Delphine de Vigan no tiene lectores, tiene fans. O lectores fans que adhieren al pacto autobiográfico que les propone la autora francesa, una de las más populares de Francia. Alguien que, incluso a través de zoom, logra crear cercanía. Ese pacto está presente sobre todo en Días sin hambre, su primera novela publicada en 2001 bajo el seudónimo de Lou Delvig, donde evoca su anorexia durante su adolescencia, y en Nada se opone a la noche, en el que revela la bipolaridad de su madre y su suicidio.
Pero a ese territorio literario atravesado por la cuestión de la fragilidad y de la vulnerabilidad se suman también los males de nuestra sociedad, como En las horas subterráneas, sobre el acoso moral en el mundo del trabajo o en Las gratitudes, sobre el final de la vida, donde pone en escena a una anciana que pierde el uso de las palabras. Lo hace también en su última novela, Los reyes de la casa, verdadero thriller que toma la forma de una investigación policial para encontrar a una niña reina de la web secuestrada en misteriosas condiciones. Una narración que cuestiona a la sociedad actual, prisionera del narcisismo donde para existir hay que acumular vistos, likes y stories. Un universo en el que la mercantilización lo devora todo.
Después de haber trabajado durante más de diez años en una empresa dedicada a las encuestas, De Vigan escribió su primera novela a los treinta y cinco años. Nació en 1966. Desde entonces lleva publicadas una decena de novelas, un libro para niños, fue guionista y hasta se atrevió a dirigir su propia película (A coup sûre).
Catalogada por algunos como autora de best-sellers plagados de buenos sentimientos, ella traza su camino y explora las entrañas de un mundo de una gran brutalidad. Sin dejar de lado la compasión que tanto el lector (como el novelista) experimenta por tal personaje y que se convierte en la materia misma con la que construye sus novelas. Tal vez esa sea una de las razones de su inmenso éxito: el personaje que sufre y el lector se encuentran ambos en un mismo plano. La identificación es inmediata.
En Los reyes de la casa se pregunta cómo llegamos a comercializar la vida cotidiana, lo mundano. Delphine de Vigan se remonta a los años de juventud de una de sus protagonistas, la era de los realitys shows y de los primeros niños-estrellas: el camino que emprendió la televisión y que condujo hasta a los niños influencers de hoy. Actores involuntarios de una telerrealidad cotidiana, vistos permanentemente a través de los videos, esa forma de exhibicionismo que practican algunos padres con sus hijos en YouTube y otras redes sociales, que no parece ser más que una peligrosa explotación laboral de los niños.
De eso, y algo más, conversamos.
-En su última novela, Los reyes de la casa, pone en escena a dos mujeres bien diferentes: una que busca exponerse, mientras que la otra permanece en la sombra. En su obra, las mujeres están muy presentes ¿Qué es lo que quiso profundizar o mostrar de las mujeres en esta novela?
-Efectivamente, me divertí construyendo cada uno de estos personajes, una en oposición a la otra. Mélanie que es la madre de estos niños influencers, una mujer joven que siempre soñó con mostrarse, que miraba reality shows cuando era una jovencita y soñaba con transformarse en una estrella a través de la imagen. Una mujer a la que le gusta y tiene la necesidad de ser mirada. Es también alguien que adhiere plenamente a su época, sin ponerla en cuestión. Vive la experiencia de las redes sociales donde es tan fácil ponerse en escena y para ella eso es algo totalmente normal. Por el contrario Clara, que es policía, es un personaje que permanece en la sombra, que recibió una educación diferente. Tienen aproximadamente la misma edad. Cuando era adolescente ella también miró los realitys shows a escondidas de sus padres, pero recibió una educación que le permite tener una mirada más distanciada y crítica en relación a Melanie.
Me entretuvo confrontarlas, porque es justamente a través de la mirada de Clara, -a la vez distante y cándida, y que ignora todo de ese mundo cuando comienza su investigación - que vamos a descubrir este fenómeno de los niños influencers y todo lo que conlleva esa actividad, toda esa economía y ese ecosistema que los rodea.
-Es una puesta en escena de los efectos perversos de las redes sociales sobre los niños y los adolescentes ¿Cómo y en qué momento tuvo la idea de escribir sobre este tema?
-No estoy muy presente en las redes sociales. Un poco más hoy en día porque, a pesar de todo, creo que es una ventana formidable para observar el mundo. Pero no tengo una cuenta visible en la cual la gente podría verme y contactarme. Nunca había escuchado hablar de estos niños que ganan millones gracias a la publicación de videos en internet y fue un día en el que caí completamente de manera azarosa cuando miraba la televisión francesa, en un reportaje que mostraba a estos niños influencers que eran recibidos en un centro comercial. No conocía para nada a esos chicos, me pregunté quiénes serían, ví que eran recibidos como los Beatles en los años ‘60 y que una horda de niños los rodeaba para obtener un autógrafo. Ahí comprendí que eran influencers.
No podría decir porqué, seguramente porque coincide con temas que ocupan mi trabajo desde hace muchos años, que a partir del momento en que vi esas imágenes, tomé un cuaderno para anotar el nombre del reportaje, el nombre de esos niños y una pequeña luz se encendió en mi cabeza y me dije: “voy a escribir sobre esto”. Investigué para saber si la prensa había publicado artículos sobre el tema. Hasta ese momento habían salido unos pocos artículos que hablaban de ese fenómeno, pero eran bastante discretos.
Cuando vi a esos niños, lo primero que me vino a la mente fue preguntarme ¿Qué va a ser de sus vidas? ¿En qué adulto se puede transformar un niño que conoció, a los 6 o 7 años, una notoriedad a la vez ficticia y descomunal? Me imagino que a esa edad, cuando nos reciben de esa manera, pensamos que somos una personalidad muy importante, cuando estos chicos no han hecho nada de particular ¿La caída será demasiado dificil cuando sean adultos? Es uno de los aspectos que pude evocar en la novela: el después.
-¿Estableció una relación inmediata entre la telerrealidad y los niños influencers ?
-Sí, inmediatamente. Para mí la telerrealidad, tal como la vimos aparecer en los años 2000 con el programa Gran Hermano difundido en el mundo entero, abrió una puerta enorme: por primera vez, personas anónimas, que no eran artistas, actores, cantantes, escritores, bajo el pretexto de dejarse encerrar durante varias semanas en un lugar donde eran filmados, en pocas semanas podían transformarse en inmensas estrellas . En Francia este programa se llamo Le loft. Vimos personas que pasaban solo una o dos semanas en Le Loft y luego no podían salir de sus propias casas sin provocar una conmoción, un disturbio.
-¿Miró Le Loft cuando salió?
-Si, miré Le loft. Es extraño, porque ese programa se difundió en Francia justo cuando yo publicaba mi primer libro en 2001, y la verdad es que desde que ví Le loft tuve ganas de escribir sobre ese tema, un asunto sin duda bastante embrionario en mi trabajo porque solo había publicado un libro. Sobre todo la cuestión de la frontera tan estrecha entre la realidad y la ficción. Este modo de hacernos creer que estamos frente a una realidad, cuando en efecto es algo muy armado. Todas cuestiones que ya entonces me interesaban muchísimo, y esa celebridad repentina de personas jóvenes representaba algo muy romanesco. Evoqué este asunto en otra de mis novelas, Basada en hechos reales (2015), donde la narradora (Delphine, una escritora) tiene el proyecto de escribir alrededor del reality show. Hay ahí algo que me fascina en este tema. De hecho, lo que me fascina es la vida de la gente y lo que encuentro apasionante es el modo en que hoy cada persona puede volverse su propia marca, puede venderse a sí misma como un producto.
-2001 es el año del lanzamiento del reality Le Loft y de su primera novela Días sin hambre, donde habla de la anorexia ¿Hace usted una conexión entre estos realitys shows y la autoestima, la propia imagen?
-Claro que hay una relación entre la imagen y la autoestima, que observamos incluso hoy en día con Instagram, los filtros, etc. Allí las mujeres -digo mujeres porque en general se trata de ellas- se transforman, literalmente, para parecerse al filtro elegido. De todas maneras vivimos en una sociedad donde tenemos una relación extremadamente intensa y compleja con la imagen.
-En esta última novela, Los reyes de la casa, retrata a dos mujeres opuestas, muestra una época y, al mismo tiempo, es una investigación muy minuciosa ¿Cómo llevó a cabo esta investigación?
-Justamente, ayer hablaba con los guionistas que me decían que mi novela estaba muy bien documentada. Pasé la mayor parte del tiempo de la preparación de este libro mirando videos, las cuentas Instagram en Francia y un poco en el extranjero. De hecho, al mirar seguido esos videos se ve que lo que se les cuenta a los chicos es que para ser feliz hay que poseer, consumir. Y que consumir es un fin en sí mismo y que es suficiente con poseer mucho para estar contento, porque es eso lo que se pone en escena durante todo el día. Es algo bastante aterrador. Todo lo que cuento en la novela existe, no inventé nada. Solo observé y utilicé lo que existe para integrarlo a la trama novelesca
-Acaba de nombrar la palabra guionistas ¿Hay un proyecto de serie en marcha?
-Sí, va a ser una serie que está en proceso de desarrollo y que va a difundirse por una conocida plataforma. El rodaje está programado para el mes de abril.
-¿Pensaba, mientras escribía, que esta novela podría convertirse en una serie?
-No realmente. Estoy muy feliz cuando eso sucede (NdelaR: dos de sus novelas fueron adaptadas al cine, No y yo y Basada en hechos reales) Lo que es cierto es que cuando miraba todos esos videos, me preguntaba cómo voy a lograr contar ésto con palabras, a través de la escritura. Porque lo que cuento es un mundo de imágenes. A veces estaba un poco desalentada porque, como dice el dicho, “hay que ver para creer”.
Con la serie es diferente, porque hay una imagen pero, a pesar de todo, hay que reinventar otra cosa que permita mostrar este mundo sin hacerle perder el interés a la gente. Porque cuando uno mira esos videos todo el día se da cuenta que son realmente muy feos. Hay colores chillones, una puesta en escena muy básica, los niños no son actores. Al cabo de un tiempo, cuando se miran muchos de estos videos, da un poco de náuseas. Con la serie hay que encontrar el modo de evitar ésto y contar este universo sin poner al espectador en una posición demasiado distante.
-¿Qué es lo que tuvo en cuenta entonces para darle vida, a través del lenguaje, a una realidad que depende a tal punto de la imagen?
-Traté de confiar en mis palabras. Había algo que era del orden de la descripción y para eso utilicé las actas policiales que permiten describir de manera precisa lo que se ve. Por otra parte, lo que me interesó mucho es el lenguaje de internet, de youtube, las expresiones de los youtubers. Hay todo un vocabulario (liker, stroller…) todas esas palabras que aparecieron y que utilicé en el libro para contar la época.
-En su obra la violencia tiene una presencia muy importante, la violencia social, familiar, la violencia contemporánea. En esta novela la violencia intrafamiliar parece central.
-Sí, por supuesto. Es un tema muy presente en mi trabajo, a la vez la violencia social y la violencia íntima, la violencia en el interior de la familia donde el colorario es el abuso de poder. Cuando se trata de niños no se pregunta por su consentimiento.
Son sin duda temas que resuenan con cosas más íntimas. Todo lo que es del orden de esas violencias silenciosas, que no vemos, que no son tan obvias. Hay que reflexionar y preguntarse : ¿Es que esos padres no ejercen una forma de violencia sobre sus hijos? Mi respuesta es sí.
-Esa es la paradoja: parece que esos niños no hacen nada, solo abren paquetes de regalos y en realidad se los hace trabajar. En Francia -único país en el mundo- hay una ley que encuadra esta actividad.
-Que trata de encuadrarla. El fundamento de esta ley, y fue muy difícil admitirlo, fue precisamente que había que considerar que se trataba de un trabajo, que los niños trabajaban para sus padres. Esta ley fue sancionada mientra estaba escribiendo éste libro. Entonces me pregunté: “si hay una ley ¿tiene sentido terminar la novela?” Rápidamente entendí que la ley no cambiaría nada. Su mérito es que sirve como una alerta. Si hay padres que deciden iniciar una actividad de este tipo se les advierte que deben prestar atención a lo que muestren de sus hijos. También prevé el derecho al olvido. Es una ley simbólica. Tenemos que reflexionar sobre la violencia que se ejerce de manera subterránea, porque lo que sucede en la esfera doméstica nadie lo puede controlar. Si no hay huellas de heridas o violencia física, nadie va a ir a ver lo que uno hace con sus hijos.
-Otro tema presente es el de la maternidad, a través de dos mujeres muy diferentes: una soltera, sin hijos y la otra para quien la maternidad es un éxito que hay que mostrar. Usted habla del desafío de la madre perfecta. ¿Podemos decir que el problema es vivir a los hijos como un medio para alcanzar un objetivo?
-Es así, al menos para el personaje de Mélanie para quien sus hijos significan la realización de ella misma. Es una concepción utilitarista de los hijos que se vuelven un negocio como cualquier otro. En concreto, esta empresa de la maternidad le genera dinero, notoriedad, confort, etc.
Por otra parte, ese mandato que recibimos permanentemente de ser perfectas en todo, sobre todo ser madres perfectas, la exhibición de la maternidad como una especie de objetivo último, inigualable, es algo sobre lo que siempre me cuestioné. Tengo dos hijos, es sin duda la gran aventura de mi vida, pero no es el caso de todo el mundo.
-¿Cuándo comenzó a escribir?
Distingo dos escrituras que son para mí muy diferentes. Una es aquella del diario íntimo, que comencé a escribir cuando tenía doce años y que me acompañó hasta mis 29. Pero es una escritura que no estaba de ninguna manera destinada a ser leída y que no tenía nada de literario. Es tiempo después, cuando ya había dejado de escribir mi diario íntimo, que tuve la idea de escribir un libro. Era muy lectora, creo que tenía ese sueño un poco escondido de escribir algo y fue entonces que me lancé en la escritura de una novela.
-¿Quiénes son los escritores y escritoras que más la influyeron?
-Incluso si hay muchisimos escritores del presente y del pasado que me gustan muchisimo, no hablaría de influencias. Como escritora busco mi propia voz, con las dos ortografias (DdelaR: voie en francés significa camino, y voix, voz). Trato de encontrar mi pequeña música. Por ejemplo, cuando escribo, no leo literatura francesa para no correr el riesgo de dejarme influir por una música que no sería la mía.
Pero entre los escritores que han contado en mi vida hay muchos autores clásicos, pienso sobre todo en Maupassant o en Flaubert que son los autores que tanto me gustaron cuando era muy joven. Más recientemente, Marguerite Duras, Patrick Mondiano o Annie Ernaux que acaba de ganar el Nobel de Literatura y que es una escritora que no diría que me influyó, ya que mi trabajo no se parece al suyo, pero de quien leí casi toda la obra y la admiro mucho.
-El movimiento Me too estalló en 2017 con el caso Weinstein ¿Tomó conciencia, con Nada se opone a la noche, novela publicada en 2011 y que la catapultó al centro de la escena literaria, de haber puesto en el corazón de aquel relato temas de los que no se hablaba, como el incesto, el acoso sexual , el silencio?
-Me alegré mucho cuando sucedió ésto. Hoy lo veo claramente, ya que esta novela es un libro que sigue leyéndose mucho por mujeres jóvenes que lo descubren y que no hacen la misma lectura que la que podía hacerse hace diez años, cuando apenas comenzaban a aparecer estos temas en las novelas. Sobre todo el tema del incesto, que era entonces un tema muy tabú. Por otra parte, cuando salió mi libro, muy pocos periodistas se detuvieron en estas cuestiones. Se hablaba de la bipolaridad, del suicidio, pero muy pocos periodistas me preguntaron sobre el incesto. Sin duda, si el libro apareciera hoy, saldría a la luz el incesto como uno de los temas centrales de la novela.
Me parece formidable que por fin podamos evocar a través de la literatura, de la palabra , de todas las formas artísticas posibles, todas estas cuestiones que son tan importantes y que existieron en un silencio ensordecedor durante tantos años.
-¿Cómo entiende la empatía que sus lectores pueden sentir al leer sus libros?
-Es dificil para mí comprenderlo. Lo constato. Veo como en Francia y en ciertos países, los lectores siguen mi trabajo y sienten empatía por los personajes que pongo en escena. Me conmueve, me procura un gran placer. Quizás es simplemente porque amo a esos personajes. De todos los personajes lo que me interesa es su humanidad. Pienso en Melanie, el personaje de esta madre que espero sea lo suficientemente complejo para que se pueda, a la vez, detestarla y amarla. Que a pesar de todo logremos apegarnos a ella. Porque para mí, es una mujer con una gran herida narcisista. Aquello en lo que se convirtió es el resultado del encuentro de un marco familiar, de su relación con su madre, de una situación social y de su época.
“De todos los personajes lo que me interesa es su humanidad”.
-Usted es una celebridad ¿Cómo maneja su vida mediática ? ¿Tiene conciencia de tener no solo lectores sino también fans ?
-Por mi parte trato que esta cuestión de la celebridad se mantenga lo más lejos posible de mí. No la puedo negar, por supuesto. Hoy en día adquirí, por lo menos en Francia, una notoriedad cierta que hace que haya lectores que me siguen, que es para mí lo más importante. Que un lector diga: “Mirá, hay un nuevo libro de Delphine que salió, lo voy a leer”. Eso es algo muy valioso para un escritor, tener lectores que lo siguen en todas sus experiencias. Respecto a los medios, trato de hacer lo mínimo necesario. Creo que está bien dar entrevistas para dar a conocer una novela y para que la gente sepa que el libro existe. Pero voy a rechazar todo lo que sea más íntimo.
Delphine de Vigan entendió que el mundo mediático, con sus redes sociales, es el más colosal, el más logrado, el más eficaz de los programas de telerrealidad de los que se abstiene de participar. El control no lo cede.
Y lo bien que le va.
“Los reyes de la casa” (Fragmento)
BRIGADA CRIMINAL - 2019
DESAPARICIÓN DE LA NIÑA KIMMY DIORE
Asunto:
Transcripción y descripción de las últimas stories de Instagram colgadas por Mélanie Claux (apellido del marido: Diore).
STORY 1
Difundida el 10 de noviembre, a las 16.35 h
Duración: 65 segundos
El vídeo está grabado en una tienda de zapatos.
Voz de Mélanie: «Queridos, ¡acabamos de llegar al RunShop para comprarle a Kimmy unas zapatillas nuevas! ¿Verdad que necesitas unas zapatillas nuevas porque las que tenías empezaban a apretarte un poco, pichoncito? (La cámara del teléfono móvil se vuelve hacia la niña, que tarda varios segundos en asentir, sin demasiada convicción.) Pues aquí tenéis los tres pares de la talla 32 que Kimmy ha seleccionado. (En la imagen aparecen los tres pares alineados.) Os las enseño más de cerca: unas Nike Air doradas de la nueva colección, unas Adidas con sus tres rayitas y unas sin marca con la puntera roja… Vamos a tener que decidirnos y, como bien sabéis, Kimmy odia elegir. Así que, queridos, ¡contamos con vosotros!»
Sobreimpresionado en la pantalla aparece un minisondeo:
«¿Cuáles debería escoger Kimmy?
A) Las Nike Air
B) Las Adidas
C) Las que tienen el mejor precio.»
Mélanie vuelve a dirigir la cámara hacia sí misma y concluye: «Ay, queridos, ¡menos mal que estáis ahí y sois vosotros quienes decidís!»
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