Los discursos de Martin Luther King, por primera vez en castellano: “Nada les gustaría más que vernos recurrir a la violencia”

El activista por los derechos civiles pronunció palabras que cambiaron la historia de las minorías. Editan sus principales participaciones públicas en el libro “Martin Luther King Jr. Textos y discursos radicales”.

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Martin Luther King en 1963,
Martin Luther King en 1963, cuando pronunció su discurso más celebre: "Tengo un sueño".

Corría 1957 y la segregación racial seguía vigente en el Sur de los Estados Unidos. A la vez que el país se proponía como la más grande democracia global, los estados que habían integrado La Confederación prohibían a afrodescendientes el ingreso a restaurantes, moteles y hoteles e incluso les impedía la entrada a parques y bibliotecas públicas.

Los registros de votación, mientras tanto, recurrían a todo tipo de artilugios para evitar la inscripción de la población negra y su participación en las urnas. “Hace una década –subrayaba Martin Luther King en el ‘67–, ni un solo negro había entrado en las cámaras legislativas del Sur, excepto como botones o chofer. Hace diez años, demasiados negros todavía vivían agobiados de día y asolados de noche por un sentimiento corrosivo de miedo y una sensación incesante de no ser nadie”.

Estas palabras pertenecen al último discurso que pronunció como presidente de la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano (SCLC), un grupo de acción directa no violenta que había fundado junto a otros activistas por los derechos civiles.

Promediando la década del ‘50, luego de sus estudios de teología en la Universidad de Boston y de filosofía en Harvard, King había comenzado su carrera como predicador en la Iglesia Bautista Dexter Avenue en Montgomery, Alabama, donde sus habilidades oratorias no tardaron en hacerse célebres y traspasar los límites de la ciudad.

"Martin Luther King Jr. Textos
"Martin Luther King Jr. Textos y discursos radicales" traduce los principales discursos y sermones de King.

Desde allí organizó y dirigió acciones por los derechos de los afrodescendientes, como por ejemplo el boicot a los colectivos, que se inició cuando una joven mujer negra, Rosa Parks, se negó a cederle su asiento a una persona blanca, como todavía exigían las leyes de segregación racial a fines de 1955. La acción duró 385 días durante los cuales ninguna persona afrodescendiente utilizó el servicio de transporte público.

Entre otros 23 escritos, el discurso citado arriba integra la antología Martin Luther King Jr. Textos y discursos radicales, una selección de sermones, conferencias y extractos de las tres memorias políticas que King publicó en vida. Cornel West, profesor de la Universidad de Harvard y autor de libros como Race Matters (1993) y Black Prophetic Fire (2014), los compaginó para su edición original en inglés (1994) y ahora aparecen por primera vez en traducción al castellano como el tercer título de la colección “Mil Vidas” de la Editorial Tinta Limón.

El volumen organiza los escritos de King en cuatro partes, precedidos por una introducción de West y unas palabras previas de la editorial argentina. Además, al comienzo de cada texto, un breve párrafo detalla el contexto de su producción. El primero de ellos, “La violencia de los hombres desesperados”, trata sobre el boicot de los colectivos, que el autor describe como “la crónica de 50.000 negros que se tomaron en serio los principios de la no violencia, que aprendieron a pelear por sus derechos con las armas del amor y, en el proceso, adquirieron una nueva estima de su valor humano”.

King tomaba de Mahatma Gandhi los principios de la acción directa no violenta, subrayando en un sermón de 1959 –el segundo de los textos radicales del libro– cómo “fue capaz de lograr la independencia del Imperio británico para su pueblo sin alzar un arma ni maldecir”. Y cuando la comunidad afroamericana, frustrada por las circunstancias adversas que afrontaba desde hacía siglos, dudaba de estas estrategias, King insistía.

Rosa Parks, la afroamericana que
Rosa Parks, la afroamericana que se negó a ceder su asiento a un blanco y revolucionó la historia.

A propósito de la Marcha por la Libertad a lo largo del Mississippi de 1966, por ejemplo, escribía que “no podía imaginar nada menos práctico y más desastroso que el hecho de que, por un juicio equivocado, cualquiera de nosotros precipitara una confrontación violenta... No teníamos ni los recursos ni las técnicas para ganar. Es más, dije, a muchos de los blancos de Mississippi, del gobierno para abajo, nada les gustaría más que vernos recurrir a la violencia y tener una excusa para eliminar a cientos de negros dentro y fuera de la marcha”.

A pesar de su postura contra la violencia, el FBI y el gobierno estadounidense llegaron a considerar a King como “el hombre más peligroso de Estados Unidos”, quizás debido a sus constantes críticas y resistencias al imperio estadounidense, el capitalismo y la xenofobia. El libro reproduce sus extensas argumentaciones contra la guerra de Vietnam y el neocolonialismo en América Latina, contra el Apartheid en Sudáfrica, pero también contra la pobreza y a favor de una más justa distribución de la riqueza en su propio país y en el mundo.

Incluye además un extenso artículo sobre Norman Thomas, seis veces candidato a presidente de los Estados Unidos por el Socialist Party of America, a quien define como “el hombre más valiente que jamás haya conocido”. Publicado originalmente en 1964 en ocasión de su 80° cumpleaños, King debió faltar a la celebración, que coincidía con su viaje para aceptar el Premio Nobel de la Paz. Sus palabras destacan la “búsqueda [de Thomas] de la democracia racial y económica en nuestro país, y de cordura y paz en el mundo… Con gran admiración y deuda, llevo la inspiración de su vida a Oslo” –escribía–.

Luther King conduce la Marcha
Luther King conduce la Marcha por la Libertad.

El año anterior, en su célebre carta desde la cárcel de Birmingham, King llamaba a obedecer las leyes justas, pero no así las injustas. “Una ley injusta –explicaba para distinguir entre ambas– es un código que un grupo con mayor poder o numéricamente mayoritario obliga a seguir a una minoría, pero que no aplica para sí mismo. Esta es la diferencia hecha ley. Con la misma vara, una ley justa es un código que una mayoría obliga a una minoría a seguir, y que está dispuesta a aplicar a sí misma. Esta es la igualdad hecha ley”.

Y proseguía parafraseando a Santo Tomás de Aquino: “Cualquier ley que eleva la personalidad humana es justa. Cualquier ley que degrada la personalidad humana es injusta. Todos los estatutos de la segregación son injustos porque la segregación distorsiona el alma y daña la personalidad. Le da al segregador un falso sentido de superioridad y al segregado un falso sentido de inferioridad”.

King observó cómo “incluso la semántica conspiró para que lo negro sea visto como feo y degradante”. Citaba el Tesauro de Roget, donde los sinónimos de “negro”, siempre “representan algo malvado y degradante: hollín, tierra” en oposición a los de “blanco”: “puro, casto… En nuestra sociedad, ya saben, una mentira blanca es un poco mejor que una mentira negra. Y así, si alguien hace algo malo en la familia, no es una oveja blanca, sino una oveja negra”.

King analizaba de esta manera cómo la lengua y la cultura degradaban la idea de negritud “para hacerle sentir al hombre negro que no era nadie, que no contaba, para hacerle sentir que estaba en otro nivel de humanidad… El problema era que la nación había hecho de su color un estigma”.

En 1967 muchas cosas ya eran diferentes. Toda la estructura de la segregación se había visto profundamente sacudida gracias a las protestas y al activismo. “Este es un logro cuyas consecuencias son profundamente percibidas por cada negro sureño en su vida diaria” –declaraba King–. En ese entonces tenía por delante algo más de siete meses de vida.

Luther King y Malcolm X,
Luther King y Malcolm X, dos líderes centrales en la lucha por los derechos civiles.

El 3 de abril de 1968, en lo que resultó ser la víspera de su asesinato, King había viajado a Memphis para apoyar una huelga de trabajadores sanitarios. Allí pronunció uno de sus sermones más proféticos ante una multitud desbordada. Insistió con los principios de la no violencia y propuso además “siempre anclar nuestra acción directa externa al poder del repliegue económico. Ahora bien, somos gente pobre individualmente, somos pobres cuando nos comparan con la sociedad blanca de los Estados Unidos… [Pero] Nunca dejen de recordar que… el negro, colectivamente, es más rico que la mayoría de las naciones del mundo. Tenemos ingresos anuales de más de treinta mil millones de dólares al año, más que todas las exportaciones de los Estados Unidos y más que el presupuesto nacional de Canadá. ¿Sabían eso? Eso es poder, si sabemos cómo unirlo”.

King muere a los 39 años, pero deja una serie de herramientas contra la discriminación y para el empoderamiento de las minorías, pensadas para su comunidad, pero útiles para cualquier grupo que necesite reclamar sus derechos civiles. En ese sentido, la selección de West propone “mantener viva la memoria del amor radical y el legado profético de Martin Luther King”, más allá de la imagen edulcorada que suele difundirse en abierta rivalidad con la figura pública de Malcolm X.

En su traducción castellana, este libro abre la entrada a la historia de los Estados Unidos por el flanco de sus movimientos políticos y sociales, al tiempo que propone distinguir los procesos históricos de racialización y las políticas emancipatorias locales de los que tuvieron lugar a partir del colonialismo británico. “Publicar a King –sostiene Tinta Limón– permite ampliar el archivo de los activismos y las militancias disponibles para pensar políticamente”.

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