Pero de verdad: ¿de qué viven los escritores hoy?

Veintiocho autores se le animan a una pregunta que incomoda y vuelve: la que cruza la literatura y el dinero. Entre otros, responden Eduardo Sacheri, Gabriela Cabezón Cámara, Carlos Gamerro, Florencia Canale y Mariano Tenconi Blanco.

Guardar

Quince años atrás, la revista “El interpretador”, que dirigía Juan Diego Incardona, presentó un largo dossier coordinado por Diego Cousido en donde se les consultaba a unos cincuenta escritores —consagrados y jóvenes, masivos y de culto, etc.— sobre la siempre tensa y compleja relación que hay entre literatura y dinero.

En tiempos en que se discute el papel del autor, con una industria editorial golpeada por la economía y con la proximidad de una nueva edición de la Feria del Libro de Buenos Aires después de las controversias que provocó el discurso inaugural de Guillermo Saccomanno en 2022, creemos que es bueno volver sobre el tema y revisar cómo se da esa relación en la actualidad.

Se respetaron las mismas preguntas de entonces. Ojalá dentro de quince años otros recojan este ejercicio.

Gabriela Cabezón Cámara

Gabriela Cabezón Cámara
Gabriela Cabezón Cámara

Es autora de Beya. Le viste la cara a Dios y Las aventuras de la China Iron, entre otros títulos. Fue finalista del Booker Prize y del Premio Medicis.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

No del todo. Un poco sí, pero si además no diera talleres no podría pagar las cuentas. Escribir artículos también ayuda. Trabajé de: vender seguros del ACA en la calle, Florida y Lavalle. Despachar pan y facturas en un Delicity. Cargar datos para una empresa que trabajaba para Edenor. Hacer diseños sencillos en imprentas. Cerrar un diario en el área de Arte. Hacer las páginas de un diario en la misma área. Vender unas cosas tipo térmicas casa por casa. Dar clases en la carrera de Artes de la Escritura en la UNA. Hacer periodismo en el área de Cultura. Y un montón de cosas más que ahora no recuerdo y sería demasiado largo.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Con ninguno. Para mí es distinto a todo.

“Escribir es distinto a todo”. Gabriela Cabezón Cámara

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Como puedo. Todo el tiempo que puedo. Lucho a diario por construir una rutina. Fracaso. Trabajo para recuperarme del fracaso. Me recupero. Vuelvo a intentarlo. Y así. En algún momento, de algún modo, termina saliendo. Amigues y editora leen mis libros antes de publicarlos. Leo a otros autores, siempre.

Eduardo Sacheri

Autor de, entre otros títulos, La pregunta de sus ojos —y coguionista de El secreto de sus ojos, la adaptación con la que José Campanella ganó el Oscar a la mejor película extranjera—, Aráoz y la verdad, Ser feliz era esto y El funcionamiento general del mundo. Su libro más reciente es el ensayo histórico Los días de la revolución.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Sí, vivo de la literatura. Sé que es súper excepcional, pero después del empujón cinematográfico de El secreto de sus ojos, mis libros empezaron a ser muy conocidos y eso me permite vivir de los derechos de autor. Aunque también trabajo en el mundo audiovisual con los guiones de series y de largometrajes; eso representa un componente muy importante junto con los libros, que se estimulan recíprocamente. Y además tengo unas horas de clase en el secundario, que, en este momento de mi vida no son ni de lejos el punto central de mis ingresos. Otros trabajos: laburo en CNN radio y en tengo un programa en DeporTV que se llama “Contar la vida” donde hago entrevistas a deportistas a partir de la lectura conjunta de un cuento.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

A mi oficio lo comparo con el de un carpintero, que hace muebles. Me parece que en cada obra de ficción hay un trabajo más básico, más estructural, y después hay lustrado, lija, ajuste de las piezas, un suavizamiento general del producto desde el punto de vista estético. Por eso lo asocio con construir muebles.

“A mi oficio lo comparo con el de un carpintero, que hace muebles”. Eduardo Sacheri

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Como puedo vivir de la literatura, le puedo dedicar muchas horas. Se las dedico en un horario normal de trabajo; es decir, todas las mañanas y todas las tardes trato de estar laburando o investigando o leyendo o pensando sobre un próximo libro o sobre el que estoy escribiendo. Siempre los hago, no puedo estar en más de uno a la vez. En cuanto a otros que lean, tengo un par de amigas muy lectoras, que junto con Julia Saltzman, mi editora, son quienes leen el material antes de publicarse. Y sí, leo a otros autores. Por suerte. Me jorobaría dejar de leer, que es algo que me apasiona. Entiendo la pregunta y sé que hay gente que no puede leer mientras escribe. Yo, por suerte, sí. Si tuviera esa disyuntiva, en lugar de dejar de leer, dejaría de escribir.

Juan José Becerra

Juan José Becerra
Juan José Becerra

Publicó Santo, su primera novela, en 1994 y desde entonces ha escrito una decena de libros. Es autor de El espectáculo del tiempo, El artista más grande del mundo y ¡Felicidades! (finalista del Premio Medifé - Filba), entre otros títulos.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Al contrario, vive de mí, y me parece lo mejor para los dos. Desde que empecé a escribir la subsidio haciendo de todo. Para mí la relación con la literatura es lo opuesto al acto de sacar.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Con el del camionero. Horas y horas sentado, mirando hacia adelante, solo, colgado de la imaginación mientras todo va pasando rápidamente hacia atrás.

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo o hago que escribo todos los días, sin sentir que lo que hago es un trabajo. No sé qué es. Tal vez sea una pasión por reincidir, por volver. Es un misterio del que lo único que está claro es su aspecto serial. Y leo mientras escribo, pero cada cosa está en su mundo. Mis editores son los primeros que leen lo que escribo, cuando el daño ya está hecho.

Guillermo Martínez

Guillermo Martínez en el stand
Guillermo Martínez en el stand de Infobae en la Feria del Libro

Con más de treinta años de trayectoria, es autor de una obra profusa que incluye, entre otros títulos, los cuentos Infierno grande (el cuento que le da el título al libro fue publicado en The New Yorker) y las novelas Acerca de Roderer, Crímenes imperceptibles, Los crímenes de Alicia (Premio Nadal de Novela), los ensayos Borges y la matemática, Gödel para todos.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Sí, es mi fuente principal de ingresos. Otros trabajos anteriores: investigador y profesor universitario de matemática en la UBA. Profesor de la maestría en escritura creativa de la Untref.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Es similar al trabajo de investigador en matemática: una parte creativa que corresponde al momento de detección de un patrón o una idea acerca del comportamiento de ciertos objetos abstractos. Y una parte también creativa pero más ligada a la escritura que corresponde al momento de la formulación de la prueba como texto escrito. En los dos casos el momento de la escritura suele cambiar también algo de las ideas previas por rodeos “astutos” y más sutiles.

“Escribir es similar al trabajo de investigador en matemática”. Guillermo Martínez

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo ahora mismo un libro sobre esto: Once tesis (y antítesis) sobre la escritura de ficción. No podría resumirlo aquí, solo diría que soy bastante lento y obsesivo con la relectura y la etapa final de corrección. Le dedico unos tres años a cada novela, un año entero suele ser de correcciones. Mi mujer, Brenda Becette, lee diversas etapas de mis borradores, y luego Pablo de Santis o Carlos Chernov leen el manuscrito terminado antes de que lo envíe a mi editora (Paula Pérez Alonso). Escribo de manera regular por periodos, no de manera continua. Pero sí intento escribir algo cada mañana (me despejo las mañanas para la escritura). Leo sobre todo libros afines a los temas en que estoy trabajando en cada novela, es uno de los consejos que doy en mis cursos: conocer y rodearse del murmullo de lo que otros han intentado en la misma línea.

Virginia Cosin

Virginia Cosin (Foto: Valeria Bellusci)
Virginia Cosin (Foto: Valeria Bellusci)

Es autora de las novelas Partida de nacimiento y Pasaje al acto, además de participar en distintas antologías. Dirige la Revista Atletas y en 2020 filmó uno de los cuatro cortos que forman parte de la película Edición ilimitada.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Siempre tuve problemas para ganarme la vida. Conseguir un trabajo, sostenerlo, estar en relación de dependencia. No soy una persona eficiente. Recién pude tener cierta independencia económica cuando empecé a coordinar talleres de escritura. Es una forma de vivir de la literatura, supongo. Aunque no estoy ni cerca de vivir de las cosas que escribo.

2. ¿Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

No sé si puedo pensar en términos de oficio, aunque hay un ensayo de Natalia Ginzburg muy hermoso sobre su devenir como escritora que se llama “Mi oficio”. No me gustan las obligaciones y entonces para mí escribir es hacer lo que se te da la gana. De hecho, nunca prosperé ni como guionista, ni como periodista. Tareas en las que sí se requiere tener oficio. El trabajo más parecido al de escribir, para mí, es el del recolector de basura o el del excavador. Ahora que lo pienso, también el del bioquímico. Me gusta sobre todo esa imagen de Deleuze del nadador que no sabe nadar.

“El trabajo más parecido al de escribir, para mí, es el del recolector de basura o el del excavador”.

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

De forma muy lenta. Obsesivamente y perezosamente al mismo tiempo. Últimamente escribo cuando ya estoy casi dormida, para que la conciencia no se interponga tanto porque soy muy represiva con mi propio trabajo. Paso muchas horas al día leyendo y para mí, aunque no escriba nada, es una forma de trabajar en la escritura. Los únicos que leen lo que escribí antes de publicarlo (y me hacen cientos de comentarios y correcciones fundamentales) son mis editores. A veces leo partecitas en lecturas públicas. Pero no me gusta mucho andar mostrando, porque soy muy influenciable y no quiero estar pendiente de la mirada de otros, ni quiero preocuparme por su aprobación. ¿Si escribo de manera regular? Depende de las épocas. Casi todo el tiempo estoy escribiendo cosas, pero como soy desordenada voy perdiendo los cuadernos —si escribo a mano— o abro documentos en la computadora a los que no les pongo nombre y se van traspapelando, hasta que decido ordenar un poco ese caos, invento un título y, a partir de ahí, me embarco en algo que, si más o menos, camina, trato de revisar todos los días. A veces no escribo, sólo releo. O corrijo. Puedo pasar meses sólo abriendo el documento, releyendo o cambiando un punto, una palabra, una coma. La verdad, me parece un milagro terminar de escribir un libro. No podría escribir si no leyera mientras tanto. En realidad, cualquier cosa que escribo es un comentario de lo que leo.

Rodrigo Manigot

Rodrigo Manigot
Rodrigo Manigot

Es músico y escritor. Autor de Donde no van las melodías y El aire del mundo.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Vivo, por suerte, de mi condición de músico. Me considero nuevo en la literatura y solo puedo decir que, económicamente hablando, mis talleres literarios terminan colaborando con el ingreso final, y que además tengo mi programa de radio sobre libros y canciones. Oficios anteriores: vendí AFJP, fotocopias, Internet, fui guionista de televisión.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Juan José Becerra lo comparó con el de camionero y me encantó, en el sentido de que hay que sentar el culo una cantidad determinada de horas por día y avanzar. Es así.

“Para escribir hay que sentar el culo una cantidad determinada de horas por día y avanzar”. Rodrigo Manigot

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo por lo general muy temprano, y vuelvo en el día varias veces sobre lo escrito. No cuento las horas, porque me sigue pasando que al escribir el tiempo de veras se pulveriza. ¿Serán dos horas por día? ¿Tres? Depende de lo que haya escrito. En general, tengo dos o tres personas de confianza que me encanta cómo leen y en quienes confío. A ellos les mando mis textos. Trato de sostener la regularidad y por eso sigo creyendo en los talleres: te inspiran y motivan a escribir todas las semanas. Y leo con mucha regularidad, siempre, aún en los momentos de estar escribiendo mis libros. Lo siento parte del mismo oficio…de camionero, je.

Florencia Canale

Dedicada a la novela romántica histórica, ha abordado la tumultuosa amorosa de los próceres argentinos. Entre sus libros, se pueden mencionar, Amores prohibidos, Pasión y traición, Salvaje, Pecadora, Bastarda, La vengadora, La libertina.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Sí, vivo de la literatura. Así me ganó la vida. Es un trabajo. Lo tengo instaurado en mi rutina vital y yo diría que es el lugar principal. Hice muchas cosas: trabajé en periodismo durante muchos años. ¿Qué otros trabajos hago? Siempre rondando al mundo literario, que tiene que ver con lecturas y escrituras y trabajos satélites: notas, columnas, conferencias, ferias. Siempre dentro de lo mismo.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Lo relaciono con lo artesanal. Es un trabajo que requiere lentitud, silencio, soledad, creatividad. Como es un trabajo que se hace mediante la palabra, me parece que es primo del psicoanálisis (pero el psicoanálisis no es un oficio).

“Sí, vivo de la literatura. Así me ganó la vida.” Florencia Canale

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo de manera regular. Le dedico mucho tiempo, escribo todos los días. No hay sábados y domingos, no hay descanso. Soy metódica, detallista, voluntariosa y muy trabajadora. Escribo escena por escena y escribo cronológicamente. No salteo situaciones ni voy para atrás. Soy muy obsesiva. Escribo después del mediodía, y, al día siguiente, a la mañana corrijo aquello que escribí para continuar después. Yo escribo novela histórica y hay una gran cuota de investigación previa y en paralelo. Nadie lee antes de que se publique, salvo mi editor, Mariano Valerio. Y, por supuesto, leo a otros que muchas veces poco tienen que ver con mi materia. En este momento, por ejemplo, estoy leyendo una lindísima edición de ensayos de Montagne que poco tienen que ver con la historia, pero ¿por qué no? Y para terminar, esto lo agrego yo, así como soy, un poco taxativa: es la lectura y la escritura o la muerte.

Claudia Aboaf

Claudia Aboaf (foto: Luciana Granovsky)
Claudia Aboaf (foto: Luciana Granovsky)

Autora de Pichonas, El rey del agua y El ojo y la flor, es una de las referentes de la ciencia ficción ecológica y medioambiental. Su nuevo libro es Astrología y Literatura, donde habla de las amistades de Borges y Xul Solar, y de Silvina Ocampo y Alejandra Pizarnik.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

No puedo vivir de la literatura. Ocupa un 40 por ciento de mi ingreso, incluidos artículos para medios nacionales y extranjeros, seminarios, charlas, entrevistas, anticipos de libros y derechos. Una tarea estallada en múltiples esquirlas que no llega al objetivo. En el pasado fui gastronómica: tuve el restaurante del Museo Evita durante diez años. También profe de astrología otros diez en Casa XI. Mientras, escribí.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Con un trabajo artesanal lleno de pasión. Con cualquier arte por su capacidad de representación del mundo, de cualquier mundo. Es una tarea anárquica que tanto puede parecerse a un acceso de lujuria como a pulir de manera obsesiva.

“Escribir tanto puede parecerse a un acceso de lujuria como a pulir de manera obsesiva”. Claudia Aboaf

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Dedico casi todos los días al menos tres horas. Escribo regularmente y cuando no lo hago creo haber perdido la pluma para siempre. Investigo mucho, tanto para la ficción especulativa climática como para el ensayo literario. Luego, me lanzo detrás de la intuición que es un rayo de claridad. Tengo un lector secreto que es un lujo en mi vida. Y colegas amigas con quienes hacemos lecturas previas de textos cortos. Y necesito leer al menos para poder dormir.

Federico Jeanmaire

Federico Jeanmaire (EFE/Marta Pérez)
Federico Jeanmaire (EFE/Marta Pérez)

Con más de veinte libros publicados, es autor de Miguel (premio Herralde de novela), Más liviano que el aire (premio Clarín), Tacos altos, Amores enanos, Wërra y Darwin o el origen de la vejez, entre otros títulos.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

En parte sí y en parte no. Desde hace unos días cobro mi jubilación de bibliotecario y completo mis ingresos con el premio municipal Ricardo Rojas y mis derechos de autor.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Lo comparo con el de cualquier artesano. Podría ser un carpintero, un joyero o un músico.

“El trabajo de escritura lo comparo con el de cualquier artesano”. Federico Jeanmaire

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Ando estoy escribiendo una novela y lo participo a uno o dos lectores. Una vez que la termino, a unos siete u ocho. Leo mientras estoy escribiendo, siempre que no toquen los temas que estoy trabajando y, cuando estoy terminando ya no leo a otros, no puedo salirme de lo que estoy haciendo.

Pablo de Santis

Pablo de Santis en el
Pablo de Santis en el stand de Infobae en la Feria del Libro

Escritor y guionista de historietas, ha recibido numeros premios —entre ellos: el Konex de Platino, el premio Nacional de Literatura Infantil y el de la Academia Argentina de Letras—. Entres sus libros se pueden destacar: El enigma de París (premio Planeta-Casa de América), El buscador de finales, Academia Belladonna.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Vivo de los libros desde hace muchos años. También trabajé como periodista, escribí guiones de historietas, de cine y de televisión.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Imagino que el trabajo de los actores debe tener algo semejante: los vaivenes de la fortuna, la precariedad, la sensación de que siempre se está empezando.

“Imagino que el trabajo de los actores debe tener algo semejante al de los escritores” Pablo de Santis

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo más de lo que publico y corrijo mucho, tal vez demasiado. A pesar de todo sé que los errores no son tan importantes, que lo esencial es la convicción y la energía que puede revelar un texto, y que son rasgos que no pertenecen a la corrección.

Julia Coria

Publicó las novelas Permiso para quererte, Todo nos sale bien y La horda primitiva. Fue finalista del premio Clarín con una novela que permanece inédita.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Si bien la literatura es por escándalo a lo que más tiempo le dedico, no es ni por asomo aquello que me genera más ingresos. Tengo formación como socióloga y conservo algún trabajo vinculado con eso. Con la literatura, siempre es muy a cuentas gotas. Los derechos de autor se cobran cada seis meses; es decir que en enero cobrás lo que vendiste en agosto —con una inflación del 6% mensual—. Y, además, a la hora de cobrar, las situaciones son muy diversas: hay editoriales que llegan con el informe de regalías en tiempo y forma; hay otras en las que es más variable, y si son editoriales chicas están sujetas a las peripecias propias de las editoriales chicas; y hay otras a las que, si directamente no llamás, no cobrás. Y todo esto sabiendo que el autor cobra el 10% del precio de tapa del libro: es una cifra irrisoria cobrada con seis meses de demora. Con lo cual, vivir de los libros es una misión imposible. Por supuesto, después están todas las cosas que se generan en torno a la literatura: las invitaciones a ferias y otros eventos, las invitaciones a escribir alguna nota y los talleres que, si publicás y vendés libros, etc., redunda en que consigas más alumnos. Lo paradójico es que dada la situación de precarización laboral extendidísima en la población, tener un trabajo subremunerado con todas estas condiciones absurdas, igual es un privilegio. A mí me encanta escribir y me encanta lo que gira en torno a eso, y mis ingresos se generan de otros modos, aunque la literatura también cuente para. Pero es muy paradójico.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

El oficio del escritor es muy elástico. Hay algo de tu propia capacidad de disciplinarte y de producir, que hace que sea un oficio centrado en quien lo produce. Siempre pienso que hay algo con la docencia, con los maestros de escuela. La escritura, si bien está a años luz de la precarización y las complejidades con las que lidian los docentes, se parece a eso. Y creo que algo de eso también es lo que estimula la precarización. La frase de Saccomanno, cuando en la Feria del Libro dijo: “Por qué voy a venir a hablar gratis a una feria que factura millones. Al chino no le pago con prestigio”. Yo la invoco repetidamente. Pero a la vez, es un oficio hermoso y gratificante.

“El oficio del escritor es muy elástico”. Julia Coria

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

A mi propia producción de textos le dedico tiempos muy diversos. Soy muy dispersa, con lo cual, para cada libro, tengo una estrategia a la que trato de apegarme. Intento escribir todos los días y, cuando estoy en situación de novela, como dice Liliana Heker, pongo culo en silla y escribo todo lo que puedo. Leo mis textos con colegas amigos, que son el grupo Fuego Amigo, y durante la pandemia nos reunimos sistemáticamente todos los martes a leernos. Ahora nos mandamos los textos y nos hacemos devoluciones. En este momento no estoy yendo a ningún taller, aunque me encanta y me encanta darlos. Y también mi hija mayor lee lo que escribo antes de publicarlo.

Yo leo muchísimo siempre. Nunca no estoy leyendo. Alguna vez titularon así una nota que me hicieron. Leo mucho a mis colegas contemporáneos porque me interesa y porque quiero saber de su escritura. Y porque coordino el club de lectura del Centro Cultural de España en Buenos Aires, que es gratuito, y todos los meses invitamos a un autor a conversar de sus libros. Entonces tengo que estar muy al día. Siempre trato de leer todo, aunque no leo tanto como quisiera. Leo lento, se hace lo que se puede.

Jorge Consiglio

Jorge Consiglio (Télam)
Jorge Consiglio (Télam)

Narrador y poeta, es autor de, entre otros títulos, El bien (premio Opera Prima Nuevos Narradores en España), Gramática de la sombra (tercer Premio Municipal de Novela), El otro lado (segundo Premio Municipal de Cuento), Sodio, Villa del Parque, Las cajas.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

La literatura ocupa un lugar central en mi vida, y, sí, vivo de ella. Todo lo que hago, todo mi dinero entra por la literatura, aunque por supuesto no necesariamente tiene que ver con los derechos de autor. Los derechos son como un aguinaldo: hay dos meses, febrero y julio, que me entra esa guita. Pero después doy clínicas, talleres de escritura, trabajo para instituciones culturales, leo para ciertas editoriales. Y, por otra parte, el premio municipal constituye una mensualidad que me asegura no partir de cero. Últimamente tuve que ajustar los honorarios y eso a veces va en desmedro de tu laburo, porque no te lo pueden pagar. Lo que uno hace es una actividad que no es esencial. La literatura, por decirlo de alguna manera, es un bien suntuario. Si no tenés guita, lo primero que hacés, es bajar los talleres.

“Lo que uno hace es una actividad que no es esencial”. Jorge Consiglio

Qué otros trabajos hice. Durante muchos años, por lo menos veinte, trabajé en la industria farmacéutica. Lo paradójico es que nunca dejé de escribir en todo ese tiempo. De hecho, creo que fue lo que me preservó de una neurosis feroz, porque cuando estás en una industria donde la lógica es tan transaccional, trabajar con universos ficcionales te sirve para ampararte y cambiar el sistema causal. Te defiende de ese espacio tan mercantilizado, tan voraz, tan implacable.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Lo compararía con el de un relojero o el de algún artesano que suponga trabajar con piezas muy pequeñas. La escritura justamente trabajar con piezas muy chiquitas, muy pequeñas: trabajás con la oración y cuando te metés en la oración empezás a trabajar con las palabras, con el sustantivo, con el adjetivo. Para que “funcione” una oración, para que te acompañe el sonido dentro de la oración, tenés que hacer un trabajo absolutamente minúsculo. Tenés que calzarte la lupa de los relojeros y empezar a mirar y mirar obsesivamente cada sintagma para que tenga el sonido que estás buscando. Que nunca lo conseguís, pero, por lo menos, te rompés los cuernos para acercarte.

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Un poco como decía en la pregunta anterior, escribo de una manera absolutamente obsesiva. La mía, como diría Piglia, es una escritura burguesa. El lo decía pensando en la de Arlt, que era más salvaje y con menos tiempo de elaboración. Yo me detengo muchísimo y diría que cada vez más en cada una de las oraciones. Y creo que cada vez más estoy apelando a la síntesis. Es decir, a buscar cómo narrar con la menor cantidad de palabras posibles. Así laburo la escritura.

Mi tiempo productivo es en las mañanas. En enero le pude dedicar casi todas. Estoy más fresco, más lúcido. Me levanto temprano y laburo hasta el mediodía. Algunos días, aunque es excepcional, trabajo todo el día, pero a la tarde me empasto, me cuesta el doble, siento que tengo arrastrarme en barro. Por lo general hay dos o tres personas que leen lo que escribo. Tengo siempre una enorme duda cuando escribo y necesito que alguien próximo lea mis textos antes de que llegue al editor. Y después, por supuesto, viene la lectura del editor. Yo trabajo con Leonora Djament hace muchos años y su lectura pesa muchísimo. La lectura de un editor excelente es indispensable.

Escribo los cinco días de la semana por lo menos un ratito. Los fines de semana trato de no hacerlo. ¿Si leo a otros autores? Sí, porque me ayudaran a afinar y contribuyen a mi imaginario. A veces, es la poesía lo que me ayuda a enhebrar el tono. O te incrusta en el texto una escena que resuelve el nudo en el que estás metido.

Elsa Osorio

Con casi una docena de libros publicados, entre sus títulos se pueden mencionar Ya no hay hombres, A veinte años, Luz y La Capitana. En 2015 fue condecorada por el Ministerio de Cultura de Francia como Chevalier de L’ordre des arts et des lettres.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Vivo de la literatura. Todo lo que me rodea, lo que como y lo que visto, lo gané párrafo a párrafo. Escribiendo. Y algo coordinando talleres de narrativa. Actualmente vivo más de ahorros ganados con la literatura desde 1999, que con lo que me ingresa por derechos. Estos derechos provienen de libros que se siguen vendiendo en otros países; algunos, después de muchos años (A veinte años, Luz tiene 24 años; Tango, 15; Mika, 11). En mi país, esos mismos libros se siguen vendiendo, pero lamentablemente, como los contratos terminaron, no me pagan derechos, salvo por uno de bolsillo. Cobro una jubilación mínima, y no tengo ningún premio municipal (solo fui jurado, y, cuando me presenté, en el 2012, no lo obtuve) ni nacional (una mención de honor con mi primer libro).

Tuve el privilegio de acompañar en el proceso de escritura a escritores geniales. En algún momento, coordinar talleres fue un medio de vida y, sobre todo, una gran satisfacción. Un trabajo estimulante, sin salir de la escritura. Fui escritora y editora fantasma. Editora fantasma es sugerir, modificar, trabajar el texto de un escritor o escritora en secreto, o por sugerencia de su agente. Un trabajo que me dio satisfacciones, dinero y… malestares. Dejé de hacer en cuanto los derechos de mis libros me bastaron (y me permitieron darme una buena vida).

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Si pudiera elegir qué sería en otra vida sería escritora. Y lectora.

“Fui escritora y editora fantasma” Elsa Osorio

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Cuando estoy en un libro, escribo todos los días. Preparo, investigo, hago borradores, tiro, reescribo, pero observé que no logro terminarlos en Buenos Aires. Así que aprovecho alguna invitación a un festival, a una residencia de autores y ahí escribo sin parar hasta que los termino. ¿Por qué? No sé. Ese algo que me pregunto más después de la pandemia, que afectó mi escritura, la inmovilizó. Al principio pensé que no me afectaría porque me gusta encerrarme, pero me encierro en diferentes lugares del mundo, en un no lugar, en un paréntesis. Las residencias de autores son maravillosas estén donde estén, porque estás en la escritura. Aclaro que si fuera en Jujuy o en el sur, también estaría encantada.

En general elijo a alguien que haya estudiado conmigo para que lea mis textos. Ahora, un autor español que se llama Javier Rovira. En otra oportunidad fue Claudia Chamudis. Elijo, por decirlo así, a mi propio editor antes de pasar por la editorial. Y leo siempre, escribiendo y no escribiendo. Me gusta mucho investigar sobre lo que estoy escribiendo y sobre cualquier cosa que despierte mi curiosidad, leo narrativa y ensayos. Menos frecuentemente poesía. Y cualquier libro que me encuentre por ahí.

Edgardo Scott

Edgardo Scott (Foto: Thomas Khazki)
Edgardo Scott (Foto: Thomas Khazki)

Fundador e integrante del Grupo Alejandría, publicó El exceso, Caminantes. Flâneurs, paseantes, vagabundos, peregrinos y Luto, entre otros títulos.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

No, no vivo de la literatura, vivo de mi trabajo, soy psicoanalista. El dinero que puedo recibir de la literatura es siempre una “extra”, ya sea de dar cursos, talleres, participaciones como jurado, notas, traducciones, y también regalías por la venta de mis libros.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

No creo que escribir literatura sea un oficio. Con lo único que puedo comparar la escritura literaria es con cualquiera de los otros trabajos artísticos, la música, las artes visuales, etc. La literatura es un arte, y los que verdaderamente hacen literatura —a menos que sean escritores profesionales— son artistas. Y, en realidad, “ser artista” tampoco es un ser, se parece más a un estado, a un efecto subjetivo.

“No vivo de la literatura, vivo de mi trabajo, soy psicoanalista”. Edgardo Scott

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

No tengo ninguna superstición con la escritura y, como dije, no tengo método ni pauta. Escribo todos los días, de cualquier manera y en cualquier lado, pero sin proponérmelo. Por lo tanto hay días en los que no escribo. Nunca me digo, “tengo que escribir”. Escribo, y eso sucede frecuentemente. Y como se sabe, también se escribe “en la cabeza”, muchas veces. No tengo problema en compartir lo que escribo una vez que está terminado, pero no lo comparto con nadie cuando estoy escribiendo.

Vera Giaconi

Vera Giaconi
Vera Giaconi

Con una vida dedicada a la literatura, su segundo libro de cuentos, Seres queridos (Anagrama), fue uno de los cinco finalistas del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

No, no vivo de la literatura. Uno de los contratos de afuera me permitió darme un gustito alguna vez, pero definitivamente no para vivir. La literatura nunca ha pagado ni un alquiler ni una compra en el supermercado. Por lo tanto, no ocupa un lugar en lo que tiene que ver con cómo me gano la vida. Ocupa otros lugares: los lugares de cómo hacer que esta vida que vivo y que se paga con otras tareas no tan gratas tenga un poco de luz y alegría. O mucha, porque, la verdad, poder dedicarse a lo que uno le gusta, aunque sea a las trompadas y sin ganar un mango, sigue siendo algo a lo que me aferro. No es justo, pero prefiero eso a no escribir nada. De hecho, no podría no escribir, así que tampoco lo estoy eligiendo.

Durante muchísimos años trabajé como correctora, redactora, hice algunas cositas como ghostwriter. Sigo haciendo tareas de edición, pero muy elegidas. Y doy talleres, que es una actividad que me gusta mucho y está muy cerca de la literatura aunque no sea mi propia literatura y mi propia obra.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Honestamente, no tengo ni la menor idea. Supongo que con… no tengo idea. Con un oficio que practique alguien que sienta una vocación muy fuerte por lo que hace y no tenga asegurado ningún tipo de rédito económico.

" La literatura nunca ha pagado ni un alquiler ni una compra en el supermercado”. Vera Giaconi

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Me siento a escribir cuando puedo. Intento ponerme horarios y hacer que mi agenda tenga un espacio protegido de las demás tareas que me demandan, pero no es fácil. A veces no es fácil por necesidad y, en general, no es fácil porque me cuesta quedarme sentada pensando con la vista fija en un punto de la pared cuando alrededor me están quemando los papeles con cosas necesarias de esos otros trabajos que uno hace para pagarse la vida. Lo intento muchísimo y en los momentos en que lo consigo es cuando mi escritura crece. Me ayuda muchísimo trabajar en compañía. Que haya alguien de confianza leyéndome y esperando ese material y haciéndome devoluciones y obligándome a tener un deadline. Sin deadline no llego a ninguna cosa: soy hija del rigor. Así que siempre me ayuda y lo mantengo y soy una bendecida por la gente que me acompaña.

Carlos Gamerro

Carlos Gamerro
Carlos Gamerro

Escritor, dramaturgo, traductor y crítico, ha publicado Las islas (ya un clásico), La aventura de los bustos de Eva (otro clásico), La jaula de los onas, Ficciones barrocas: una lectura de Borges, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Cortázar, Onetti y Felisberto Hernández y Facundo o Martín Fierro: los libros que inventaron la Argentina (Premio de la Crítica de la Fundación El Libro), entre otros títulos. Su libro más reciente es Siete ensayos sobre la peste.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Sí, vivo de la literatura. No ciertamente de la venta de los libros, pero sí de dar mis grupos de literatura y otros cursos. Tuve otros trabajos, pero nada muy alejado: di clases en un secundario, di clases de inglés. Nada muy original.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Lo comparo con la jardinería. Escribir ficción, sobre todo, no es como la arquitectura, que vos planeás todo y lo hacés. Al jardín uno puede pensarlo y diseñarlo, pero después hay plantas que crecen y otras que no, hay plantas que no podés sacar, hay otras que no arraigan. Toma vida propia y vos vas manejando e interactuando con esa vida.

“El oficio de escribir lo comparo con la jardinería”. Carlos Gamerro

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo de manera regular todos los días. A veces ficción, a veces ensayo, a veces traduzco a Shakespeare que es más que escribir texto propio. Le dedico todas las horas que puedo, que ciertamente son menos que las que quisiera. No tengo horario fijo; se acomoda según los otros trabajos que tengo que hacer para ganarme la vida. Leo a otros autores, o porque los doy en los cursos, o porque por el tipo de ficción y de ensayo que hago requiere leer a otros buscando inspiración, cuestiones de estilo. Y en general no doy a leer mis textos. Me leo bastante bien a mí mismo. De hecho, me leo en voz alta. Me grabo y me escucho. Cuando se trata de una novela de largo aliento como fue la última, La jaula de los onas, puedo hacer lecturas públicas que me sirven como para ver la reacción de un grupo lector más amplio. Y después puedo pedirle a un lector especializado que haga un fact check: Siete ensayos sobre la peste se lo di a leer a un amigo médico; un capítulo muy antropológico de La jaula de los onas se lo di a leer a una amiga antropóloga.

Patricia Suárez

Escritora, dramaturga y poeta, publicó su primer cuento en 1994 y desde entonces publicó más de treinta libros y media docena de obras de teatro. Publicó, entre otros títulos, Perdida en el momento (premio Clarín de Novela), la novela romántica Segunda Chance y Esta no es mi noche. También las series En la Varsovia, sobre la prostitución de mujeres polacas en la Argentina, y El sueño de la criada, sobre la historia de amor detrás de uno de los cuadros fundantes del arte argentino. Y el ensayo Mitos y más mitos del orgasmo femenino.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Hice todos los trabajos que existen en el campo editorial prácticamente. Actualmente, trabajo en Argentores, doy talleres esporádicos de escritura, hago periodismo, escribo guiones de proyectos diversos (de dibujos animados a plataformas educativas), cobro derechos de autor de espectáculos por mis obras y también por libros. Aún así, alquilo un dos ambientes en Barracas

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Maratonista de 42 km. Sos tu propio desafío y tenés que tener aliento para mucho

“Ser escritor es como ser maratonista de 42 km”. Patricia Suárez

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo todos los días alrededor de mil palabras y leo un montón todo el tiempo, de manera omnívora. En general, escribo de mañana, que estoy más viva. Cuando termino, según el género, me lee alguien de mi familia o amigos o contrato una lectora, Ester Mano, por ejemplo, para que lea y me limpie un poco el texto.

Mariano Tenconi Blanco

Mariano Tenconi Blanco (foto: Sebastián
Mariano Tenconi Blanco (foto: Sebastián Freire)

Dramaturgo y Director de Teatro. Ha escrito obras como La vida extraordinaria y Las cautivas. En diciembre de 2022 publicó Quiero decir que te amo (Ed. Entre Ríos)

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Antes de dedicarme al teatro (allí englobo lo que sería escribir y dirigir) hice muchos trabajos. Desde que comencé a trabajar en el teatro me gané la vida con trabajos paralelos. Fui asistente de dirección, di y doy clases. Hace un tiempo, la posibilidad de dirigir en el teatro público me hizo poder vivir, aunque no todo el año, de dirigir. Y tener obras en cartel que llevaban mucha gente me permitió vivir de mi escritura, ya que el autor teatral cobra un porcentaje por cada función.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Yo lo siento similar a la pesca. Pero para mí implica prender la computadora, hacer el mate y esperar.

Escribir es similar a la pesca, implica prender la computadora, hacer el mate y esperar”. Mariano Tenconi Blanco

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Le dedico todo el tiempo posible. La publicación no es algo central, sino empezar a ensayar. Antes de empezar a ensayar la leen mis compañeros de Compañía Teatro Futuro, el equipo artístico y naturalmente los actores. De hecho, organizamos lecturas de las que surgen nuevas versiones. Escribo de manera regular. No lo hago cuando estoy ensayando, pero si no, escribo, siempre. Leo cuando escribo, todo lo que puedo. Es mi mayor influencia para escribir, leer.

Ana Navajas

Ana Navajas (foto: Luciano González)
Ana Navajas (foto: Luciano González)

Estás muy callada hoy, su primera novela, fue publicada originalmente por Rosa Iceberg y salió en España por Seix Barral.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Vivir de los libros, por lo menos para mí, es imposible: para empezar escribí solo uno. Si dar clases de escritura cuenta como vivir de la literatura, trato, pero es difícil. Cuando aparece algún trabajo de guión, lo agarro. Y ocasionalmente también tomo otros trabajos de comunicación que me resultan aburridos, pero por los que cobro mucho más que cuando escribo de lo que me gusta. Trabajé muchísimos años como redactora de comunicación institucional en relación de dependencia y fue una decisión difícil dejar de hacerlo. Económicamente salí perdiendo, pero gané espacio mental para hacer lo que tengo ganas.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

El oficio de escritor es comparable con el de cualquier artesano. En mi caso me identifico con las bordadoras, que llevan su bordado a todas partes, cosen, descosen y siempre pueden continuar sobre la misma tela.

“Me identifico con las bordadoras, que llevan su bordado a todas partes”. Ana Navajas

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

En mi caso, la escritura es constante. Vivo tomando notas en el celular, después las elaboro más tranquila en la computadora. Corregir es lo que me resulta más placentero, casi un vicio. Cuando estoy escribiendo no hay vez que no empiece a leer todo desde el principio y siempre hay algo que agrego, que borro o que cambio de lugar. Me cuesta parar de corregir, lo hago cuando tengo fechas límite y hasta último momento. Siempre queda algo que quisiera haber corregido y que se me ocurre apenas aprieto el botón de enviar. Tengo un par de amigas que siempre leen lo que escribo, eso me da cierto margen para volver sobre el texto. Trato de escribir de manera regular pero no me lo impongo, tiene que haber un deseo, una voracidad, un hueco en el estómago. Hay periodos de gracia en donde no necesariamente escribo bien pero en los que no puedo parar. En general coinciden con momentos en los que leo mucho. Pero cuando eso desaparece, leo, leo, leo, ahí sí, a veces de manera impuesta, casi como una medicina, e invariablemente vuelven a aparecer las ganas. No concibo escribir sin leer.

Cecilia Fanti

Autora de las novelas La chica del milagro y A esta hora de la noche, es también dueña de la librería “Céspedes”

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Vivo de la literatura y es mi principal sustento. No por la escritura propia, sino gracias a la escritura de otros; pues tengo un librería literaria y vendo libros que pertenecen a ese catálogo. Antes de eso trabajé también con libros en uno de los grandes grupos editoriales de habla hispana, donde aprendí muchísimo en relación a la industria, la circulación del libro y trabajo con catálogo y autores. Antes de eso también trabajé con la literatura, como docente de escuela media. Así que, bueno, más o menos que desde los 20, la literatura me sostiene emocional y económicamente.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

No le encuentro mucho punto de comparación. Pienso, en mi caso, que podría parecerse de alguna manera a la maternidad, pero especialmente porque las cosas rara vez resultan como uno las esperaba, porque cuando sentís que estás por enloquecer algo se desbloquea y porque hay una energía y una dedicación puestas que no se comparan con ninguna otra cosa.

“Desde los 20, la literatura me sostiene emocional y económicamente.” Cecilia Fanti

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Trabajo irregularmente. La escritura se va metiendo en los intersticios de los quehaceres generales, me cuesta encontrar el tiempo para hacerlo pero voy robando horitas. Y así se van construyendo los proyectos, y así también se van demorando. Creo que me gustaría tener más disciplina para la escritura, pero no la tengo. En relación a la lectura siempre tengo amigas que me leen, me gusta hacer clínica con mis proyectos cuando los siento encaminados y también he tenido una editora de lujo en Marina Yucsuk en el trabajo de mis textos antes de publicarse. ¿Leer? Leo siempre y todo el tiempo. Nada es más importante que eso, especialmente la propia obra.

Esteban Castromán

Esteban Castromán (foto: Luciano González)
Esteban Castromán (foto: Luciano González)

Escritor, editor y productor cultural. Es uno de los creadores del colectivo editorial Clase Turista y coordinador de Zona Futuro. Ha publicado, entre otros títulos, El alud, La cuarta dimensión del signo, Bailar es la revolución en la era del mal y el ensayo Fuego alucina conmigo.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Si entendemos “vivir de la literatura” como el ideal romántico de que los libros publicados generen ingresos periódicos y suficientes para ir al supermercado, pagar el alquiler y afrontar toda la bullshit burocrática del crudo realismo cotidiano, en mi caso clara-mente: ¡NOP! De todos modos, me parece hermoso que mi dimensión-gana-pan esté tan relacionada con la escritura, con libros y lectores, con el estímulo cultural dirigido a nuevos públicos. Antes fantaseaba que era una forma baja frecuencia de “venganza literaria”. Ahora lo pienso distinto y celebro la diversidad de soportes e instancias donde contar historias.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Es que sería imposible, porque hay tantos modos de trabajar la escritura como oficios en el mundo. Hay jardineros, gasistas y escultoras. Pero también, ingenieros industriales, científicas o kioskeros. La escritura es un punto de vista respecto al mundo.

“Hay tantos modos de trabajar la escritura como oficios en el mundo”. Esteban Castromán

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Antes de publicar un texto, lo que más valoro es el criterio de edición. Me entrego 100%. No tengo rollo íntimo ni capricho por ninguna de las frases que pude haber escrito. El trabajo colectivo siempre es mejor.

Gabriela Larralde

Narradora y poeta, es autora de Los mundos posibles y Soluciones quirúrgicas, entre otros títulos. El año pasado ganó el premio Novela, de Fundación Proa, Bunge & Born, por La india sirena. Como guionista trabajó en series como El Presidente (Amazon) y Monzón (Netflix).

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Vivo de escribir. Pero no solamente literatura. Gracias a la literatura trabajo como guionista en proyectos audiovisuales, serie y cine, que son mi mayor sustento. También doy talleres y clases en diferentes espacios, como la Universidad Nacional de las Artes (UNA).

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Con el de la arquitectura. Porque al escribir debo crear mundos, conocer esos espacios y los climas, las posibilidades y problemáticas que generan en las personas que los habitan. No hay personajes en el vacío.

“Vivo de escribir. Pero no solamente literatura”. Gabriela Larralde

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo todos los días. De tres a seis horas diarias. Intento no hacerlo los fines de semana, porque encontré que no escribir también es necesario para escribir. Siempre hay alguien más que lee lo que escribo y comenta. En literatura: colegas y editores. En cine, colegas y directores, productores. Siempre leo otros libros mientras escribo, a veces en el tono que busco para mi escritura, pero en diferentes géneros. Puedo estar escribiendo un guión de largometraje y recurrir a la poesía. O estar con mi novela y leer un ensayo sobre antropología o filosofía. Esos saltos a mí me resultan buenos para ir en contra de la escritura automática.

Matías Bauso

Matías Bauso
Matías Bauso

Es escritor, abogado y periodista. Sus libros más recientes son El deporte en el cine, Argentina Bizarra y El fiscal.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

No vivo de la literatura, si eso significa vivir de los libros: de los derechos de autor o de los anticipos de las editoriales. Cuando se cobra un anticipo de uno de los grupos editoriales grandes o cuando llega la liquidación semestral (ya con varios libros publicados) puede significar un ingreso extra, una especie de medio (o cuarto de) aguinaldo inesperado. Alguna vez, hace muchos años, fui (un mal) abogado. Dejé la profesión hace más de una década. Vivo, sí, de tareas que se relacionan con la escritura. Todos mis trabajos la merodean. A la par del trabajo en mis libros, escribo historias en Infobae (me falta mucha vida de redacción y años de oficio para llamarme periodista), edito en La Crujía y tengo varios talleres de escritura creativa de no ficción.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

No tengo ninguna duda de que la escritura es un oficio. Se compara con cualquier otro oficio manual. Se necesita constancia, conocimiento de los secretos de esa tarea, paciencia y muchas, muchísimas, horas de aprendizaje y de ejercicio. La diferencia podría ser que a diferencia de otras tareas, el estudio, el trabajo previo y el conocimiento del material que enfrentamos, no garantizan que uno pueda resolver el problema, realizar su obra. El carpintero siempre va a saber terminar su mesa. Nosotros no siempre podemos moldear nuestro texto.

“Nosotros no siempre podemos moldear nuestro texto.” Matías Bauso

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Escribo, apremiado por los perpetuos deadlines, muchas horas, más de ocho, todos los días. No siempre se trata del mismo proyecto. Puede ser una nota periodística, el capítulo de un libro o apuntes para una investigación en ciernes. No me llegó todavía la tecnología: llevo siempre conmigo una libreta de apuntes en la que anoto citas, ideas, algún párrafo que ya llega escrito. Leo casi exclusivamente no ficción. Tengo un ardid, me lo creé: todos los años hago una lista de los mejores libros de no ficción del año y con esa excusa voy tras lo que se publica. Es una buena manera de saber qué se está escribiendo y de no anquilosarse. Los clásicos del género los reviso para el taller.

Marina Mariasch

Marina Mariasch (Telam)
Marina Mariasch (Telam)

Escritora, poeta y periodista, ha escrito las novelas El matrimonio, Estamos unidas y Efectos personales, que fue elegida como una de las mejores del 2022. Parte de su obra poética reunida apareció con el título Paz o amor (Blatt & Ríos)

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Antes que nada, me gustaría decir que lo primero que me vino a la mente con esta encuesta que repite la de El interpretador fue en mi amiga Marina Kogan, que hacía la revista con Juan Diego Incardona, y que murió a los 28 años. Éramos muy amigas y quisiera dedicarle mis respuestas a ella.

La primera pregunta es complicada. Creo que vivo de la literatura del mismo modo en que muero de la literatura, y del mismo modo que vivo del aire y no solo vivimos del aire. La literatura y la vida están completamente imbricadas, y puede haber literatura en cualquier actividad. Ahora, si la pregunta es si me gano el sustento con la literatura, es una cosa bastante distinta. De alguna manera he tenido la suerte de trabajar o de tener empleos bastante ligados a lo literario. Por ejemplo, trabajar en editoriales, en periodismo cultural, leer libros para evaluarlos, y ese tipo de cosas. También trabajé en el Estado escribiendo discursos para políticos en Derechos Humanos. La escritura, más que la literatura, siempre estuvo bastante presente.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Me parece de una pedantería absoluta comparar la escritura con otro trabajo porque realmente conozco poco otros oficios y no sé cómo son, pero de repente me imaginé la posibilidad de estar manejando un camión muy grande a la noche en una ruta en un trayecto muy largo. Por momentos puede ser algo placentero. Difícil también. Una está tratando de llegar a alguna parte, y en un punto prefiere haber llegado, pero en el trayecto hay algo de padecimiento y de placer.

“Le dedico absolutamente todo el tiempo a la literatura, pero escribo cuando puedo”. Marina Mariasch

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Esto puede ser pretencioso, pero le dedico absolutamente todo el tiempo a la escritura. O, más bien, a la literatura. Por ejemplo: estoy en un café y en la mesa de al lado un padre le dice a la hija que se va a ir por tres meses de viaje y la hija le contesta “Para qué me lo contás, si a mí no me afecta”. Ese diálogo que escucho simplemente por el hecho de que las mesas están demasiado cerca y no se puede cerrar los oídos me llama la atención y me convoca de manera literaria. Una mamá le dice a su hija antes de que salga de la casa: “Adónde vas. Arreglate el rouge, te falta el labio de arriba”. Esa escena mínima me resuena toda la tarde.

Eso no quiere decir que todo el tiempo esté escribiendo. Más bien, estoy ocupada con cuestiones más mundanas y terrenales y prosaicas, como todas las personas: pagar las cuentas, hacer trámites. Ahora, trabajar en la literatura se trata de eso, de observar el mundo, de escuchar y, sobre todo, de leer. En pensar el tiempo en el que uno no está escribiendo como tiempo productivo para la literatura. En ese sentido me interesó mucho un libro de Anne Boyer, la autora de Desmorir. Es Prendas contra las mujeres, que salió hace poquito por la editorial Triana. Tiene dos textos sobre el tema. Uno se llama “No escribir” y habla de todas las cosas sobre las que no escribe cuando no está escribiendo. Y otro texto se llama “Qué es no escribir” y habla de todas las cosas que uno hace cuando no escribe. Mi forma de escribir es muy desordenada, no porque crea en los raptos de inspiración, sino porque tengo una vida poco metódica. Escribo cuando puedo.

Verónica Sukaczer

Periodista, escritora y editora, ha publicado más de quince títulos para chicos y jóvenes. Su libro Hay que ser animal recibió el Segundo Premio Nacional de Literatura Infantil, y en 2014 recibió el Premio Konex en el rubro Letras, disciplina Juvenil, por el total de su obra. En Leamos publicó el ensayo ¿Sobreviviremos a nuestros adolescentes? y la serie La vida con subtítulos.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

No solo no vivo de la literatura sino que nunca logré total independencia económica. Complemento mis ingresos con los de mi esposo que por suerte no se dedica a la literatura. Vivo de un rejunte de: colaboraciones periodísticas (carrera que estudié), derechos de autor semestrales de mis libros de ficción, talleres literarios, alguna charla, congreso o feria en la que se me pagan honorarios (son más los que no pagan), alguna corrección de estilo y todo lo que pueda surgir alrededor de la escritura. Es un duro trabajo el de buscar trabajo siempre, pero ya no conozco otra manera de vivir.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

La creación literaria ocupa un lugar que solo puede compartir con otras artes que se realizan de manera independiente y solitaria: artes plásticas, fotografía, por ejemplo. Comienzo a escribir una historia (una novela o una colección de cuentos) sin que nadie me lo solicite, continúo haciéndolo durante meses o años sin que nadie me pague por ese trabajo y sin saber si podré publicar ese libro. Y cuando considero terminada la obra la entrego a editores que decidirán si quieren invertir en ella o no. A veces me dicen que no y todo ese trabajo de meses o de un año queda guardado en el archivo de los proyectos. A veces me dicen que sí y me ofrecen diferentes tipos de contratos. No sé si hay otros oficios tan inciertos y, sin embargo, ninguno de los que escribimos dejamos de escribir, tal vez porque no sabemos hacer otra cosa. O porque es lo único que deseamos hacer.

“Complemento mis ingresos con los de mi esposo que por suerte no se dedica a la literatura”. Verónica Sukaczer

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

No estoy escribiendo siempre, solo lo hago cuando tengo una historia que quiero contar, por lo que puedan pasar meses y hasta un par de años sin que escriba ficción (aunque siempre ando en medio de proyectos). Ahora que estoy escribiendo una novela, por ejemplo, trato de escribir todos los días algunas horas (gran parte de esas horas de trabajo son en realidad de pensar, caminar y jugar al solitario, cosas que considero parte de la escritura). Escribo en computadora, de día, siempre con luz. Y escribir me da siempre hambre y me hace doler la espalda. La historia la escribo siempre yendo y volviendo desde la primera página, corrigiendo y cambiando y reescribiendo como si no existiera nada más que encontrar las palabras perfectas en el tono indicado, y ese trabajo me da muchísima satisfacción. No puedo avanzar, por ejemplo, si me quedo trabada con una palabra, imposible dejar ese espacio en blanco y regresar después.

Alrededor de la página 30 siempre me da un ataque de ansiedad: esto es una porquería, me digo. Ahí es donde necesito de la lectura de otra persona. Tengo algunos amigos que sé que me harán una devolución absolutamente sincera, incluso si deben decir: sí, es una porquería, y acudo a ellos. La lectora de mis últimos dos libros es una profesora de Letras que pasó por mis talleres y que sé que va entender de manera perfecta qué tipo de guía necesito. Como ya estoy en la página 30 de la novela actual, esta semana se la envié y ando ansiosa esperando su respuesta.

Sigo leyendo mientras escribo, tanto libros por placer como libros que me ayudan a trabajar la escritura actual. Por ejemplo, si estoy empantanada en algún momento y recuerdo un libro que tiene alguna escena similar o el tipo de tono que quiero lograr, lo busco para saber cómo resuelve el problema. Esas dudas que en cualquier profesión o trabajo uno consulta a un jefe, un colega, un compañero o busca en Google, en la escritura te las responden otros libros.

Olivia Gallo

En 2018 recibió una mención del Premio Municipal de Literatura Manuel Mujica Láinez, y uno de sus cuento fue incluido en una antología de la editorial Notanpuan. En 2019, publicó su primer libro, Las chicas no lloran.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Hace varios años ya que vivo de trabajos relacionados a la literatura. Estuve a cargo de las redes sociales de blogs literarios, librerías, una distribuidora y una editorial y actualmente trabajo como freelance en prensa editorial, doy talleres de escritura y lectura y hago algunos trabajos puntuales de edición. Antes de eso, también trabajé como vendedora en stands de ferias y dando clases de apoyo de gramática y literatura para adolescentes. Al ser freelance, mi ingreso mensual varía y depende de los trabajos que haya podido conseguir ese mes, lo cual me obliga a ser muy organizada y previsora. Mi propia escritura es algo que, en general, suelo dejar para el final del día, cuando ya terminé todo lo demás, porque si bien me ha generado ingresos, tiendo a priorizar aquellos trabajos que exigen una urgencia superior y también me significan un ingreso fijo a corto plazo.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

Con cualquier oficio que requiera tiempo y técnica, o más bien, un tiempo para perfeccionar esa técnica. Creo que por momento de producción no debería entenderse solamente aquel en el que el acto de escribir se concreta, sino también el tiempo de reflexión y revisión sobre ese material, que me parece muy necesario, sino fundamental.

“Al ser freelance, mi ingreso mensual varía y depende de los trabajos que haya podido conseguir ese mes”. Olivia Gallo

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Le dedico el tiempo que puedo permitirme luego de otros trabajos. Puedo pasar días sin escribir, pero no hay un solo día que no piense en la escritura y, menos aún, si estoy trabajando un texto en concreto. Comparto mis textos con más o menos gente, según cuán susceptible esté en ese momento tanto a mostrar lo que escribo como a recibir comentarios al respecto, pero jamás publiqué nada sin habérselo mostrado antes a un grupo de personas, que podían ser docentes, compañeras y compañeros de taller, amigas y amigos que se dedican a lo mismo y, por supuesto, a mis editoras y editores. Leo siempre, todos los días, me reservo un momento del día especialmente para leer. Cuando trabajaba con modalidad presencial, lo hacía en el trayecto al trabajo en transporte público si ese era el único momento que podía permitirme. Es una actividad que priorizo porque me parece fundamental para mi vida y para mi escritura.

Maximiliano Crespi

Escritor, filólogo, crítico literario y ensayista, nació en Oriente, Provincia de Buenos Aires. Recibió el premio Ensayo del Fondo Nacional de las Artes. Ha publicado ensayos como Jaime Rest. Función crítica y políticas culturales, Los infames. La literatura de derecha explicada a los niños, Tres realismos. Literatura argentina del siglo 21, Pasiones terrenas, Un poco demasiado. Notas sobre el chantaje del presente.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Tengo la suerte de trabajar con la literatura, aunque eso no implica vivir de la literatura. Trabajo como investigador, como docente universitario y como editor en el campo de las ciencias humanas. La literatura siempre está cerca y, a la mismo tiempo, siempre escapándose. A lo largo de mi vida, trabajé de muchas cosas. En mi pueblo fui peón de albañil, pocero, palero; ya en la ciudad, mientras estudiaba fui operario de depósito, repositor de supermercado, fotocopiador.

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

El demonio de las analogías es siempre peligroso. Pero ahora pienso que el trabajo solitario y geológico del pocero tiene algo de parecido con el de la investigación literaria, esa suerte de filología especulativa que me permite producir —a duras penas— una escritura. Pico, pala, cuñas: herramientas para las diferentes resistencias que impone la materia, algo tiene del proceso que va del subrayado a la nota, de la nota a la ficha, de la ficha al ensayo.

“En mi pueblo fui peón de albañil, pocero, palero”. Maximiliano Crespi

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Leo o releo entre 6 y 7 horas por día de lunes a sábado. Dedico una hora al final del día a escribir (sólo porque los resultados de mi trabajo se miden en cantidad de publicaciones). Eso le da cierta regularidad a la escritura: diría que de esa hora diaria salen con suerte 1000 o 1200 palabras; nunca más que eso. Tengo un puñado de amigos que admiro y a los que, cuando tengo muchas dudas (y siempre tengo muchas dudas), les paso lo que creo podría llegar a ser publicado. Luis Gusmán y Jorge Jinkis, por un lado; Valentín Díaz, Diego Erlan, Diego Cousido. Pertenecen a dos generaciones distintas pero sus devoluciones son para mí muy importantes, por no decir determinantes (después de oírlos, he llegado a reescribir completos o cajonear definitivamente libros que en algún momento había considerado publicables). La lectura final de todos mis libros la hago con Gisela Fabbian, que es siempre implacable con los detalles.

Sonia Budassi

Periodista, escritora, docente y editora, obtuvo la beca de “Emergencias en periodismo cultural” del Centro Cultural de España y la Beca Nacional de Letras del Fondo Nacional de las Artes. Entre sus libros de no-ficción se pueden mencionar Apache: En busca de Carlos Tevez y La frontera imposible: Israel Palestina. De su narrativa se destacan: Los domingos son para dormir, Periodismo y Acto de fe.

1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué lugar ocupa en su modo de ganarse la vida? ¿Qué otros trabajos hace o ha hecho?

Si con vivir de la literatura nos referimos a vivir de la venta de mis libros, la verdad que no. Tampoco del dinero que me ha dado algún concurso que he podido ganar. Es un porcentaje muy marginal, como una suerte de golosina inesperada pero que no sirve para pagarte todo el almuerzo ni la cena ni las demás cosas. Ahora bien, al mismo tiempo, todo mi trabajo está vinculado a la literatura. En primer lugar, fui editora literaria de revista Anfibia, revista Ñ y ahora de la revista de cultura de Eldiario.ar. Como docente de talleres de escritura creativa de ficción y no ficción, profe universitaria de grado y posgrado, siempre todo está vinculado con la escritura y con la lectura. También el trabajo que hago como jurado asiduamente en diferentes concursos. Y cuando escribo mis textos de no ficción, mis ensayos, críticas, reseñas para diferentes medios.

De chica trabajé en el campo, en el sur de la Provincia de Buenos Aires, en un lugar muy seco y ventoso. Hacía las tareas habituales de la hacienda: las vacas y todo lo que implica la tarea rural. Trabajé como niñera y estuve en la atención al público de una biblioteca durante la secundaria. Después, cuando pude estudiar en la universidad, fui asistente en la isla de edición de un instituto. En cine trabajé como meritoria y pichi de producción, y después como asistente de dirección en publicidad. Últimamente, el año pasado, fui productora creativa de contenidos para un festival organizado por una empresa súper grande; la verdad, que me divirtió. Y fui editora de una guía de impacto ambiental de una empresa que se quería presentar a una licitación y tenía que ser todo con reglas APA —que son una tortura tremenda si uno no las tiene incorporadas—.

“Siempre se trata de “comprar” con otros trabajos tiempo para escribir”. Sonia Budassi

2. Si tuviera que comparar el trabajo de escritura con otro oficio, ¿con cuál sería y por qué?

El trabajo simbólico, no tangible, siempre resulta esquivo a la definición. Por lo menos aquel que no tiene una relación directa con lo comercial —esto sin romantizar el arte como objeto de consumo. Pienso, por ejemplo, en la publicidad que, sin dejar de ser un trabajo creativo e intelectual, está reglado con parámetros más convencionales y que tiene una finalidad explícitamente mercantilista, algo que la literatura no (aunque algunos libros sí, pero eso es otro tema). Estimo que el trabajo con la escritura, salvando las diferencias de cada disciplina, es comparable con otras artes: teatro, artes plásticas, cine, etc. Se ejerce con cierta conciencia de su gratuidad, en términos de que se hace porque se lo desea, sin una noción previa de utilidad. Y esto no es en desmérito de saber que algunas industrias culturales disponen de más capital y apoyo de capital privado y estatal que otras y los “mercados” pueden ser diferentes.

El valor de este trabajo no está reglado de manera uniforme —como tampoco las labores de la crítica, el periodismo cultural, etc., que también resultan problemáticas pues, como se ha dicho ya hasta al hartazgo, a veces se pretende pagar con “prestigio”— por normas laborales claras. Al mismo tiempo, escribimos porque no podemos hacer otra cosa que nos genere el mismo interés, alegría, entusiasmo y mil emociones más. Y eso tiene una doble vara. Muchas veces el trabajo literario se confunde con el ocio en términos de placer —pero de algo hay que vivir, claro, ahí está el asunto (el apasionado por la abogacía cobra por sus honorarios; el programador cobra por hora de trabajo; esos regímenes, con nuestros libros, se desdibujan). Y con esto para nada quiero decir que es un hobbie, todo lo contrario: exige técnica, constancia, aprendizaje permanente, esfuerzo, y compromiso de tiempo, dedicación, etc., como tienen los arquitectos antes de emprender una obra (por la cual cobrarán de manera inequívoca). Y vuelvo a eso de la continuidad entre lo rentado o no; muchas veces, en medio de una producción de escritura que disfrutamos no se distingue, por el nivel de disfrute, si es trabajo o placer; esta también es la contracara de otras vocaciones, en que esta división es más clara. Al mismo tiempo, para escribir y leer (por más que tenga empleo de eso y que por suerte mis libros se publiquen) hay que robarle tiempo al ocio. Tengo conciencia de eso desde la adolescencia, cuando a veces rechazaba propuestas de mis amigas a pasear o salir a la noche para escribir un texto. Y siempre se trata de “comprar” con otros trabajos, o gracias a premios, adelantos de libros, etc., tiempo para escribir.

3. ¿Cómo trabaja su escritura? ¿Cuánto tiempo le dedica? ¿Lee alguien sus textos antes de publicarlos? ¿Escribe de manera regular? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está escribiendo?

Leer también es parte de escribir; así que creo que tengo una dedicación a tiempo completo más allá de la escritura en sí; tomando notas, leyendo y pensando sobre eso. Termino de corregir cuando los editores me dicen Basta o cuando ya me saturé; siempre corrijo, a veces bastante, y otras todo parece haber salido más ajustado y tardo menos. Escribo todos los días, pero a veces en géneros mezclados, entre ficción, reseñas, ensayos o crónicas; o edito textos de otras y otros. Lo que más valoro y disfruto es cuando puedo estar solo con un texto de ficción. En los períodos en los cuales puedo dedicarme de manera más prolongada a la escritura de ficción leo libros como “falso recreo” de la pantalla del Word y la corrección, o porque me quedó algo de trabajo (para editar y publicar, para reseñar), pero sí, leo todo el tiempo, aunque sean textos de corto aliento, una crítica por ejemplo. Suelen leer mis textos de ficción, antes que mis editoras y editores, unas pocas amistades, algunos escritores, otros no, en quienes confío pues la amistad surgió de afinidades literarias; y son impiadosos y generosos al mismo tiempo.

Seguir leyendo

Guardar

Últimas Noticias

Otro Álvaro Pombo, un país que ardía: el último libro del ganador del Premio Cervantes cuenta recuerdos de la Guerra Civil Española

El personaje principal de “Santander, 1936″, es el tío del escritor, que en ese entonces acababa de volver de Francia. Agitación política y sus consecuencias
Otro Álvaro Pombo, un país

“Un país bañado en sangre”: Paul Auster advirtió sobre el peligro de las armas libres en Estados Unidos más de un año antes del atentado a Trump

El autor contando que su abuela mató a su abuelo de un tiro. Pero el libro, que tiene menos de cien páginas, va mucho más profundo. Allí el autor, que murió en mayo, dice que los norteamericanos tienen veinticinco veces más posibilidades de recibir un balazo que los ciudadanos de otros países ricos
“Un país bañado en sangre”:

Moisés Naim: “Hoy la democracia está bajo ataque a nivel mundial, es una forma de gobierno en peligro de extinción”

El columnista venezolano, uno de los más leídos en castellano, publica un nuevo libro, “Lo que nos está pasando”. Habló con Infobae sobre sus temas principales: las nuevas estrategias dictatoriales, el rematch electoral entre Joe Biden y Donald Trump, el combo del populismo, la polarización y la posverdad y la sensación generalizada de vivir un periodo de crisis histórica
Moisés Naim: “Hoy la democracia

Así son los jóvenes escritores de Lisboa que llegarán a Buenos Aires: fútbol, diversidad y mestizaje

Yara Nakahanda Monteiro, Bruno Vieira Amaral y Afonso Reis Cabral estarán en la Feria del Libro porteña. Aquí comparten expectativas sobre su encuentro con autores y editores argentinos
Así son los jóvenes escritores

De Lisboa a Buenos Aires: Lídia Jorge invita a las nuevas escritoras a mirar al pasado para ver el futuro

La aclamada escritora portuguesa, que estará en la Feria del Libro, reflexiona sobre el papel de la literatura en la denuncia del machismo y la represión, destacando similitudes y diferencias entre continentes
De Lisboa a Buenos Aires: