El futuro del dinero: ¿puede el bitcoin reemplazar a las monedas tradicionales?

En “Del oro al bitcoin”, el investigador financiero Nik Bhatia escribe una historia del dinero, desde las primeras monedas acuñadas en el siglo I a.C. hasta las nuevas divisas virtuales, y prepara a un lector sin conocimientos sobre el tema para el vertiginoso futuro de la economía a nivel mundial.

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El investigador financiero Nik Bhatia
El investigador financiero Nik Bhatia escribió una historia del dinero en "Del oro al bitcoin" para explicar cómo afectarán a la economía mundial, en un futuro (no muy lejano), las nuevas criptomonedas.

Lo que antes podía tardar varios siglos, hoy en día puede cambiar en cuestión de años o, incluso, meses. El sistema monetario internacional está en pleno proceso de reinvención y renovación, algo que rara vez ocurre lo suficientemente rápido como para que los cambios puedan ser percibidos en tiempo real. Pero con la consolidación del bitcoin y las criptomonedas empezaron a surgir muchas incertidumbres acerca del futuro del dinero.

Para quienes estén interesados en el tema pero no necesariamente tengan experiencia en materia económica, el investigador financiero Nik Bhatia ofrece en su nuevo libro, Del oro al bitcoin, una especie de historia del dinero, desde las primeras monedas acuñadas en el año 700 a.C. hasta las divisas virtuales del siglo XXI.

En su libro, Bhatia postula dos premisas fundamentales para entender la economía de hoy en día. Primero, elabora un nuevo marco teórico denominado “dinero en capas” (layered money), con el que describe el dinámico sistema monetario actual y explica cómo se relacionan entre sí las diferentes formas de dinero. Y segundo, tal vez el postulado más importante de este trabajo, el autor sostiene que, tarde o temprano, “las criptomonedas harán desaparecer los sistemas monetarios tradicionales”.

Del oro bitcoin, editado por Paidós, hace una necesaria puesta al día de la teoría monetaria para poder entender y explicar el papel que jugarán las nuevas criptomonedas en el futuro. En un mundo en el que se podrá escoger moneda, Bhatia sostiene que saber desplazarse por el mapa monetario va a suponer una gran ventaja. Mejor estar preparados.

Así empieza “Del oro al Bitcoin”

El fiorino d’oro (florín de oro)

Mis compañeros y yo padecemos una enfermedad del corazón que sólo se puede curar con oro. (Hernán Cortés)

Antes del dinero en capas, sólo había dinero. El dinero es una herramienta de nuestra especie que nos permitió progresar a partir del mero altruismo recíproco, en el que los animales intercambian favores, como cuando los monos se limpian o expurgan entre sí. Algunos prefieren considerar el dinero como una ilusión compartida, aunque, en ese caso, la palabra ilusión implica que toda forma de dinero carece de fundamento en la práctica. Es mejor decir que algunas formas de dinero son ilusiones compartidas, y que otras podrían resultar reales en un horizonte temporal lo bastante largo.

Los seres humanos utilizaron conchas marinas, dientes de animales, joyas, ganado y herramientas de hierro como objetos de trueque durante decenas de miles de años, pero, al final, en los últimos milenios se decantaron por el oro y la plata como formas de moneda aceptadas a escala mundial. Había algo en estos dos elementos químicos que destilaba preciosidad, y los seres humanos los consagraron como la quintaesencia del dinero. Esta unción fue la responsable de un enorme avance en la globalización de la humanidad ya que los metales preciosos proporcionaron mejores maneras de preservar la riqueza generacional y facilitar el comercio entre completos desconocidos en diferentes rincones del planeta.

No siempre fue fácil seleccionar qué iba a utilizarse como dinero. Puede que las conchas fueran perfectas para el comercio a miles de kilómetros del océano, pero para otros abundaban en la orilla del mar y, por tanto, no eran una gran herramienta para preservar valor entre generaciones y continentes. Las herramientas de hierro eran muy valiosas para la caza y como armamento, y podían conservar valor durante siglos, aunque no eran necesariamente el mejor medio circulante, porque, a diferencia de las conchas, no eran fácilmente transportables y divisibles. Los metales preciosos funcionaban bien en ambos casos, y poco a poco fueron convirtiéndose en la mejor forma de dinero de aceptación generalizada.

El dinero no sólo se utiliza como medio de intercambio y reserva de valor; funciona también como sistema de conteo. Es un modo de enumerar precios, computar ingresos, calcular beneficios y agrupar toda la gama de actividades económicas bajo una denominación contable. La raíz latina de la palabra denominación es nomin, o «nombre». Las denominaciones religiosas son la manera que la gente tiene de nombrar sus creencias religiosas en particular, del mismo modo que las denominaciones contables lo son para nombrar sus ingresos, gastos y beneficios. Cuando la gente se pone de acuerdo en una denominación contable unificada, la fijación de precios de los bienes y servicios resulta más fácil, porque todo el mundo ha unificado criterios sobre qué se considera dinero. La actividad económica prospera en el momento en que todo el mundo puede poner un precio en los mismos términos.

Sin embargo, denominar simplemente en oro no era suficiente. Comerciar utilizando joyas, lingotes y pepitas de oro implicaba una constante medición del peso y la pureza del metal precioso, lo que acarreaba que una denominación de oro no especificada fuera poco útil. Este capítulo mostrará cómo las monedas solucionaron este problema mediante el establecimiento del peso, la pureza y la confiabilidad.

Bhatia trabajó en negociación de
Bhatia trabajó en negociación de Bonos de la Tesorería de Estados Unidos para un gran administrador de activos institucionales. Tiene una amplia experiencia comercial en mercados monetarios y futuros de tasas de interés.

Las primeras monedas

El historiador griego Heródoto, considerado padre de la historia, localizó las primeras muestras de monedas de oro y plata en Lidia, la actual Turquía, alrededor del año 700 a. C. Los indicios de que joyas de oro y plata se utilizaban como dinero se remontan a decenas de miles de años, pero la llegada de la moneda transformó estos metales preciosos en adecuadas denominaciones contables. Las monedas de Lidia tenían grabada la imagen de una cabeza de león rugiendo y pesaban 126 granos de trigo, lo que equivale a unos ocho gramos. Como todas las monedas contaban con una determinada cantidad de oro, se podían utilizar como unidad de cuenta.

Hoy en día puede parecer que las monedas de peso uniforme son la forma obvia de dinero de oro y plata, pero los metales preciosos estuvieron revestidos de un halo global de divisa durante miles de años antes de que se creara la primera moneda lidia. Con un peso uniforme, las monedas supusieron una revolución en cuanto a simplicidad, y cambiaron el dinero para siempre. Eliminaron la necesidad de pesar y comprobar la pureza de cada pieza de metal antes de que dos partes pudieran realizar una transacción, y esta adaptación en apariencia sencilla acabó por transformar el mundo del comercio.

¿Cuáles fueron las características más importantes de las monedas y por qué fueron tan revolucionarias como forma de dinero? En primer lugar, y lo más importante, las monedas se fabricaban con metales considerados preciosos, duraderos y escasos. El oro y la plata tenían un historial acreditado de miles de años como dinero, por lo que acuñar monedas con estos dos metales garantizaba su demanda natural. Si las monedas hubieran sido de piedra, por ejemplo, no habrían tenido semejante demanda, porque las rocas comunes no son preciosas ni escasas.

La siguiente característica de las monedas que realmente supuso un gran avance tanto para el dinero como para la humanidad fue la idea de dinero fungible, en el sentido de intercambiable o canjeable. Cuando dos cosas son fungibles se les supone el mismo valor indiferenciado, como ocurre cuando pensamos que un billete de un dólar es igual a cualquier otro billete de un dólar.

Las monedas procedentes de la misma ceca (o fábrica de moneda) eran todas idénticas, lo que eliminaba el molesto proceso de medición derivado de las transacciones cotidianas. Las monedas supusieron un enorme adelanto en la mensurabilidad del dinero, sobre todo comparadas con los lingotes de oro de peso no homogéneo y las joyas de oro de pureza indeterminada. La uniformidad y la fungibilidad de las monedas hicieron de ellas perfectas denominaciones contables, y concedieron a la sociedad la poderosa herramienta para poder medir todo en una unidad.

El dinero también debe ser divisible, o fraccionable. Por ejemplo, el uso del ganado vivo como moneda se remonta a miles de años atrás, pero una res viva no es divisible y, por tanto, no sirve para realizar transacciones pequeñas. Las monedas eran perfectas en lo referente a la divisibilidad: cada una representaba una pequeña cantidad de valor, y podían utilizarse en ciertas cantidades en las transacciones más pequeñas, a la vez que podían acumularse con facilidad y emplearse en las compraventas de mayor cuantía.

Por último, las mejores monedas eran las que resultaban difíciles de falsificar. Las imitaciones podían socavar gravemente el valor de una moneda, por lo que las cecas debían crearlas con grabados difíciles de copiar. Si las personas creían que las monedas circulantes eran verdaderas, y si confiaban en que era improbable que existieran falsificaciones, podrían efectuar transacciones sin la carga de tener que verificar la autenticidad de cada moneda.

Lo que antes demoraba siglos,
Lo que antes demoraba siglos, hoy en día cambia en cuestión de años e incluso meses. La inestabilidad del bitcoin y las criptomoendas es un ejemplo del vertiginoso ritmo que tomó la economía a nivel mundial.

Influencia del gobierno sobre el dinero

La demanda mundial de monedas se disparó debido al progreso económico que supusieron; los gobiernos o los Estados se convirtieron en los mayores proveedores. A los monarcas y gobernantes les fue imposible resistirse a inmortalizarse, y acuñaron monedas con sus nombres y sus rostros grabados para que circularan como dinero dentro de sus fronteras. No obstante, esto no era simplemente una forma de vanidad regia. La posibilidad de acuñar monedas concedió a los gobiernos el poder de utilizar el dinero en beneficio propio, lo cual tuvo un impacto duradero en la sociedad y fue causa del surgimiento y de la caída de imperios.

El Imperio romano nos sirve de perfecto ejemplo para examinar cómo la aparición de la moneda determinó la influencia del gobierno sobre la divisa. En el siglo I d. C., poco después de la instauración del imperio, el gobierno de Roma acuñó unas monedas denominadas denarios que, debido a la expansión territorial, se utilizaron en Europa, Asia y África. Por primera vez, el patrón monetario mundial evolucionó sobre la base de monedas de metales preciosos acuñadas por una única entidad. La influencia de la moneda de denominación del poderoso Imperio romano se debió a su dominio imperial y repercutió en el mundo entero. La moneda denominada dinar aparecería tanto en India como en Egipto y Al Ándalus durante los siglos posteriores.

En el siglo II, bajo el gobierno del emperador Marco Aurelio, el denario pesaba unos 3,4 gramos y contenía alrededor de un 80 por ciento de plata, lo que ya suponía una reducción de su pureza original del 98 por ciento cuando Augusto se declaró a sí mismo primer emperador, tres siglos antes. A lo largo de los siglos ha habido monedas que han dejado de existir por un motivo más bien pedestre: los gobiernos son incapaces de resistir la tentación de emitir libremente dinero para ellos mismos. El caso de la devaluación de la moneda romana no fue una excepción. Básicamente, cuando el Imperio romano reducía el contenido de metal precioso del denario dejando su nombre y valor intactos, lo que hacía era emitir dinero para sí mismo; cada denario antiguo tenía mayor pureza que su sucesor. Este acto de abaratar el dinero por parte del gobierno reduce la confianza en la moneda y conlleva la inestabilidad en los precios y la vulnerabilidad de la sociedad.

A finales del siglo III, el denario se había devaluado con tanta frecuencia que su pureza se había reducido a sólo un 5 por ciento de plata, en una etapa que se corresponde con la llamada crisis del siglo III, período durante el cual varios emperadores fueron asesinados y el Imperio romano estuvo a punto de colapsar. La devaluación de la moneda fue una tendencia que persistió en todo el mundo, lo que convierte en algo extraordinario lo ocurrido en la Florencia del siglo XIII.

Quién es Nik Bhatia

♦ Es investigador financiero.

♦ Tiene un máster en Finanzas de la IE Business School (Madrid). Tiene una certificación del CFA Institute y es profesor adjunto de Finance and Business Economics en la University of Southern California Marshall School of Business.

♦ Trabajó en negociación de Bonos de la Tesorería de Estados Unidos para un gran administrador de activos institucionales. Tiene una amplia experiencia comercial en mercados monetarios y futuros de tasas de interés.

♦ Actualmente, su investigación se centra en el sistema monetario internacional y Bitcoin, temas que explora en su primer libro publicado, Del oro al bitcoin.

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