peronista: el problema de los últimos 70 años tiene que ver con la relación con el Fondo Monetario. Después del golpe de Estado a Perón, se firmó un acuerdo con el Fondo Monetario que inició las penurias de la Argentina y que hipotecó el futuro de cada generación que vino después. Y uno de los capítulos más vergonzantes fue el acuerdo que firmó Macri. El Fondo Monetario nunca había desembolsado esa cantidad de plata y lo hizo para sostener el mascarón de proa de la derecha en América latina. Eso no lo pudimos transmitir bien en la sociedad. No pudimos explicar qué era lo que pasaba y tampoco mantuvimos una relación madura, firme y soberana con el Fondo.

Victoria Donda: "La unidad es necesaria, pero la paz está en los cementerios".
Victoria Donda: "La unidad es necesaria, pero la paz está en los cementerios".

¿La fractura del kirchnerismo beneficia a la oposición?

—El kirchnerismo —o una parte del Frente de Todos— está marcando los límites. La unidad es necesaria, pero la paz está en los cementerios. Me parece importante plantear a viva voz, y por eso también en parte mi alejamiento del gobierno nacional, cuáles son las necesidades que vemos. Es importante que haya dirigentes capaces de decir que no puede ser que un kilo de asado salga más de dos mil pesos. Es importante plantear una mejora en el ingreso de los jubilados, las jubiladas, de los que menos tienen, que son los más afectados. Pero hoy también están siendo muy afectados los sectores medios, los trabajadores, los docentes, los que tienen un ingreso fijo, los que no llegan a fin de mes y viven con la tarjeta reventada.

Pero criticar al gobierno nacional sin criticarse a uno mismo, ¿no es correrle un poco el cuerpo al problema?

—Yo me podría criticar a mí misma si todavía fuera parte y apoyara esas medidas. Cuando tuve que criticarlas hacia adentro, lo hice. Hoy hay que exponer cuáles son las discusiones, sobre todo de cara a una nueva elección. Es importante que el Frente de Todos tenga candidatos y candidatas que representen esta discusión. En un mundo donde las posiciones se agudizan, donde crece la derecha reaccionaria, se necesita gente con valor para señalar los problemas y decir cómo se resuelven. Y, para mí, se resuelve con mayor distribución de la riqueza. El no callarse la boca no debilita posiciones. Lo que en todo caso debilita la posición de quienes hoy expresan una parte del gobierno nacional es que la gente no está contenta. No cumplimos con la esperanza que teníamos. Hay una decepción y eso lo tenemos que asumir. Por supuesto, sigo creyendo que este es el espacio político que puede mejorar la calidad de vida de los argentinos y argentinas. Hay que reacomodar las fichas. Creo que hay hombres y mujeres en el gobierno nacional, como el ministro de Economía, que agarró un auto medio roto y está tratando de ver cómo hacemos para salir. No puedo dejar de reconocer en Sergio Massa el valor de hacerse cargo de una situación que él no generó, porque no era parte de la toma de decisiones en el momento en que firmamos el acuerdo con el Fondo. Que, insisto, es uno de los puntos que la política no se anima a discutir.

El atentado a Cristina debió haber unido a todo el arco de la política detrás de una sola consigna, que es la paz. Y no lo hizo. En ese momento ganó el odio

El libro se llama Cuando el amor vence el odio y hay algunas frases como “No fue magia”: vínculos directos a Cristina Kirchner. ¿Cómo se lo lee en relación con ella?

—Me reencontré con Cristina no hace mucho tiempo y es una mujer en la que encontré escucha. A diferencia de la imagen que se ha construido desde los medios de comunicación, me encontré con una mujer que escucha, que no tiene rencores y que se sienta con todo el mundo, porque está dispuesta a escuchar y a contribuir para salir de la situación en la que estamos. Es una de las dirigentas políticas que ha marcado la historia de Argentina, sin lugar a dudas. Y de la región. Como mujer que hace política, no puedo negar la gran influencia que ha tenido en la vida de todos nosotros. Simbólica y real. Porque no es magia. Porque lo que hacemos no tiene que ver con que se juntaron dos o tres variantes económicas. Tiene que ver con decisiones políticas que había que tomar con valor y determinación. Eso lo encontré en esa mujer.

¿El atentado quebró la historia?

—Lamentablemente no. El atentado debió haber unido a todo el arco de la política detrás de una sola consigna, que es la paz. Y no lo hizo. En ese momento ganó el odio. Pero yo creo siempre gana el amor, porque Cristina estuvo rodeada del pueblo que no se olvida ni se va a olvidar lo que ella hizo. Por eso estuve en la puerta de la casa. Y porque quienes queremos la democracia y entendemos que, aún con sus déficits, es el mejor sistema, deberíamos haber estado ahí o en la puerta de cualquier otro político al que le gatillen en la cabeza. Que ojalá no pase nunca más. Pero vivimos en este país, donde una parte de la política financia a esas bandas de asesinos. Porque no son locos aislados, lobos solitarios ni gente que no sabemos de dónde juntó plata vendiendo copitos de azúcar. Tienen que ver con un plan de usar la violencia como arma. Y yo soy una convencida de que la violencia no conduce a nada bueno, por eso el nombre del libro. No desconozco que es una frase de Cristina, pero también estoy segura de que el amor vence al odio. En mi historia personal gano mucho más amando a mis hermanas y a la gente con la que no coincido políticamente, que odiando al que piensa diferente. Puedo enriquecerme de otras miradas. No pensamos igual, la verdad que no. Pero las sigo queriendo.

Victoria Donda: "La condena que pesa sobre Cristina es una forma de disciplinar a toda la política. No solamente al kirchnerismo: a toda la política".
Victoria Donda: "La condena que pesa sobre Cristina es una forma de disciplinar a toda la política. No solamente al kirchnerismo: a toda la política".

La primera pregunta que te hacía era si ibas a ser presidenta. La última: ¿a quién ves en diciembre en Balcarce 50?

—En este momento, en un país con la democracia maniatada por el acuerdo con el Fondo Monetario y por ser rehenes del partido judicial, no veo de qué forma se puede dar si antes no se resuelve la proscripción de Cristina. Es la dirigenta más popular y con más poder acumulado de la Argentina y está proscripta términos reales. Legalmente se podría presentar, pero es cierto que, con una condena vergonzante que pesa sobre ella, es muy difícil. Es como que me preguntes si Illia realmente era el presidente con la proscripción de Perón.

Pero Aníbal dijo que Cristina no está proscripta.

—Aníbal tiene su posición, yo tengo esta posición. Vidal también dijo lo mismo y es la posición de ella. Cristina toma una decisión en función del Partido Judicial, que quiere poner la elección en torno a la discusión de su condena con hechos que no han sido probados en la causa. Para hablar de candidaturas es importante que el sistema democrático funcione en libertad. La condena que pesa sobre Cristina es una forma de disciplinar a toda la política. No solamente al kirchnerismo: a toda la política. Si la dirigencia de este país no se da cuenta que la decisión de la Justicia nos maniata a todos y todas, tenemos un problema. Porque quién se va a animar a tomar una decisión en contra de los intereses del poder judicial cuando te pueden condenar por cualquier cosa. ¿Quién se va a animar?

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