La imagen de Estocolmo suele asociarse con nieve, costas congeladas, ropa de abrigo y una climatización moderna y eficaz. En La secta, sin embargo, la capital sueca supera siempre los 29 grados de temperatura, los personajes transpiran y los niños juegan al sol. En el letargo del verano, entre turistas desorientados y acondicionadores de aire defectuosos, un equipo de la policía investiga la desaparición de un niño: los adultos a cargo no han visto nada y la única testigo es una compañera de jardín de infantes de la víctima.
La policía busca antecedentes de casos similares, interroga a quienes puedan aportar algún dato útil y realiza todo tipo análisis forenses, pero las pistas no conducen a ninguna parte. El misterio solo podrá descubrirse a través de la resolución de una serie de acertijos lógicos que exceden todo tipo de recursos policiales. Para lograrlo, recurrirá a la ayuda de Vincent Walder, un mentalista con una extraordinaria capacidad para la observación del lenguaje corporal y la resolución de enigmas.
Sin embargo, estas habilidades conllevan una contraparte negativa que se manifiesta como una serie de ideas fijas y obsesiones que dominan su mente. Y cada personaje deberá enfrentar sus propias limitaciones, tales como la inmadurez que deriva en rivalidades pueriles, la obsesión por la higiene, la timidez patológica, la misoginia, el alcoholismo y las familias disfuncionales. Aquí los hijos sufren bullying, las esposas lloran por el abandono de sus maridos y la maternidad se convierte en sinónimo de oscurísimas ojeras. Ante este panorama, ¿quién no quiere descubrir el secreto de la felicidad?
Camilla Läckberg y Henrik Fexeus presentaron La secta, la segunda entrega de su serie de novela negra “El mentalista”, cuya primera parte (El mentalista, 2022) llegó a más de un millón de lectores. La autora y el autor se conocieron en 2007 y los une desde entonces una gran amistad. Catorce años más tarde, surgió de sus charlas una historia que inicialmente iba a convertirse en un solo libro, pero que luego originó una serie de tres novelas, que pueden leerse separadamente aunque advierten que, si no se respeta el orden original, pueden aparecer spoilers.
Las tres novelas comparten los mismos personajes principales y resultaron de un mismo método de trabajo colaborativo. “Decidimos armar una estructura en que íbamos a escribir cronológicamente. Identificamos las primeras diez escenas, después las dividimos para escribir la mitad cada uno, fuimos cada cual a su casa y, cuando los borradores estuvieron listos, nos los enviamos para editar con total libertad” –explica Läckberg–. “Este proceso surgió de una experimentación que duró casi cuatro meses” –agrega Fexeus–. Y ambos reconocen la gran influencia de la exitosa tradición de novelas policiales nórdicas que a mediados de los años ‘60 iniciaron otro dúo de escritores, Maj Sjöwall y Per Wahlöö, con la serie sobre el inspector Martin Beck, provocando un gran impacto sobre el género en toda la Península Nórdica.
El argumento de este libro surgió de un enrome interés por las sectas y los mecanismos de captación de sus miembros. Fexeus tuvo incluso intenciones de realizar un programa de televisión durante el cual crearía una secta propia en tiempo real, demostrando así el funcionamiento de este tipo de sociedades y sus técnicas de manipulación psicológica. Para la novela, “comenzamos por su líder –cuenta–, cómo es que se transforma en esa persona fanática, lo que eso significa, y cómo derivó en los crímenes de los niños”. Además, “nos gusta aterrorizar a nuestros lectores –agrega Camilla–. Cada padre o madre se puede identificar con el miedo de llegar al jardín de infantes y no encontrar a su hijo, es la peor pesadilla”. Los autores consideran que se trata de una forma de explorar emociones difíciles en el entorno seguro de la literatura.
Camilla cuenta además que la presentación de este libro coincide con su 20° aniversario como autora de novelas policiales y con los veinte años de su hija mayor. Hoy es madre de cuatro y dice que su mayor miedo es que algo les pueda pasar. “Por lo tanto me resulta muy fácil –manifiesta– describir ese temor e indagar ese sentimiento. Es horrible, pero me lo puedo figurar muy bien”. Y Henrik apunta: “Escribir este libro fue terapéutico para nosotros y ahora ustedes lo tienen que leer”.
El interés por la psicología los ha llevado a desarrollar asimismo las vidas personales de cada integrante del equipo policial. “Algunas veces hasta nos han sorprendido. Cuando empezamos a escribir sobre Ruben, por ejemplo, nuestra atención se enfocaba en crear una personalidad absolutamente misógina, pero de a poco nos fuimos enamorando de él, descubriendo otros aspectos de su personalidad y ahora se convirtió en nuestro personaje preferido” –explica Camilla–. Lo mismo sucedió al morir uno de ellos, “no planeamos que eso sucediera, simplemente murió” –dice Fexeus– y añade que ambos coinciden en que “no tiene sentido incluir una muerte si, como lector o lectora, no te afecta de manera emocional”.
Más allá de los factores emocionales y ficcionales, Läckberg y Fexeus llevan a cabo un cuidadoso trabajo de campo para describir los detalles técnicos. “Es muy importante para nuestro trabajo permanecer lo más fieles posible a la verdad en términos de la investigación policial, pero también, cuando incluimos un dato raro o al plantear un acertijo, deberías poder googlearlo y comprobar que es verdad. Tenemos además contactos en la policía para chequear algunas cosas. Queríamos saber qué pasaba, por ejemplo, al enterrar un cuerpo en la tierra y descubrirlo a los siete meses… Nos encantan esas cosas y a nuestros lectores les gustan también. Y es interesante porque esto desdibuja un poco los límites de la realidad” dice Fexeus”. “Tenemos una amiga en común que es técnica en criminología y con ella chequeamos los detalles… y no nos olvidemos de que yo estuve casada con un oficial de policía durante siete años” cuenta Läckberg.
El libro incluye un personaje que sufre las consecuencias de los prejuicios raciales y de la xenofobia. En Suecia, la extrema derecha creció y en la actualidad se ha convertido en uno de los más grandes partidos políticos. Esta situación preocupa a Läckberg y Fexeus, que creen que es “absolutamente horrible, pero también es humano, siempre se busca alguien a quien culpar. No es bueno, pero es una reacción a lo que está sucediendo”.
Los autores afirman que no quieren convertir estos tópicos en agenda política, sino que se limitan a reflejar el entorno de los personajes, que es también el suyo propio. “Pero no lo debatimos, está ahí porque nos preocupa”. Y agregan que los extremismos “son siempre malos porque se trata de una forma de exclusión. Cuando se empieza a excluir a las personas o alguien se sube a un pedestal para distinguirse como superior a los demás, eso es un problema, sin importar si está a la derecha, a la izquierda o en una secta”.
La serie, tal como la autora y el autor la concibieron en un principio, finaliza con una tercera parte, que recién terminan de escribir en su versión original en sueco. Adelantan que la investigación girará en torno al hallazgo de esqueletos de diversa antigüedad, dispuestos de forma ritual en los túneles del subte de Estocolmo. Surgen entonces las preguntas por la identificación de las víctimas, quién las mató y por qué. Y también se van a develar los detalles sobre la familia de Mina, su marido y las amenazas que Vincent viene recibiendo desde el primer tomo.
Otro adelanto de los autores se vincula con la posibilidad de adaptar estas historias a la pantalla chica. Por ahora, lo único que pueden revelar es que recibieron propuestas de diferentes compañías de producción y en poco tiempo darán a conocer el resultado de las tratativas.
Con una importante trayectoria en la literatura policial y millones de ejemplares vendidos, Läckberg sabe muy bien que sus libros no están contemplados por la Academia Sueca para recibir un Premio Nobel. “No se supone que lo voy a ganar porque no hago la clase de literatura que de alguna manera cambia el mundo. Mis libros constituyen un muy buen entretenimiento, pero no transforman la producción literaria. Pienso que tendré que conformarme con tener muchos lectores y estoy muy contenta con eso” –declara–.
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