Sergio Ramírez: “Daniel Ortega encarna el marxismo esotérico que se protege contra el mal de ojo”

El escritor acaba de ser despojado de su nacionalidad por el régimen nicaragüense. En diálogo con Infobae dice que, aunque fue su vicepresidente en el pasado, al actual mandatario no lo conoce, “es otra persona”. Y califica la respuesta que le dio la Cancillería argentina.

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El novelista Sergio Ramírez habla con Infobae tras ser despatriado.

Empecemos por el final. Ahora, horas después de cortar y por mail, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez responde a la pregunta sobre si de verdad quiere ser argentino. “Leí una declaración burocrática de la Cancillería donde, como si yo hubiera hecho alguna solicitud, y no he hecho ninguna, me mandan a interponer una solicitud y hacer fila. Qué triste respuesta”, dice.

¿Por qué querría ser argentino? Ramírez es el escritor vivo más importante de Nicaragua. En 2017 ganó el Premio Cervantes. Más: entre 1985 y 1990 fue vicepresidente de su país. Y el presidente era... Daniel Ortega. El mismo que hoy conduce Nicaragua. Y que hace unos días decretó que Ramírez, entre otros, perdía la nacionalidad nicaragüense por traición a la patria.

El anuncio lo encontró en España: Ramírez se había ido, cuando, en 2021, prohibieron allí su última novela, Tongolele no sabía bailar, y dictaron contra él una orden de detención por “lavado de dinero, bienes y activos; menoscabo a la integridad nacional, y provocación, proposición y conspiración”.

Sergio Ramírez, Fidel Castro y
Sergio Ramírez, Fidel Castro y Daniel Ortega en 1985, cuando asumió el poder el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Entonces, Sergio Ramírez -¿escritor ex-nicaragüense?- habla con Infobae desde Madrid. Se lo ve tranquilo, amable como siempre, sonriente como siempre. No sabe cuándo volverá a pisar su país pero casi al final, cuando le pregunte qué va a pasar en Nicaragua, dirá que va a volver la democracia. E ironizará: “Me tienen que pasar al estante de escritores extranjeros...”

En este contexto, un grupo de intelectuales argentinos -entre quienes están Graciela Fernández Meijide, Alejandro Katz y Hugo Vezzetti- pidió que su país otorgue nacionalidad a Ramírez y otras 93 personas “arrojadas a la condición de apátridas por el régimen de Daniel Ortega”. Entre ellas también está la escritora Gioconda Belli.

Frente a esto, el escritor declaró: “Si el gobierno argentino respondiera al pedido de nacionalidades para los nicaragüenses, me hago argentino”. La Cancillería argentina tomó distancia: “las solicitudes se contestan de forma puntual en base a cada caso concreto”. A esa respuesta, Ramírez llama “triste”. Y, por si hiciera falta, aclara: “Fue nada más un comentario cariñoso cuando me dicen que un grupo de firmantes ha pedido que nos den la nacionalidad argentina a los expatriados...”

“Tengo a Nicaragua en mi mente, eso es imposible de desterrar. Pienso en nicaragüense, escribo en nicaragüense.”

Pero eso es el final. El comienzo es una videollamada entre Buenos Aires y Madrid. El autor, su mirada, su asombro.

-Traidor a la patria. Es como mucho, ¿no?

-Bueno, depende quién dé la orden y depende quién la recibe. Yo he dicho que es imposible quitarme a mí mi país, eso no hay manera de hacerlo, ni legal ni ilegalmente. Y aquí se trata de una ilegalidad absoluta, la Constitución de Nicaragua no contempla la pena de expatriación, de destierro, ni mucho menos declarar que has perdido tu nacionalidad. Ningún nicaragüense, nacido en suelo nicaragüense, puede ser privado de su nacionalidad. Dice la Convención Internacional de Derechos Humanos; dice la Carta Interamericana. Es una medida absolutamente nula y así la tomo. No sólo porque es ilegal sino porque no es la condición en que yo me siento, ellos no me lo dieron, tampoco me lo pueden quitar.

-Pero sí te pueden sacar a vos de Nicaragua. No pueden sacar Nicaragua de vos, pero sacarte a vos de ahí, de hecho, lo hicieron.

-Bueno, la expatriación sí, porque es un acto forzoso, yo no regresé a Nicaragua porque tenía una orden de captura contra mí, preferí entonces el exilio. De manera que exiliado sí soy, claro, desterrado, sí. Pero eso es por la fuerza de los acontecimientos.

-Con Ortega vos tenés una historia personal, se conocen personalmente, fuiste su vicepresidente...

-Nos conocimos hace tiempo. Yo no veo a Daniel Ortega desde el año 94, 95, por ahí, así que, imaginate, hace casi 30 años. Son recuerdos muy lejanos, de un pasado que uno empieza a ver en fotografía fija, no de manera cinética. De manera que en toda esta evolución, del Daniel Ortega que se sienta hoy a decir que soy un traidor a la patria, un mercenario, a este no lo conozco, es otra persona.

-Doy por descontado que no te leen en Nicaragua, que no están tus libros, ¿o sí?

-Yo creo que el presidente Ortega lee. Porque, por lo menos los artículos que yo escribí para El País, donde decía que su estrategia de liberar a los presos políticos por cuotas y así ir obteniendo recompensa a cambio de liberarlos, no le gustó mucho.

-¿Eso tuvo que ver con esta medida?

-Creo que parte de agregarme en esa lista de despatriados viene de una reacción muy virulenta en contra de lo que yo había dicho. Porque se trataba de descubrir lo que estaba detrás de ese acto, de forzar la salida de los presos de Nicaragua, de ponerlos en un avión, enviarlos a Estados Unidos sin ninguna clase de legalidad. Y me faltó agregar esa vez una cosa muy interesante.

-¿Qué cosa?

-Ortega entrega a los prisioneros a los Estados Unidos, de manera unilateral. Y cuando el presidente Alberto Fernández le pidió, junto al presidente López Obrador, que liberara a los presos, él insultó a Fernández, tratándolo de injerencista. Lo mismo hizo con Petro. Eso es lo curioso, que a los presidentes que supuestamente tienen alguna identidad política o ideológica afín, los desprecia y los insulta. Cuando le piden lo mismo que él le otorga a los Estados Unidos de manera unilateral, siendo que los Estados Unidos es su gran enemigo, al menos como lo proclama, el imperialismo. Es curioso eso, no lo señalé, pero está dentro de los hechos.

-¿Y eso cómo lo entendés?

-Bueno, yo creo que Nicaragua es un país muy débil, económicamente muy marginal. Y mucha gente ignora que, pese a la retórica exaltada de Ortega, Nicaragua depende casi en un 100 por ciento de Estados Unidos. Por un lado, las importaciones de tecnología, de bienes y servicios. Y las exportaciones, a través del Tratado de Libre Comercio. El comercio con China es casi cero, a pesar de que las relaciones comerciales de China con el resto de América son muy fuertes. Tú ves el mapa de América del Sur y el primer socio comercial hoy es China Popular, pero con Nicaragua no. Europa está ausente. Ya no se ve a Rusia, aunque tanto busca Ortega respaldar a Rusia, como si tuvieran una intimidad muy cercana: no hay relaciones económicas... las habrá de seguridad, de inteligencia. Eso lo que deja a Nicaragua es en manos del sistema económico de los Estados Unidos y quizás estas concesiones son preventivas. Es entregar los presos a Estados Unidos para evitar que Estados Unidos dé un paso adelante. Esto me parece que debe ser parte del cálculo.

-Hoy sos el escritor más relevante de Nicaragua. ¿En las escuelas están tus libros? ¿En las librerías? Si sos un traidor a la patria...

-Bueno, mira, es curioso esto, porque yo me veo a mí simplemente como un escritor. Un escritor que hace uso de su derecho a la palabra y a la libertad de palabra, yo no me siento cómodo quedándome callado con lo que ocurre en Nicaragua. Yo tengo un pasado político, de un proceso revolucionario.

-Importante.

-Pero mucha gente no me quiere ver como escritor, porque no se acuerdan que yo soy primero que nada escritor. Yo salí de la política en 1996, hace tanto tiempo. Salí de la política orgánica, de la actividad política de ser candidato, de ser funcionario. Adonde había entrado por la necesidad de la Revolución que yo veía como una necesidad del país, como una necesidad de mi vida. Salí de ahí, nunca volví a entrar. Entonces, yo hago uso de la palabra como escritor, desde ahí es que causo irritación en quienes tienen el poder en Nicaragua. No hay que olvidar que el año pasado, si yo salí al exilio del país, fue por una novela, no por razones estrictamente políticas. Porque ellos sabían que yo no tengo ninguna participación política, no represento un riesgo político para ellos.

-¿Qué era lo irritante de esa novela?

-En la novela narro los acontecimientos del año 2018, que terminaron en una gran represión contra jóvenes desarmados. Más nombrar la naturaleza del régimen de Ortega, que me parece muy esotérica y está en las páginas de la novela, es un régimen muy extraño, un híbrido, es una especie de marxismo esotérico. Eso me llamó la atención como novelista, esta heterogeneidad que tiene la historia de América Latina, este contraste de imágenes absurdas. Que te lo da la realidad contemporánea, no tienes que ir a bucear al pasado para encontrarte cosas excéntricas sino que lo puedes ver en el día a día.

-De hecho, el libro habla de 2018...

-Narra hechos de 2018 y cómo ver el régimen en el 2018. Todo este asunto de los bosques de árboles de la vida pintados de los colores de Nicaragua porque son una protección contra el mal de ojo; la mano de Fátima como símbolo de las reuniones presidenciales... Bueno, un novelista que cierre los ojos frente a esta realidad, pues no es novelista. Y yo veo la realidad de Nicaragua como novelista. Si eso desemboca en una lectura crítica para el lector ya es consecuencia de la novela.

Por órdenes de Rosario Murillo.
Por órdenes de Rosario Murillo. la esposa de Daniel Ortega, se levantaron en Nicaragua unos 140 gigantescos amuletos conocidos como "árboles de la vida". (Foto cortesía de La Prensa)

-Es como si la realidad copiara al realismo mágico.

-El realismo mágico no es más que una consecuencia de la realidad que nosotros vivimos en América Latina, que estamos llenos de contrastes absurdos, de exageraciones, de contradicciones. Esto es lo que llama la atención, como si fuera fruto de la fantasía. Y no es ninguna fantasía, es lo que está en la realidad, sobre todo en el Caribe, me parece que en el Caribe está más a la vista.

-¿No son elementos que se usan para manipular?

-Creo que hay las dos cosas. La intención de manipular las creencias, creo que sí. Y una convicción del miedo al más allá, del miedo a lo oscuro, de protegerse frente a los enemigos. Esto de que los árboles de la vida protegen contra la maldad, contra los enemigos del régimen... sirve para asustar a los demás y para crear símbolos.

La novela prohibida

De hecho, de esos elementos esotéricas hablaba Sergio Ramírez en la novela prohibida, Tongolele no sabía bailar. Como muestra le dejo un fragmentito y seguimos la entrevista:

—¿Vos sabés para qué sirven los árboles de la vida, Pedrito?

—Para gastar luz. Consumen la energía de veinte casas juntas cuando los encienden.

—Eso es lo que proclama la propaganda de la derecha. Pero son, en verdad, un escudo protector contra los ardides del enemigo, porque su campo magnético anula toda fuerza perniciosa y destructiva.

En el estante de los escritores extranjeros

Sergio Ramírez señala al esoterismo y su uso, pero niega que se trate de algo particular de su país. ¿De dónde es la entrevistadora? Tiene un ejemplo.

-No es una invención de los que manejan el poder en Nicaragua hoy en día, no. Esto se ha dado a lo largo de América Latina, acuérdate de López Rega. ¿Creía o no creía López Rega? Creía en la brujería, pero al usar la brujería para fines políticos, ahí viene el híbrido, la combinación.

-Claro, porque uno en el jardín de su casa puede creer lo que quiera. El problema es cuando eso pasa a un plano institucional.

-Exactamente. Uno puede cantar en el baño, la diferencia está cuando uno va a cobrar porque lo escuchen a uno cantar en un escenario.

-En definitiva, ¿si voy ahora a librerías de Nicaragua encuentro libros tuyos?

-Es curioso, porque el último libro, que es un libro de cuentos, se llama Ese día cayó en domingo, está en las librerías. Hay amigos que me han dicho “mira, compré tu libro”, muy extrañados. Ese libro está. El libro que está castigado es Tongolele no sabía bailar.

-Pero el autor tiene otros libros que sí.

-El autor ha dejado de ser nicaragüense para los canales oficiales. Así que me tienen que pasar al estante de escritores extranjeros, no a las Letras Patrias, ¿no?

-¿Y qué vas a hacer, Sergio?

-Mira, acostumbrarme a vivir en el exilio, yo ya me he hecho mi ambiente de vida en Madrid. Disfruto de la ciudad, de las oportunidades que una ciudad como ésta me da. No sé si un día voy a regresar a Nicaragua, eso es muy incierto, la palabra “indefinido” me gusta mucho, porque no dice nada, ni sí ni no. Estoy aquí de manera indefinida, muy bien acogido en España, como igual me sentiría muy bien acogido en Argentina, obviamente.

-Pero si pudieras...

-Regresar no depende de mí, pero tengo a Nicaragua en mi mente, eso es imposible de desterrar. Por lo tanto, pienso en nicaragüense, escribo en nicaragüense. El único temor que tengo es que el país se aleje demasiado de mí. El país lejos es bueno para la escritura porque te causa un estado de nostalgia, puedes escribir desde la nostalgia, puedes avivar los recuerdos, ponerlos en carne viva. Pero también corres el riesgo de que el lenguaje se vaya apagando, el lenguaje de todos los días te va resultando lejano. Eso sí lo veo con terror, alejarme de la fuente en la que yo no vivo. Ponerme a escribir a estas alturas de mi vida en otra clave, es muy difícil, mi clave es la clave nicaragüense. Y no le temo a esto, porque no me hace localista, no me hace vernáculo, no me hace regional.

El novelista Sergio Ramírez habla con Infobae tras ser despatriado.

-Sos un escritor internacional...

-Yo vivo América latina como una especie de círculo concéntrico, como quien lanza una piedra en medio del agua. El primer círculo es Nicaragua. El siguiente es Centroamérica, el Caribe. Pero en América latina yo me identifico sentimentalmente en cualquier parte que esté. Pero tengo una lengua, una raíz de la lengua, una raíz de sentimientos que viene de Nicaragua. No en balde pasa la infancia, pasa la primera juventud, allí uno construye su mundo, sus escenarios; alrededor de esos orígenes.

-¿Qué va a pasar en Nicaragua?

-Va a pasar que vamos a recuperar la democracia, no hay ninguna duda. La democracia es una necesidad del país, no puede estar el país condenado a vivir sin democracia. Hay alternativas en el país para cimentar un gobierno democrático, claro que sí. Lo importante es encontrar las claves y estoy seguro que se va a lograr.

“Tongolele no sabía bailar” (Fragmento)

—¿Vos sabés para qué sirven los árboles de la vida, Pedrito?

—Para gastar luz. Consumen la energía de veinte casas juntas cuando los encienden.

—Eso es lo que proclama la propaganda de la derecha. Pero son, en verdad, un escudo protector contra los ardides del enemigo, porque su campo magnético anula toda fuerza perniciosa y destructiva.

—¿Otra forma de neutralizar los poderes de Gong Gong, el gran demonio chino?

—Gong Gong, Luzbel, Belial, Belcebú, escogé a tu gusto.

—Por eso los están sembrando en todas partes. En las calles, en las carreteras, en los cuarteles, y ya se ven hasta en los patios de las escuelas.

—Pero ésas son puras vergas, Pedrito, vos y yo lo sabemos bien. Para protegerlos a él y a ella de tanto hijueputa mal nacido estoy yo.

—¿No son acaso recomendaciones de Sai Baba transmitidas a través de su mamá, eso de sembrar tanto árbol de la vida?

—Y antes había aconsejado valerse de la Mano de Fátima, que tiene pintado un ojo vigilante en cada yema de los dedos, uno por cada una de las cinco virtudes.

Quién es Sergio Ramírez

♦ Nació en Masatape, Nicaragua, en 1942.

♦ En su juventud dirigió el movimiento literario Frente Ventana. En 1963 publicó su primer libro, Cuentos.

♦ Vivió 14 años en Costa Rica. En 1978 fundó en San José la Editorial Universitaria Centroamericana.

♦ En 1977 encabezó el Grupo de los Doce, que se opuso a la dictadura de Anastasio Somoza y apoyó al Frente Sandinista de Liberación Nacional.

♦ Entre 1985 y 1990 fue vicepresidente de Nicaragua, acompañando a Daniel Ortega.

♦ Luego encabezó la bancada sandinista en la Asamblea Nacional de Nicaragua, donde era suplente de Daniel Ortega. En 1991 fue elegido miembro de la Dirección Nacional del FSLN. En 1995 fundó el partido Movimiento Renovador Sandinista (MRS), una escisión del FSLN. Desde entonces fue muy crítico de Daniel Ortega.

♦ En 1999 publicó sus memorias Adiós muchachos, donde habla del entusiasmo de la Revolución y de las contradicciones del FSLN .

♦ En 2021 fue acusado de incitación al odio y lavado de dinero.

♦ Partió hacia España y no volvió hasta el presente.

♦ En 2023, junto a otras 93 personas, fue declarado “traidor a la patria” y se le quitó la nacionalidad nicaragüense.

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