Las anécdotas con Borges son inagotables. Siempre habrá quien cuente que lo vio en alguna feria del libro, en las escaleras de la Biblioteca Nacional o en un ascensor y que le reveló el sentido de la vida, que ironizó sobre el peronismo o habló de su rechazo por el Mundial de fútbol, cuando no las tres cosas a la vez. Menos frecuente es haber escuchado a Borges contar una historia para chicos, y menos frecuente aún es que la anécdota se vuelva materia prima para un libro infantil.
El libro existe y se llama El secreto de Borges (Pequeño Editor). Escrito por Matías Alinovi, con ilustraciones de Diego Alterleib y publicado en 2017, cuenta la historia de un chico de nueve años que conoce a Borges gracias a un compañero de la escuela. De esta forma, todo el curso visita al escritor en su casa de la calle Maipú.
Ahora bien, ¿qué podría decir el autor de El aleph a un puñado de niños de nueve años, para quienes la palabra “Borges” no significa nada? Hizo lo que mejor sabe hacer: contar una historia. El relato de Alinovi está basado en una experiencia real, transcurrida en 1981: “Durante años pensé en la anécdota, la repetí a distintas edades, nunca supe qué más hacer; yo quería contarla recuperando la virginidad del significante, ese momento en que la palabra ‘Borges’ todavía no significa nada”, explicó Alinovi a Infobae Leamos.
Una casualidad
A primera vista, la idea de conectar a Borges con el público infantil parece un desafío, pero Alinovi tuvo una ventaja clave: vio al escritor argentino cuando él mismo era un chico, en el barrio de Retiro, en Buenos Aires. Todo empezó cuando José Manuel Santillán, un amigo de la escuela primaria con quien solía jugar en Plaza San Martín, le dijo: “Voy a la plaza, pero voy con Borges”.
No lo dijo con entusiasmo o admiración, sino con cara de que iba a ser aburrido. “Le dije a mi mamá y ahí obtuve la primera respuesta del mundo adulto”, explica Alinovi. “Mi mamá me dijo que Borges era un escritor famoso, que José Manuel había mentido. Fuimos a la plaza con mamá y él fue con Borges”.
Al día siguiente corrió la noticia en la escuela, nadie lo creía realmente. Cuando le preguntaron, José Manuel dijo que vivía con Borges. La historia es así: él era nieto de Fanny, la célebre empleada del escritor. Al morir la madre, Leonor Acevedo, Fanny se mudó con su nieto a la casa de Borges, en la calle Maipú. Ambos dormían en el cuarto de servicio. “Cuando José Manuel cumplió cierta edad, la abuela lo ponía a hacer mandados, como llevar a Borges a la plaza”.
Una historia pequeña
Cuando se confirmó que Juan Manuel realmente vivía con el escritor, la maestra preguntó si existía la posibilidad de que todo el curso fuese a visitarlo. Borges accedió. El próximo paso fue preparar unas preguntas en el aula. Un compañero, Maximiliano, propuso preguntar cuántas veces Borges había ganado el Nobel.
Como es sabido, era tradición que el premio sueco no le fuese concedido a él, a tal punto que sus declaraciones al respecto son famosas: “Esos caballeros comparten conmigo el juicio que tengo sobre mi obra”, dijo en una ocasión, y en 1979 explicó: “Es una antigua tradición escandinava: me nominan para el premio y se lo dan a otro. Ya todo eso es una especie de rito”. Por eso, la primera pregunta de Maximiliano fue rechazada.
La segunda no tuvo mejor suerte: “¿Cuántas veces se casó Borges?”. Las mujeres siempre le fueron esquivas al escritor, pero aún más en la era María Kodama. “Eran las dos preguntas que iban a la línea de flotación de Borges”, dijo Alinovi. “Son las dos preguntas que todos los adultos querríamos hacer y no haríamos, y este niño las hacía. La maestra directamente se enojó, dijo que esas no eran preguntas para hacer”.
Así recuerda Alinovi la visita: “Borges habrá pensado ‘qué les digo a estos pibes”, así que improvisó un cuento. Él se hizo cargo de algo extraordinariamente bien, y es que él estaba sentado en el sillón, ciego, viejo, con el bastón, nos sentaron a todos en el piso y él habrá pensado: ‘Estos chicos deben creer que soy una momia’.Y él desde ahí pensó en la historia de lo que todos debíamos estar pensando, en la que explica cómo llegó a tener tantos años”.
Por orden de su madre, el joven Alinovi llevó un grabador en el que registró el encuentro. Durante años volvió a escuchar la grabación, donde entre otras cosas Borges confiesa haber tenido dos miedos. El primero era que los chicos fuesen a su casa, porque no sabía de qué hablar con chicos de cuarto grado. Y el segundo miedo, más fuerte que el primero, era que los chicos no fuesen, así que ahora estaba contento. El hecho de haber reproducido tantas veces la grabación ayudó a Alinovi a mantener viva la experiencia del momento.
Borges en caricatura
“José Manuel iba solo a la plaza, porque vivía con la abuela. Nos encontrábamos atrás del momumento. Una vez, otro amigo, Paolo, se trepó al caballo y quedó colgado de la cola. Hubo que llamar a los bomberos, que lo bajaron con una escalera”. Así es el tono de El secreto de Borges, que no solo habla del escritor sino que primero recrea un clima de infancia, de juego. El lugar, la Plaza San Martín, es igual o más importante que la historia: hay árboles, monumentos y veredas, todo graficado en colores verde manzana y blanco.
Con tapa dura y dimensiones propias de la literatura infantil, donde la ilustración es igual o más importante que la palabra, El secreto de Borges cuenta la historia de dos amigos que juegan en la plaza y un día uno de ellos dice que al día siguiente va con Borges. Cuando finalmente lo conocen, vemos como lectores a un señor muy mayor, casi de otro mundo. Un señor que, si bien sabemos que es Borges, transfigurado por la ilustración de Diego Alterleib es otra persona, un desconocido. Más precisamente, el desconocido que vieron los dos protagonistas.
Y entonces, la magia. Durante el encuentro los chicos miran fascinados al hombre, no por lo que se dice de él, no por su sabiduría, sino porque es muy viejo y porque cuenta una historia de tortugas y pozos.
La experiencia resignificada
Matías Alinovi es autor de libros de ciencia, teatro y una novela titulada La Reja. El secreto de Borges es su única incursión en libros infantiles: “Quería sacarme de encima la historia para chicos que él nos contó”, explicó, y por eso, después de probar en varios formatos, eligió la literatura infantil.
“Me gustó porque me pareció que es recuperar la relación sin ‘a prioris’ que es la de los niños. Borges es un significante muy cargado para nosotros, como Perón, como Maradona. La literatura para niños me daba la posibilidad de recuperar la virginidad del significante, el hecho de que la palabra Borges no te diga nada. La primera vez que escuché la palabra Borges significó la interrupción del juego en la plaza”.
Quién es Matías Alinovi
♦ Nació en Buenos Aires en 1972.
♦ Es licenciado en Ciencias Físicas y está especializado en literatura científica.
♦ Es autor de libros como Historia de las epidemias, Historia universal de literatura científica, La Reja y El secreto de Borges.
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