El escritor y editor Elvio Gandolfo, el cineasta Juan Ignacio Fernández y la editora Julia Ortiz recomiendan lecturas, argumentan recorridos posibles y plantean claves para ingresar en la audaz y diversa obra de Mario Levrero, el escritor que se animó a explorar con la literatura como aliada.
¿Qué le recomendarían a alguien que no leyó su obra? ¿Por cuál libro de Levrero sugerirían empezar y por qué? Con esta pregunta, los tres consultados presentaron su mapa de recomendaciones para ingresar a una obra que algunos dividen en etapas pero que no deja de ofrecer muchas claves para descubrir al escritor uruguayo más destacado de la segunda mitad del siglo XX.
“A quien no leyó su obra y quiere conocerlo le recomendaría que ojeara las Irrupciones, que son columnas que fueron apareciendo en prensa durante varios años y ahí están todos los Levrero, el más fantástico, el más realista, el onírico, el que podía reflexionar sobre literatura, por ejemplo, y ver, según cuál le interpele más, con qué libro seguir”, propone Julia Ortiz. Aunque considera que “la puerta de entrada natural es La máquina de pensar en Gladys, el libro con el que el propio autor decidió salir del silencio, su primer libro editado”.
“Según Levrero mismo cuenta en el prólogo, este libro tiene un vínculo especial con Buenos Aires, ya que la editorial que lo publicó en Montevideo (Tierra Nueva, 1970) se mudó poco después de la edición y se llevó los ejemplares a Buenos Aires, donde se podían encontrar en las librerías de la calle Corrientes como saldos. En el otro extremo están las Historietas..., que es un rescate que hicimos con varios materiales inéditos y extraños, solo para fans”, repasa la editora de Criatura.
En tanto, Elvio Gandolfo dice que “no estaría mal empezar con La novela luminosa y La ciudad, y después meterse en la genialidad de París. El discurso vacío y Burdeos, 1972” a las que describe como “golosinas aparte”.
Para Juan Ignacio Fernández “un lindo acceso” es la trilogía involuntaria, empezar por La ciudad. ¿Por qué? “Es el de los mundos con fantasía, con ciencia ficción, con mundos kafkianos”, responde. “El otro es entrar por la línea mas autobiográfica de su obra aunque la novela que recomiendo ahí es Diario de un canalla que es esta novela que Levrero escribió en Buenos Aires después de pasar unos años sin escribir, cuando trabajó en la empresa Juegos y Compañía, donde se dedicaba a desarrollar juegos de ingenio y crucigramas”, explica.
“Fue el trabajo mejor pago que tuvo: entraba a las 9 de la mañana y salía a las 6 de la tarde, algo excepcional en su vida. Le dio plata pero lo alejó de la escritura, entonces escribe ese libro sobre ese canalla que él se consideraba por haberse apartado de la literatura para tener una heladera y un sillón. Pero es una novela autobiográfica en la que describe ese momento de su vida que también estuvo tomado por una operación de vesícula. La novela narra la relación con un pajarito que cae en el pozo al cual daba su apartamento y cómo progresa ese vinculo, así va pensando su vida y tratando de reencausar al escritor”, relata Fernández.
Al recuperar esa novela, Fernández recuerda especialmente una frase: “Déjense de joder, esto no es literatura, me estoy jugando la vida”, y para el cineasta, condensa “esa cosa visceral, descarnada y vital de la novela, que te lleva a pensar que te estas jugando la vida con él mientras la leés”.
Mientras responde, advierte que hay muchos puntos de acceso a la obra de Levrero y agrega aquellos títulos que reconoce como “el lado mas disparatado de parodia del género policial como es Nick Carter o La Banda del Ciempiés”.
Fuente: Télam S.E.
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