Colombia es uno de los países con mayor diversidad de aves en el mundo. Son cerca de 2000 especies las que habitan a lo largo del territorio nacional y aproximadamente 300 más las que llegan para anidar. Las cifras, por supuesto, van variando con el paso de los años, pero la preferencia de estos animales que van libres por la vida hacia el país de García Márquez y Shakira no se ve disminuida.
Un poco de ese espíritu de libertad es lo que ha intentado retratar la escritora colombiana Marcela Guiral en su novela “A mediodía llovían pájaros”, título publicado en 2022, con las ilustraciones de Alejandra Estrada.
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Un pueblo en medio de las montañas de Colombia, un bosque antes habitado por mariposas azules, ahora un bosque y un pueblo de pájaros. Pájaros que dictan lo que sucede y determinan el futuro de los habitantes del lugar.
Hubo antes una guerra que acabó con las mariposas, reza la contraportada. Ahora, llega hasta el pueblo lo peor de otra guerra y nuevamente la naturaleza, esta vez representada por los pájaros, lleva la peor parte y a la vez representa la salvación. Una historia que se repite, un pueblo que aprende de su pasado.
“Desde la ventana de su casa solo veía edificios grises, iglesias y parques destruidos por los bombardeos, esperando a que alguien los volviera armar. Pero nadie los iba a armar de nuevo mientras hubiera guerra. Los únicos animales con alas que volaban por la ciudad eran las moscas. Había tantas que se chocaban contra las ventanas y tropezaban con los ojos de la gente, entonces las personas untaron engrudo a los vidrios y miles de moscas terminaron pegadas en los ventanales (...) F se quedaba mirándolas un largo rato (...) Intentaban despegar las alas del vidrio y algunas lo conseguían; muchas veces él las ayudó a zafarse usando una cuchara o un peine de su mamá. Lo malo era que la mayoría de las veces el cuerpo se separaba de las alas y el bzzz sonaba más débil y entonces se dormían. ¿O se morían? Decidió no volver´las a ayudas, por si las moscas. Pero hubo un tiempo en que no tuvieron más vidrios porque las explosiones los hicieron añicos, entonces las moscas entraban a su casa y vivían con ellos. Poco tiempo después los abandonaron. Volaban a sus anchas por la ciudad que estaba llena de basura. Y de muertos” - (Fragmento)
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Una galería fascinante de personajes surge con el correr de las páginas, como el tío pintoresco que es un palomo gigante, o el ente siniestro al que le corren piojos por la frente y devora niños.
Con aire macondiano, el pueblo de esta historia es un lugar tan lleno de pájaros, por lo que el exremento abunda en todo lado. Los habitantes del lugar se resguardan usando sombrillas de colores que, al final, terminan impregnadas de colibríes cuyos picos alargados se quedan estancados. El pueblo pierde sus mariposas de color azul por culpa del conflicto y la alegría se evapora.
Marcela Guiral (Yolombó, Antioquia) es bibliotecóloga graduada de la Universidad de Antioquia; magíster en Educación Superior en Salud, por la misma universidad; y máster en Promoción de Lectura y Literatura Infantil, Universidad de Castilla – La Mancha, España.
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