¿Populismo o liberalismo? El desarrollismo pide pista para no caer en los extremos

El economista Federico Poli publicó el libro “Más alla del Liberalismo y el Populismo”, en el que propone evidencias para impulsar un modelo intermedio para la Argentina.

Federico Poli, un economista que ha mantenido sus ideas durante décadas.

Me permito comenzar esta reseña con una nota personal. Conozco a Federico Poli desde la facultad, donde coincidimos en varias materias de la Licenciatura en Economía de la Universidad de Buenos Aires. Hasta aquí nada especial, también compartí aquellos años con muchos otros economistas hoy famosos (yo soy una suerte de excepción). Y aún así, Poli es un caso que bien podría considerarse único. Es uno de los pocos economistas que ha mantenido sus posturas políticas y económicas casi sin cambios desde hace un tercio de siglo. Un caso de precocidad ideológica, o de madurez prematura, quién sabe.

Poli fue construyendo su figura intelectual en temas económicos y políticos en varias posiciones relevantes, tanto dentro como fuera del país. Ha escrito varios artículos en los medios exponiendo sus principales opiniones, pero le faltaba una presentación en sociedad más contundente. Este es el vacío que viene a llenar Más allá del Liberalismo y el Populismo, un libro que efectiviza lo que el autor denomina una síntesis desarrollista para la Argentina.

Si se es taxativo con el título del libro, debe notarse que Más allá… no significa rechazo, sino superación de las dos alternativas binarias. También es importante destacar las ideas que no figuran en la tapa: tanto el libertarianismo como el socialismo se descartan sin mayor discusión, y casi no tienen lugar en el texto.

La organización del libro incluye una primera mitad donde Poli reflexiona sobre las experiencias de política económica de la Argentina de las últimas décadas desde el presente. Si bien esto le otorga la ventaja del paso del tiempo, el autor presenta con honestidad una segunda mitad donde se registra una selección de los artículos que publicó durante treinta años.

Pese al paso del tiempo, la coherencia conceptual es notable, teniendo en cuenta los enormes cambios ocurridos en estas tres décadas. La obra se completa con un Anexo, que figura a mitad del libro, donde se incluyen algunos datos generales de la economía local.

Como militante de las ideas de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, hay una obvia intención de repasar la trayectoria que llevó adelante el desarrollismo desde que no es poder, esto es, desde hace más de cincuenta años. Si bien las afirmaciones voluntaristas siempre forman parte de libros como este, Poli se sale muy seguido de este esquema y presenta algunos ejemplos concretos de lo que debe ser un Estado desarrollista. Por ejemplo, pondera la experiencia de España y las energías renovables, y también el proyecto forestal uruguayo.

Poli es desarrollista y, por lo tanto, descree de las políticas que pretenden crecer a través del mero fortalecimiento del gasto interno. Se trata, en cambio, de poner el énfasis en la oferta, no en la demanda. Al mismo tiempo, no oculta su intención de fortalecer al empresariado nacional y consolidar su posición internacional con la ayuda del Estado, y de planificar la inserción en el mundo. Aquí vemos una expresión del “más allá del liberalismo”.

Un aspecto relativamente curioso, dentro de una obra con un tono que nunca pierde seriedad, es la diversidad de citas. Poli está más interesado en los conceptos que en los nombres, y por lo tanto no vacila en mencionar afirmaciones que considera acertadas de Soros, Macri o Krugman. Un universo Poli-facético sí, pero que rescata con acierto los discursos que coinciden con sus ideas desarrollistas.

Arturo Frondizi el día de su asunción presidencial.

Esta actitud se replica en la cita de economistas, y destaca párrafos de autores para muchos separados ideológicamente como Martín Redrado y Matías Kulfas. En efecto, Más allá… parece reflejar un acuerdo en temas esenciales de las visiones de economistas que, desde afuera, se suelen ver como antagónicas.

Poli presenta como referentes de sus ideas a Rogelio Frigerio, Aldo Ferrer, Marcelo Diamand y Juan Sourrouille, una selección previsible. Pero también destaca aportes importantes en Domingo Cavallo, Adalbert Krieger Vasena y Roberto Alemann, a quienes considera “liberales industrialistas”. No hay, sin embargo, ningún rescate de ministros de Economía en el siglo presente, con la excepción de Roberto Lavagna.

Efectivamente, el libro traza una línea demarcatoria clara entre el período 2003-2007 y post-2007. Poli acompañó como subsecretario de Pymes y Desarrollo Regional a Lavagna hasta su dimisión en 2005. A partir de allí, cuenta el autor, se extremó la ideologización del gobierno e hizo su aparición el “paroxismo populista”, que echó por la borda muchos de los logros anteriores.

Como en otros libros del rubro, por momentos algunas recomendaciones son prudentes y sensatas, pero la enumeración a veces omite detalles potencialmente necesarios. No se trata de que no se entiendan las propuestas, que son claras, sino de explicitar mejor el modo de asegurar la compatibilidad y la sostenibilidad de propuestas que implican intercambios, como cuando se propone la reducción drástica del gasto gubernamental y, al mismo tiempo, la recuperación de la educación pública.

Roberto Lavagna, otro de los economistas ponderados por Poli en su libro. Foto: Adrián Escandar

En cuanto a sus preferencias macroeconómicas, Poli favorece un tipo de cambio real alto y estable (aunque, una vez más, no se exploran potenciales dificultades para lograr este objetivo), una idea que siempre han defendido economistas de porte como Roberto Frenkel y, más recientemente, Martín Rapetti. Pero el autor es consciente de que esta política no puede resolver todos los problemas. El libro deja bien claro que es necesario atacar los fundamentos del mal funcionamiento de la economía mediante políticas de reformas estructurales, y esto incluye rescatar sin rubor la dirección de varios cambios llevados adelante en los 90s.

En general, el recorrido crítico que hace Poli de la economía de las últimas décadas complementa con las visiones de otros libros con contenido narrativo como el de Martín Redrado (Argentina Primero) o Matías Kulfas (Los Tres Kirchnerismos). Todas tienen en común el rechazo a las visiones extremas del populismo y del liberalismo.

Mi opinión personal es que después de haber leído varias aproximaciones a lo sucedido con la Argentina desde 1990 en adelante, estamos asistiendo a un relativo consenso sobre lo que estuvo bien y estuvo mal, y que una buena porción de economistas han tendido a converger a un conjunto de ideas “intermedias”, varias de las cuales están bien representadas y sintetizadas en Más allá….

La gran diferencia respecto de otros autores es su vasto conocimiento de la historia y la realidad presente de la industria argentina, lo que le permite identificar oportunidades perdidas del pasado, y estar atento a oportunidades potenciales por venir. En este sentido, Poli parece cumplir con su objetivo de contar con una plataforma de lanzamiento de propuestas “intermedias” para el presente y el futuro del desarrollo con base industrial.

La parte moderna del libro cierra con una paráfrasis de Charles de Gaulle, quien decía tener “una cierta idea de Francia”, y propone “una cierta idea de la Argentina”. Y paradójicamente, lo que surge del libro es la sensación de que las ideas están y han estado, y lo que ha faltado en general es ese elusivo conjunto de maniobras para orientar el barco en la dirección deseada. Aún así, cuando se trata de tener las ideas claras y organizadas, mi compañero de facultad Federico Poli tiene para entregar no solo un libro, sino una vida entera de consistencia, equilibrio y coherencia.

“Más allá del Liberalismo y el Populismo” (fragmento)

No es nostalgia de los años 60, ni añoranza de mi juventud perdida en los 80, cerca de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio. Es la traducción a nuestro país del nuevo paradigma productivista (the new productivism paradigm), en palabras del economista de Harvard, Dani Rodrik, que está logrando el consenso en la política norteamericana, desplazando el paradigma neoliberal.

“Hay signos de una mayor reorientación hacia un marco de política económica enraizado en la producción, el trabajo y el localismo, en lugar de las finanzas, el consumismo y el globalismo”. O, si se quiere verlo localmente, es la superación del maldito péndulo liberal-populista, el loop del “día de la marmota” en el cual, a los argentinos, se nos fueron los últimos cincuenta años. Medio siglo en el que fuimos destruyendo activos y valor, y empobreciéndonos.

(…)

Tanto nos repitieron, y nos repetimos, que no somos capaces de “hacer cosas” de calidad, que terminamos creyéndonos incapaces. Aunque, a pesar de todo, demostremos diariamente que no es así. Se niega la capacidad emprendedora de nuestros empresarios y la capacidad laboriosa de nuestros trabajadores, desde la izquierda y desde la derecha.

A derecha, el desprecio de los economistas liberales que solo ven, en los empresarios argentinos, a ineficientes parásitos proteccionistas, cazadores de rentas del Estado, que venden sus productos de baja calidad a altísimos precios. Estos economistas están obsesionados pensando y proponiéndonos distintos modos de destrucción de sectores enteros de nuestra producción por “no competitivos”.

A izquierda, los populistas solo ven, en nuestros empresarios, monopólicos formadores de precios, que explotan a sus trabajadores y generan inflación, que conspiran contra gobiernos populares, llevan adelante golpes de mercado, tienen connivencia con dictadores y represores de todo tipo, acá y allá. Por eso, nuestros populistas los declaran enemigos y los persiguen.

(…)

Nuestro potencial productivo y tecnológico no solo remite a un pasado de gloria. Existe, aún hoy, un importante capital acumulado que se traduce en conocimientos, tradiciones e historias que constituyen verdaderos activos latentes. Muchos emprendimientos actuales, opacados por la pérdida de rumbo nacional, no dejan de seguir siendo muy significativos.

(…)

El desafío del próximo gobierno, que asumirá a fines del año 2023, es ordenar la macroeconomía y sentar las bases para el desarrollo productivo. La dimensión macroeconómica y la dimensión productiva deben ser pensadas en conjunto.

Además, los hacedores de la política deben tener el suficiente pragmatismo y fortaleza para llevar adelante las transformaciones necesarias potenciando los activos y cuidando que no se destruyan capacidades, aplicando políticas activas, industriales, tecnológicas y de innovación necesarias. Es lo que se está imponiendo en el mundo, que se dio cuenta de que un liberalismo oxidado y el paroxismo populista son las dos caras de la misma moneda. Podemos hacerlo si nos lo proponemos.

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