“Estoy cumpliendo un sueño que nunca hubiera soñado: poder estar en un festival nada menos que con uno de los personajes literarios más importantes de mi vida”, dijo el escritor cubano Leonardo Padura sentado en el escenario del festival Escribidores, en Málaga, España. A su lado estaba Mario Vargas Llosa. Los dos autores tenían a su cargo la inauguración del encuentro literario.
“Mario Vargas Llosa puede contar con todas las ventajas de su gran magisterio pero yo tengo una ventaja sobre él: varias de sus novelas las he leído muchas veces. Conozco sus personajes y el mismo ha sido un personaje decisivo en el aprendizaje de lo que he tratado de hacer”, agregó el escritor, periodista y guionista cubano.
Y contó una anécdota:
“Hace unos 10 o 15 años en el aeropuerto de Barajas venía con mi esposa Lucía de La Habana. Mario venía desde un vuelo de otra parte. Lo veo pasar pero nunca había hablado con él. Entonces le digo a Lucía: ahí va Vargas Llosa. “¿Cómo va a ir Vargas Llosa?”, me respondió. “Es él, está caminando ahí, le dije”, recordó Padura.
Pero no se quedó mirando de lejos: “Así fue como me le acerqué y le dije: ‘maestro, soy un escritor cubano, me llamo Leonardo Padura. Quería decirle solamente una cosa para no molestarlo: cada vez que empiezo a escribir una novela me leo Conversación en La Catedral’”.
Sobre esta tercera novela de Vargas Llosa, publicada en 1969, el escritor cubano destacó que “es una de las primeras lecciones de cómo se puede construir el universo más importante que hemos tenido en la lengua española. Y no solamente que se construya ese mundo, sino que ese mundo se narre en la lengua española”.
Su admiración iba más lejos: “La novela La guerra del fin del mundo me la he leído alrededor de cinco veces”, reveló Padura, y agregó: “admiro profundamente tu capacidad de manipulación. Eres un gran manipulador. Cada vez que empiezo a leerla quiero que los rebeldes de Canudo ganen al final en la novela. Es un ejemplo de qué cosa tiene que hacer el escritor con el material que trabaja, cómo inducir al lector y cómo conducirlo. Realmente esta obra de Vargas Llosa es ejemplar”.
Mario Vargas Llosa respondió con sencillez: “recibir los elogios de un escritor es siempre algo extremadamente estimulante para los escritores”, le dijo.
Pero el panel con el que se abrió el festival no estaba dedicado a elogios y agradecimientos sino a Los personajes de mi vida. Así que por allí desfilaron de Madame Bovary a Mario Conde y el Inca Garcilaso.
Sin embargo, en las últimas semanas el personaje fue el propio Mario Vargas Llosa. El escritor nacido hace 86 años en Arequipa ingresó el 9 de febrero a la Academia Francesa, convirtiéndose en el primer autor en lengua no francesa que accede a esta institución, fundada en 1635.
La honorable distinción por momentos hizo olvidar a su reciente y controvertida separación de la socialité Isabel Preysler (72), una ruptura que tuvo repercusión en los medios de todo el mundo, y a la que el escritor peruano le habría dedicado el cuento Los vientos, anticipándose al fin de la relación.
“Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón”, escribió Vargas Llosa, y agregó: “Ya me olvidé del nombre de aquella mujer por la que abandoné a Carmencita; volverá a mi memoria, sin duda, aunque, si no volviera, tampoco me importaría. Nunca la quise.”
El cuento fue editado como libro electrónico por Leamos y se puede descargar de manera gratuita.
La segunda edición de Escribidores comenzó el miércoles pasado y finalizó este sábado. La charla del Premio Nobel de Literatura peruano y el escritor caribeño estuvo moderada por Marisol Schulz, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Un personaje para Vargas Llosa
“Hay un libro que me marcó definitivamente y es Madame Bovary. Me sedujo la rigor de la frase de (Gustave) Flaubert y la precisión extraordinaria que él tenía. Además, me sedujo extraordinariamente Emma Bovary, reveló Vargas Llosa.
Y continuó: “ahora me parece mucho más claro que entonces. Ella está casada, es una muchacha de provincia y se casa con un oficial de salud que ni siquiera es médico”.
El Premio Nobel de Literatura reveló su fascinación por la novela que el escritor francés Gustave Flaubert publicó en 1856 y por el personaje en cuestión: “Ella es derrumbada en ese matrimonio ya que su marido se echa a la bartola”.
Según el peruano, este personaje se reconoce la tragedia y la grandeza de la vida: “Ella engaña a su marido por el amor, buscando en esta sensación extraordinaria la transformación de una existencia sumamente monótona, muy mediocre, y que el oficial de santé vuelve cada vez más mediocre. Entonces, Madame Bovary, decepcionada por sus amantes los va cortejando a cada uno de ellos y al final tiene tres amantes. Lo que busca en ellos es una transformación de la vida, como dicen las novelitas que ocurren en la ficción”.
Por otro lado, Vargas Llosa aseguró que “una novela es una operación de largo plazo y en la que constantemente se va transformando poco a poco la idea inicial”, pero aclaró que las obras al final “no tienen nada que ver con esa idea inicial”.
“En los capítulos finales, Madame Bovary alcanzó una grandeza que no estaba a la altura de lo que el personaje representaba. El personaje era pequeño, mezquino, y sin embargo hay una grandeza en los capítulos finales que ella alcanza dando posteriormente una justificación a esas novelitas que leía y que de alguna manera representaba el mundo que ella quería ver reflejado en las novelas”, añadió.
Para Vargas Llosa, ganador también del Premio Cervantes (1994), “la novela moderna arranca de alguna manera de Flaubert”, quien “transformó la literatura contemporánea”.
“Leyendo Madame Bovary y a Flaubert yo dije que no existe nada que se compare a la riqueza de la literatura, a la formidable transformación. Este libro me transformó profundamente. De alguna manera, significó mi elección de dejar que la literatura fuera el centro de mi vida”, agregó.
“Tenía muchas dudas al respecto, me preguntaba qué clase de literatura podía ofrecer un país como Perú, donde no había prácticamente editoriales, donde había muy poquitas librerías y estaban muy desconectadas de los grandes centros de cultura del mundo y, sin embargo, leyendo a Flaubert olvidé inmediatamente todas estas cosas y me dije que no existe nada que se compare a la riqueza de la literatura, a la formidable transformación de la literatura”, comentó el escritor peruano en la inauguración de Escribidores.
Vargas Llosa es autor de novelas como La ciudad y los perros (1963), Conversación en La Catedral (1969), El paraíso en la otra esquina (2003) y El sueño del celta (2010), entre otras.
El Mario Conde de Leonardo Padura
Padura se refirió a Mario Conde, un policía desordenado, borracho, fumador y desencantado, a quien en otra vida le hubiese encantado ser escritor. Uno de los grandes personajes que ha creado en el género policial y forma parte de varios de sus libros.
“Siempre digo que mi personaje es nieto de Philip Marlowe e hijo de Pepe Carvalho. Me di cuenta de que Conde tiene una capacidad y es que él y su grupo de amigos, su contexto, tienen la oportunidad de narrar una especie de crónica de lo que es la vida de mi generación en Cuba. Ha sido un personaje decisivo en mi trabajo como escritor”.
¿Cómo es la creación de un personaje, cómo es su arquitectura y cómo fuiste perfilando a Mario Conde?, indagó Marisol Schulz.
“Yo estudio literatura hispanoamericana en la Universidad de La Habana y voy a contarle un secreto a Mario (Vargas Llosa) que él no sabe: mi tesis de grado fue sobre el Inca Garcilaso de la Vega. Soy garcilasista”, reveló el escritor cubano. Hablaba del primer mestizo peruano que ganó un prestigio intelectual.
“Pero el libro de Garcilaso que me parece más extraordinario es La Florida del Inca. Este libro se publicó en 1603, el mismo año que el Quijote, la última novela de caballería que se escribe en España. Pero el Inca escribe una novela de caballería de la realidad americana”, afirmó Padura.
Para el cubano, ser escritor es un oficio que “nunca ha sido fácil”. También recordó sus inicios en el mundo literario: “Yo creo que las predestinaciones existen, de alguna manera. Hay un momento en el que uno no sabe que quiere llegar a algo pero ese algo lo está llamando y empiezan a juntarse cosas que te llevan por ese camino”.
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